La radio, oportunidad o riesgo ante la credibilidad
- Una de cal y otra de arena: los españoles han pasado de desconfiar en las noticias un 33% en 2023 a un 39% en 2024. Ha crecido seis puntos. Sin embargo, siguen consumiendo información, y demandándola en medios, digitales y tradicionales, radio incluida. Se ha frenado la caída que venía observándose en los últimos seis años
- Por su parte, el pódcast sigue siendo un producto de alto consumo en España (44%) pero no ha experimentado en el último año un crecimiento reseñable, con lo que habría que hablar de estabilidad
- Son datos extraídos del último estudio Digital News Report, del Reuters Institute for the Study of Journalism de la Universidad de Oxford, que cuenta con la Universidad de Navarra como socio estratégico para ocuparse de la investigación en España
Redacción de Onda Cero, cadena de Atresmedia, situada por la encuesta del CIS como una emisora de centro-derecha, que tiene a la SER a su izquierda y a COPE a su derecha (Fotografía Onda Cero.es) |
La radio se encuentra en una tesitura compleja a la que debe responder. ¿Cuál debe ser su objetivo? ¿Aprovecharse de la credibilidad que merece la radio en España y que revalida en cada estudio su posición como el medio más confiable o, por el contrario, responder a este 49% de los españoles que eligen deliberadamente el sesgo ideológico que coincida con su forma de pensar? En torno a estas coordenadas, las cadenas de radio deben establecer su estrategia, y no es fácil, porque, si no para el 51% restante en su totalidad, pero sí para una mayoría representativa, el sesgo es, precisamente, algo que les conduce a desconfiar
Sin embargo, el estudio sí aporta datos relevantes respecto
de la confianza, el interés, la credibilidad que les merecen a los españoles los
medios de información. Que aumente en seis puntos la desconfianza en las
noticias, pasando de un 33% (2023) a un 39% (2024) me parece muy significativo,
y grave. Al mismo tiempo, se ha frenado la caída del interés en la búsqueda y
el consumo de información. ¿Dónde está la preocupación? En la calidad de
información a la que se accede, en las fakes news, en la desconfianza
ante las redes sociales y el miedo añadido que nos produce la incursión de la
Inteligencia Artificial.
Hay un dato que llama poderosamente mi atención, y que habla
mal del sentido crítico de los españoles. Para el 49% de los encuestados en
esta última edición del prestigioso Digital News Report, “el sesgo mediático
es relevante para garantizar la fiabilidad”. Y añade el estudio: “en este sentido, la
línea editorial de un medio puede definir sus niveles de confianza”. Entiendo
por tanto que este dato intenta decirnos que a los españoles les gusta elegir
aquellos medios que coinciden con su línea de pensamiento, y desprecian los que
discrepan de su forma de pensar. Detecto, una vez más, en este planteamiento, la
presencia de la polarización, que todo lo está pervirtiendo. Casi la mitad de
los españoles elige, como su medio más fiable, aquellas marcas que representan
un ideario afín al suyo, aunque reconozca que se trata de un sesgo, un sesgo,
para este colectivo, positivo.
La situación me conduce a pensar que la radio se encuentra
en una tesitura compleja a la que debe responder. ¿Cuál debe ser su objetivo? ¿Aprovecharse
de la credibilidad que merece la radio en España y que revalida en cada estudio
su posición como el medio más confiable o, por el contrario, responder a este
49% de los españoles que buscan deliberadamente el sesgo ideológico que
coincida con su forma de pensar? En torno a estas coordenadas, las cadenas de
radio deben establecer su estrategia, y no es fácil, porque, si no para el 51%
restante en su totalidad, pero sí para una mayoría representativa, el sesgo es,
precisamente, algo que les conduce a desconfiar.
En el último
Eurobarómetro que analizó la confianza en los medios en el ámbito de la Unión
Europea, fechado en 2022, el informe afirmaba que la radio sigue siendo el
medio que genera más credibilidad entre los españoles (45%), aunque nosotros confiamos
menos en la radio que el resto de europeos (56%). Entonces detectamos una cara
y una cruz en los datos: la cara era que la credibilidad en la radio había
pasado del 42 al 45 por ciento, creció tres puntos. La cruz, sin embargo,
establecía que hay más españoles que “tienden a desconfiar de la radio”
(48%), que a confiar en ella (45%). De esto hace dos años. Desde entonces, han
cambiado mucho las circunstancias, y no precisamente a mejor. El Digital News
Report es una prueba de que el paisaje no ha mejorado.
Constituye un verdadero peligro que el desprestigio hacia el periodismo y los periodistas vaya en aumento. Deberían encenderse todas las alarmas, porque el colectivo se juega mucho en esta pelea que tiene que ver no solo con la verdad, sino sobre todo con la versión de la verdad. Y si hay algún medio en particular que puede sufrir más las consecuencias de una polarización extrema, este es la radio. No es casualidad, sino consecuencia, el desinterés de la audiencia por las ‘tertulias políticas’ y lo que dicen y defienden sus ‘todólogos’, en muchos casos, militantes de causas concretas
El “Estudio
sobre audiencias de medios de comunicación social", elaborado por el
Centro de Investigaciones Sociológicas, en 2023, constataba otro dato
similar en torno a la radio, partiendo de una encuesta en la que participaron
casi 30.000 españoles: para el 55% de los participantes, la radio es el medio
que más confianza les ofrece para el seguimiento de noticias, aunque el más
consultado sigue siendo la televisión. La misma encuesta confirmaba otro dato
llamativo: casi el 33% de quienes declaran escuchar la radio habitualmente para
informarse “no escuchan nunca las tertulias políticas”, lo que no habla
muy bien del interés que generan este tipo de contenidos, para muchos muy
previsibles.
Esa
misma encuesta del CIS, detalla que, para los encuestados, están claras las
adscripciones ideológicas de las cadenas de radio. Así, la SER y RNE
se mueven en valores de centro izquierda (la SER no tiene por tanto competencia
en este flanco, más allá de La Pública, que no emite publicidad), mientras que Onda Cero se sitúa en el centro derecha, al
igual que COPE, algo más orientada, según los
encuestados, hacia la derecha, directamente. La última ola del EGM, la
correspondiente al análisis de los meses de enero a marzo pasados, premió a Onda Cero, en perjuicio de la SER y COPE,
lo que interpreté en términos ideológicos, concluyendo que “se
aprecia cansancio por los discursos ideológicos excesivos”. Una vez
más, la polarización sale a flote.
La evolución de los acontecimientos y el cambio de hábitos
en el consumo de medios hacen que aumente el interés por conocer una
actualización de los datos de la credibilidad de los europeos hacia sus medios
de comunicación. No estaría de más que el propio EGM incluyera un par de
preguntas en torno a la credibilidad de los medios que analiza (prensa, radio y
televisión), de manera que los datos sobre este aspecto, que personalmente
considero de una enorme importancia, estén actualizados trimestralmente, al igual
que los datos cuantitativos de audiencia.
Antes de entrar de lleno en ese período de relajo al que me
refería al principio, al igual que ocurre en el período navideño, llegará una
nueva entrega del Estudio General de Medios, el próximo día 2 de julio, con
datos frescos de audiencia que al día siguiente se olvidarán. El EGM es, para
el común de los mortales, impacto de un día, y ya ni siquiera es trending
topic en Twitter (‘X’) como lo fue en algunas olas pasadas. Nada es
previsible que cambie en el statu quo de la radio española: la SER volverá a liderar el ranquin, seguida
de la eterna aspirante COPE, la tercera gran
cadena comercial, Onda Cero (grupo
Atresmedia) y, por último, Radio Nacional
de España que, desde hace más de una década, no encuentra estabilidad para
sus propuestas, tan cambiantes como sus equipos directivos.
Iñaki Gabilondo nos enseñó que no existe la objetividad, "existe la honestidad", afirmó (Fotografía Andoni Orrantia, Twitter) |
El último Eurobarómetro que preguntó sobre la confianza en los medios de los europeos, fechado hace dos años, ya detectó que existían más españoles que desconfiaban de la radio (48%), que los que confiaban en ella (45%), aunque por contra la radio consiguió lo imprevisible: aumentar en tres puntos (42-45%) la credibilidad del medio entre los españoles. No podemos olvidar que, una vez perdidos varios tronos de la radio en la nueva era digital, como el de la inmediatez, no puede perder de ninguna manera el de la credibilidad, porque le va la vida en ello
A la radio, reflejo de la sociedad, no le queda otro papel
que estar muy pendiente de lo que ocurre, tanto en los hechos, sagrados; como
en las opiniones, libres. Tal vez este sea el problema: que esta última frase
no solo ha perdido vigencia, sino que ahora forma parte de la estrategia que
enfrenta a derechas e izquierdas, y en la que ha surgido otra
amenaza, sin concretar, que procede del propio presidente del Gobierno, que planea
una ley contra los bulos informativos, que ha encendido todas las alarmas
en torno al concepto de libertad de prensa. El momento coincide con la publicación
del “Informe anual de Reporteros Sin Fronteras”, en el que, en
términos de libertad de prensa, la posición de nuestro país desciende del
puesto 30 al 36.
RSF explica este descenso apoyándose no solo en indicadores
domésticos, sino también globales. En concreto, mantiene que "la
polarización y la desconfianza en los medios" se nota en el
indicador sociocultural, "tradicionalmente sólido" pero que
pierde casi cuatro puntos respecto al año pasado. Alertan del
"desapego, cuando no la hostilidad", que muestra parte de la
ciudadanía respecto al periodismo. Y la radio, pese a la vinculación emocional
que genera con el oyente, que sin duda la beneficia, y pese a que no todos los
contenidos gravitan en torno a la información, también se está viendo
arrastrada por este clima tan pernicioso, primero, para el propio país y,
segundo, para el propio medio, que ve reducir su prestigio, además de
alimentar, como mantienen RSF, el ‘desapego’ de la ciudadanía respecto de la
política. La participación en las últimas elecciones europeas es un indicador
más de este aspecto (solo
votó el 49,21%).
Constituye un verdadero peligro que el desprestigio hacia el
periodismo y los periodistas vaya en aumento. Deberían encenderse todas las
alarmas, porque el colectivo se juega mucho en esta pelea que tiene que ver no
solo con la verdad, sino sobre todo con la versión de la verdad. Y si hay algún
medio en particular que puede sufrir más las consecuencias de una polarización
extrema, este es la radio. No es casualidad, sino consecuencia, el desinterés
de la audiencia por las ‘tertulias políticas’ y lo que dicen y defienden sus
‘todólogos’, en muchos casos, militantes de causas concretas. No es la primera
vez que advierto de este aspecto, y seguramente seguiré insistiendo.
La función del periodista es ser crítico con el poder,
cualquiera que lo detente. Observar la realidad y analizarla, a poder ser con
afán constructivo, sin descalificar siempre a los mismos, fomentando el
espíritu crítico de los oyentes y definiéndoles como seres inteligentes capaces
de discernir la realidad, ofreciéndoles una clara y diferenciada división entre
los hechos, insisto, sagrados y las opiniones, libres.
Fernando Ónega fue uno de los periodistas que más luchó por conferir credibilidad a la radio, al aceptar una oferta de trabajo entonces asociada a un medio desprestigiado (Fotograsfía RTVE.es) |
Mantengamos nuestro espíritu crítico como ciudadanos, busquemos no solo los medios que nos merezcan mayor credibilidad en su trabajo, sino contrastemos la información entre medios dispares en lo ideológico/político. Como recomendó Javier del Pino en 2023, “Ojalá los oyentes de la SER oyeran más la COPE y al revés”. Si la radio adopta, como parece, colores uniformes, y previsibles, dejaremos de contar con ella, y nos pondremos música. La credibilidad se lucha día a día. Y la radio lleva luchando desde 1976...
Cuenta
Fernando Ónega que, cuando el director general de la SER, Eugenio
Fontán (antes de la entrada del Grupo Prisa) le ofreció en 1979 la jefatura
de los Servicios Informativos, tras su salida de Moncloa, sus colegas
intentaron quitarle de la cabeza la idea de aceptar la oferta de ¡la radio! “porque
aquello no se lo creía nadie”, le decían, tal era el descrédito de un medio
que se había dedicado a entretener y nunca a informar acerca de lo que pasaba y
nos pasaba. La radio, le insistían, “era un medio de segunda fila”. Finalmente,
quiso el destino que aceptara la oferta y le tocó torear el 23-F, “la noche
de los transistores”, en 1981, que supuso para la radio el bautizo de
confianza y crédito que perseguía. Ha costado mucho llegar hasta aquí para que
la pelea política de unos con otros, y viceversa, encuentre el altavoz perfecto
en la radio española. Cada vez existe, por parte de los políticos con cota de
poder, un concepto instrumental de los periodistas.
“Los
demócratas debemos defender, ahora más que nunca, el periodismo libre frente a
la farsa intencionada de quienes aspiran a contribuir fabricando las mal
llamadas noticias falsas. Si una información parte de una falsedad ya no puede
considerarse como tal, de modo que podemos concluir que no hay periodismo sin
respeto estricto a la verdad”. Creo que todos podríamos suscribir estas
palabras publicadas en ElDiario.es. Sin embargo, su firmante es parte de la
pelea, un actor -actriz en este caso- interesado en que prospere más uno
de los lados de la balanza política: Isabel
Rodríguez, la ministra portavoz del gobierno socialista de Sánchez, en
2022, fecha del artículo.
Mantengamos nuestro espíritu crítico como ciudadanos, busquemos no solo los medios que nos merezcan mayor credibilidad en su trabajo, sino contrastemos la información entre medios dispares en lo ideológico/político. Como recomendó en 2023, Javier del Pino, director de “A Vivir que son dos días” en la SER, “Ojalá los oyentes de la SER oyeran más la COPE y al revés”. No nos pongamos las orejeras de la ‘verdad a medias’ o la ‘verdad militante’ y esforcémonos por contar con la mejor información para componer la mejor opinión. Si la radio adopta, como parece, colores uniformes, y previsibles, dejaremos de contar con ella, y nos pondremos música. La credibilidad se lucha día a día. Y la radio lleva luchando desde 1976...
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