Isaías Lafuente: "Recuperamos lo que otros esconden y tiran a la basura"
- El periodista de la Cadena SER acaba de publicar el libro “Unidad de Vigilancia Lingüística” (Aguilar, 2023) en el que se repasan los veinte años de esta sección dentro de “La Ventana”, y las 800 entregas ofrecidas a sus oyentes
- Como escribe Carles Francino en la faja del libro, el objetivo de este libro es “mejorar el manejo y conocimiento del lenguaje”. Por su parte, Iñaki Gabilondo escribe en el prólogo que la Unidad de Vigilancia no solo es "un éxito popular rotundo, sino un referente de autoridad”
- Y todo esto, además, Lafuente lo logra con la complicidad de los oyentes y un excelente sentido del humor
- A continuación recogemos un extracto de la entrevista que le hace el periodista Sergi Coto en el Huffington Post
Isaías Lafuente furante la entrevista, en los estudios de la SER (Captura video Huffpost) |
-Aprendo constantemente, porque no soy lingüista
profesional, soy periodista. Soy un periodista que valora la herramienta que
tenemos que utilizar y que tenemos el deber de cuidar. Pero lo que hago es
aplicar las técnicas del periodismo a la lengua. A mí me denuncian un error,
confirmo primero que ese error existe y después me documento sobre el error.
Hay errores muy evidentes que no necesitan gran consulta, pero otros sí. Con
muchas vigilancias sutiles, aprendo constantemente. Es que nosotros
tenemos un ejército muy potente, de gente muy culta y preparada. Nos ayudan a
señalar caminos que, si los aprovechamos bien, nos sirven para aprender, para
corregir y para mejorar.
"Aprendo constantemente, porque no soy lingüista profesional, soy periodista. Soy un periodista que valora la herramienta que tenemos que utilizar y que tenemos el deber de cuidar. Pero lo que hago es aplicar las técnicas del periodismo a la lengua. A mí me denuncian un error, confirmo primero que ese error existe y después me documento sobre el error"
-¿Cómo es trabajar con esos peones?
-Es complicado porque son muchas las vigilancias
semanales que nos llegan. Pero por otro lado es muy sencillo, porque solamente
se trata, primero, de comprobar, de verificar que el error ha existido. La
radio se escucha en condiciones que a veces creemos oír cosas que no se han
dicho. En segundo lugar, dar respuesta a ese error. Decir cuál es, según la
norma vigente, lo que se debería haber dicho en vez de lo que dijimos. Hay un
tipo de errores que a mí son los que más me interesan y que nos ayudan a ver
cómo evoluciona la lengua. Y se trata de los que hoy lo son, pero que al final
la norma termina admitiéndolos. Son tropiezos que lo que nos van indicando es cómo
la lengua se va modificando con el paso del tiempo. Se me ocurre, por ejemplo,
el imperativo del verbo ir. El ‘idos’ famoso, que muy poca gente
utilizaba. La mayoría usaba 'iros'. Ese imperativo del ir lo hemos
corregido muchísimo en la Unidad de Vigilancia, hasta que un día tuvimos que
decir ‘bueno, la academia ya ha admitido esto’. Lo que pasa es que
después la academia va poniendo diques que pretenden contener esa evolución y
que me parece que no sirven absolutamente para nada. Porque dicen ‘admitimos
el iros, pero solamente en el caso del verbo ir, no en el caso del verbo
marchar’. Y es muy raro que el que dice iros no diga marcharos.
-¿Te has llevado alguna reprimenda en estos años?
-En veinte años, con 800 informes que hemos hecho, solamente
he recibido una queja de un compañero de una agencia que, además, fue una queja
que le había llegado. Hablé con él y le dije, ‘mira, no sé si escuchas la
sección, pero procuramos no reírnos de la gente’, hacemos un ejercicio en
el que además todos entramos y ahí acabó la conversación. No quiere decir esto que no haya gente que se sienta ofendida y se calle.
Pero sí que te puedo decir que, si bien el mensaje que me llegaba al principio
era ‘Isaías, por favor, no me saques en la Unidad de Vigilancia’. Ahora
el mensaje que me llega es ‘oye, hace mucho tiempo que no me sacas’. Eso
es algo bueno. La Unidad de Vigilancia ya se ha convertido en una imagen de
marca y sobre todo que predicamos con el ejemplo. Los que más entramos en la Unidad
de Vigilancia, somos, por este orden, Francino y yo.
"El mensaje que me llegaba al principio era ‘Isaías, por favor, no me saques en la Unidad de Vigilancia’. Ahora el mensaje que me llega es ‘oye, hace mucho tiempo que no me sacas’. Eso es algo bueno"
-Bastantes de estos gazapos han sido de algunos de
nuestros políticos. ¿Es ahora más fácil pillarles?
-Pues sí, porque queda documentado y queda guardado,
precisamente, gracias a la tecnología. Esta sección hubiera sido una sección
mucho más precaria hace 30 ó 40 años. De hecho, ya no gazapos. Ahora en la
fonoteca lo tenemos todo y no solamente accedo a toda nuestra emisión, sino a
la emisión de otras radios y a la emisión de otras televisiones. Creo que la
tecnología nos ha servido para documentar y para poder preservar este tipo de
errores, como también conservamos y preservamos los aciertos.
-¿Gusta más fijarse en los errores que en los aciertos?
-Los errores son más llamativos y nos permiten también
mirarlos con una media sonrisa. Nos pasa automáticamente cuando vemos tropezar
a alguien por la calle. No sabemos si se va a partir la crisma, pero lo primero
que nos brota es una sonrisa. No hay que perder ese sentido del humor a la hora
de analizar nuestros propios tropiezos. Es una buena herramienta para
desenvolverse en la vida en general. Siempre digo que esto es la sección verde
de la radio. Lo que otros esconden y tiran a la basura, nosotros cada semanita
lo recuperamos y con eso elaboramos una media hora de radio que es verdad que
la Unidad de Vigilancia puede dar una imagen distorsionada de nuestras
capacidades. Parece que somos un puñado de mal hablantes los que estamos al
frente de los micrófonos. Pero no, lo único que nos pasa es que el que habla
más pues tiene más capacidad de errar. Hemos vigilado decenas de miles de horas
de radio y de ahí ha salido un libro. El error es menor al acierto.
-Lee
la entrevista original en Huffingtonpost.es.
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Es una simpática sección y no solo pone "en evidencia" al que ha cometido el error - sin saña - sino también al oyente, que muchas veces lo escucha(mos) como bueno y otras tantísimas veces lo corrige inconscientemente y posibilita así el contenido de la comunicación obviando las grietas del continente. Es por esto último que se detectan con cierta facilidad muchos de los gazapos, porque sabemos lo que quería decir aunque lo haya dicho mal.
ResponderEliminarpodi-.