La estrategia del intercambio de oyentes
- Desde que la SER puso en marcha la estrategia del intercambio de sus comunicadores, en diferentes tramos horarios, las grandes cadenas vieron la oportunidad de recurrir a ella para actualizar sus parrillas de programación, entendiendo que sus estrellas eras piezas perfectamente intercambiables, sin pararse a pensar si sus oyentes también lo eran, porque, ¿qué es realmente lo que les fideliza: la marca de la cadena o el comunicador? La respuesta no es sencilla y varía según el caso
Julia Otero con el equipo de 'JELO' en Onda Cero (Fotografía Onda Cero.es) |
Los grandes comunicadores de radio, empezando por Luis del Olmo, decidieron abandonar progresivamente su presencia ante el micrófono para relajar un poco la tensión del directo y el inevitable desgaste que conlleva la antena. Así ha ocurrido con Carlos Herrera, en COPE o, en menor medida, Carlos Alsina en Onda Cero. Julia Otero sigue esta senda, después de 24 años en las tardes de la cadena verde, en dos períodos diferentes
Más cercana en el tiempo, la decisión de Paloma Zamorano,
directora de Radio Nacional, de trasladar en 2019 a Pepa Fernández de
las mañanas del fin de semana de la radio pública a las del lunes a viernes,
también supuso una medida de alto riesgo. Era una apuesta sin duda valiente que
demostraba interés por cambiar las cosas, por alterar el statu quo de una
parrilla que no terminaba de lograr buenos resultados desde los tiempos de Juan
Ramón Lucas y, posteriormente, de Alfredo Menéndez. La decisión
suponía abrirle una puerta de salida digna a Pepa Fernández, para abandonar un
programa en el que lo había demostrado todo, durante dos décadas de historia
compartida con sus escuchantes. Además, suponía promocionarla a un
puesto mejor, de mayor presencia y relevancia, pero también de más responsabilidad.
Pepa se mantuvo fiel a su propio estilo, y mantuvo su apego por la cultura y la
radio tranquila que tan buenos resultados le han proporcionado. No hizo
concesiones a la actualidad. Trasladó su esquema de programa de un lado a otro,
encajando las piezas. Tres temporadas después, en 2022, Pepa regresó al fin de
semana demostrando que el cambio no había funcionado como se esperaba. Ni de
uno, ni del otro lado. La marcha atrás evidenciaba el error.
En una radio que mueve su parrilla en contadísimas y
excepcionales ocasiones, toda modificación de lo asumido constituye un bombazo
informativo de primer orden. La moda de ‘intercambiar cromos’ que puso en
marcha la Cadena SER con Carles Francino y Gemma Nierga en 2012,
ha calado en la competencia, como casi todo lo que hace la SER. A Francino le
apartaron a “La Ventana” para dejar paso a una Pepa Bueno mucho
más dúctil a las directrices y a Gemma la condenaron a hacer una parte encorsetada
del “Hoy por hoy” que no sentía con la misma pasión que “La Ventana”,
donde fue feliz. A Francino le ha ido muy bien asomándose a “La Ventana”
cada tarde, mientras que todos sabemos cuál fue el injusto y traumático finalde Gemma Nierga en la SER...
Alfredo Menéndez, como director de Programas de RNE,
volvió a servirse de la misma estrategia del ‘intercambio de cromos’ para “Las
Mañanas de RNE”, en 2023, trasladando a uno de los mejores comunicadores de
la radio pública, Ángel Carmona (Premio Ondas 2015), de Radio 3 a
RNE. No era la primera vez que le ofrecían el cambio a este periodista de verbo
atropellado, que demostró en una sustitución
en el verano de 2013 en RNE de lo que era capaz, pero sí fue la definitiva.
En el camino, se perdió otra oportunidad, defendida por el anterior director de
Programas, Alfredo Laín, que consistía en que Íñigo Alfonso
asumiera toda la mañana. No tengo la menor duda de que lo hubiera hecho bien.
Mi única reserva, razonable, es si lo hubiera hecho ‘suficientemente’ bien, a
la altura de las expectativas marcadas por los impacientes y cambiantes directivos de la radio pública. En el último EGM se demuestra que la 'apuesta Carmona' no funciona y pierde oyentes (253.000 / -55.000 oyentes, 1ª ola EGM, 2024). Pero en la radio la paciencia es sagrada...
Considero que va a resultar más difícil que Cantizano, a quien también le presumo más recorrido en radio del que le atribuyen (él es un hombre que comenzó en la radio, y la ama), revalide la audiencia de Julia Otero que a esta hacerlo con los números del jerezano en el fin de semana. Las audiencias no bailan como las piezas de una parrilla: hay numerosos factores (y hábitos) que influyen y condicionan la escucha de radio
A Carmona le ha tocado el papelón de asumir unas mañanas de la radio pública con oyentes de sesenta años de edad promedio (datos EGM), cuando él tiene tan solo 44, con el mandato de ‘rejuvenecer’ la antena. ¿A costa de quién? ¿De los oyentes de toda la vida, que se sienten desplazados en un programa que no entienden ni sienten? De entrada, en el primer EGM, fagocitó oyentes de Radio 3. En cualquier caso, ¿cómo se cumple con ese objetivo? No es sencillo, no hay soluciones, ni fáciles ni rápidas. Y toda decisión implica un riesgo. Pero, como dicen en los despachos de la Casa de la Radio, algo hay que hacer ante esta situación insostenible en el tiempo, que conduce al ostracismo. Yo soy uno de esos oyentes perdidos... Uno ya tiene una edad.
El intercambiar comunicadores de un programa a otro, como piezas de un tablero flexible y acomodaticio, también muestra otra limitación de los directivos, y es que en muchas ocasiones no tienen alternativa externa o, mejor dicho, no tienen recursos para financiar contrataciones externas, salvo que se llamen David Broncano, y hablemos de TVE que, a diferencia de la hermana pobre de la Corporación, RNE, sí cuenta con presupuestos más expansivos... No es de recibo que la radio pública cuente con un presupuesto que se mueva a veces en niveles que rozan la tacañería, cuando no directamente lo miserable, empujada por un reparto a todas luces injusto de la asignación estatal a la Corporación.
Julia Otero se ha sumado a otra estrategia que abrió en su
día Luis del Olmo, la de ir reduciendo progresivamente su tiempo en
antena por cansancio. No es la misma razón, exactamente, la que mueve a seguir
este mismo camino a Carlos Herrera, en COPE, pero su tiempo en antena
también se ha reducido. También Carlos Alsina, en Onda Cero, ha iniciado
una presencia más relajada en la antena, confiándose en Miguel Ondarreta
y en Begoña Gómez de la Fuente. Algo que no practicó nunca Gabilondo,
aunque él sí negociaba tiempo de descanso, y sus vacaciones, por extensas, provocaban
envidia en Gran Vía 32. Pero tenía autoridad moral para tomárselas. Julia Otero
ya no hacía el programa de los viernes, que dejaba, absolutamente confiada, como
no podía ser de otra forma, en las manos expertas de Carmen Juan. Y buscaba, como
algunos de los nombres citados en este artículo, una salida a su actual
destino, por más que “Julia en la Onda” constituye una cita obligada
para los 586.000 oyentes fieles (+99.000 oyentes) que la siguen (EGM, 1ª ola, 2024). Cuatro
horas diarias de radio en directo, veinte semanales, desgastan. No poder comer
en condiciones, por ejemplo, es un precio que hay que pagar. Y ha sido mucho
tiempo. Los estómagos también sienten, y sufren.
En el fin de semana, veremos si los oyentes permanecen fieles a la cadena o al comunicador. Julia Otero aspirará legítimamente a sumar más oyentes de la tarta de la audiencia y, en este sentido, la SER, a priori, estoy seguro de que, a pesar de su ventaja y poderío, sí piensa en qué daño puede hacerles, a partir de septiembre, el ‘efecto Julia Otero’. En medio, RNE, con Pepa Fernández, la decana del fin de semana, cuenta con una de las audiencias más consolidadas y fieles (y envejecidas) del panorama radiofónico español
Lo mismo ocurrirá con los oyentes que se encuentre Julia
Otero en el fin de semana de Onda Cero, los acostumbrados a Jaime Cantizano, a Isabel
Lobo, a Ignacio Varela, a Bibiana Fernández, a Boris
Izaguirre, a Alaska, y al resto de colaboradores. No es solo
Jaime Cantizano el que torea en plaza, también es su cuadrilla y, en
este caso, puede decirse que eran voces de gran prestigio, que habían conectado
con su público. Cada uno se llevará a su equipo y a sus colaboradores al nuevo
destino, como es habitual, pero no sería mala idea, de cara a hacer un cambio
tranquilo con la audiencia, que algunos colaboradores cambiaran de jefe y
permanecieran en su actual horario, sin cambiar. El proceso que se abrirá a
partir de septiembre consistirá en la reeducación de la audiencia y en la
recolocación de las piezas, no solo de los comunicadores, también de los
oyentes.
Y no hemos hablado de la competencia. Julia Otero se va a
enfrentar a un consolidado Javier del Pino en “A vivir que son dos
días”, en la Cadena SER; a Cristina López Schlichting en las mañanas
de la COPE (aunque no en el mismo horario exactamente) y a una veterana de los
fines de semana, como es, en RNE, Pepa Fernández, y su “No es un día
cualquiera”. Es cierto que, ante estos tres primeros espadas, Jaime
Cantizano sacó la cabeza por derecho, como registró el EGM, pero también es
cierto que el margen de error del EGM en los fines de semana es mayor, al
recabarse menos entrevistas que de lunes a viernes, y las oscilaciones de
audiencia, a veces, asustan por sus drásticos altibajos. La fidelidad de las métricas en el fin de semana obligan a trabajar más el acumulado (que suman las tres olas anuales).
Es lógico que Onda Cero aspire a conservar a la audiencia del
“Por fin no es lunes” de Jaime Cantizano en las manos de Julia Otero.
Veremos si los oyentes permanecen fieles a la cadena o al comunicador. En
cualquier caso, la periodista gallega aspirará legítimamente a sumar más oyentes
de la tarta de la audiencia del fin de semana y, en este sentido, es muy
difícil que logre atraer oyentes de COPE, los más fieles, según el EGM, a la
cadena de los obispos. Pero la SER, a priori, estoy seguro de que, a pesar de
su ventaja y poderío, sí piensa en qué daño puede hacerles, a partir de
septiembre, el ‘efecto Julia Otero’. En medio, RNE, con Pepa Fernández, la
decana del fin de semana, cuenta con una de las audiencias más consolidadas y
fieles (y envejecidas) del panorama radiofónico español.
En las tardes, reina, como de costumbre, la Cadena SER, con
un Carles Francino permanentemente inspirado, con el que resulta muy fácil
empatizar, vitalista, positivo y carismático, al que las tardes le han sentado
mejor que las mañanas y los madrugones. Considero que va a resultar más difícil
que Cantizano, a quien también le presumo más recorrido en radio del que le
atribuyen (él es un hombre que comenzó en la radio, y la ama), revalide la
audiencia de Julia Otero que a esta hacerlo con los números del jerezano en el
fin de semana. Insisto, las audiencias no bailan como las piezas de una
parrilla: hay numerosos factores (y hábitos) que influyen y condicionan la
escucha de radio. Pero, parafraseando los diálogos de la película “Casablanca”,
“siempre nos quedará... el pódcast”. Ya no es imprescindible adaptarse a
la escucha lineal. A veces, los programadores lo olvidan.
Jaime Cantizano, rodeado de Isabel Lobo y Juan Diego Guerrero, editor de los informativos de fin de semana en Onda Cero (Fotografía Onda Cero.es) |