Ana José Cancio (RNE): "En la radio te expones porque no hay una imagen que te cubra"
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Periodista de deportes en RNE, con cuarenta años de servicio en la radio pública
"La radio no me llamaba la atención"
- "La imagen de Ana José Cancio (Guardo, Palencia, 1960) es la de una periodista peleando, rodeada de machos alfa, dentro de la caverna más profunda de la prensa: la información deportiva. Premio Lilí Alvarez en 2019 por su trabajo en favor de la mujer en el deporte, corredora y maratoniana militante, es una voz de la retransmisión deportiva y una documentalista de lujo"
Sport.Jotdown.es, Luis Arribas, 6.12.2022. EXTRACTO. La imagen de Ana José Cancio (Guardo, Palencia, 1960) es la de una periodista peleando, rodeada de machos alfa, dentro de la caverna más profunda de la prensa: la información deportiva. Desde cuando los pabellones de baloncesto tenían una densa humareda por el tabaco y señores como José María García se sentían amos y señores de lo que ocurría en el deporte español. Cumple en 2023 cuarenta años de servicio en RTVE. Cuesta que ella hable de su carrera porque pocos profesionales han contado tanto de otros y tan poco de sí misma. Premio Lilí Alvarez en 2019 por su trabajo en favor de la mujer en el deporte, corredora y maratoniana militante, es una voz de la retransmisión deportiva y una documentalista de lujo. Si le cogió demasiado joven para acordarse, Ana José Cancio es la pionera del periodismo deportivo de carretera, del pie de cancha, de los banquillos y hasta de algún vestuario.
-¿Qué te tiraba más para ser periodista? ¿El de radio, tele o el escrito? Son años muy de radio.
-Sobre todo, me tiraba la curiosidad. En mi pueblo siempre hacía deporte, el poco que había. Además, iba al fútbol con mi padre al Campo de la Estación. Con mis amigos jugaba al fútbol en lo que se llamaba el Campo del Bache y siempre me gustó el deporte y fui muy curiosa. En aquel momento no sabía por dónde, pero me gustaba observar, contar, y sobre todo aquellas historias que llegaban alrededor del deporte. En casa había televisión, claro, pero no la veíamos tanto. Mientras merendabas el pan con el chocolate sí que veías un rato de tele, pero poco más. De hecho, recuerdo mi primera imagen con un King Kong en pantalla, subido al rascacielos con la chica en su regazo. Sí que comprabas el diario deportivo, pero, fíjate, la radio no me llamaba la atención. Además, en un pueblo así de metido en un valle entre las montañas, todo hace que la señal de radio no llegue bien. Llegaba Radio Nacional (RNE) y de una manera regular. Y del resto de emisoras no se escuchaba nada por la orografía, porque no había repetidores.
"El poder de la radio es poder llegar a la gente lo que está oyendo, que lo recree, que se entere tanto en retransmisiones como en las malditas conexiones de un minuto para Telediario. «Cuéntanos la etapa en un minuto», te dicen. Yo lo llamo 'la dictadura del minuto'. Pero la inmediatez de la radio me evocaba mucho más que la televisión. Poder contar rápidamente la noticia en el momento, eso es la leche
-Sobre el papel de Radio Exterior se ha escrito muy poco.
-Es que donde fueras por Europa se sintonizaba Radio Exterior o la BBC, pero siempre en onda corta. Hoy es muy difícil entenderla con el acceso que tenemos a internet, pero Radio Exterior siempre fue la ventana al mundo. Con la cantidad de emigrados de los años 50 y 60, era la manera que tenían de enterarse de qué ocurría en España, aunque esa información les llegaba muy seleccionada, claro. Pero es que nosotros vivíamos una dictadura, con lo que, si el que había emigrado era republicano, tampoco le atraía mucho la información que se le diese desde España. Allá donde fuéramos en mis primeros viajes con Radio Nacional, por ejemplo, con el Real Madrid de baloncesto, sobre todo en Suiza, en Alemania, siempre aparecían emigrantes españoles que se acercaban a escucharte y te conocían porque te habían escuchado por la radio. Eso te daba una satisfacción enorme. Gente que llevaba veinte años emigrados, con hijos nacidos fuera y todo. También recibías cartas, de Europa y hasta de Guinea Ecuatorial. Por ejemplo, te encontrabas gente en Rumania ¡que habían aprendido castellano a base de escuchar Tablero Deportivo!
-Y te vas enamorando de la radio.
-Ya desde la facultad decidí qué parte del periodismo me atraía más. Con la radio te lo tienen que contar pero además pones de tu parte, tienes la capacidad de imaginar. La tele provoca menos emociones. El poder de la radio es poder llegar a la gente lo que está oyendo, que lo recree, que se entere tanto en retransmisiones como en las malditas conexiones de un minuto para Telediario. «Cuéntanos la etapa en un minuto», te dicen. Yo lo llamo 'la dictadura del minuto'. Pero la inmediatez de la radio me evocaba mucho más que la televisión. Poder contar rápidamente la noticia en el momento, eso es la leche. En la radio te expones dado que no hay una imagen que te cubra.
-La adrenalina, que parece cosa muy de tíos.
-Sobre el papel de Radio Exterior se ha escrito muy poco" Es que donde fueras por Europa se sintonizaba Radio Exterior o la BBC, en onda corta. Radio Exterior siempre fue la ventana al mundo. Allá donde fuéramos en mis primeros viajes con Radio Nacional, siempre aparecían emigrantes españoles que se acercaban a escucharte y te conocían porque te habían escuchado por la radio. Eso te daba una satisfacción enorme. Por ejemplo, te encontrabas gente en Rumania ¡que habían aprendido castellano a base de escuchar Tablero Deportivo!"
-Tú llegabas a cualquier redacción de deportes y todos eran hombres, desde los que dirigían los programas hasta tanto en informativos como en los carruseles. Creo que en España, en una radio de cobertura nacional, yo era la única mujer. En los 80 había pioneras, claro. En la emisión local de información deportiva había una mujer en Radio Popular de Bilbao y, en la redacción de RNE, exactamente lo mismo. Mi pasión como oyente de radio me enamoró de cómo retransmitía el baloncesto Luis de Benito. Al escucharlo me parecía un periodista super potente. Y el baloncesto ya era una pasión en aquella época, hasta el punto de que yo era árbitro federado. Curiosamente Luis De Benito se juntaba con un equipo que se llamaba Los Plumillas y jugaba en La Nevera, la cancha vieja del Ramiro de Maeztu. Eran, agárrate: Antonio Díaz-Miguel, Chus Codina, Pedro Macía, Wayne Brabender, Pedro Jota Ramírez, Chiqui de la Fuente, e imagínate, yo me iba a cenar con aquellos santones del periodismo después de jugar los viernes.
-Haces un paréntesis de dos años en San Sebastián haciendo información general. De 1985 a 1987.
-Es un paréntesis obligado porque, para conseguir la plaza me había presentado un par de veces a las oposiciones en Madrid pero, finalmente, la saqué para la emisora de San Sebastián. Me incorporé y pasé dos años y medio, muy duros, porque eran los años de plomo del País Vasco. Hice información general en RNE aunque metía cuñas deportivas en Diario 16 porque uno de los redactores de deportes, Oswaldo Menéndez, a quien conocía de Gráfico Deportivo, una revista que duró una temporada, recibía mis crónicas de la Real Sociedad. Pero en información general cada día era un atentado, una manifestación y ruedas de prensa durísimas. Día sí y día también pasaba mucho tiempo en la Audiencia. Costó porque vas sin conocer a nadie y, al final, los primeros meses eres una persona de fuera y sientes mucho recelo a ver por dónde va esta que ha llegado nueva.
-¿Por ser de fuera o por ser mujer?
"Estábamos grabando, y en ese momento se mete José María García por en medio, interrumpe con su micrófono «venga, vente que está por ahí tu familia y tal». Le digo que se ha metido en mitad de una entrevista. Y García va escalando en plan energúmeno; que quién era yo para decirle a él cuándo y dónde hacer las entrevistas. Cuando dejó de decir barbaridades, el propio Freire le dice «voy a terminar la entrevista con Ana, con TVE, y ahora voy contigo». García llamó a Mari Carmen Izquierdo, directora de Programas Deportivos de mi cadena y le pidió literalmente que me sacaran de la Vuelta y me mandaran para Madrid. Y ella le dio credibilidad a él. Hasta que intervino Alfredo Urdaci.
-Yo creo que más por ser de fuera. También dio la casualidad que el director de todo el País Vasco era un misógino de la leche. En la emisora, es verdad que había dos locutoras, pero ninguna redactora. Y tú llegabas a ese País Vasco en el que todo eran dos bandos y no podías estar en un lugar intermedio, verlo desde fuera, observar y contar la noticia con objetividad. Por añadidura costaba un montón llegar a las fuentes de información y profundizar. Contabas atentados pero era difícil ir más allá del qué y quién porque había mucho silencio; en esos años los GAL también estaban en activo. Y desde luego la gente salía, íbamos a tomarla pero nadie hablaba de política. De cualquier otro tema…
-Te pregunto por tu bronca con José María García.
-José María García era uno de los dueños de Unipublic, la empresa organizadora de la Vuelta a España. El único acontecimiento donde coincidía con él era la Vuelta. Los dos hacíamos las líneas de meta y las entrevistas. Estábamos en Torrelavega, en la Vuelta de 2001. La etapa llegaba al velódromo del complejo deportivo llamado Oscar Freire por el héroe de la ciudad, que ya había sido campeón del mundo en Verona y bronce en 2000 en Plouay. No me corría prisa la inmediatez de entrevistarlo porque en esos días hago los Telediarios y dejé primero que los compañeros de radio, que necesitan esa urgencia, hagan su trabajo. Tres cuartos de hora después Freire ya está tranquilo, parece que ha atendido a todas las radios con quienes me llevo muy bien, y le pregunto si podemos grabar la entrevista para Telediario. Estamos grabando, y en ese momento se mete García por en medio, interrumpe con su micrófono «venga, vente que está por ahí tu familia y tal». Le digo que se ha metido en mitad de una entrevista. Y García va escalando en plan energúmeno; que quién era yo para decirle a él cuándo y dónde hacer las entrevistas. Que qué me creía yo. Se puso como un energúmeno, como luego quedó grabado en algunas imágenes que tomó TeleCabarga. Él seguía con que yo lo iba a pagar, que ojo con lo que había hecho. Yo no entré al trapo mientras él estaba montando un espectáculo lamentable al creerse dueño de las metas de la Vuelta Ciclista. Nadie se le podía interponer. Cuando deja de decir barbaridades y de provocar, el propio Freire le dice «voy a terminar la entrevista con Ana, con TVE, y ahora voy contigo». Y aquello se zanjó, pero García me la tenía guardada. No contento con eso llamó a Mari Carmen Izquierdo, directora de Programas Deportivos de mi cadena. Pidió literalmente que me sacaran de la Vuelta y me mandaran para Madrid. Y ella le dio credibilidad a él. Hasta que Alfredo Urdaci, mi jefe en la Dirección de Informativos, me llamó, me dio la oportunidad de explicar mi versión, y por supuesto yo continué en la Vuelta hasta el final. Tampoco les di más importancia porque García se puso en evidencia, mostró el tipo de persona que era. Yo iba a lo mío, a mi trabajo, cosa que él no hacía.