La careta de la radio privada para rechazar la DAB+
- Mientras circulan por España, en estos momentos, más de tres millones de receptores de DAB+ sobre ruedas, los piratas vuelven a copar el dial digital, Europa no para de empujar con la RDT ampliando la actual oferta de una FM saturada y RNE, aunque con retraso, se ha tomado en serio, de una vez por todas, el liderazgo en su implementación en nuestro país, la radio privada, agrupada en torno a la AERC, sigue rechazándola con vehemencia, defendiendo que la radio por IP ya ha digitalizado suficientemente la radio española, aunque solo represente un 13% del consumo actual
- Los privados no cuentan toda la verdad. A la ingente inversión económica en el cambio de tecnología, un problema real, de peso, se suma la llegada de nuevos competidores, algunos en igualdad de condiciones para emitir, que aspiran a compartir la tarta publicitaria, de la que la SER, COPE y Onda Cero se llevan el 86,5%
- Rechazan la DAB+, pero las marcas citadas y el Grupo Kiss FM no solo no se deshacen de sus múltiplex nacionales de DAB, que llevan pagando veinte años para que nadie la escuche, sino que han participado en los concursos de DAB locales y regionales navarro y balear
Cada vez hay más variedad de receptores de DAB/DAB+ en el mercado, con múltiples funcionalidades (Receptor LFF) |
La AERC invitó en 2023 a su celebración del Día Mundial de la Radio a Lucy Barrett, directora de clientes de Radiocentre, para que contara cómo había crecido la radio privada en Reino Unido, la más sólida de Europa, tanto en oyentes, como en ingresos. En 2022 ganaron casi 50 millones de euros más que en 2019. 'Se le olvidó' comentar en profundidad la razón de ese éxito espectacular: la DAB, que vienen desarrollando desde hace veinte años. Hoy, la DAB es el canal más escuchado de radio en Reino Unido, con un 43% de la audiencia, según datos de RAJAR
Los argumentos que emplea en la entrevista son fácilmente
rebatibles con los hechos, las inversiones y la determinada decisión de los
países de nuestro entorno europeo de desarrollar la Radio Digital Terrestre en
estándar DAB+. Y, desde luego, no me refiero solo al sector público que,
cierto, es el impulsor del cambio de tecnología, como lo ha sido siempre en el
Viejo Continente, entre otras cuestiones, porque nunca los radiodifusores
privados han sido muy entusiastas de cambiar las reglas de juego cuando les va
bien el negocio...
En
los años 60, durante la introducción de la FM en España, el gobierno del
general Franco tuvo que tomar decisiones, e impuso, por el artículo 33, bajo
pena de la retirada de las frecuencias de Onda Media, el encendido de aquella
nueva banda de frecuencias con el sector privado en contra. Y les dio cinco
años para montar la red y encender los transmisores. RNE fue comisionada para dinamizarla. Evidentemente,
pusieron el grito en el cielo. Aquel Plan Transitorio de Ondas Medias de
1964 les exigía cuantiosas inversiones, y limitaba sus coberturas (el alcance
de la OM es menor que el de la FM, calidad de la emisión aparte). Dudaban, por
supuesto, de que la decisión del gobierno ofreciera resultados positivos en
términos de audiencia y de ingresos. Lo que ocurrió después con la FM es por
todos conocido y, creo, reconocido por todo el sector.
Si hubiera sido por los privados, todavía estaríamos
esperando la FM. Y es comprensible. La radio comercial se juega mucho dinero en
una operación de cambio tecnológico. El
“Libro Blanco’ francés del desarrollo e implementación de la RDT en su
territorio, recientemente presentado en París a bombo y platillo, contempla
la posibilidad de que el estado conceda subvenciones para favorecer el tránsito
de analógico a digital. Alguno podría pensar que por qué el poder público tiene
que financiar al sector comercial, pero lo cierto es que la radio es un sector
dependiente de lo público (la radio broadcast seguirá estructurándose
mediante concesiones administrativas, para bien y para mal...), aunque solo la radio
pública, municipal, autonómica y nacional tiene esta consideración jurídica.
Dejémoslo claro, el paso de FM a DAB+ cuesta mucho dinero, y son lógicas las
reservas de los privados.
Por contra, el cambio de tecnología contribuye a ahorrar
muchos costes. La DAB+ llega para sustituir, cuando toque, a la OM primero, que
habrá que apagar en breve, como han hecho organismos públicos europeos como
Radio France o la RAI, y la FM después. El
presidente del regulador francés, Arcom, Roch-Olivier Maistre,
justificaba el paso a RDT, entre otras razones, para “limitar la huella
ambiental de la radiodifusión”, en referencia al cuantiosísimo gasto
que supone el encendido de la OM sobre todo y la FM. La DAB+ supone ahorrar
entre el 70 y el 90 por ciento de electricidad, con el consiguiente y sensible
recorte de la contaminación.
La DAB+ trae consigo la posibilidad de contar con una frecuencia de cobertura nacional, con o sin desconexiones. Los nuevos concesionarios de estas frecuencias en el múltiplex nacional llegan para competir directamente con la SER, la COPE y Onda Cero, con su misma cobertura, sin necesidad de que dispongan de una costosa red de emisoras locales, y con la posibilidad de incluir en sus emisiones nacionales, desconexiones para emitir publicidad local o provincial
Todos estos argumentos son ‘irrelevantes’ para Ruiz Bedoya. Están dispuestos a seguir contaminando lo que sea necesario, mientras sus cuentas de resultados prosperen y cumplan con sus objetivos presupuestarios. Tal vez la Unión Europea no esté tan de acuerdo con este planteamiento derrochador de los privados, y en breve tome decisiones para establecer un criterio común para todo el territorio. Es posible que los lobbys, como señala el Dircom de la radio privada, presionen para imprimir mayor velocidad al cambio. Igual que lo haría cualquier directivo de la actual radio privada si trabajara para los fabricantes de receptores de radio. Se llama intereses comerciales. Cada uno defiende su casa. Y están en su legítimo derecho. Pero los fabricantes no deciden. Decide cada estado y, al final, el oyente.
Lo cierto es que los diferentes estados de la Unión Europea
están aprobando inversiones millonarias para extender la red de RDT por todos
sus países. Es cierto que la radio pública lidera este proceso. Con
una excepción, muy llamativa, la de Austria, donde son los privados, muy
entusiastas ellos, los que lideran este proceso migratorio de FM a DAB+. Pero sin duda el caso más llamativo, que coincidió
con el papel de España en los 2.000 en el lanzamiento de la DAB en Europa, es
el británico. Y la AERC lo sabe, y lo utiliza en sus campañas. En
2023, en la Fundación Telefónica, para celebrar el Día Mundial de la Radio,
la AERC invitó a Lucy Barrett, la directora de clientes de Radiocentre,
su homóloga británica. Barrett demostró en su intervención que la radio
privada británica, representada principalmente por dos grandes grupos
empresariales, Global y Bauer, había aumentado tanto oyentes, como facturación.
La
representante británica mostró sus cifras de negocio y demostró que, en 2022,
los ingresos publicitarios del sector radiofónico se cifraban en 740,1 millones
de euros, o sea, 21,4 millones de euros más que en 2021, o 47,3 millones de
euros más de 2019 (año previo a la pandemia). ¿Y cuál ha sido el revulsivo
de la radio en Reino Unido para lograr estas cifras? La DAB (y ahora la DAB+).
Pero se pasó por encima de ‘este pequeño detalle’ en la presentación, para no
llamar mucho la atención. Hoy
la DAB es el canal más escuchado de radio en Reino Unido, con un 43% de la
audiencia, según datos de RAJAR.
Ya les gustaría a los miembros de AERC contar con los datos
de Radiocentre. Pero allí llevan veinte años de ventaja. En estos veinte años aquí se han dedicado a frenar ese avance y a mirar para otro lado. Y a tratar de
influir para que la RDT no prosperara. ¿Qué es lo que más miedo les da? ¿La
contaminación? ¿El coste de los transmisores y la nueva tecnología de difusión?
No. En lugar de utilizar argumentos fácilmente rebatibles, deberían ser
honestos, y decir la verdad. Lo que les da miedo es la competencia. La aparente
‘barra libre’ que podría establecerse en el nuevo escenario de la DAB+. En
2000, la DAB no ofrecía suficiente espacio radioeléctrico para acoger la actual
oferta ‘legal’ en FM de radiodifusores con título habilitante. La DAB+ sí. Y no solo
cuenta con espacio para la actual industria de la radiodifusión española que
emite por aire; sino que hay más espacio para permitir la entrada en este
selecto grupo a nuevos operadores.
La SER, como COPE, Onda Cero y Grupo Kiss, entre otros operadores, llevan 20 años emitiendo en DAB, en Madrid y Barcelona sin hacer promoción (Fotografía Gorka Zumeta) |
Sinceramente, creo que la AERC se ha equivocado de enemigo. No lo es, ni lo será nunca, la DAB+, como tampoco lo fue la FM en los sesenta. Sus enemigos, los enemigos de la industria de la radio, son los grandes gigantes tecnológicos, como Google, que aspiran a quedarse con el negocio del entretenimiento del audio o que, al menos, su actual industria pase por su taquilla. El intento de hacerse con los salpicaderos de los futuros (ya presentes) coches conectados, con su App ‘Google Automotive’ debería movilizarles mucho más que la supuesta amenaza de la DAB+, que no lo es. De hecho, la DAB+ garantiza algo que los privados parecen no entender: el control del canal, ser dueños y señores de la red de difusión de sus propios productos, sin que terceros, como Google, por ejemplo, decidan sobre si distribuyen, o no, sus contenidos, según el ánimo del día...
Pero hay más, una circunstancia que avala los temores de los
privados, que trae consigo tecnológicamente la DAB+: la posibilidad de contar
con una frecuencia de cobertura nacional, con o sin desconexiones. Los nuevos
concesionarios de estas frecuencias en el múltiplex nacional llegan para
competir directamente con la SER, la COPE y Onda Cero,
con su misma cobertura, sin necesidad de que dispongan de una costosa red de
emisoras locales, y con la posibilidad de incluir en sus emisiones nacionales,
desconexiones para emitir publicidad local o regional. Puesto sobre el papel,
resulta amenazante para la radio privada española. Pero, pensemos, ¿qué grupo
empresarial tiene suficiente músculo como para superar la barrera de acceso y
luchar con su producto contra la solidez de las marcas citadas? No es
imposible, pero tampoco fácil.
Ruiz Bedoya emplea también el argumento de las
inversiones realizadas, que, en su opinión, la DAB+ tiraría por la borda. Es
cierto que las grandes cadenas han realizado costosas inversiones, pero no en
la radio broadcast, sino en la radio por IP. No se refieren a una
renovación masiva en sus centros emisores, sino a una constante remodelación y
puesta al día de sus webs y Apps. Lo que debe resultar frustrante para ellos es
que, en España, según refleja el EGM, el canal predominante sigue siendo,
desde hace muchos años, y por muchos más, la FM, con un 83% de penetración,
frente a un 13% de la radio online. Como he dicho en múltiples ocasiones,
nunca, en los cien años de la radio en España, el coste por oyente para la
industria ha sido tan alto. Por eso, en algún momento, habrá que apagar la
OM y la FM, incluso la DAB y reunir recursos en la DAB+, porque no se puede
perpetuar este dispendio que perjudica tanto a la industria.
Además, desde hace casi diez años, los privados entendían
que la radio online no podía ser el objetivo final de la historia, aunque es
probable que lo sea; sino que la radio online era ‘complementaria’ de la radio broadcast.
Así
se defendía en numerosos foros de la época. Isaac Moreno, máximo
responsable técnico de COPE en 2015, defendía el proyecto de “radio híbrida”
(broadcast-broadband) como solución de futuro de la radio. Entonces, se
manifestaba abiertamente en contra de la DAB+ como alternativa. En 2023, ya
jubilado de COPE, escribió un artículo en esta
web titulado: "Todo
listo para el despliegue (ahora sí) de la radio digital", reconociendo
que las circunstancias han cambiado. Y lo han hecho.
La principal circunstancia que ha cambiado es la del parque automovilístico. Según datos de ANFAC, facilitados por RTVE, hay ahora mismo en España 3.300.000 vehículos con receptor de DAB/DAB+ incorporado. Existe, pues, una masa crítica, suficiente como para ponerse a pensar en la oportunidad de estar presentes también en ese escenario. Los que sí han pensado en que hay negocio son los piratas, que ofrecen emisoras DAB+ a precio de saldo a quienes quieran alquilarlas para intentar copar mercado. ¿De verdad los privados se van a arriesgar a perder oyentes en beneficio de los piratas que operan en RDT? Advierto de varios comentarios de conocidos que ya se han acostumbrado a estas nuevas emisoras, sin saber nada de su condición de piratas, simplemente que les gusta su programación. Pero ya no son tres comentarios aislados. El Q-Panel de la AIMC publicado este mes los cuantifica: “Un 2,6% de los internautas reconoce sintonizar Radio Digital Terrestre”. Ya no son cuatro gatos. Es la primera vez en la historia de la investigación de las audiencias de radio en nuestro país que se cita, y se cuantifica, la fuerza de la DAB. Sin hacer nada, superan el porcentaje de penetración de los oyentes de OM (360.000 oyentes en el último EGM, un 0,9%, 1ª ola EGM, 2024).
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¿En qué liga quiere jugar la radio privada?
La distribución de radio por internet asegura solo una
emisión nacional de las grandes cadenas que emiten para toda España, una única
señal. La Radio Digital Terrestre, en estándar DAB+, garantiza el actual modelo
de negocio de la radio española, con emisiones nacionales, regionales y locales
diversificadas, igual que lo hace en la actualidad la FM. Hay, por tanto, tres
carteras de ingresos publicitarios: la nacional, la regional y la local. Es cierto que internet,
tras un gran esfuerzo, y sus correspondientes sobrecostes, ofrece la
posibilidad en algunos casos de seleccionar, desde cualquier punto del mundo,
la emisión deseada, con independencia de en qué ámbito se genera (local,
regional o nacional). Pero no hay que olvidar que el actual modelo de negocio se
basa en broadcast, y se sustenta predominantemente en la difusión por ondas hertzianas.
Los privados deberían decidir si de mayores quieren ser independientes
(controlar su propio canal, diferenciado de la red, sin dependencias de terceros) o diluirse en una oferta
más dentro de un océano casi infinito de estímulos.
Ruiz Bedoya hace alusión también al móvil como principal dispositivo de consumo de audio en nuestro país, a través del que, mantiene, se resolverá el tema digital. En parte, es cierto, pero con matices. Según el EGM, el lugar donde más radio se escucha en España, me refiero a radio hablada, es en el domicilio, y los receptores mayoritariamente siguen siendo los antiguos, los tradicionales, con concesiones, cada vez más presentes, a los altavoces inteligentes. Pero estos no son, ni de lejos, mayoritarios. El segundo lugar es el coche (el primero para radio musical). Hay un dato cierto: la guerra de los móviles la ha ganado, de momento, al menos en España, la radio por IP, en perjuicio de la FM. Cada vez hay menos modelos que incorporan el sintonizador de FM. ¿Por qué? No seamos ingenuos. A los fabricantes de smartphones y grandes teleoperadores no les interesa incorporar una App gratuita en sus celulares, que no consuma datos (y evite pagar por ellos). Si la guerra en los móviles la ha perdido la FM, ya de DAB+ ni hablamos. Solo salió un modelo al mercado, un LG, y fracasó o, mejor, lo hicieron fracasar... En 2017 Italia impuso por ley que los smartphones comercializados en ese país incorporaran DAB/DAB+, y no FM. Pero no ha resultado...
Europa cuenta con más de 140 millones de receptores DAB/DAB+, según datos del WorldDAB (Fotografía Raddy) |
La administración es la que debe priorizar el derecho colectivo frente al particular de los radiodifusores privados, defendiendo la pluralidad de la oferta, garantizándoles, por supuesto, la racionalidad de un proceso en el que, como intentan en Francia, nadie debe salir perjudicado. Nada mejor que canalizar todos los esfuerzos y los planteamientos, de uno y otro lado, en un nuevo Plan Técnico Nacional de Radiodifusión Digital Terrestre consensuado entre la administración y el sector, para esclarecer el nuevo marco operativo de común acuerdo, eliminando las incertidumbres, y evitando las imposiciones
Al comienzo de este artículo, ponía en duda si dentro de la
AERC existía unidad de acción respecto de este asunto de la RDT. Y mi duda
atiende, como siempre intento, a los hechos. Mientras
la AERC abomina en público de la DAB+ y de todo lo que suene a RDT, la Cadena
SER, COPE, Onda Cero y Grupo Kiss siguen concursando de tapadillo para obtener
frecuencias regionales de DAB en el concurso de radio digital de Navarra.
La SER fue
adjudicataria en 2024 de cuatro frecuencias locales en la misma comunidad, pero finalmente renunció a ellas, según la información publicada por el propio Gobierno de
Navarra. En Baleares también han concursado, con desigual suerte.
¿Cómo era aquello de ‘poner una vela a Dios y otra al diablo?
Si fueran coherentes con su planteamiento, no hubieran
gastado millonarias cantidades en abonar las facturas de emisión
de la DAB durante dos décadas, para que no la oyera nadie, ni se hiciera la
mínima publicidad ni referencia a su existencia. Preferían, en el colmo de su tozuda
estrategia de omisión, perder dinero a espuertas, que abrir el melón de la
Radio Digital Terrestre. En el mismo sentido, deberían haber renunciado a sus
frecuencias DAB no solo para evitar el consiguiente gasto, sino para ser
coherentes con su propia postura. Si me apuran, si son tan entusiastas de la
radio por IP, en la que es, insisto, probable que termine la radio (pero no todavía),
también deberían apagar sus transmisores de OM y FM. Pero no, los españoles
siguen prefiriendo la radio broadcast... es gratuita (no hace
falta colgarse de internet, ni pagar por uso de datos), universal
(internet no llega a todas partes) y móvil (la cobertura de internet
está mejorando mucho, es cierto, pero no suena como la RDT). Y una última cuestión: el espacio natural de la SER, COPE, Onda Cero, RNE, las grandes marcas nacionales de radio, es el hertziano. No son marcas digitales (¿o pretenden diluirse en este magma caótico?), y el grueso de su negocio sigue estando en el broadcast. DAB+ garantiza esta continuidad. Y el resultado de los países donde ya lleva años establecida lo confirma.
Podemos seguir retorciendo el relato cuanto queramos,
podemos insistir en bombardear la RDT allá donde se pueda y les dejen, pero, en
definitiva, como ocurrió en los sesenta, se oponen a los cambios, no quieren
compartir la tarta publicitaria con nuevos operadores, ni quieren gastarse un
euro si se lo pueden ahorrar. No les importa (de momento) que exista un nuevo
escenario en el que hay actores, legales como RNE, e ilegales, por cientos, al
que están llegando oyentes que se quedan sorprendidos y atrapados por la nueva
oferta. RNE, previsiblemente, va a enriquecer su catálogo de emisoras con
nuevas propuestas, y poco a poco, la DAB+ irá tomando un cariz cada vez más
sobresaliente. ¿No será más útil asomarse ahora, para dejarse ver, y estar
presente, que esperar a que, igual que en los sesenta, se obligue a los
radiodifusores a migrar a RDT?
La administración es la que debe priorizar el derecho colectivo frente al particular de los radiodifusores privados, defendiendo la pluralidad de la oferta, garantizándoles, por supuesto, la racionalidad de un proceso en el que, como intentan en Francia, nadie debe salir perjudicado. Nada mejor que canalizar todos los esfuerzos y los planteamientos, de uno y otro lado, en un nuevo Plan Técnico Nacional de Radiodifusión Digital Terrestre consensuado entre la administración y el sector, para esclarecer el nuevo marco operativo de común acuerdo, eliminando las incertidumbres, y evitando las imposiciones, que nunca son recomendables, y menos en un proceso tan complejo como el de la migración analógica-digital, que nos interesa que salga bien. Todos tienen sus razones. Pero el acuerdo es posible, si hay voluntad. Dinamitar los procesos no conduce a nada positivo, solo a un innecesario retraso (y ya llevamos veinte años...), tiempo que los piratas aprovecharán (lo están haciendo ya) para consolidar sus audiencias.
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