La IA en la radio: “Es increíble. Acojona”
- El ingeniero informático, divulgador y podcaster pronunció la conferencia inaugural de esta jornada destinada a reflexionar sobre el presente y el futuro de la radio, añadiendo que, cuando se trata de información crítica, se exige la máxima confianza. “Es que si no eres riguroso siempre, no eres fiable nunca”
Antonio Ortiz durante su intervención (Fotografías Fundación COPE) |
“Creo que los humanos tenemos que hacernos fuertes en lo humano, y esto debe funcionar como una brújula para actuar en lo profesional, y tampoco tengo claro que vaya a producirse un abrazo de lo sintético. Creo que no lo va a haber. La complejidad del ser humano es muy difícil de simular. La capacidad que tenemos de conectar unos con otros, que llevamos desarrollando durante miles de años, tiene una fuerza, y lo tenemos tan interiorizado, que es muy difícil ‘sintetizarla’”
Ortiz nos explicó que la IA es mucho más antigua de lo que
creemos, hay que remontarse a la década de los años 50 del siglo pasado para
encontrar sus primeros pasos. Su evolución, bien es cierto que tímida, nos
llevó hasta finales de los noventa, cuando el ajedrecista ruso Garry
Kaspárov se enfrentó contra el entonces superordenador Deep Blue de IBM. “Kaspárov
noqueó limpiamente al ingenio de silicio de IBM, pero éste se impuso en la
primera partida al lograr una victoria histórica: 4 puntos a 2. ¡Jaque mate!”,
recoge la crónica de La Vanguardia. En este sentido, Ortiz apuntó en el
comienzo de su clase magistral, “para los técnicos, hemos conseguido, con la
IA, una piedra de silicio que habla. Esto para los informáticos es una mezcla
entre la capilla Sixtina y Taylor Swift”, y arrancó la primera sonrisa del
público asistente.
Ortiz nos explicó que la IA está compuesta por una serie de
circuitos (red neuronal) que aprenden, relacionan y compilan información en milésimas de
segundo. Literalmente “barren” los conocimientos recogidos en la red (sin
contemplar derechos de propiedad intelectual, ni copyrights de ningún tipo)
y responden a la orden inicial que, de momento, solo puede formular un humano.
La IA, aunque las redes neuronales en que se basa se autoestimulan para reunir información,
“la explosión de datos” que proporciona, de momento no es
autosuficiente, “pero cada vez se equivoca menos, porque aprende muy
rápidamente”, advirtió Ortiz en su intervención. Paradójicamente, somos nosotros,
los humanos, los que proporcionamos material para mejorar la IA que, al
contrario de lo que podríamos pensar, tarda mucho más en aprender que nosotros,
necesita millones de inputs para consolidar una afirmación correcta. “Todo
lo relacionado con la IA ha provocado una gran excitación, comercial, económica
y formativa en la sociedad”, comentó Ortiz.
Sin embargo, el ponente, desde la calma reflexiva que
requiere el momento que vivimos en torno a la IA, concluyó que “desde que
nació el popular Chat GPT (OPEN AI), hace año y medio, el mundo no ha cambiado,
sigue siendo el mismo, con más o menos IA. Lo que sí ha cambiado es la
percepción de que el mundo va a cambiar mucho, de que en el futuro van a llegar
grandes transformaciones provocadas por esta tecnología”. Por tanto, nos
encontramos en la fase de ‘sorpresa’ por la aparición de la IA, no tanto por lo
que ya ha cambiado de nuestra sociedad, sino por lo que creemos que puede
llegar a cambiar. Evidentemente, la siguiente pregunta era ¿a quiénes va a cambiar? Y Ortiz respondió: “A todo aquel que trabaje con información. Si
trabajas sobre todo sentado delante de un ordenador, tienes más probabilidades
de que te afecte”.
La exposición de Ortiz intentó en todo momento simplificar la terminología informática para entender los efectos de la IA |
¿A quién le afecta la IA? “A todo aquel que trabaje con información. Si trabajas sobre todo sentado delante de un ordenador, tienes más probabilidades de que te afecte”
Otras de las grandes preguntas que Ortiz no esquivó: ¿a
quién va a beneficiar más la IA? “Yo creo que la IA va a ayudar mucho más a los
que tienen la idea y el concepto, porque puede suplir mucho de la técnica”. Por
si acaso, aclaró después: “No digo que no aprendáis la técnica, y os confiéis,
en la IA, porque eso sería mucho decir. No es algo que, al que tiene un cero
patatero le vaya a situar en el diez, pero sí es verdad que, para muchas
dificultades técnicas, en niveles más bajos, va a ayudar bastante”, adelantó.
Antonio Ortiz aportó en su conferencia ejemplos
sorprendentes de ‘personas simuladas’, creadas por IA, como el concierto de
hologramas del grupo ABBA que está recorriendo, con éxito incontestable, medio
mundo. O los presentadores ‘sintéticos’ que “nunca van a marcharse de
vacaciones, ni se van a coger una baja en el trabajo”, comentaba. En este
sentido, cada vez ofrecerán más calidad y perfección. “La IA va a beneficiar
a los creadores que podrán explotar su fama y su conexión con el público,
incluso después de muertos”.
En cuanto a las debilidades de la IA en ese proceso de aprendizaje que sigue, aunque aprende rápido, todavía se ve afectada por determinados sesgos que proceden de las influencias culturales de las diferentes sociedades en las que trabaja. Sesgos que pueden ser ‘involuntarios’ por parte del aprendizaje de la IA, y constituir errores o pueden ser ‘deliberados’, para controlar contenidos, como, por ejemplo, los ideológicos. En este sentido, según Ortiz, “La IA puede convertirse en un mecanismo de control, cuando el pincel de un pintor o el teclado de un escritor se niegan a plasmar lo que quieres crear”, porque el sesgo de la IA se impone a tu creatividad. Sin duda, se trata de un problema grave que la IA deberá afrontar.
Imagen de la mesa redonda dedicada a la IA, con Olalla Novoa, Óscar Blanco y Aitor Álvarez, moderados por Carmen Ibáñez |
Antonio Ortiz compartió con el público dos de sus grandes intuiciones, basadas en el conocimientos y evolución de la IA. “En primer lugar, yo creo que los humanos tenemos que hacernos fuertes en lo humano, y esto debe funcionar como una brújula para actuar en lo profesional y dos, no tengo claro que vaya a producirse un abrazo de lo sintético. Creo que no lo va a haber. La complejidad del ser humano es muy difícil de simular. La capacidad que tenemos de conectar unos con otros, que llevamos desarrollando durante miles de años, tiene una fuerza y lo tenemos tan interiorizado, que es muy difícil ‘sintetizarla’”.
La radio, ante la IA, se la juega. Tiene que responder a la oportunidad y al reto. La oportunidad es sumar la IA a los procesos de producción para mejorarlos. El reto es responder siempre al nivel de credibilidad, expectación y exigencia de los oyentes y reafirmar el medio como el más creíble de todos cuantos existen, incluso en tiempos en que la IA ha llegado arrollando percepciones colectivas
La intervención de Antonio Ortiz sirvió, sobre todo, para
situar la IA en el lugar que le corresponde, por lo menos a marzo de 2024, de ‘copiloto’
de nuestra actividad intelectual, de apoyo y refuerzo de determinadas
operaciones que nos va a facilitar -como las traducciones automáticas (lo que
no debe implicar dejar de estudiar idiomas)-, liberando nuestra atadura
temporal a ciertas tareas y ofreciéndonos la posibilidad de dedicar ese tiempo
de ahorro a otras funcionalidades, en el caso del periodismo, por ejemplo, a
ocuparte del llamado ‘periodismo de investigación’... “La IA puede simular
un cuadro de Picasso -apuntó- pero lo que no puede es ‘inventar’ el cubismo”.
La Jornada continuó con una mesa redonda, moderada por Carmen
Ibáñez, directora adjunta del Máster Universitario en Radio, de la Fundación
COPE, en la que los tres ponentes explicaron lo que están haciendo con la IA,
bajo el título de “El potencial de la IA en el audio digital”. Los integrantes
de esta mesa fueron Olalla Novoa, de PRISA Radio, Óscar Blanco
(Grupo Risa), de COPE y Aitor Álvarez, de la empresa especializada en
IA, Vicomtech (San Sebastián, Guipúzcoa).
Aitor Álvarez explicó todo el proceso que siguieron “hace cuatro años” (insistió en la fecha, porque la tecnología IA ha evolucionado mucho desde entonces) para resucitar la voz del dictador Francisco Franco, destinada al pódcast “XRey” de Toni Garrido y Álvaro de Cózar. El trabajo les llevó a recopilar veinte horas de discursos del general, y a limpiarlos y a filtrarlos (“es muy importante que el material del que aprende la IA sea de la mejor calidad”), hasta dejar el material (al final fueron seis horas) preparado para iniciar el proceso de aprendizaje. Tanto llamó la atención esta clonación de voz de un personaje muerto que el propio pódcast “XRey” (Spotify) produjo un bonus track en el que se explicó el proceso. Lo más llamativo de lo comentado por Aitor Álvarez fueron los comentarios de Garrido y Cózar al escuchar el resultado obtenido: “Es increíble. Acojona. Excelente trabajo”. Entre las curiosidades apuntadas por Álvarez una muy importante: “Trabajamos una voz de un personaje ya desaparecido, para un documental, pero no pudimos sacarlo porque no se obtuvieron los correspondientes derechos”.
El tema de los derechos sobre los textos, los audios, las imágenes, las fotografías de las que se apropia la IA sin duda va a generar muchos problemas, como quedó apuntado en esta mesa, al final. De hecho, Óscar Blanco, que compartió unos audios absolutamente excepcionales con el público, clonando la voz de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, reconoció que “nosotros seguiremos haciendo lo que hacemos -humor- con las voces sintéticas hasta que nos digan desde el departamento jurídico de COPE que no podemos hacerlas”. Blanco es un auténtico entusiasta de la IA. A la entrada, compartió conmigo un símil muy eficaz: “a ti te pueden dar un cuchillo para partir un filete y va fenomenal; pero también ese cuchillo sirve para matar”, explicó. Cierto, y por eso, aun entendiendo la comparación, y hasta compartiéndola, sigo manifestando mis dudas sobre la condición humana y reafirmándome en mis reservas ante quienes decidan utilizar este recurso para fines alejados del más mínimo e imprescible código deontológico.
Intervención de Olalla Novoa, de PRISA Media |
Por último, Olalla Novoa, de PRISA Media, explico cuáles habían sido los hitos que, sobre síntesis de voz, habían logrado consolidar. El último de ellos, presentado recientemente, y sobre el que esta web ya informó, Verificaudio, una herramienta pionera al servicio de sus periodistas para la detección de audios falsos o deepfakes generados con voces sintéticas o alteradas con tecnología, cuyo proceso comenzó en Colombia. El otro, Victoria, la voz sintética, galardonada en los INMA Awards de Nueva York en 2023, que se ocupa del deporte en la SER. “Queríamos que fuera una señora, porque hay pocas señoras en el fútbol, y tiene que haber más. Queríamos que tuviera una personalidad enérgica, que fuera contundente, que tuviera un ritmo rápido, porque así es el fútbol, y así es el deporte”. Olalla disipó una duda que nos planteamos algunos, ¿por qué no tiene cara Victoria, ni cuerpo? “Se sugirió. Pero, bueno, ¿quién decide si es rubia, morena, si es blanca, si es negra...? Nosotros queríamos que fuera una voz sintética, artificial, y no pasara por ser lo que no es. No queríamos que suplantara a nadie, ni darle una cara que pudiera dejar a alguien insatisfecho”, concluyó.
En definitiva, fue una excelente oportunidad, muy reveladora, para conocer más detalles en torno a la Inteligencia Artificial, a la que, como decía Antonio Ortiz, la percepción generalizada atribuye mucho más de lo que ha llegado a hacer, aunque desconocemos los límites en los que se moverá en el futuro ni, sobre todo, el uso que pudiera hacerse de esta herramienta en determinados ámbitos donde la verdad sea crucial para construir criterio, como el de los medios de comunicación. Aquí, la radio, se la juega. Porque su principal patrimonio sigue siendo la credibilidad que genera en su audiencia. Hay una oportunidad y un reto. La oportunidad es sumar la IA a los procesos de producción para mejorarlos. El reto es responder siempre al nivel de credibilidad, expectación y exigencia de los oyentes y reafirmar el medio como el más creíble de todos cuantos existen, incluso en tiempos en que la IA ha llegado arrollando percepciones colectivas.
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