Las sintonías de la radio
- La radio ha cumplido cien años, casi cuarenta mil días sonando en nuestros oídos, sin parar, sin callar, ofreciéndonos la posibilidad, sin pedir nada a cambio (ni siquiera toda nuestra atención), de aprender, de divertirnos o de informarnos
- En este 2024, en que el 14 de noviembre celebraremos el primer centenario de la radio en España, gracias a los pioneros de Radio Barcelona (EAJ-1) o Radio España (EAJ-2), resulta oportuno proponer un viaje evocador en el tiempo y en nuestras vidas a través de las sintonías de algunos de los programas más emblemáticos de la historia reciente del medio
La música consigue mejorar la calidad de vida de los enfermos de Alzheimer (Captura video Musicaparadespertar.com) |
La música “tiene una enorme capacidad para: evocar recuerdos, regular nuestras emociones, proporcionar confort y aliviar el estrés. Es una de las experiencias sensoriales, motoras, cognitivas y emocionales más potentes y diversas que un ser humano puede disfrutar” (Fundación Pascual Maragall)
No estoy hablando solo de la aplicación de este recuerdo en el Estudio General de Medios, el
polémico estudio trimestral de la AIMC. Que nadie menosprecie tampoco la
memoria a la hora de identificar una emisora de radio, el nombre de nuestro
comunicador favorito y, por supuesto, el título del programa que más
escuchamos. Durante décadas el programa de radio más interiorizado por los
españoles fue el “Protagonistas”, de Luis del Olmo. De hecho, como
reconocía en una reciente entrevista el exdirector general de la Cadena SER, Daniel
Gavela, este asunto les traía de cabeza. “Luis nos sacaba siete
cabezas al “Hoy por Hoy” de Iñaki Gabilondo en notoriedad y recuerdo en los oyentes”, reconocía. La culpa era de la memoria, de los sólidos
recuerdos que habían anidado en nuestra cabeza, a través de la escucha diaria,
un día tras otro, del programa del locutor berciano.
En realidad, hablo del recuerdo en sí mismo. Hablo del poder
que la música ejerce sobre nuestra memoria, incluso cuando esta falla. Leo en
la web de la Fundación Maragall, dedicada a la lucha de la enfermedad del
Alzheimer, que la música constituye una materia prima esencial, si no para
curarles, sí al menos -y no es poco- para mejorar la calidad de vida de los
enfermos que se ven desprovistos de una memoria ordenada.
Así, la música “tiene una enorme capacidad
para: evocar recuerdos, regular nuestras emociones, proporcionar confort y aliviar
el estrés”, leemos. Y no queda lugar a dudas cuando en la misma fuente
leemos la siguiente frase: “la música es una de las
experiencias sensoriales, motoras, cognitivas y emocionales más potentes y
diversas que un ser humano puede disfrutar”. Y, en este viaje, la radio
tiene mucho que decir. Mucho más de lo que somos conscientes. Porque, a menudo,
la música en nuestro cerebro traspasa el límite de la conciencia y se aloja en
un espacio inaccesible a la razón e incluso inaccesible a la consulta voluntaria y selectiva. El recuerdo se dispara en una milésima de segundo cuando escuchamos
una nota, un acorde, de nuestras sintonías más interiorizadas. Pero nos cuesta
mucho trabajo llevar esa música a ‘primer plano’ y rescatarla de nuestra ‘discoteca
personal e intransferible’ cuando queremos...
“La
música puede energizarnos o relajarnos, puede concentrarnos o distraernos,
ayudarnos a recordar o a olvidar, aislarnos del entorno o acercarnos a los
demás”. No me negarán que el poder que reside en la música, cuando es
capaz de provocar todos estos efectos, es inmenso. Desde la Fundación Maragall
se advierte de que “en
los últimos años, el impacto emocional y cognitivo de la música en las
experiencias subjetivas ha recibido una creciente atención experimental y
científica. Hay estudios que confirman que la música evoca emociones que
influyen en nuestro sistema nervioso autónomo, estimula el funcionamiento
cognitivo y activa el cerebro involucrando simultáneamente múltiples regiones”.
La radio: cien años marcando muestros recuerdos (Fotografía Pixabay) |
Tengo que empezar por la sintonía que más me ha marcado, y con la que todavía, cuando la oigo, se entrelazan recuerdos de mi vida, que estoy seguro comparto con millones de españoles, oyentes de la Cadena SER. Era la sintonía de los ‘grandes acontecimientos’, la que precedía a un ‘Especial elecciones’ o a los ‘Premios Ondas’. Es la “Sinfonía Azul”, que compuso el compositor catalán Federico Mompou para identificar a la SER con música. El músico cedió los derechos de esta “Generala” a la SER a principios de la década de los sesenta, como cuenta aquí la responsable de Documentación de la SER, Ana Martínez Concejo. También cuenta que existe una dedicatoria firmada por Mompou de la partitura original a la SER que se guarda a buen recaudo.
Sin embargo, no hay un programa de radio tan evocador, gracias a su melodía, que el “Protagonistas” de Luis del Olmo. Inevitablemente, al escucharla, esperamos, como si formara parte de su minutado original, el característico “Buenos días, España” del locutor ponferradino. El tema original fue “I Could Easily Fall in Love With You”, del compositor y pianista británico Norrie Paramor, que popularizó luego el cantante, también británico, Cliff Richards. Después de que la eligiera del Olmo, sirvió para identificar una serie de TVE llamada “Crónicas de un pueblo”, pero no duró tanto como “Protagonistas”, que superó las cuatro décadas en antena. “Aquí está Protagonistas, con la gente y la radio del pueblo...”, cantó José Luis Perales.
Fue el rey de las noches de la radio española durante décadas, hablando de deporte, aunque fue destronado por un equipo joven de radio de la competencia, la Cadena SER, donde él nació profesionalmente, que parieron “El Larguero”, un programa coral liderado por José Ramón de la Morena. “Supergarcía” se estrenaba todas las noches a la hora de las brujas con la canción 'Love Song', de la banda británica Simple Minds. José María García llegó a crear su propio vocabulario. ‘abrazafarolas’, ‘chupópteros’ o ‘correveidile’, entre otras lindezas.
"La Ventana” de la SER fue el programa que logró para la cadena amarilla el liderazgo de las tardes. Fue el invento de uno de los grandes genios de la radio española, Javier Sardá, que, cuando se situó en el pódium de la audiencia de la radio vespertina, decidió despedirse para mudarse a Telecinco, donde triunfó de madrugada con “Crónicas Marcianas”. Su renuncia en 1997 planteó un problema muy serio a la SER. ¿A quién situaban al frente de ‘La Ventana’? Daniel Gavela, el director general recién llegado, se encontró de sopetón con el adiós de Sardá y otro ‘problemilla’ que comentaremos más adelante. En un cuaderno escribió dos nombres: Julia Otero y Gemma Nierga. Tras el correspondiente DAFO, eligió a Nierga. El cambio generacional había ganado la partida. Pero la sintonía fue la misma para Sardá y la recién aupada a la tarde desde la noche y el “Hablar por Hablar” que presentaba: este 'Nouveau Tango', de Acoustic Alchemy.
Decía antes que la llegada de Daniel Gavela a la dirección general de la SER se encontró con dos problemas: la marcha de Javier Sardá, que abandonaba “La Ventana”, y también el adiós de ‘Gomaespuma’ de las mañanas de M80 Radio. Guillermo Fesser y Juan Luis Cano bajaron la persiana de su programa, que atrajo millones de oyentes, con muy pocas emisoras. Cano y Fesser se convirtieron en auténticos fenómenos de atracción de masas. En los ochenta, Gomaespuma utilizó como sintonía 'La marcha del saltamontes', del grupo español Los Pekenikes.
En 1988 la Cadena SER encargó un proyecto a la periodista Concha García Campoy: conquistar las mañanas de los fines de semana para la radio de contenidos. Así nació “A vivir que son dos días”. García Campoy se rodeó de dos lugartenientes que la hicieron brillar más: Lorenzo Díaz y Javier Rioyo. Juntos descubrieron la radio del fin de semana, que todavía se mantiene activa y vigorosa, ahora en las manos de Javier del Pino. Hacía falta una sintonía que identificara el programa: una melodía que invitara a seguirlo, a conocerlo, y la encontraron en este tema: “La estrella”, del grupo “La Romántica banda local”.
La Cadena COPE, por su parte, consagró gran parte de su marca musical a la pericia del músico griego Vangelis con los sintetizadores. El tema ‘Pulstar’ marcó una identidad sonora que la cadena de los obispos empleó y popularizó sobre todo en los informativos. Una parodia del dúo humorístico “Martes y 13” con los ‘golpes’ de la melodía le concedió mayor popularidad y resonancia a este 'logo musical'. Hoy, cuando escuchamos la melodía electrónica, nuestra cabeza no elige Vangelis como autor, sino la COPE como beneficiada por su identidad.
Las tardes de España se paralizaban cuando empezaba a sonar esta melodía. Empezaba el consultorio sentimental más famoso de la historia de la radio española: el que presentaba una tal Elena Francis. Luego nos enteramos de que, en realidad, la tal Francis no existía, y que era un personaje ficticio. Angela Castells, perteneciente a la Sección femenina, fue la primera guionista del programa, a la que siguieron otros nombres como María Castañé, Joaquina Algars o Eduardo Alarcón, mientras Maruja Fernández fue la locutora que durante más años prestó su voz a Francis. En la última etapa Juan Soto Viñolo se ocupó de escribir los guiones. El programa que empezó en 1947 en Radio Barcelona, emisora centenaria, terminó apagándose, por falta de audiencia, en 1984. El clásico 'Indian Summer', del compositor estadounidense Victor Herbert fue la melodía que se nos quedó a todos grabada para siempre y asociada a la radio.
En otro contexto muy diferente, Juan de Pablos, mítico locutor de Radio 3, de RNE, jubilado en 2019 a los 71 años, y auténtico referente de la radio musical de autor con el programa “Flor de pasión” consagró su identidad sonora a un tema del cantautor francés Serge Gainsbourg, titulado 'Attends ou va-t'en'. La primera versión corresponde a la orquesta de Paul Mauriat. La segunda corresponde a la popular cantante, modelo y actriz francesa Frances Gall, símbolo en sus comienzos de una juventud irreverente e inconformista.
Es muy posible que este post deba tener segundas y terceras
partes, porque son muchas las melodías que, tomadas de artistas y grupos
variados, conocidos/reconocidos o no, sirvieron para identificar programas de
radio míticos que lograron hipnotizar y anidar en nuestra memoria. Poco a poco,
cuando las cadenas de radio empezaron a contar con más recursos, las sintonías
las componían “a medida” músicos que formaban parte de la nómina de trabajadores
de la casa, y estaban dispuestos a trabajar, desde los pentagramas, las
identidades sonoras de todos aquellos programas que se lo solicitaban. Es el
caso, por ejemplo, del músico Mario Gosálvez, en la SER que, tras su
etapa en la radio, ha desarrollado una amplia y reconocida trayectoria profesional.
Poder contar con su colaboración, y sensibilidad, para dotar de personalidad
sonora a un programa de radio constituía un privilegio y un enorme lujo.
Sin embargo, no puede desdeñarse el trabajo de cientos de
montadores musicales que, en la radio clásica de otros tiempos, expertos ellos
como eran en música, en asociarla con temas y programas, eran capaces de
encontrar el tema más recóndito y desconocido y concederle una segunda vida. La
radio ha ido dejándose por el camino oficios que la hicieron muy grande otrora.
El de los ‘montadores musicales’ era uno de los más grandes. Profesionales que
tenían una discoteca en la cabeza. Una maravilla.
Confío en haber despertado los recuerdos de mis lectores más veteranos y en haber descubierto caminos inveterados de la radio a los más jóvenes, que lograban construir alrededor de una melodía toda una enciclopedia de recuerdos, asociada a un programa de radio. Ningún otro medio tiene esta capacidad de evocar tan potente. Solo la música y el oído. Y la radio.