Los complejos prescindibles en el negocio del audio
- Todavía hay quien sigue entendiendo radio y pódcast como compartimentos estancos. Vivimos la era de la audificación y esto comporta un cambio de parámetros y estrategias. De nada sirve reconocer este nuevo paradigma con la boca pequeña y seguir mirando de reojo al pódcast desde la radio y viceversa, intentando medir sus fuerzas e influencias
- La industria debe poner en marcha sinergias entre ambos mundos y explorar caminos impensables hasta ahora
- El pódcast busca visibilidad y la radio se la puede ofrecer. No perdamos oportunidades. Afrontemos, con todas sus consecuencias, el verdadero reto de la audificación: el audio total
El audio constituye una experiencia inmersiva en nuestras propias emociones (Fotografía Pixabay) |
Los planificadores de medios prefieren destinar los presupuestos publicitarios en todo lo que huela a digital. Por estar a la moda, por sentirse más ‘cool´ y de vanguardia, consideran que la radio es un medio arcaico, y creen que nadie la escucha. Por eso, cuando alguien, como la escritora italiana Guia Soncini, se hace la pregunta perversa de “¿alguien escucha realmente pódcast?” el lobby del pódcast se echa las manos a la cabeza y brama en su defensa
“Prodigioso Volcán”, la empresa de comunicación
creada por Tascón era para mí un filtro privilegiado para saber en qué momento
se encontraba la demanda por el pódcast. ¿Por qué sigue haciendo falta ejercer
el apostolado por este nuevo formato de audio? Y Mario Tascón volvió a dar la
clave: “A
la gente le tienes que enseñar para qué sirve. Pasa como con la infografía.
Nadie viene y te pide una infografía, pero cuando la ven, la quieren. Con los pódcast
pasa algo parecido. Cuando lo escuchan, lo quieren, porque es un formato
curioso, entretenido e interesante”. Todo el mundo sabe qué es la radio
y lo que ofrece -tiene un siglo de vida-; en cambio, pocos todavía (sin duda
más que antes, pero aún no los suficientes...) conocen los beneficios de los
pódcast. Todavía es necesaria una intensa labor didáctica de aprendizaje y
asunción de sus bondades; aunque, como moda que es, tiene puntos a su favor en
la línea de salida.
Lo cierto es que el pódcast, como afirmó el exCEO
de COPE, Rafael Pérez del Puerto, se lleva la mayoría de titulares,
aunque la radio se quede con los oyentes. Es una frase ‘políticamente
incorrecta’, porque va a contracorriente. Cuando de lo que se trata es de
potenciar al recién llegado, sin hacerle sombra, ni minusvalorarlo, se
reivindica la radio como medio sonoro más potente, frente al ‘advenedizo’ del
pódcast que busca por todos los medios desbancar del trono a su madre.
Tal es la fuerza del pódcast en estos momentos y la corriente mediática que le
acompaña y le apadrina que a veces da la impresión de que ya hace tiempo que la
radio ha muerto o se ha quedado malherida en alguna cuneta, por el embate del
recién llegado.
No es de extrañar la estrategia de las encuestas, las investigaciones, los análisis que surgen, interesados, para encumbrar los éxitos del pódcast y resaltar un ritmo de crecimiento en escalada asistida, que pocos nos creemos. Tampoco lo contrario. Una gran parte de los promotores de estas encuestas son parte interesada en su desarrollo y crecimiento, como por ejemplo Ivoox o Spotify, con todos mis respetos a estas empresas. Pero es como si ponemos al zorro a hacer las encuestas en el gallinero. Si pedimos credibilidad, no pueden introducirse dudas de ningún tipo, ni mucho menos vinculación orgánica con la actividad en cuestión. Mención aparte conviene subrayar que el noventa por ciento de las encuestas toman como base el universo online, con lo que el sesgo participa de origen en el estudio. Es tan cierto que los únicos que pueden consumir pódcast son los internautas, como que la realidad no se circunscribe, por fortuna, solo al espacio online. Abarca un escenario más amplio, y complejo. La radio, sin embargo, llega a los dos mundos, y en ambos se desenvuelve con soltura. Otra cuestión son los contenidos y a quién se dirigen mayoritariamente...
Ya es hora de superar los complejos y de eliminar las miradas de reojo, de desconfianza, de la radio hacia el pódcast y viceversa. De ninguna manera, a estas alturas, podemos entenderlos como compartimentos estancos. Si persistimos en esta mirada reduccionista, erraremos en la estrategia, y perderemos una oportunidad tras otra a la hora de alcanzar los objetivos de rentabilidad establecidos en cualquier negocio. Quede claro: el negocio, ahora, se llama audio. Y exige miradas abiertas, limpias, sin prejuicios y desacomplejadas
Basta echar un vistazo a esta web para darse cuenta de la multipresencia
del pódcast frente a la radio. Tanto es así que el pasado Día Mundial de la
Radio las cadenas de radio privadas, agrupadas en la Asociación Española
de Radiodifusión Comercial (AERC), lanzaron una campaña de autoestima
alrededor de la radio (”Armados de valor”), con la que pretendían contribuir
a su defensa, en un entorno en el que la percepción subjetiva de muchos
directores creativos se ha desequilibrado claramente en favor del pódcast
frente a la radio, cuando de ninguna manera responde a la realidad en materia
de rentabilidad comercial. El
experto latinoamericano en radio y audio, Tito López, pone de manifiesto
que existe un grave problema de percepción de la radio frente al pódcast,
cuando afirma que “quienes deciden la compra de medios cada vez son más
jóvenes". Los planificadores de medios prefieren destinar los
presupuestos publicitarios en todo lo que huela a digital. Por estar a la moda,
por sentirse más ‘cool´ y de vanguardia, consideran que la radio es un medio
arcaico, y creen que nadie la escucha. Por eso, cuando alguien, como la
escritora italiana Guia Soncini, se hace la pregunta perversa de “¿alguien
escucha realmente pódcast?” el lobby del pódcast se echa las
manos a la cabeza y brama en su defensa.
Creo que la batalla hay que plantearla en otros términos,
menos románticos y más prosaicos, si me apuran, más materialistas. ¿Qué es
‘rentabilidad comercial’? Sin duda se trata de un concepto ambiguo al que
podríamos darle variadas respuestas, muchas de ellas enfrentadas. Frente a la
radio, que las más de las veces se oye de fondo y no se escucha, y por ende se
pierde su eficacia comercial; el pódcast ha venido a demostrarnos que se
escucha más que se oye. Simplemente por eso su ‘eficacia comercial’ ya es
superior a la de la radio. Escribía en 2022 una noticia titulada: “La
publicidad en pódcasts atrae los niveles más altos de atención”, que
venía respaldada por un estudio encargado por el diario británico The Guardian.
El estudio resaltaba que los anuncios en pódcast logran atraer la atención del
65 por ciento de los oyentes, frente al 39 por ciento de la televisión y el 38
por ciento de la radio. En el mismo estudio se confirmaba que la publicidad en
pódcasts genera percepciones positivas de las marcas e invita a los oyentes a
comprar más.
Esta, y no la batalla de la audiencia, es la auténtica
batalla que libran radio y pódcast. No es una batalla cuantitativa, sino
cualitativa, en términos de atención y eficacia comercial. El pódcast se revela
como el formato sonoro más eficaz comercialmente hablando (el
profesor Luis Miguel Pedrero, de la Universidad Nebrija de Madrid,
advierte que el mundo académico de la investigación empieza a hablar del
pódcast “como medio, no como producto”, con razón), porque exige de
sus oyentes mayor nivel de participación. Los oyentes de pódcast son más
activos -y proactivos- que los de la radio. Escuchan más que oyen. Podemos
también rizar el rizo: si extendemos este mismo concepto a los pódcast que
tienen su origen en la producción radiofónica (emitidos por antena)
concluiremos que su escucha a posteriori ¿es más eficaz que la difundida por
aire en directo? Si hablamos en términos cualitativos, no tengo duda. Quien se
descarga un pódcast es porque le gusta, y quiere escucharlo; aunque también concurren
otra serie de circunstancias que hacen que finalmente no se lleguen a escuchar,
pero esto ocurre en menos casos. Además, la escucha se vuelve más intima y
directa, emocionalmente más intensa, porque se realiza a través de auriculares,
envolviendo al oyente en una atmósfera que la radio no logra alcanzar con tanta
eficacia, porque sus efectos son, a menudo, más dispersos.
La producción de audio es la misma en radio y pódcast, y no solo coinciden en la tecnología (Fotografía Pixabay) |
La publicidad en pódcasts genera percepciones positivas de las marcas e invita a los oyentes a comprar más. Esta, y no la batalla de la audiencia, es la auténtica batalla que libran radio y pódcast. No es una batalla cuantitativa, sino cualitativa, en términos de atención y eficacia comercial. El pódcast se revela como el formato sonoro más eficaz comercialmente hablando, porque exige de sus oyentes mayor nivel de participación. Los oyentes de pódcast son más activos -y proactivos- que los de la radio. Escuchan más que oyen
En los últimos cinco años, no más, hemos asistido a
movimientos empresariales impensables como la reorganización interna de las
unidades de negocio en radio y audio. Tal vez el
mejor ejemplo en España sea el de PRISA, con la creación de las divisiones de PRISA
Radio y PRISA Audio, pero más radical se me antoja lo ocurrido con algunas
compañías que, decididamente, han eliminado la palabra ‘radio’ y la han
sustituido por la de ‘audio’. Casos muy llamativos, en este sentido, han sido
los de la
británica Bauer Radio UK, que ya es Bauer Media Audio UK, o la
australiana SBS Radio, convertida hoy en SBS Audio. Quedan muchos pasos por
dar en el desarrollo de estos nuevos organigramas en los que el término “Audio”
incluye tanto a la centenaria radio, como al recién llegado pódcast. Por eso,
personalmente, no me sorprendía en absoluto, la noticia publicada hace poco en
esta web de que “la
radio es un escaparate perfecto para promocionar los pódcast”. El director
de investigación de Westwood One, la rama nacional de Cumulus Media, la red de
audio más grande de Estados Unidos, Pierre Bouvard, “descubre” que “la
promoción de pódcasts en la radio OM/FM funciona”. Ahí está otro caso que acabo de publicar, el de Podcast Radio, nacido en Reino Unido y recién aterrizado en USA: la unión de radio y pódcast, lo mejor de los dos mundos.
Queda mucho terreno por explorar en este sentido: en la suma
de radio más pódcast, no solo, como ya ocurre, en la producción de los llamados
“pódcast de radio”, surgidos de la emisión en antena, y de su (segundo) uso a
posteriori, bajo demanda, sino en las sinergias que podrían producirse entre ‘pódcast
nativos’ y radio. ¿Quién ha dicho, por ejemplo, que Podium Pódcast, que cuenta
con unos contenidos de una calidad extraordinaria, no podría convertirse en
Podium Radio, cuando en un hipotético futuro el definitivo despliegue de la RDT
pusiera sobre la mesa nuevas frecuencias para acometer nuevos proyectos
orientados a nuevos targets? La radio es, por supuesto, un escaparate magnífico
para multiplicar masivamente contenidos, propios ¡y ajenos! ¿por qué no
comercializar pódcast de otras productoras en la SER, COPE
u Onda Cero? De lo que se trata es de dar
publicidad (difusión en definitiva) a los contenidos y la radio es el camino
natural de los pódcast, al igual que estos representan una segunda vida, casi
eterna en el tiempo, de consumo de los contenidos radiofónicos. Hasta ahora la
propia industria ha sido muy timorata, prudente, dirían otras voces, en iniciar
este camino de intercambio y colaboración, por miedo a la temida fagocitación, pero debe verse, en sentido
estricto, como el camino más natural a recorrer por el Audio, una vez que
entendemos que este término abarca las dos realidades, en definitiva dos
caminos diferenciados, pero complementarios, para consumir contenidos sonoros:
el directo -el más directo- y el bajo demanda, que se ha introducido en
nuestros hábitos y rutinas con una pasmosa espontaneidad.
La radio no es tan antigua como nos quieren hacer creer ni está moribunda (Fotografía Pixabay) |
Ya es hora de superar los complejos y de eliminar las
miradas de reojo de desconfianza de la radio hacia el pódcast y viceversa. De ninguna manera, a
estas alturas, podemos entenderlos como compartimentos estancos. Si persistimos
en esta mirada reduccionista, erraremos en la estrategia, y perderemos una oportunidad
tras otra a la hora de alcanzar los objetivos de rentabilidad establecidos en
cualquier negocio. Quede claro: el negocio, ahora, se llama audio. Y exige
miradas abiertas, limpias, sin prejuicios y desacomplejadas.