La carga emocional de 30 años de “La Ventana” en la SER
- Este Especial 30 años de "La Ventana" removió literalmente las emociones de un millón de personas, que recuperaron, como un cortocircuito, sus recuerdos como oyentes de Javier Sardá, y el señor Casamajor, de Gemma Nierga y de Carles Francino
- Pero no solo se removieron las emociones de los oyentes, también los tres presentadores y directores de "La Ventana" recuperaron sus respectivos contextos, el más traumático, el de Gemma Nierga, por su salida forzosa de la SER, tan polémica y criticada por sus oyentes
Javier Sardá, Carles Francino y Gemma Nierga, con Toni Martínez e Isaías Lafuente al fondo (Fotografías CadenaSER.com) |
Los tres, Sardá, Nierga y Francino, partían de una carga emocional de enormes proporciones que sobrevoló silenciosa la tarde del pasado viernes 22 de septiembre en el Teatro Victoria de Barcelona. Francino se sintió muy cómodo, porque estaba rodeado por los oyentes, a quienes veía las caras, y flanqueado por Sardá, a quien ha admirado siempre, y su querida Gemma, a quien, en la despedida, en su primer día de “La Ventana”, tras su despido fulminante, dedicó unas palabras de cariño, con todo en contra, anteponiendo la amistad y el respeto a cualesquiera otras razones, posibles represalias incluidas
Escuchar a Sardá y al señor Casamajor en aquel primer programa
de 1993, cuando se puso en marcha, con Miguel Bosé como invitado, o a
Gemma cuando saludó en su primera tarde, acompañada de un Boris casi excitado
por la proximidad de uno de sus iconos adolescentes, el cantante puertorriqueño
Ricky Martin, despertó de golpe el sistema límbico de los oyentes y lo
puso al rojo vivo. Ningún otro medio, más que la radio (ni siquiera un libro,
lo que más se le acerca en la creación de atmósferas) es capaz de provocar
semejante cortocircuito emocional. La radio, esa fiel compañera de viaje, se
rodea de oyentes activos, y proactivos. Oyentes que tienen que hacer el
esfuerzo de entender, de escuchar, y de crear sus propias imágenes, a partir de
las palabras y el resto de sonidos. Pero incluso en el peor de los casos, en el
de aquellos oyentes (inexistentes) que solo hubieran tenido la radio sonando de
fondo en estos treinta años de vida de “La Ventana”, también tendrían en
su cerebro marcado el recuerdo de Sardá, de Gemma y, por supuesto, el de
Francino, más cercano en el tiempo. Porque la radio es como el xirimiri,
te va calando hasta los huesos, sin que te enteres...
Ese orballo, en su versión gallega, no solo afecta a
quien escucha la radio, sino también a quien la hace. La prueba fue Gemma
Nierga. Tras recordar que los programas en exteriores, cara al público (“les
llamamos hacer bolos”) le daban un poco de pereza, por los preparativos y
el desplazamiento (y Sardá apuntar, con rotundidad, “¡mucha pereza!”),
la periodista catalana confesaba al público mirándolo risueña: “cuando he
entrado, y les he visto, les he sentido, y les he notado con tanto cariño, he
pensado que no sabía que les echaba tanto de menos; o sea, no era consciente de
lo bonito que es esta radio frente al público, mirándose a la cara”, concluyó.
Cada uno de ellos aportó a este “Especial XXX Aniversario de ‘La Ventana’”
su particular cúmulo de emociones personales.
Sardá era feliz en las tardes de Radio Nacional de España engrasando
cada día “La Bisagra”, una revista radiofónica que nació el mes de
octubre de 1986 desde los estudios de la pública en Barcelona. Era entonces
un pequeño contenedor de sesenta minutos en el que cabían reportajes y
entrevistas sobre los temas y los personajes más insólitos, a base de preguntas
a menudo surrealistas, todo producto de un cuidadísimo guion. Antes, Sardá, y Casamajor, don Jordi, habían pasado, como colaboradores, por el programa nocturno “Tren de
medianoche”, que presentaba el vozarrón de Jorge López Pedrol. Las
tardes eran cómodas, pero después de muchas presiones, le pasaron a las
mañanas, y ahí el camino se hacía más cuesta arriba. "¡Claro! Es que competía con Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo", me confesó en una entrevista Sardá. La SER le había tentado en varias ocasiones,
pero él se resistía. Hasta que claudicó. Pero el primero al que ficharon fue en
realidad al señor Casamajor, como colaborador del “Hoy por Hoy” de Iñaki.
Ya se barruntaba, de todas formas, en lontananza, el aterrizaje de Sardá en las
tardes de la SER.
Francino disfrutó de esta "Ventana treintañera" |
Pero Encarna Sánchez se revolvía por el liderazgo, con una Julia
Otero, en Onda Cero pisándole los
talones y la SER no alcanzaba sus
números. Hasta que llegó Javier Sardá a “La Ventana”. Poco después de
que lograra el liderazgo de las tardes, anunció su marcha a Telecinco, para poner
en marcha “Crónicas marcianas”. Era 1997, y el director general de la SER de entonces, Augusto Delkáder, recibió
la noticia de la marcha de Sardá con disgusto y hasta indignación. Con cabreo,
vamos. Pero Sardá iba a ganar en pocos años en la televisión mucho más que todo
lo que había conseguido en la radio en toda su carrera hasta entonces. La
comparación era odiosa. En todo caso, “Crónicas” continuó el formato de “La
Ventana”. Si este fue un programa coral, “Crónicas” también lo fue.
El padre del Señor Casamajor no quiso olvidar a su equipo: el que
le ha hecho grande allá donde fue: Jordi Roca, Miquel José, Xavier Vidal,
Albert Barba, Jorge Pazos, Mercedes Garro, Juan Carlos Ortega, Montse Rodríguez,
Txiki Navarro, Vicente Huguet y Jorge Medrano.
La mirada de Francino a Sardá lo dice todo: complicidad y admiración |
Para Gemma, después de esa llamada de Gavela, fueron quince
temporadas de “La Ventana”, que terminaron con un encaje de bolillos
producto de un desencuentro: para quitarse de en medio a un Francino que
lideraba un “Hoy por Hoy” poco receptivo a la doctrina de la casa y muy
celoso de su independencia, le bajaron a las tardes y subieron a Gemma al
segundo tramo del “Hoy por Hoy”, con Pepa Bueno, muy vigilada en
los contenidos y con reducida capacidad de decisión. El hecho de que, durante
los años convulsos de la Prisa de Cebrián y sus tormentosos EREs, incluida una huelga
en la SER, tanto Francino como Nierga apoyaran a los trabajadores, no ayudó tampoco.
Gemma disfrutó, y agradeció la oportunidad de reencontrarse con muchos de sus oyentes de la SER |
Juan Carlos Ortega en el 'Especial' |
Su intervención, una vez más, supuso un punto y
aparte en este “Especial XXX Aniversario de ‘La Ventana’. Acusó a Javier
Sardá de plagio. “Descubriste un programa en Alemania en el que los
presentadores eran un señor mayor y otro joven y lo copiaste. Tengo la prueba de
lo que digo”, y acto seguido accionó un Revox (magnetófono clásico de
bobinas) y se escuchó perfectamente el espacio: dos personas, una algo mayor,
hablando en alemán y presentando un programa de radio. La acusación resultaba
demoledora. Igual que la de Gemma Nierga, de la que desveló las numerosas
pruebas que tuvo que hacer para presentar el primer día “La Ventana”, por lo
nerviosa que estaba. “Tuviste que grabarla, porque no te dejaban los nervios, y
tuviste que hacer un montón de tomas, hasta que salió la buena”. De nuevo le
dio al clic y se escuchó a Gemma equivocándose con el nombre del programa, el
de la emisora, y hasta el suyo propio. Al final, Ortega descubrió que todo
había sido un juego en el que la ‘Inteligencia Artificial’ hizo que Sardá y Casamajor
hablaran en alemán y Gemma se equivocara constantemente. Tras las risas de
rigor, y la felicitación a Ortega por parte de toda la mesa, Francino zanjó: “a
mí esto de la IA me da miedo”. No es para menos... GZ.
Escuchar a Sardá y al señor Casamajor despertó de golpe el sistema límbico de los oyentes y lo puso al rojo vivo. Ningún otro medio, más que la radio (ni siquiera un libro, lo que más se le acerca en la creación de atmósferas) es capaz de provocar semejante cortocircuito emocional. La radio es una fiel compañera de viaje que, como el algodón, no engaña
Los tres, Sardá, Nierga y Francino, partían de una carga
emocional de enormes proporciones que sobrevoló silenciosa la tarde del pasado viernes
22 de septiembre en el Teatro Victoria de Barcelona. Francino se sintió muy cómodo,
porque estaba rodeado por los oyentes, a quienes veía las caras, y flanqueado
por Sardá, a quien ha admirado siempre, y su querida Gemma, a quien, en la
despedida, en su primer día de “La Ventana”, tras su despido fulminante,
dedicó unas palabras de cariño, con todo en contra. Algo parecido a la intervención
de Pepe Domingo Castaño cuando Daniel Anido (director de la SER)
le prohibió hacer cualquier alusión a la ausencia de Paco González, tras
su despido, y el gallego le dedicó su corazón, como buen amigo, demostrando que
la amistad está muy por encima de directrices, aunque vengan acompañadas de posibles
represalias.
Como los buenos payasos, la pena iba por dentro. Los
recuerdos, sin embargo, no lograron enturbiar la bonhomía de los tres, (re)
unidos ante el micrófono de la SER en
el que fueron tan felices, haciendo buena radio, la que los oyentes aplaudieron,
y agradecieron, a rabiar. La radio es el medio en que mejor conocemos a quien
está delante del micrófono. Su tono, su respiración, su ritmo, todo sirve para
componer un retrato inconsciente de quien habla y acercarle al oyente, que se
convierte en su pariente cercano. De ahí la efusividad que le dedican si se lo
encuentran por la calle, porque es de la familia... En el caso de Francino,
escribí en 2013, “A
Francino le sienta bien la tarde”. Hoy, una década después, puedo decir
que no me equivoqué. La está disfrutando.
Como disfrutaron los centenares de oyentes presentes en el Teatro Victoria de Barcelona de este “Especial XXX Aniversario de ‘La Ventana’”, porque estos tres nombres: Sardá, Nierga y Francino les han acompañado ¡toda su vida! desde su radio preferida. Y en esa tarde, les tuvieron enfrente, pudieron captar sus miradas, sus sonrisas, sus gestos. La radio es pura emoción. Que no nos falte. Gracias a los tres por acompañarme tan de cerca durante todos estos años.
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