"Matizando a Enrique Dans: ¿Por qué no es tarde para desplegar la radio digital en España"
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- Dans habla de las incertidumbres que rodean a la radio como sector económico, ante el despliegue europeo de la Radio Digital Terrestre. Por eso la Administración debe clarificar las reglas de juego y allanar el camino, de acuerdo con los radiodifusores y sus necesidades
- Desde el sector de la radiodifusión europea se aboga por que la industria mantenga el control de su canal de distribución, reduzca costes de emisión, mejore su huella contaminante y se mantenga como medio predominante en los futuros coches conectados
- La DAB+ ya no es una anécdota, o un ‘proyecto piloto’, cuando ya existen en España casi cuatro millones de receptores DAB+ sobre ruedas, muchos de los cuales se encienden automáticamente con las decenas de emisoras pirata que copan la oferta digital
- En el fondo, aunque hay que reconocer la falta de condiciones favorables para el despliegue de la DAB+ en España, hay que abogar por una transición gradual y bien planificada, con una nueva oferta diversificada de contenidos, diferenciada de la FM, para captar nuevas audiencias y asegurar el futuro de la radio
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Ya hay casi cuatro millones de receptores DAB/DAB+ en los coches que circulan por España, la RDT no es una anécdota (Fotografía ARD Alemana) |
"A los jóvenes no les vamos a captar con esta programación, en OM, en FM, online o en DAB+. Sencillamente, ni habla su mismo lenguaje, ni aborda los temas de su interés. No la entienden, les resulta completamente ajena, y aburrida. La DAB+ permite la posibilidad de crear nueva oferta, enriquecer la existente, porque no podemos caer tampoco en el edadismo, pero diversificar las opciones para llegar a nuevas audiencias. En Europa, según WorldDAB, hay más de 2.000 emisoras de DAB+, de las que casi 600 son nuevas, no emiten por FM, sino solo por DAB+ y online. Aquí está la clave, como siempre, en los contenidos. Ante ellos, el canal pasa a ser secundario"
Vayamos a un mercado más consolidado, y con mayor penetración de la Radio Digital Terrestre, en estándares DAB y DAB+: Reino Unido, como recuerda el propio Dans en su artículo. Allí la DAB es el canal predominante con un 43% según los últimos datos de RAJAR (el equivalente a nuestro EGM) frente a un 27% de escucha de radio online (smartspeakers, webs y apps). Alguien podría pensar ‘están más equilibrados’. Pero es que el dato de escucha de radio a través de la FM es de un 27%, lo que quiere decir que la escucha de radio a través del aire (broadcast) es de un 70% en Reino Unido. Los oyentes de radio, de momento, prefieren la emisión hertziana, por razones de accesibilidad, de consumo de energía, de comodidad, de gratuidad, frente a la radio online. Es posible que la evolución final, no lo niego, concluya en este escenario, pero el camino será largo y en el trayecto deberían defenderse muchos intereses de la industria.
La escucha de la radio generalista, incluso la de la radio musical,
se ha convertido, casi, en una cuestión generacional. Los baby boomers
(nacidos en la década de los 60) son los que mantienen mayoritariamente la
audiencia de la radio en España, con sus padres, los ‘niños de la guerra’ y, en
menor medida, la Generación X. A las generaciones Y y Z mejor no las esperemos
como futuros oyentes de radio, no al menos como consumidores de radio lineal,
porque sus hábitos de consumo van por otro lado. Como escribía la profesora de
la Universidad Pontificia de Salamanca, Chelo Sánchez Serrano, "La
gran amenaza de la radio no son (la falta de) los jóvenes, sino el cambio de hábito al
consumo bajo demanda". Los Y y sobre todo los Z han cambiado los códigos
de consumo de contenidos, y se han hecho adictos a la elección. El directo,
para ellos, no supone un valor diferencial suficientemente atractivo de la
radio frente al pódcast, tal vez porque la radio no lo rentabiliza como
debería.
¿Tiene consecuencias tecnológicas el envejecimiento de la
audiencia de la radio en España? Por supuesto que sí. No hace falta más que
observar en el EGM el perfil de los oyentes de OM, que sobrepasan, de media,
los 60 años de edad. O el de la FM, por encima de los 50 y, en algunos casos,
como el de RNE, cercano a los 60. ¿Un oyente de 65, 70, 75 años va a escuchar
la radio convencional a través de internet? En su mayoría, no es probable. La prueba
es que todavía en las casas (el lugar de mayor consumo de radio, según el EGM) de
los oyentes de radio españoles siguen existiendo los viejos transistores de
radio, radiocassettes, que siguen funcionando a pleno rendimiento. ¿Y cómo
vamos a ganar para la radio a las nuevas generaciones? Desde luego, no con esta
radio y sus contenidos, y menos por la FM.
¿Qué sentido tiene, entonces, a la vista de este panorama, en el que la radio se juega su subsistencia, ante la falta de renovación generacional, la puesta en marcha de la RDT, si creemos que su futuro está en el entorno IP, como esboza Dans? Apostar por una tecnología más eficiente energéticamente (el gasto de los transmisores de OM y FM es insostenible a largo plazo), apostar por defender el canal predominante de la radio, el hertziano, como canal diferencial de la red (y evitar ser fagocitado por una casi infinita oferta de contenidos), apostar por el control del canal broadcast, frente a terceros que controlan el entorno IP y, a mi entender, apostar por lograr nuevos oyentes con -necesariamente- nueva oferta, diferenciada de la existente, orientada a las nuevas generaciones.
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Los radiocasetes se hicieron muy populares en los años 70, 80 y 90 del siglo pasado. ¿Los oyentes van a pagar por otro receptor para seguir escuchando lo mismo en DAB+? (Fotografía Pixabay) |
No niego la descripción de la situación defendida por Enrique Dans en su artículo: “estamos ante el mantenimiento del statu quo en la FM, un mercado muy asentado, con grandes grupos privados y emisoras públicas que ya ofrecen la cobertura y los contenidos que la mayoría de oyentes demanda. Además, existe una falta de incentivos para la inversión en DAB: al no existir planes de apagado de la FM, ¿por qué arriesgar capital en algo que no genera ingresos adicionales? Si unimos esto a una regulación ambigua en cuanto a licencias, frecuencias y al hecho de no tener un mensaje claro desde la administración, lo que se termina generando es, simplemente, incertidumbre”. No hay nada peor para el mundo empresarial que la incertidumbre, cierto. Por eso desde RTVE se solicita a la Administración un nuevo Plan Técnico que clarifique y ordene la RDT. Cierto también es que los radiodifusores entonan, con auténtica devoción, el “virgencita que me dejen como estoy” y siguen apostando por su incombustible FM, sobre todo para evitar la entrada de nuevos operadores en su cómodo oligopolio. La Administración no es buen ejemplo de nada tampoco: ni por la torticera y arbitraria política de concesión de frecuencias a sus amiguetes, ni por la inexistente lucha contra las emisoras pirata, verdadera lacra del dial de FM, que amenazan ahora también los múltiplex de DAB+.
La "pujanza de la radio online" no existe. Se cifra en un 14% después de más veinte años de emisiones, frente a más de un 80% de la FM. La radio en España sigue siendo analógica y el canal mayoritario, a mucha distancia, es el hertziano, frente al online. Las tendencias en el EGM son decrecientes en el caso de la FM, y crecientes en el de la escucha por IP, pero el ritmo es muy lento, en torno a un 2% anual. La radio broadcast es más accesible y cómoda y consume menos batería que la online. Incluso los oyentes habituales de radio online, cuando entran en su coche, eligen radio por aire
Es cierto, como defiende Dans, que no existen condiciones
favorables al despliegue de la DAB+ en nuestro país. Pero
obvia el movimiento de la Corporación RTVE, a través de RNE, y su férrea
voluntad de apoyar la RDT como apuesta de futuro. Ya son dieciséis las ciudades
que disponen de emisiones en DAB+ de RNE, Radio Clásica, Radio 5 Todo Noticias y
Radio 3. Y también obvia el
acuerdo recientemente suscrito de RTVE y FORTA, que agrupa a las radios
autonómicas, para trabajar juntos en pro de la RDT. La radio pública no
puede permitir que su señal no siga siendo universal y gratuita, e internet
(IP) no lo es. En caso
de catástrofes naturales, como se ha demostrado en la reciente DANA de Valencia,
la radio hertziana se convierte en el medio más seguro para seguir trasladando
información a los ciudadanos, frente a una endeble red de internet y
telefonía que se derrumba en estas situaciones. La DAB+, además, ha presentado un sistema de alarma de catástrofes naturales, denominada ASA, que avisa a los oyentes encendiendo incluso sus receptores a distancia. Obvia también la voluntad de los
países de nuestro entorno europeo apostando con determinación por la DAB+ como
alternativa a la OM y FM, con avances muy significativos y con la
voluntad de países como Bélgica o Alemania de presionar a la Unión Europea para que lidere de una vez por todas el proceso de transición a la radio digital en todo su territorio.
Obvia también los
coches nuevos que vienen, por obligación legal establecida por la UE mediante
una Directiva, con receptores de DAB/DAB+ que, en muchos casos, al encenderse con
el arranque del motor, lo hacen automáticamente con la señal de DAB+, ahora
mismo copada por los piratas. Y ya son casi cuatro millones de receptores sobre
ruedas, una masa crítica considerable. Obvia, por último, la
guerra existente en torno al coche inteligente (conectado a internet) en el que
la radio tradicional, agrupada en Radioplayer, lucha contra los intereses de
los grandes gigantes tecnológicos, como Google, principalmente, por el control
de los futuros sistemas de entretenimiento en los automóviles, de acceso
restringido (gatekeepers), donde la radio es relegada a una segunda pantalla,
para beneficiar sus propios contenidos.
Está claro que las circunstancias han cambiado, que ya no se
trata de un proyecto piloto, sino una realidad europea incontestable que España
no puede ignorar, ni de la que puede permanecer al margen. La radio se mueve
hacia el DAB+ para hacer que la transmisión sea más barata, más eficaz
energéticamente, más limpia y con más calidad e información visual. Y añado
otro aspecto, que me parece clave y estratégico. La experiencia de otros mercados, principalmente el británico, es que los nuevos canales nacidos de la DAB+ sí han logrado dar pasos de gigante, porque han aumentado audiencia, la han rejuvenecido y han aumentado ingresos. Y subrayo lo de ‘nueva audiencia’. A
los jóvenes no les vamos a captar con esta programación, en OM, en FM, online o
en DAB+. Sencillamente, ni habla su mismo lenguaje, ni aborda los temas de su
interés. El problema es que no la entienden, les resulta completamente ajena, y
aburrida. Por eso, la DAB+ permite la posibilidad de crear nueva oferta,
enriquecer la existente, porque no podemos caer tampoco en el edadismo, pero
diversificar las opciones para llegar a nuevas audiencias. En Europa, según una
proyección realizada sobre datos de WorldDAB, hay más de dos mil emisoras de
DAB+, de las que casi 600 son nuevas, no emiten por FM, sino solo por DAB+ y
online. Aquí está la clave, como siempre, en los contenidos. Ante ellos, el
canal pasa a ser secundario.
La inversión millonaria en tecnología digital de la industria radiofónica española para distribuir sus contenidos por internet no ha logrado el retorno esperado en un país que sigue consumiendo mayoritariamente radio hertziana, a través de OM y sobre todo FM, con una audiencia envejecida, que sigue utilizando todavía sus viejos transistores caseros para escucharla. La rentabilidad del modelo digital llegará antes por el lado del consumo de pódcast que por el de la radio online. No obstante, la radio está obligada a estar presente en internet, compitiendo con su oferta
Enrique Dans comenta: “Más allá de teorías conspiranoicas, la realidad parece apuntar a un contexto en el que la ausencia de visión estratégica, el conformismo de un mercado bien servido por la FM y la pujanza de la radio online configuran un panorama donde el DAB se mantiene permanentemente «en modo piloto». Si a ello sumamos una regulación errática, una población que no ve el valor añadido de la radio digital terrestre y unas emisoras poco dispuestas a asumir riesgos, el resultado parece evidente”. No hay teorías conspiranoicas, coincido con Dans, sino lucha de intereses y defensa de posiciones. Pero no hay ninguna pujanza de la radio online, salvo que incluyamos en ella los pódcast, que están muy lejos del consumo, la penetración y la influencia de la radio, no nos dejemos engañar por el espejismo digital. En total, escucha de radio por IP y consumo de pódcast, según el EGM estaríamos en un 25% de la audiencia. No es poca, pero frente a la radio es, todavía, como David y Goliat. No coincido en el adjetivo asociado al concepto ‘regulación’ elegido por Dans. No es errática, sino arbitraria y politizada. Respecto a la percepción de la población, que no ve ‘valor añadido’ en la RDT, no es culpa suya, desde luego. No se ha hecho pedagogía en 25 años de historia del DAB. No se ha hecho NUNCA ninguna campaña. Y se lleva emitiendo en DAB ¡veinte años! Y los radiodifusores han pagado religiosamente su factura a Cellnex ¡para que nadie la escuche, ni se hable de ella! Si tuviéramos que hablar de conspiración, la auténtica conspiración parte de la propia industria que se cree amenazada por este nuevo canal digital.
Por último,
Dans se refiere a la inexistente voluntad de la industria radiofónica de “asumir
riesgos”. Cierto, pero es comprensible. Se juegan mucho dinero, y el nuevo
escenario es incierto. La convivencia FM-DAB+ no se puede mantener en el tiempo
indefinidamente, porque los gastos de difusión de la señal se duplican, pero
hay que mantener ambos canales hasta que la migración de oyentes de un canal a
otro permita el apagón de la FM, sin apresurarse, como hizo Noruega. Y
también es lógico que, como está ocurriendo en otros mercados, por ejemplo,
Francia, la industria solicite la ayuda del gobierno para acometer esta
transición digital, por ser la radio un medio concesionario del Estado, con
evidente proyección y servicio público.
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Campaña en los autobuses de Bruselas (Bélgica) dando a conocer la oferta existente de emisoras en DAB+, algo que todavía no hemos visto en España (Fotografía WorldDAB) |
“La historia de la DAB en España -opina Enrique Dans- parece resumirse en la eterna paradoja de un sector que funciona con cierta comodidad y no siente la urgencia de una disrupción… hasta que, posiblemente, sea demasiado tarde para plantearla”. Confío, por último, en que no sea demasiado tarde. Confío en que la industria se dé cuenta de las amenazas que penden sobre el futuro de la radio. Confío en que sean capaces de descubrir los auténticos planes de los grandes gigantes tecnológicos globales que aspiran a controlar su producto y a cuestionar su importancia social, y se decidan a plantarles batalla, porque la radio es poderosa gracias a sus oyentes (y anunciantes). La radio tiene que seguir siendo controlada por los profesionales que la hacen, debe mantener su presencia preponderante en los coches, como servicio social. Debe, en definitiva, luchar por mantener su espacio natural -el aire- frente al tsunami de internet (aunque también deba estar). En el futuro, la audiencia decidirá su canal preferido, y es posible que, efectivamente, sea internet. Pero, hasta que llegue ese momento, la industria radiofónica española debe luchar por sus intereses y valor diferencial frente a otros medios.
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