Gazapos
Sin duda una de sus facetas más conocidas y populares. Los gazapos son los errores más simpáticos de la radio. En este campo ha desarrollado una labor ingente, a lo largo de más de dos décadas, recogiendo, seleccionando y catalogando las equivocaciones más divertidas de la radio española, protagonizadas por los periodistas y locutores más conocidos y prestigiosos de todos cuantos han escrito la reciente historia de la radio en nuestro país.
1999 |
Nombres como los de Iñaki Gabilondo, Luis del Olmo, Carlos Herrera, José Ramón de la Morena, Consuelo Berlanga, Guillermo Fesser, Jesús Hermida, José María García, Javier Sardá, Luis Herrero, Alejo García, Encarna Sánchez, Paco González, José Joaquín Brotons, etc. conforman la 'otra historia', la historia paralela a la oficial, en la que hay mucho sentido del humor y voluntad de demostrar que todos los que hacemos radio somos humanos, con nuestras virtudes y defectos.
Fruto de este trabajo intenso desarrollado por Gorka Zumeta, surgieron dos libros fundamentales para entender este campo de los disparates más hilarantes de la radio española. El primero, fue el ESTUPIDIARIO (1999), editado por Aguilar, en el que colaboró con los periodistas Ramón Gabilondo y Luis del Val, en el libro que se convirtió en un auténtico best seller de ventas en nuestro país.
2001 |
Como consecuencia del éxito de ventas de la obra original, el equipo trabajó en una segunda entrega, titulada 'AÚN MÁS ESTUPIDIARIO' (2001), que volvió a asumir la Editorial Aguilar y que no pudo contar con la inapreciable colaboración del periodista Luis del Val, por incompatibilidad con otros proyectos editoriales.
Introducción de los autores
Realizar este ESTUPIDIARIO no ha sido ninguna tontería. Su elaboración ha resultado bastante compleja a pesar de que los autores hemos contado con la inexplicable colaboración de los propios profesionales de la radio que desde el primer momento han visto el proyecto con una simpatía sólo comprensible desde la condición inequívocamente masoquista que tiene este oficio.
Los radiofonistas trabajan, muchas veces duramente, para que su esfuerzo se lo lleve el aire, pese a lo cual se esmeran en su tarea, con un entusiasmo similar al de los escultores de hielo o los artistas falleros. Siempre queda el consuelo de la audioteca que conserva ciertos documentos sonoros a manera de pequeños ninots indultats. Sin embargo esta conciencia de la perdurabilidad de nuestro trabajo es desgraciadamente reciente y, por si eso fuera poco, los documentalistas deben limitar casi siempre su atención a la recolección de voces históricas, momentos significativos de la antena o piezas con alto valor informativo y no pueden, por tanto, prestar atención a otras recopilaciones menos periodísticas.
Por todo ello algunas de las anécdotas y gazapos que se recogen en este libro sólo se conservan en la memoria de los profesionales y únicamente tenemos una parcial constancia documental de las mismas. No sabemos por tanto si algunos de estos a veces increíbles lapsus o meteduras de pata se produjeron tal como las expresamos en esta obra o el paso del tiempo y el buen humor de los oyentes se han aliado para hacer de esos momentos piezas aún más divertidas y entrañables.
No ha existido tampoco pretensión alguna de realizar un análisis pormenorizado y exhaustivo de las equivocaciones cometidas por los profesionales y clasificarlas científica o estadísticamente. Hemos realizado una selección –creemos que representativa y acertada- partiendo del material del que disponíamos (que era mucho), pero sin otro afán que ponerlas a su disposición para compartirlas.
A continuación, y a modo de ilustración, transcribimos un fragmento del ESTUPIDIARIO, la primera entrega de esta minisaga de la Historia del Gazapo radiofónico español:
-El corresponsal 'multimedia'
Prólogo
Iñaki Gabilondo
No hay nada en la radio que se escape de lo humano. Nada, ni siquiera el error. El error, el gazapo periodístico, puede ser tipográfico, puede ser mecánico, puede estar relacionado con las máquinas, o puede valer esa excusa para el periodista al que de pronto la letra impresa le cace en un renuncio gordo.
El gazapo en la radio es, por el contrario, siempre personal e intransferible: tiene nombre, apellidos e identidad y tiene la palpitación –como todo en la radio- de lo humano. Hay quien dirá: ‘también en la televisión se puede producir un gazapo así’. Pero en la radio el gazapo rara vez presenta contraindicaciones.
El gazapo televisivo puede incluir el ridículo, puede incluir la escena directamente insostenible, la situación extremadamente incómoda y violenta de quien, ante los espectadores, está viéndose fuera de lugar. El gazapo en la radio es más humano, es siempre inofensivo, hasta para el propio profesional que lo comete.
En muchas actividades el transcurso del tiempo tiende a curtir al profesional y a hacerle casi impermeable ante determinados estímulos externos. Sin embargo, el oficio de la radio nos hace cada vez más receptivos y cada vez más sensibles frente a las repercusiones de nuestras palabras, opiniones o comentarios. Una sensación difícil de entender por quien no la disfruta o la padece es la de que una persona te salude espontáneamente por la calle con una familiaridad tal que te sientes incapaz de hacerle ver que no la conoces en absoluto, cuando para ella eres casi uno más de su familia. Te escuchan en la radio y asienten o difieren de tus expresiones, incluso en alta voz, como si compartieran contigo mucho más que un simple sonido transmitido a través de las ondas.
La radio forma parte de nuestro entorno familiar con total naturalidad, por eso nos hemos animado a mostrar abiertamente nuestros gazapos en la seguridad de que ustedes, que nos consideran miembros de su familia, los incluirán en el capítulo de las fotografías que se enseñan a los allegados, o las ocurrencias que se comparten con los amigos: ¿no sabéis la última de mi niño?, ¿no sabéis lo que hizo ayer la abuela?, ¿a que no sabes lo que le pasó a mi amigo de la radio un día que estaba contando ésto, lo otro o lo de más allá?.
El gazapo televisivo puede incluir el ridículo, puede incluir la escena directamente insostenible, la situación extremadamente incómoda y violenta de quien, ante los espectadores, está viéndose fuera de lugar. El gazapo en la radio es más humano, es siempre inofensivo, hasta para el propio profesional que lo comete.
Iñaki Gabilondo apadrinó el 'Estupidiario' demostrando con ello un formidable sentido del humor |
La radio forma parte de nuestro entorno familiar con total naturalidad, por eso nos hemos animado a mostrar abiertamente nuestros gazapos en la seguridad de que ustedes, que nos consideran miembros de su familia, los incluirán en el capítulo de las fotografías que se enseñan a los allegados, o las ocurrencias que se comparten con los amigos: ¿no sabéis la última de mi niño?, ¿no sabéis lo que hizo ayer la abuela?, ¿a que no sabes lo que le pasó a mi amigo de la radio un día que estaba contando ésto, lo otro o lo de más allá?.
Iñaki Gabilondo junto con Carlos Herrera. Para ambos la sonrisa en la radio es imprescindible |
Como luego les comentarán los autores, todos los profesionales solicitados no sólo no han tenido ningún inconveniente en compartir sus gazapos, sino que además se han lanzado entusiásticamente a hacerlo. Y ustedes se preguntarán: ¿y por qué?’. Pues porque los que trabajamos en la radio sabemos que conseguir el humor es tan sumamente difícil, admiramos de tal forma a los que elaboran programas de humor, que cuando hemos logrado –aunque sea sin querer- provocar la sonrisa, nos sentimos felices, como cuando los castellets de una localidad catalana han alcanzado una proeza no lograda hasta el momento, como cuando Pinito del Oro hace un último salto mortal más difícil todavía. Pero es que además, la condición estrictamente humana del gazapo radiofónico y la relación casi familiar con quien lo comete hacen que, sorprendentemente, cuando los oyentes han conocido nuestros deslices, nos han querido más.
De forma que, si pudiera plantearse alguna duda sobre las intenciones de los autores de este Estupidiario por airear a los cuatro vientos los errores y meteduras de pata de sus colegas radiofónicos, quedan automáticamente redimidos, por hacernos a todos los profesionales de la radio un poco más humanos, un poco más queridos.
Introducción de los autores
Los radiofonistas trabajan, muchas veces duramente, para que su esfuerzo se lo lleve el aire, pese a lo cual se esmeran en su tarea, con un entusiasmo similar al de los escultores de hielo o los artistas falleros. Siempre queda el consuelo de la audioteca que conserva ciertos documentos sonoros a manera de pequeños ninots indultats. Sin embargo esta conciencia de la perdurabilidad de nuestro trabajo es desgraciadamente reciente y, por si eso fuera poco, los documentalistas deben limitar casi siempre su atención a la recolección de voces históricas, momentos significativos de la antena o piezas con alto valor informativo y no pueden, por tanto, prestar atención a otras recopilaciones menos periodísticas.
De izquierda a derecha, Gorka Zumeta, Ramón Gabilondo y Luis del Val sonriendo con el 'Estupidiario' (Fotografía Pedro Menéndez) |
Es cierto que en casi todas las emisoras sobrevive y sigue alimentándose compulsivamente una ‘bestia caníbal’ en forma de pequeña audioteca de uso privado que recoge momentos graciosos o gazapos variados que los ‘amables’ compañeros exhiben de tiempo en tiempo para regocijo general.
Muchos de los documentos más o menos graciosos seleccionados para este trabajo provienen directamente de esas grabaciones de las propias emisoras recopiladas casi siempre por los llamados ‘cazadores de gazapos’ (personas desalmadas, trabajadores de una empresa radiofónica, por lo general, provistas de un exacerbado y enfermizo sentido del humor, que permanecen al acecho de las equivocaciones de sus compañeros de profesión, para utilizarlas con recochineo ante el mayor número posible de amigos o conocidos y, a ser posible, ante la propia víctima). Pero ya queda indicado que sólo existe material grabado en muy contados casos, y por lo general, correspondiente a los últimos diez o quince años.
Por todo ello algunas de las anécdotas y gazapos que se recogen en este libro sólo se conservan en la memoria de los profesionales y únicamente tenemos una parcial constancia documental de las mismas. No sabemos por tanto si algunos de estos a veces increíbles lapsus o meteduras de pata se produjeron tal como las expresamos en esta obra o el paso del tiempo y el buen humor de los oyentes se han aliado para hacer de esos momentos piezas aún más divertidas y entrañables.
Pocos trabajos hay tan divertidos como la recopilación de los errores más simpáticos de la historia de la radio (Fotografía Pedro Menéndez) |
También queremos subrayar la inevitable deformación que el transcurso de los años y el boca a boca han podido producir en otros gazapos recogidos en este libro e incluso los errores de bulto que pueden llegar a detectarse sobre la propia identidad de sus protagonistas.
En consecuencia apelamos a la comprensión del lector y muy especialmente a la de los radiofonistas aludidos y referenciados directa o indirectamente, y, en todo caso, nos dirigimos expresamente al sentido del humor de todos para obtener su indulgencia dado el carácter fundamentalmente positivo e inequívocamente amable con que hemos encarado este libro.
Por último, hemos invitado a algunos de los grandes nombres de la radiodifusión española a confesarnos sus gazapos o anécdotas más simpáticas; a sabiendas de que, en esto de los errores, los profesionales del medio ejercemos un inconcebible narcisismo, que nos lleva a comentar y airear, no sólo con propios, sino también con extraños, nuestras particulares meteduras de pata. Asimismo, contamos con las ‘reflexiones disparatadas’, de voces como las de ‘Casamajor’, ‘doña María’, ‘Gomaespuma’, ‘Manolito Gafotas’, Javier Cansado y el Guiñol de Canal Plus, que, desde muy diferentes estilos y personalidades, hacen del humor en la radio todo un arte.
Texto con la presentación del 'Estupidiario' en el AULA DE CULTURA del periódico vizcaíno 'El Correo'.
Texto con la presentación del 'Estupidiario' en el AULA DE CULTURA del periódico vizcaíno 'El Correo'.
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A continuación, y a modo de ilustración, transcribimos un fragmento del ESTUPIDIARIO, la primera entrega de esta minisaga de la Historia del Gazapo radiofónico español:
-El corresponsal 'multimedia'
Las unidades móviles de la radio cubren permanentemente sucesos espectaculares, tales como atentados, incendios o explosiones diversas. El trabajo del reportero radiofónico se realiza muchas veces en riguroso directo desde las proximidades del hecho noticiable y también en muchas ocasiones con pocos datos contrastados que ofrecer a los oyentes. Lo delicado de la materia de que se trata hace muy complicadas las descripciones precisas y el germen del gazapo tiene también aquí un excelente caldo de cultivo.
Es en estas ocasiones cuando se puede escuchar una ardiente narración en directo en la que se nos cuenta que “hace sólo unos momentos los bomberos han retirado al menos cuatro cadáveres completamente chamuscados que olían fuertemente a quemado”. Aunque en este caso todavía cabía cierta esperanza: ”No podemos asegurar que todos ellos estuvieran ya muertos”. Algo huele mal en esta información en la que no se puede asegurar a ciencia cierta si los cadáveres corresponden o no a personas ya muertas.
Unidad Móvil de RNE de los años 80 y 90 |
En otras ocasiones se resalta la labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad y de los servicios asistenciales. “Hemos visto a un bombero y a un miembro de la Guardia Civil adentrarse valientemente entre la llamas para reaparecer a los pocos minutos sanos y salvos con diversas quemaduras muy graves en su cuerpo”. Desde luego salvos, sí, pero … ¿sanos?.
“La ambulancia de la Cruz Roja ”, relataba emocionado otro informador, “acaba de abandonar el lugar del suceso con su trágico cargamento de dos muertos y un sinfín de heridos”. Esta ambulancia tenía por lo visto una infinita capacidad.
En fin, la muerte y la desgracia son temas muy serios pero no lo es siempre su tratamiento informativo. Desde el delincuente “completamente muerto” tras una acción policial, hasta el guardia civil “rematado repetidas veces por sus asesinos”. Desde “el cadáver que presentaba heridas al parecer mortales”, hasta los ”cuatro muertos graves y dos leves que se registraron en un aparatoso accidente de tráfico”. Como se puede apreciar los cadáveres ofrecen unas posibilidades realmente increíbles para el relato radiofónico. Pero es que en algunas ocasiones además se producen verdaderos milagros: ”La brillante intervención de una joven, parece ser que médica, que se hallaba en la zona, permitió devolver la vida al cadáver tras practicarle la respiración artificial con gran pericia”. Esto no es que sea pericia, esto merece el Premio Nobel de Medicina.
Sin embargo no siempre el desliz tiende a la falta de respeto frente al hecho trágico de la muerte. A veces la referencia informativa es por el contrario extremadamente sensible y hasta delicada. Así por ejemplo en su crónica local y, tras lamentar la pérdida irreparable que suponía el fallecimiento de la que fuera maestra del pueblo durante tantos años, el corresponsal comunicaba que “el entierro se celebrará en la intimidad de la finada”.
Otro entierro precedido de una comitiva fúnebre fuera de lo común era anunciado también en la radio local con estas palabras: ”la conducción se efectuará esta tarde a las siete desde el domicilio del afligido cadáver”.
Y también realmente afligido se mostraba otro corresponsal que daba esta triste noticia: ”ayer falleció para siempre el que fuera gran deportista Vicente Hernandorena”. Así debe ser. Una vez de fallecer, que sea para siempre. Hay que ser serio.
El humor negro en España no ha perdido nunca atractivo |
El ‘para siempre’ debería sobrar pero esta precisión no está de más en todas las ocasiones ya que algunas veces las cosas no son lo que puede parecer. Si no que se lo pregunten a aquel cronista que enlazó tres días consecutivos con la siguiente serie de informaciones:
-Primer día: “Ha fallecido José Miguel Erauso uno de los personajes más singulares de esta villa cuyo recuerdo permanecerá imborrable entre todos los vecinos etc., etc., …”.
-Segundo día: ”Afortunadamente nos vemos obligados a rectificar la información que ofrecíamos ayer sobre la muerte de José Miguel Erauso que, según nos comunica la familia, pese a encontrarse gravemente enfermo, pudo superar a última hora la crisis aguda, etc., etc., …”.
-Tercer día: “Por fin murió Erauso”.
Marcando bien los tiempos: suposición, nudo (en la garganta) y desenlace.
Y como cierre de la primera parte de este apartado con crespón negro, recogemos una pieza de innegable interés ofrecida un dos de noviembre en un informativo matinal. “Ayer día de Todos los Santos, se encontraba muy animado el cementerio”. ¡Anima mea!.
-Los ‘camioneros de España’
Hay una anécdota que siempre ha circulado entre la profesión, referida a una supuesta conversación mantenida entre un camionero y la locutora Encarna Sánchez, en su programa vespertino de la Cadena COPE. La conversación se enmarcó en la colaboración habitual de los oyentes en su espacio. Según lo que cuentan fue, más o menos, de esta manera:
-Encarna Sánchez: Recibimos la llamada de un ¡camionero de España! que quiere charlar con nosotros…
-Camionero: ¿Encarna?
-E.S.: ¿Sí? ¡Dime, dime!
-C.: Te agradezco que me des la oportunidad de hablar en tu programa. Siempre es de agradecer, sobre todo cuando estás trabajando con el camión por las carreteras…
-E.S.: ¿Desde dónde nos llamas?
-Camionero: ¿Encarna?
-E.S.: ¿Sí? ¡Dime, dime!
-C.: Te agradezco que me des la oportunidad de hablar en tu programa. Siempre es de agradecer, sobre todo cuando estás trabajando con el camión por las carreteras…
-E.S.: ¿Desde dónde nos llamas?
-C.: Estoy en una localidad del norte de Madrid, ‘Torre… Torre… Torre...
-E.S.: ¡¡Torrelodones!!
-C.: ¡¡¡TÓCAME LOS COJONES!!
Y colgó. Evidentemente Encarna se quedó totalmente cortada, pero sus muchos años de experiencia y su fuerte carácter, una vez más, la sacaron del brete, y le permitieron incluso improvisar un discurso sobre las buenas maneras que hasta pudo interesar a los más puritanos. Minutos después, el equipo de producción le comunicó que el camionero se había vuelto a poner en contacto con ellos, con la intención de disculparse ante Encarna y los oyentes. La locutora, satisfecha por el cambio de actitud del camionero, le dio paso de nuevo en antena:
-E.S.: Me comunican que tenemos de nuevo en línea al camionero que ha intervenido hace unos minutos en el programa, que quiere disculpar su comportamiento, ¿no es así?
C.: Sí, Encarna, así es. En primer lugar quiero pedirte disculpas a ti y a los oyentes por mis palabras de hace un rato, por si he molestado a alguien.
E.S.: ¡¡Camionero de España!! No te preocupes. Todos entendemos la presión a que estáis sometidos en la carretera…
C.: Te agradezco que entiendas tan bien nuestra problemática, pero comprende que al haber hecho muchísimos kilómetros, tener el camión averiado, y la carga a punto de estropearse, uno no puede estar tranquilo.
E.S.: ¿Qué carga llevas?
-C.: ¡¡¡TÓCAME LOS COJONES!!
Y colgó. Evidentemente Encarna se quedó totalmente cortada, pero sus muchos años de experiencia y su fuerte carácter, una vez más, la sacaron del brete, y le permitieron incluso improvisar un discurso sobre las buenas maneras que hasta pudo interesar a los más puritanos. Minutos después, el equipo de producción le comunicó que el camionero se había vuelto a poner en contacto con ellos, con la intención de disculparse ante Encarna y los oyentes. La locutora, satisfecha por el cambio de actitud del camionero, le dio paso de nuevo en antena:
-E.S.: Me comunican que tenemos de nuevo en línea al camionero que ha intervenido hace unos minutos en el programa, que quiere disculpar su comportamiento, ¿no es así?
C.: Sí, Encarna, así es. En primer lugar quiero pedirte disculpas a ti y a los oyentes por mis palabras de hace un rato, por si he molestado a alguien.
E.S.: ¡¡Camionero de España!! No te preocupes. Todos entendemos la presión a que estáis sometidos en la carretera…
C.: Te agradezco que entiendas tan bien nuestra problemática, pero comprende que al haber hecho muchísimos kilómetros, tener el camión averiado, y la carga a punto de estropearse, uno no puede estar tranquilo.
E.S.: ¿Qué carga llevas?
C.: Fruta, y se está estropeando. Peras, manzanas, plátanos, melo… melo… melo…
E.C.: ¡Melocotones!
C.: ¡¡ VUELVE A TOCARME LOS COJONES!!
Ésta es una de las anécdotas que circulan sobre Encarna Sánchez, de la que no existe grabación alguna (será con toda probabilidad apócrifa), y sobre la que este ESTUPIDIARIO no puede por menos que mantener todas sus reservas sobre su veracidad. No obstante no nos hemos resistido a transcribirla, a sabiendas de que el lector habrá esbozado una sonrisa, imaginando la situación.
E.C.: ¡Melocotones!
C.: ¡¡ VUELVE A TOCARME LOS COJONES!!
Ésta es una de las anécdotas que circulan sobre Encarna Sánchez, de la que no existe grabación alguna (será con toda probabilidad apócrifa), y sobre la que este ESTUPIDIARIO no puede por menos que mantener todas sus reservas sobre su veracidad. No obstante no nos hemos resistido a transcribirla, a sabiendas de que el lector habrá esbozado una sonrisa, imaginando la situación.