Avance: Carta abierta a Pepe Domingo Castaño en su 80 cumpleaños
El editor escribe al animador de "Tiempo de Juego", en COPE, tras la lectura de su libro "Hasta que se me acaben las palabras"
- El libro autobiográfico del locutor gallego ha sido uno de los más vendidos del año, y los beneficios que obtenga irán destinados a varias ONG's
- Desde temprana edad en su Padrón natal se sintió atraído por la radio y no paró hasta conseguir trabajar en ella
- Huyó de casa tras su primer contrato en Radio Galicia de Santiago de Compostela para no herir a su madre, y su hermana le despidió diciéndole "Tienes que triunfar, Pepiño"
Pepe Domingo Castaño en la fotografía que ocupa la portada de su libro (Fotografía Aguilar) |
“En mi historial de emociones siempre figurará que estuve al lado de Iñaki Gabilondo en el nacimiento de su estrellato, y muy cerca de él en el alumbramiento triunfal y posterior confirmación en “Hoy por Hoy” de que estábamos ante uno de los comunicadores geniales que le nacen a la radio muy de cuando en cuando”
“La Guardia Civil lo sabe y no me extrañaría nada que sospechasen también de ti”. Lo que sabía la Guardia Civil es que, en un país azotado por la penuria y la indigencia, solo sobreviven quienes más fuertes se muestran ante la adversidad. Y este era tu padre, Antonio, que no dejó nunca de luchar para sacar adelante a sus doce hijos. Y en la lista de las ilegalidades para encontrarse de bruces con el sustento, estaba el contrabando. Leyéndote, también pasé miedo contigo, en esas incursiones en el fayado (desván), donde tu padre tenía acumulado el material. “Me di cuenta de que mi padre podía estar en un lío”, confiesas, con preocupación. “El descubrimiento me llenó de terror. Me dio miedo que le descubrieran. Me habría cambiado por él, con tal de que nadie se enterara de lo que estaba pasando”.
He seguido con interés tu relato biográfico, Pepe, mi admirado Pepe. Tuve la enorme suerte de que nuestros caminos se cruzaran en los inicios de mi camino profesional, allá por el verano de 1989, cuando mi jefe, Ramón Gabilondo, me encargó ser tu voz en (Radio) San Sebastián, cuando desde Madrid, me saludabas cada tarde, cariñoso, en tu programa “SERvicio de Verano”, de la SER, cuyo productor era el inolvidable Paco Barrero. He seguido tu niñez, feliz a pesar de las circunstancias, tus primeros escarceos amorosos, tus clases de latín (¡Ay, el latín!), tu ingreso en el convento de San Pablo de Palencia y tu abandono culpable, por influencia del entorno, del hábito. “Bueno, hombre, bueno. Si no tenías vocación, ha sido mejor así. Pero no debes olvidar nunca lo que allí te enseñaron. En la vida, en el mundo, también se puede hacer una gran labor. No todos los santos han sido sacerdotes. Y tú eres muy buena persona”. Quien te decía esto era el padre Jaime, del convento de Los Dominicos, quienes te animaron a dar el paso de la vocación religiosa. Sabio el padre Jaime...
De regreso a la vida seglar, tu familia te facilitó tu primer empleo, de administrativo en la fábrica de curtidos del pueblo. Y surgieron tus dudas y vacilaciones en torno al destino laboral que habían escogido por ti. “Mi pasión por el alcohol era otra de las grandes dudas que tenían respecto a mis posibilidades laborales. Y las mujeres. Y los bailes. Y la música, que ya comenzaba a gustarme”. Solo tenías dieciocho años. Pero nada de esto fue impedimento para hacer un buen trabajo en aquella fábrica, aunque no te gustara nada. “Aquella oficina que me había recibido con la luz de la esperanza fue haciéndose cárcel. Seguir allí, día a día, haciendo lo mismo que el día anterior y que el día siguiente, fue un martirio que duró varios años”. Y, es curioso, la radio llegó para salvarte.
“Atención, queridos oyentes de Radio Galicia, de la Sociedad Española de Radiodifusión. Esta emisora convoca a través de este comunicado un concurso para elegir nuevas voces para nuestra emisora”. Aquí comienza el resto de tu vida. Pero sin olvidar nunca tus raíces, tu familia y tus amigos, lo que sin duda te ayudó a tener los pies en el suelo y a afrontar con dignidad el futuro. “En una mañana conquisté el sueño más imposible, ese por el que hombres y mujeres de todo el mundo darían su vida entera”, reconoces. Aquel ‘sí’ a la radio suponía despedirse de la fábrica de curtidos, algo que no lamentabas, pero despedirse de “don Ignacio”, el jefe, quien te había tratado tan bien, fue tan duro como inevitable. “Solo quiero que sepas que aquí siempre dejarás buen recuerdo. Y si algún día las cosas te salen mal, no dudes en hablar conmigo”. Definitivamente, don Ignacio era una buena persona. Luego te darías cuenta de que el sueldo de la radio era inferior al de la fábrica de curtidos. Cosas de la vocación...
ESTE MARTES 18 DE OCTUBRE, “CARTA ABIERTA A PEPE DOMINGO CASTAÑO EN SU 80 CUMPLEAÑOS”, LA HISTORIA DE UN SUEÑO CUMPLIDO, Y AHORA COMPARTIDO