“El Sentido de la birra”: del podcast al show
- Madrid acogió anoche el show de “El Sentido de la Birra Live”, un espectáculo musical protagonizado por el músico y podcaster Ricardo Moya, en el que contó con música en directo, gracias a la banda valenciana Lyric Onion Band, y la participación del actor Ernesto Sevilla y el rapero Arkano
Ernesto Sevilla, Arkano y Ricardo Moya en "El Sentido de la Birra Live" de anoche (Reportaje fotográfico M.M.Canales) |
Me acerqué con afán de curiosear, de percibir cómo se ha producido ese proceso por el que un podcast de éxito evoluciona en espectáculo. Y, al tiempo, a modo casi de análisis sociológico, comprobar qué tipo de público se acercaba a la llamada de Ricardo Moya. Era, lo vi, bastante intergeneracional, aunque con clara mayoría de millennials (entre 30 y 40 años), contemporáneos y coetáneos del propio podcaster y cantante (34 años). Estaba claro que eran consumidores de “El Sentido de la birra” que acudían a la invitación de su inventor con una lógica actitud hedonista
Este pasado viernes, en la madrileña sala Shoko de Madrid,
ubicada a pocos metros de la emblemática Puerta de Toledo, Ricardo Moya reunió
a cientos de personas que quisieron acompañarle en el show “El
Sentido de la Birra Live”. Por si alguien a estas alturas lo desconoce, hay
que añadir al perfil de Moya que, además de su condición de podcaster, suma a
sus competencias la de cantante. De ahí que esta versión libérrima del podcast
“El Sentido de la Birra” incluya música y palabra, algo, por otra parte,
nada original, que no haya hecho antes la radio. Pero se confirma: el podcast
no ha inventado nada, lo ha reinterpretado y le ha añadido la impronta y la
personalidad de quien lo lidera. Y Moya es un tipo al que merece la pena
acercarse.
De la parte musical hay que aplaudir el regalo de la banda
que acompañó al show: la valenciana Lyric Onion Band que nos
recibió tocando impecablemente conforme entrábamos en la sala, a modo de
teloneros de lujo: batería, saxofón, guitarra y bajo. Y acompañaron
magistralmente las canciones del propio Moya y de ese repentizador con tanta
simpatía como química que se gana al público con una simple estrofa, que
responde al nombre de Arkano. Se percibía la comunión y la
complicidad de Moya entre sus canciones y el público, especialmente al final,
cuando interpretó (no podía faltar) su popular tema “Aparcamiento”.
El humorista Quique Macías ejerció de maestro de
ceremonias, con el difícil y complicado papelón, al principio, de amansar a las
fieras y lograr captar su atención, cuando el respetable iba llenando la pista
de la sala Shoko, y acercándose a la barra a por provisiones para sobrellevar
el show. A duras penas se oía algo al final de la sala de las conversaciones
que mantuvo Moya con Arkano y el actor Ernesto Sevilla que, nada más llegar,
se bebió, de un trago, su tubo de cerveza, “el primer trago es el mejor”,
aseguró. Pese a los reiterados (muy reiterados) llamamientos al silencio por
parte de la organización y de parte del público, lo cierto es que, quienes
ocupábamos a ratos este emplazamiento, sufrimos las interferencias ruidosas de
la falta de educación y/o de empatía de algunos de los asistentes. En este
caso, es obvio que el nombre del podcast condiciona el tipo de sala en que desarrollar
su versión show: una sala de fiestas donde pueda compaginarse el
espectáculo con el consumo de alcohol moderado (cervezas, por supuesto, lo más
coherente).
Ricardo Moya durante una de sus actuaciones musicales |
Sin embargo, quienes se acercaran a la madrileña sala Shoko
con intención de disfrutar en directo de las conversaciones a las que nos tiene
acostumbrados Ricardo Moya en sus podcast, nos vimos algo decepcionados, porque
la charleta pierde profundidad y enjundia y gana en superficialidad y efectismo,
también en humor. La prioridad, en este caso, no es la conversación, sino, decididamente,
el show, el espectáculo, que impone concesiones al ritmo, al tempo y al
contenido de las charlas, mucho más breves, intrascendentes y, en algunos
casos, con notas de humor de dudoso gusto, como proponer que las iglesias se llenen
de niños para recuperar las vocaciones de los sacerdotes, propuesta de Ernesto
Sevilla, que admitió que para él oír hablar de curas “era asociarlo con
niños” o las repetidas alusiones despectivas a la organización religiosa Opus
Dei, en medio de la chanza colectiva del público. No tengo especial interés en defenderla,
pero sí me preguntaba por la necesidad de excluir frente a la virtud de sumar.
Arkano improvisando a partir de objetos que mostraba el público |
En algunos momentos, debo reconocerlo, me sentía desplazado.
‘No sé qué pinta un boomer’ en este sarao’, me preguntaba. Pero podía
más mi curiosidad sociológica y mi observación analítica del evento que
cualquier otra consideración. Que Ricardo Moya se empeñara en contar una
anécdota de Arkano en su afán por ¡chupar a Jordi Hurtado!, hazaña que
finalmente logró, como comprobamos gracias a la certificación de un video, me
dejó bastante frío y estupefacto, al igual que la innecesaria abundancia y
derroche verbal de tacos que protagonizó Arkano, exagerada, en un supuesto
intento por marcar proximidad con el público, como si la complicidad fuera
aliada del mal gusto, tan poco edificante.
Entrevista de Ricardo Moya a Ernesto Sevilla |