Javier Rioyo: “Lorenzo Díaz fue una voz personal, libérrima, discrepante y cascarrabias”

Algunos de sus amigos y compañeros de profesión le recuerdan

Carlos Herrera: “Lorenzo Díaz representó el látigo contra los intelectuales perdonavidas, que llamaba ‘cejas altas’”

• Juan Ramón Lucas comenta que “la gente que se va queda entre nosotros si su memoria ha dejado huella, y Lorenzo Díaz ha dejado mucha”; por eso hemos querido contar con algunos de sus compañeros de viaje en la radio que terminaron siendo sus amigos, como José Antonio Naranjo, “no me siento triste por la muerte de Lorenzo, porque creo que uno no puede sentirse triste cuando el que se va ha tenido una vida plena y reconocida”; Goyo González, que le conoció en 1988, recuerda su último paseo con él por El Retiro, "me pediste que te cogiera del brazo. Ya andabas entonces torpemente"; Chapu Apaolaza subraya cuál fue el gran objetivo de ‘don’ Lorenzo: “disfrutar de la vida y hacérsela disfrutar a quienes estaban con él”; Rosana Güiza no olvida: “¡qué felices fuimos a tu lado, Don Lorenzo”

Madrid, Gorka Zumeta, 14.12.2023. "A mi madre que, aunque estábamos de luto, me dejaba oír la radio”. Así comenzaba Lorenzo Díaz el libro sobre la historia de la radio más popular de todos cuantos se han publicado sobre este medio tan hipnótico. Dentro del libro supimos después que su madre contaba con “24 hermanos y cientos de primos. ¡Hermanos de ella!”. No era extraño, por tanto, que el luto rondara a la familia, pero la radio nunca se silenciaba. “La radio en España, 1923-1997” (Alianza Editorial, 1997) es su mayor legado: un trabajo sólido y documentado sobre el devenir de la radio en nuestro país, desde sus inicios hasta la nueva época dorada de finales de siglo pasado en que triunfaban en el parnaso radiofónico patrio nombres como los de Luis del Olmo -el inventor del magacine en España-, Iñaki Gabilondo -la palabra precisa- y Carlos Herrera -la entonces ‘joven promesa’-.

Lorenzo Díaz con el micrófono de TVE (Fotografía RTVE.es)

Lorenzo Díaz no ha podido cumplir con el mandato que el escritor Manolo Vázquez Montalbán, también desaparecido, le deseó en el prólogo del libro: “A esperar que este trabajo sea una obra inacabada y que el autor tenga salud y arrestos para adaptarlo a medida que la radio se adapta al fin del milenio, al comienzo de otro y a todas las provocaciones de tecnología e Historia que la aguardan”. En la “Crónica sentimental de España”, uno de los libros más personales de Vázquez Montalbán, la radio lucía casi como un personaje. El escritor catalán era un ‘radiodependiente’ confeso. “Los radiomaniáticos tenemos un nuevo compañero de manías (en referencia a Lorenzo Díaz) y hay fragmentos en este libro que crean drogodependencia, y no por las venas, ni por la nariz. Esa drogodependencia que se recupera cada vez que se cierran los ojos y comienza el carrusel de las sintonías y las voces que nos ayudan a ver lo que no vemos”, concluye su prólogo.

"Es un tipo que vivía, sabía vivir. Invitaba a vivir y mostraba el camino de la vida, el mejor. Aprendí mucho de radio, aprendí mucho de vida y aprendí mucho a amar la que tengo, porque siempre Lorenzo Díaz encontraba un territorio en el que disfrutar de la vida, en cualquier circunstancia. Le hemos perdido, hemos perdido a alguien que nos orientaba, pero ha dejado tanto en nuestra memoria afectiva que sigue vivo, y seguirá mucho riempo" (Juan Ramón Lucas)

Aunque no pudimos disfrutar de esa segunda parte del libro, que continuara la descripción de los hechos históricos afrontados por la radio española de 1997 en adelante, Lorenzo Díaz, este sociólogo y periodista de Solana del Pino, pequeño pueblo situado a cuarenta kilómetros de Puertollano (Ciudad Real) en tierras manchegas, casi limítrofes con Córdoba, siguió investigando, siguió documentando, y dándole forma a esa hipotética segunda parte que, por desgracia, nunca pudo ver la luz. En una ocasión, llegamos a hablar de la posibilidad de afrontar el proyecto conjuntamente (invitación que agradecí sobremanera y consideré un honor), pero el momento me coincidió con otros dos compromisos editoriales inmediatos que me impidieron aceptar la generosa oferta.

El libro no es solo una joya desde el punto de vista de su aportación documental, también desvela una manera muy personal de concebir y acercarse a la radio. Lorenzo Díaz fue un ideólogo de la radio, un hombre en la sombra que siempre aportaba, el bastión que hacía que la radio progresara y ocupara territorios hasta entonces desconocidos, como la radio del fin de semana, cuando en la Cadena SER, atendiendo el mandato de Augusto Delkáder, otro prohombre providencial para la radio en nuestro país, le encargó a su entonces pareja, Concha García Campoy, la invención de “A Vivir que son dos días”. Flanqueando a Concha, dos auténticas columnas de sabiduría y periodismo: Javier Rioyo y Lorenzo Díaz, a pesar de que la Wikipedia, injustamente, no incluya su nombre en el equipo fundacional de este programa, nacido en la SER el 12 de marzo de 1988, con Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del primer gobierno socialista de nuestra recién estrenada democracia, como padrino.

Lorenzo Díaz recaló en Onda Cero, gracias a su Concha, que presentó “La Brújula”, y anidó en la emisora que contribuyó a mejorar con su impronta. Pronto encontró su lugar en “Herrera en la Onda”, junto a Carlos Herrera, al que siempre admiró. En este programa, junto a Jesús Melgar (autor del obituario de Lorenzo Díaz publicado en esta web) conformó una pareja radiofónica, que acompañó ‘al líder’ en el segundo tramo del magacine durante muchos años. 

Lorenzo Díaz
y Lorenzo Díaz Campoy

Lorenzo Díaz García Campoy: “Me destroza esto”

Su hijo Lorenzo le ha recordado en su perfil de Instagram: “Me parte en dos pensar en que nuestra escapada furtiva a Vallecas ayer fue el último trayecto juntos. Pero, quizás conscientes de lo que vendría más pronto que tarde, nunca ocultamos los te quiero, los abrazos y los besos. Me quedo tranquilo con eso y con cómo te has ido, sin hacer un maldito ruido, como siempre. Nos lo hemos pasado muy bien, querido padre. Nos hemos reído mucho. Nos hemos querido mucho. Me destroza esto, más de lo que imaginaba, pero de nuevo seré capaz de agarrarme a lo bueno, que es todo. Por ti y por tu ‘cebollona’, a la que le contaremos que tuvo un abuelo único” Fuente: Instagram. 

El tiempo pasó y encontró nuevos acomodos, porque el micrófono siempre le buscaba. Conoció a Juan Ramón Lucas en un recién nacido “Más de uno” y, como a tantos otros comunicadores, también le conquistó. Y se enfrentó, dialécticamente, pero con formas impecables, a una persona y personaje antitético a él, de nombre Josemi Rodríguez Sieiro, con el que conformó una pareja radiofónica difícilmente repetible, permanentemente polémica y atractiva.  

Hemos pedido a algunos de los profesionales que más tiempo de micrófono compartieron con él, hasta convertirse en buenos amigos, que nos evoquen su figura y su aportación.  Y aquí están, desde Javier Rioyo, hasta Chapu Apaolaza, pasando por José Antonio Naranjo, Juan Ramón Lucas, Rosana Güiza y el propio Carlos Herrera, varias generaciones de periodistas que coinciden en muchos rasgos de Lorenzo Díaz:

Javier Rioyo

Javier Rioyo: “Lorenzo Díaz era un producto nacional auténtico. Un producto nacional de esos que hemos perdido. Ya es difícil encontrar los sabores de la España renovada, de la España que venía del franquismo, que cambió, se renovó, se transformó, evolucionó, se desarrolló, y él venía de eso, venía de una tierra dura, de un tiempo duro y supo hacer el giro mirando hacia atrás lo justo, sin ira, y lo supo hacer desde su inteligencia, desde su olfato, desde su capacidad de supervivencia. Por el lado más cercano, profesional y radiofónico, fue una voz absolutamente personal, libérrima, discrepante y cascarrabias. Con él empezamos en RNE, en Radio 3, luego en la SER, en ‘A Vivir que son dos días” con Concha García Campoy. Fueron años en que plasmamos en la radio los cambios de nuestro país, los cambios de la comunicación, con la libertad necesaria y con la intuición, la reflexión también y el saber vivir, y saber disfrutar. Te echaremos de menos Lorenzo”.

Carlos Herrera

Carlos Herrera: “Hombre de la radio, de la sociología de la comunicación, amigo de tabernas, paisajes, pitanzas y charlas, durante años y años. Después de haber compartido con él tardes, noches y mañanas en la COPE, en la SER, en Onda Cero, durante muchos años, después de idas y venidas, viajes, a lo largo y ancho de España y del mundo, teorizando sobre cualquier asunto, escuchando su rápido argumentario, su brillante capacidad para ilustrarlo, inusual absolutamente su verbo, siempre devolviéndote la bola desde el fondo de la pista, se la enviaras como se la enviaras, y enriqueciéndotela, ahora sentimos una falta, la falta que da el no tener cerca a personas como Lorenzo Díaz, que son ciertamente irrepetibles, porque era tantas cosas, sobre todo látigo de los que él llamaba ‘cejas altas’, los intelectuales perdonavidas a los que detestaba tan brillantemente. Que la tierra te sea leve, dicen ahora. Bueno, que el cielo te acoja, descubras las mejoras tabernas del mundo, como hiciste en la tierra, los mejores libros y prodigues tu talento, del que nos hemos beneficiado tanto todos, querido Lorenzo Díaz”

Juanra Lucas

Juan Ramón Lucas: “Lorenzo Díaz no solo ha sido un maestro. Ha sido un tipo que nos ha enseñado a vivir. Sabía de tele y de radio lo que muy pocos podíamos alcanzar a saber. Y nos enseñó. Quien estuviera atento a su forma de trabajar, a su forma de escribir, a su forma de vivir la radio y la tele, podía aprender mucho; pero es que yo, además, he aprendido a comer con él, he aprendido el valor de la gastronomía, he aprendido el valor de la sensibilidad en el sentido más amplio del término. Es un tipo que vivía, sabía vivir. Invitaba a vivir y mostraba el camino de la vida, el mejor. Yo he tenido el privilegio de tenerle en mis programas, colaborando. Escuchaba con la atención de quien quiere absorber toda la sabiduría de alguien a quien consideras referente principal. Aprendí mucho de radio, aprendí mucho de vida y aprendí mucho a amar la que tengo, porque siempre, siempre, Lorenzo Díaz encontraba un territorio en el que disfrutar de la vida, en cualquier circunstancia. Le hemos perdido, hemos perdido alguien que nos orientaba, pero ha dejado tanto en nuestra memoria afectiva que sigue vivo. La gente que se va queda entre nosotros si su memoria ha dejado huella, y él ha dejado mucha, o sea que seguirá mucho tiempo”.

Goyo González

Goyo González: "Lo conocí en el año 1988, cuando llegué para ocuparme del programa vespertino local de Radio Madrid, "Madrid 7 estrellas". Y él -ellos- para presentar el programa del fin de semana más escuchado de la historia, "A Vivir que son dos días": Concha García Campoy, Javier Rioyo y Lorenzo Díaz. Recuerdo aquellos tiempos de mucho ingenio, de bohemia, de una intelectualidad para todos los públicos, de elegancia en el sonido y en los contenidos. Recuerdo que Lorenzo me pidió que les grabara alguno de los indicativos del programa. Entablamos una amistad de años. Siempre desde el respeto y siempre, por su parte y por la mía, desde el cariño. Luego vinieron otros momentos: comidas, cenas con amistades comunes, sobremesas interminables, que se convertían en clases magistrales, sobre asuntos que nos apasionaban a los dos: la radio y la comida. Lorenzo era un maestro de ambos temas, y a veces un maestro implacable. Si algo no le gustaba, lo decía, sin medias tintas; y si le apasionaba, lo elogiaba, siempre con argumentos y sin pedanterías. 'Goyito', me decía (siempre me llamaba así), 'tú vales mucho, no te dan el sitio que mereces. Tienes uin problema muy gordo, que eres muy buena gente. No dejes que te menosprecien. No seas tan ingenuo. ¿Qué tal Goyito, cómo vas?'. Pues aquí sigo, querido Lorenzo, acordándome de ti, y echándote de menos. No nos veíamos desde hace varios años, cuando paseamos juntos por tu calle de El Retiro y me pediste que te cogiera del brazo. Ya andabas entonces torpemente. ¡Y ya no estás! Gracias por tus lecciones y por tu cariño, por tus cabreos, por tu personalidad aplastante. Ya ves Lorenzo, se nos fue Concha, te has ido tú, pero ahí quedan las historias. Gracias amigo.

José Antonio Naranjo

José Antonio Naranjo: “No me siento triste por la muerte de Lorenzo, ni mucho menos, porque creo que uno no puede sentirse triste cuando el que se va ha tenido una vida plena y una vida reconocida, como la que ha tenido Lorenzo, que se la ha merecido, porque llevaba toda la vida trabajando. Y ha sido un hombre que ha hecho mucho por nuestra profesión. Solo te diré que, después de tantos años viajando por toda España con él, e incluso por el mundo, porque hicimos varios programas fuera de este país, me hubiera gustado que la gente hubiera llegado a conocerle más. Detrás de esa capa que tenía de cascarrabias se encontraba un tipo con un sentido del humor tremendo, divertido... Yo me he reído tanto con Lorenzo, que me va a costar mucho trabajo olvidar esos buenos ratos”

Chapu Apaolaza

Chapu Apaolaza: “Yo siempre le traté de ‘don’ a ‘don Lorenzo’, por la autoridad que tenía para mí. Y él siempre me contestó tratándome de usted, aunque con mucha cercanía y cariño, algo que agradecí siempre mucho, y que hablaba mucho y muy bien de su generosidad y calidad humana. Él ya lo había sido todo en la radio, y yo era un recién llegado. Le conocí en “La Brújula” de Juan Ramón Lucas, y fue siempre uno de los regalos de aquel programa. Recuerdo que me regaló muchos consejos, desde el afecto, y en las salidas del programa disfrutábamos mucho, porque uno de los objetivos de ‘don’ Lorenzo era disfrutar de la vida y hacérsela disfrutar a quienes estaban con él, y la gastronomía era una de sus grandes aficiones. Con él probé la lamprea en una comida en Madrid y, desde entonces, cada vez que la pruebo, me acuerdo de él”.

Rosana Güiza

Rosana Güiza: "Trabaje catorce años con Lorenzo Díaz, en “Herrera en la Onda”. Lorenzo era todo un personaje. Siempre nos trataba de usted, pero con un cariño particular. Cuando viajábamos para hacer programas fuera e íbamos a sitios buenos a comer, siempre me decía: "¡qué felices fuimos, Rosanita!". Con esto quería hacerme ver que, en el futuro, recordaríamos lo felices que fuimos en aquella época y los momentos tan buenos que vivimos juntos. Me quedo con ese recuerdo para siempre; "¡qué felices fuimos Don Lorenzo!".

Lorenzo Díaz, genio y figura, trotamundos manchego del periodismo, exégeta gastronómico, no podía ocultar su vehemencia, su forma de ser, porque era auténtico. Naranjo citaba su máscara protectora de cascarrabias, que, cuando se hurgaba un poco, dejaba traslucir a un tipo culto, -muy culto-, cercano y muy divertido. Ni siquiera las 700 páginas de su historia de la radio se libraron de un brote de cabreo monumental, que quedó reflejado para la posteridad, cuando invitaba a los estudiantes de periodismo a meter “sus narices con impertinencia en esta olla  tan sustanciosa que es la radio española”. El enojo llegaba después, cuando denunciaba que “un penene insolvente de la disciplina radiofónica fusiló fotos (más del 30% del material gráfico de este libro) sin citar procedencia”. Tras la denuncia, llegaba el conjuro: “¡Maldición académica y deontológica para él y para el editor que se prestó a tal felonía!”. Este era don Lorenzo. Único e irrepetible. Descanse en paz.

Gracias sinceras a todos los compañeros que han respondido a la llamada de esta web: Javier Rioyo, Carlos Herrera, Juan Ramón Lucas, Goyo González, José Antonio Naranjo, Chapu Apaolaza y Rosana Güiza. Todos ellos empezaron siendo compañeros de micrófono de Lorenzo Díaz, y todos terminaron siendo sus amigos.