El aire de la radio sin fronteras en la guerra de Ucrania
- Putin controla internet, ha apagado Twitter y Facebook, persigue a los medios que no comulguen con la línea oficial del régimen, tirotea a periodistas occidentales, pero la Onda Corta y la Onda Media están informando a la población ucrania del auténtico desarrollo de los acontecimientos
- La industria de la radio tiene que decidir dónde quiere estar: en una red controlada por terceros, empresas y poderes; o al frente de su propia red de distribución y difusión por aire
Cuántas vueltas ha dado el mundo
en unos pocos días. De superar el miedo y la incertidumbre a la tormenta del
coronavirus, que ahora parece escampar, nos hemos metido de lleno en una crisis
energética y una crisis internacional (que va a agravar la energética), con una
guerra en el corazón europeo, en el que la radio está jugando un gran papel
(como siempre, por otra parte). Radio Exterior de España, de RNE, recordaba hace unos días que la
radio pública española lleva emitiendo en Onda Corta para Rusia y Ucrania, a través de Radio Exterior de España, ¡¡desde
la Segunda Guerra Mundial!! no como otros países que han lanzado, ahora, un
“nuevo
servicio de radio de onda corta en Ucrania para garantizar sus emisiones”,
como ha hecho la BBC. Al César lo que es del César. Sin pretender desmerecer
a nadie, pero la radio pública española realiza una labor ejemplar en el mundo
desde hace muchos años, aunque desde la propia administración haya quien
cuestione, por ignorancia, su trabajo y pretenda
apagarla, como ya ocurrió no
hace tanto, desde dentro de la propia casa. Impresentable.
Centro Emisor de Radio Exterior de España (RNE) en Noblejas, Toledo, desde donde emiten por Onda Corta para todo el mundo (Fotografía RNE) |
"La radio se convirtió en el principal instrumento de propaganda”. Nuestra contienda derivó, sin pretenderlo, en la primera de la historia en que la radio se convirtió en un arma de guerra. “Fue una gran arma de guerra psicológica. Su peso se dispararía poco después, en la Segunda Guerra Mundial. Lo ocurrido en España fue un ensayo más para este gran conflicto”
Por si fuera poco, la seguridad
de los enviados especiales de los medios europeos y americanos están seriamente
comprometidos. Periodistas
del canal británico Sky News grabaron cómo les tiroteaban los francotiradores
rusos en Ucrania, a pesar de identificarse como prensa. Señores, ¡es la
guerra! Solo que cuando lo decía (Miguel) Gila, con un teléfono delante, tenía mucha más gracia. Pero la realidad, tan tozuda e incontestable en
ocasiones como esta, nos recuerda que estamos en guerra. Dos modelos de vida se
enfrentan entre sí: la democracia y el autoritarismo. Y los periodistas
representan los derechos humanos, la libertad de opinión y de prensa y, en
general, los valores que ponen en entredicho desde el despotismo que representa
un descontrolado y egocéntrico Vladimir Putin. Según este planteamiento,
los periodistas occidentales son enemigos, porque cuentan la verdad: que Rusia
ha invadido Ucrania, violentando el más básico principio del derecho a la
independencia de un estado soberano.
El descontrol y el caos de la guerra es la mejor coartada para disparar contra los periodistas. Si hay algún problema, entra en acción la propaganda rusa acusando a los ucranios de ser los autores de los disparos, cuando estos saben positivamente que su indefensión militar gana enteros con la información de los corresponsales europeos. La guerra no atiende a razones, solo a estrategias. Someter a Ucrania a la desinformación forma parte de las tácticas rusas para hacerse con el país y convertirlo en un títere de Moscú, igual que la fiel Bielorrusia, donde el pueblo, esposado, mira de reojo con envidia a sus vecinos de Polonia, Lituania, Letonia y Estonia que han elegido las libertades.
La radio siempre ha jugado un papel destacado en los conflictos armados. Hace ya 86 años del comienzo de nuestra Guerra Civil. Como defendía Daniel Arasa en su libro “La batalla de las ondas en la Guerra Civil Española” (Editorial Gregal, 2015), "La radio se convirtió en el principal instrumento de propaganda”. Nuestra contienda se convirtió, sin pretenderlo, en la primera de la historia en que la radio se convirtió en un arma de guerra. “Fue una gran arma de guerra psicológica. Su peso se dispararía poco después, en la Segunda Guerra Mundial. Lo ocurrido en España fue un ensayo más para este gran conflicto”, defiende Arasa. “En España había 67 emisoras al empezar la guerra. En el territorio franquista quedaron 16, y en el republicano 51. Pero, además, todas las más importantes quedaron también republicanas, puesto que tenían las de Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, que eran además las ciudades donde había más receptores”, recuerda Arasa.
Estudios de Radio España Independiente. La paradoja de la historia es que la libertad frente a la dictadura franquista nos llegaba al principio desde Moscú |
Se podrá apagar internet, incluso se podrá -como ha ocurrido- bombardear centros emisores, abatir antenas de comunicación, pero con un simple transistor de Onda Media (o de Onda Corta), podrán sintonizarse emisiones diferentes a la ‘voz única’, e intoxicadora del régimen
En paralelo, el general Francisco
Franco, conocedor de la influencia que ejercían entre la población las
emisoras republicanas, encargó a Millán Astray que creara Radio Nacional
de España, y así lo hizo, eligiendo Salamanca como su ciudad de nacimiento, en
enero de 1937. Sus estudios estaban en el Palacio de Anaya.
“La
radio tenía ventajas sobre la prensa escrita. La principal de ellas era la de
poder ser escuchada en territorio enemigo, llegando a los partidarios del
propio bando que allí se encontraban para darles ánimo y consignas, contribuir
a desmoralizar a los del bando enemigo, contradecir y ridiculizar a los
dirigentes adversarios o difundir informaciones que desmentían o ponían en duda
las que los ciudadanos recibían desde su propio bando”. El poder
de la radio se demostró también en la guerra. Para bien, y también para mal.
Tratar de desinformar al enemigo a través de las ondas contribuía a generar
descontrol en su defensa.
Por eso, Putin y sus generales,
temerosos de que los corresponsales y enviados especiales de occidente, un
territorio que para él representa la decadencia y la debilidad de la
democracia, frente al estado fuerte que él encabeza en la extinta URSS, cuenten más
de la cuenta, ha dado orden de interrumpir sus emisiones y perseguir a los
periodistas que defiendan líneas de análisis disidentes con las versiones
oficiales de Moscú. Y, mientras, miles de ucranios son masacrados injustamente
por la simple razón de que se niegan a someterse al yugo de Rusia, como un país
satélite más.
Ante esta situación, ante las bombas, la destrucción y las muertes, todo deja de tener sentido. Cómo es posible que la humanidad, en pleno siglo XXI, sea capaz de reproducir los mismos errores del pasado, recurriendo a la violencia para dirimir sus diferencias, traicionando la palabra dada, y haciendo de la incoherencia y la mentira parte de su estrategia.
La radio tiene que decidir dónde quiere estar, si quiere seguir controlando su propia distribución (a través del aire) o, por el contrario, para abaratar costes, reduce sus centros emisores y se entrega a internet, con el consiguiente riesgo de control de sus emisiones por parte de un tercero
Sin pretender, de ninguna manera,
establecer comparación alguna, pero sí destacando un cierto paralelismo, me
llama la atención sobremanera que aparentes enemigos en el campo del audio en
España le den la vuelta a este enfrentamiento y decidan trabajar juntos. Es el
caso de Podium Podcast y Spotify, dos plataformas de audio competencia directa
que, sin embargo, han firmado colaboraciones destacadas como los Premios
Ondas Globales de Podcast, que organizan conjuntamente y los recientes
tres nuevos títulos que han producido para ser distribuidos por ambas
plataformas. O el reciente acuerdo Prisa-Podimo para impulsar el mercado del podcast en español. Compartir costes es de inteligentes. Tirarse piedras unos a otros
es, en estos tiempos, una estrategia troglodita, trasnochada y, por cierto,
enormemente cara. Lo
mismo le ha ocurrido a Podimo patrocinando el ‘Daily’ de ElDiario.es, como
nos comentaba su editor, Juanlu Sánchez, en la entrevista que nos
concedió hace unos días. O el concurso
de Podcasting que ha organizado la marca danesa junto con la Universidad
Nebrija de Madrid. Y muchos más acuerdos que veremos en lo sucesivo, aparte
de muchos movimientos en el sector del podcast, que está en pleno desarrollo y
expansión. No tiene ningún sentido pelearse. Avanzar juntos es la única garantía de progreso, superando las diferencias.
Como comentaba el ingeniero Javier Sánchez, en su artículo “La eficiencia energética y la sostenibilidad de la difusión de la radio en España”, “la radio no puede ni debe caer en la trampa de fiar el futuro de la distribución de sus contenidos exclusivamente a través de internet, mediante plataformas de terceros y redes sociales. La radiodifusión sonora terrestre tiene todo el sentido del mundo y lo seguirá teniendo a futuro en su versión digital, por más que exista negacionismo patrio al respecto”. En la invasión de Ucrania, Putin ya ha demostrado que puede censurar internet, Facebook y Twitter sin problemas, pero no puede impedir que las emisiones de Onda Corta lleguen al país, o que un emisor de Onda Media limítrofe con la frontera ucrania pueda seguir emitiendo para una parte del país ocupado violentamente. La radio tiene que decidir dónde quiere estar, si quiere seguir controlando su propia distribución o, por el contrario, para abaratar costes, reduce sus centros emisores a internet, con el consiguiente riesgo de control de sus emisiones por un tercero.
El general Queipo de Llano en una de sus arengas a través de Radio Sevilla de la SER |
La radio siempre jugó un papel en la difusión de las "otras informaciones". Estuvo y no sé si continuará "Radio Martín", que emitía para Cuba, o la famosa Radio Andorra que incordiaba las directrices francesas desde territorio andorrano o Radio Monte Carlo, que emitía - y emite aún - para Italia desde el Principado de Mónaco debido a que en su día la única radio italiana que podía dar información era la RAI, hasta entrados los 70.
ResponderEliminarEsperemos que "otra radio" llegue a oídos rusos dando otra visión - la radio - de la realidad.
podi-.