Obituario Fernando Delgado (1947-2024), por Pepe Rubio
- Pilar Arranz, Dulce García, Sergio Castro, Inma Pardo, Javier Astasio, y el propio Pepe Rubio conformaron aquel “A Vivir que son dos días” en la Cadena SER liderado por este poeta que se enamoró perdidamente de la radio, y de su equipo
- Como relata Rubio en las siguientes líneas, fueron felices con él, y él con ellos. Hasta sus broncas, que las hubo, provocaban la risa de todos, siempre desde el respeto y el cariño que se profesaban
Fernando Delgado ante el micrófono de la SER, la que fue su casa (Fotografía CadenaSER.com) |
"Fueron casi diez años de extrema felicidad, fue nuestro jefe querido porque era imposible no quererlo. No hay un mal recuerdo, ni un mal día a su lado. Nos hizo infinitamente felices a todos, se hizo querer y nos quería, y lo echaremos siempre de menos esté donde esté"
Otro día le dijo a un compañero del equipo, que saltaba en
la pecera porque íbamos mal de tiempo, “deja de saltar como un energúmeno”.
El compañero le afeó el comentario y él le respondió “bueno, perdona, pues
te diré que dejes de saltar como un ángel, como una ardillaaaa”. Los demás
no sabíamos dónde meternos, pero al final nos reíamos todos tomando unas cañas
que se podían alargar hasta comidas improvisadas de tapeos o raciones.
Un domingo de cervezas nos propuso a un compañero (Sergio
Castro) y a mí que le echáramos una mano para bajar unas cajas de libros de
su casa de Madrid para meterlas en su coche. Se los iba a llevar a Valencia. No
debió vernos muy por la labor y nos ofreció una comida en un argentino que nos
molaba. Aceptamos, nos dimos una paliza para bajar y colocar todos los libros.
Y al final teníamos delante unos buenos entrecots a la piedra. El camarero nos
advirtió de que tuviésemos cuidado porque quemaba. Fernando Delgado, muy
educado, le dijo que sí, que no se preocupara a la vez que con sus dos manos
cogía la piedra incandescente y nos la acercaba. El grito que pegó se escuchó
en todo el barrio de Chueca ante las caras de miedo, espanto y pavor de toda la
clientela y camareros del restaurante. Imaginen la super voz de Fernando
Delgado gritando por un dolor extremo ¿Cómo acabó la historia? Como nunca
perdonaba una buena comida terminamos Sergio cortándole la carne y yo dándole
de comer como a un bebé ante la imposibilidad de utilizar sus manos quemadas.
"Fernando Delgado, sencillo, divertido y único, pero también una persona culta, genial y capaz de convertirnos a todos en una familia. Luchó por nuestros derechos laborales, nos dio oportunidades y antena a todos los miembros del equipo, captaba el talento como nadie, sabía lo que cada uno podía hacer, hasta dónde podía llegar. Y lo más importante, era agradecido con las buenas ideas y el trabajo bien hecho. Nos hizo crecer y creer en nosotros mismos a todos, nos protegió y nos promocionó"
Así era Fernando Delgado, sencillo, divertido y único, pero
también una persona culta, genial y capaz de convertirnos a todos en una
familia. Luchó por nuestros derechos laborales, nos dio oportunidades y antena
a todos los miembros del equipo, captaba el talento como nadie, sabía lo que
cada uno podía hacer, hasta dónde podía llegar. Y lo más importante, era
agradecido con las buenas ideas y el trabajo bien hecho. Nos hizo crecer y
creer en nosotros mismos a todos, nos protegió y nos promocionó. También creó
fuertes lazos de unión entre equipo y colaboradores entre los que estaban Elvira
Lindo, Juan Cruz, Almudena Grandes, Moncho Alpuente, Eduardo Sotillos, Isabel
Estapé, Eduardo Haro Tecglen, Cecilia Castaño, Delia Blanco, Álvaro Gil Robles,
Luis Antonio de Villena, el actor Pepe Martín al que todos
llamábamos D. José, Fanny Rubio, Chema Rodríguez, Ruth
Toledano, Vitorio Duque, Julio Martín Casas, Peridis o Pilar Del
Río. Y aunque nunca colaboraron, también formaban parte del grupo Antonio
Muñoz Molina y Pedro Zerolo.
Éramos la gran familia del “A vivir” en los estudios,
en la calle y en los viajes y bolos donde cada uno tenía sus caprichos, pero
siempre con respeto a los demás. Lo mejor de los viajes, además de comer y
beber bien (gracias
Curro Serrano por tanto), eran las rutas de iglesias y santos. Soy
un ateo confeso, pero nunca he aprendido más en la vida que de la mano de
Fernando Delgado recorriendo una iglesia o catedral santo a santo. Se sabía la
historia de todos, menos de uno, Sant Josep Oriol. Un día le pregunté
por ese santo en la catedral de Barcelona y me dijo "ese es un invento
catalán". Mentira, no tenía ni idea, pero no lo iba a reconocer. Tampoco
eran cosa menor los momentos en los que te leía un artículo o el arranque de
una novela o capítulo para que le dijeras “me encanta Fernando”. Y luego
se frotaba las manos.
Fueron casi diez años de extrema felicidad, fue nuestro jefe
querido porque era imposible no quererlo. No hay un mal recuerdo, ni un mal día
a su lado. Nos hizo infinitamente felices a todos, se hizo querer y nos quería,
y lo echaremos siempre de menos esté donde esté. Y esto que escribo seguro que
lo podrían firmar igual Pilar Arranz, Dulce García, Sergio Castro, Inma
Pardo y Javier Astasio. Cada uno, con nuestra pedrada particular,
fuimos de Fernando Delgado, lo seguimos allá donde nos quiso llevar y hoy
sentimos una profunda orfandad. Somos parte de su obra, de su alegría y de su
gratitud. Fernando Delgado un cristiano sin iglesia y un socialista sin partido
que se ha ganado el cielo y un rosal entero ¡Que la virgen de Faura le proteja
y descanse en paz!