Primer capítulo de "El Loco" de Jesús Melgar en exclusiva: "Perro no come perro"
- El libro se presenta en la Feria del Libro de Algeciras, de donde el autor es 'Hijo Predilecto', entre los días 22 de abril al primero de mayo
- El que fuera subdirector y productor del programa de radio nocturno "El Loco de la colina", que nació en RNE en 1980, y posteriormente se trasladó a la Cadena SER, donde dejó de emitirse en 1986, escribe un libro dedicado a este comunicador, subtitulado "La biografía no autorizada ni consentida de Jesús Quintero"
Jesús Quintero, toda una vida dedicada a la comunicación, radio y televisión (Fotografía Jesús Quintero) |
"Perro no come carne de perro"
Principio y final se unen en su biografía cerrando un círculo perfecto de misterio. ¿Qué hace Quintero? ¿Es verdad eso que van diciendo? ¿Dónde se oculta el Loco de la colina? Solo quien trasciende, a muchos kilómetros sobre el universo de lo cotidiano, como lo ha hecho Jesús Quintero a lo largo de toda su carrera profesional, es capaz de seguir suscitando tanta expectación muchos años después de haberse jubilado y desaparecido del panorama mediático nacional. Lo hacen muchos otros, es ley de vida, pero la gente se sigue preguntando por el Loco como si nunca se hubiera ido, como si todavía estuviera sentado al lado de un perro verde en un plató de televisión, con su micrófono de época, o visitando las cárceles para meterse en la celda de los asesinos más depravados, o en su colina, en todo lo alto, cada noche, con esa voz que se mece con las ondas, un sermón sarcástico y moral, desvergonzado y fino, la gravedad de un punzón en las conciencias. Tan profunda fue la penetración de aquella voz en la sociedad española que todavía hoy el eco sigue contoneándose en la memoria de todos. Ahí es donde nace el misterio que lo conecta con sus inicios, cuando solo se conocía su voz, ni su rostro ni su nombre, el Loco de la colina… ¿Quién es en realidad? ¿Dónde está? ¿Qué es verdad, qué es mentira? El silencio siempre ha sido el mejor aliado de quien nada sería sin su voz.
"Quintero podría ser perfectamente nuestro Larry King Hispano. Una copia andaluza del genial periodista yankee recién fallecido víctima del Covid en su versión del país de las barras y las estrellas.. Tiene Larry en común con Quintero muchos parámetros, además de una voz penetrante y origen humilde, junto con algunas sombras detrás de las cámaras y los micrófonos"
Dicen por las esquinas que sus últimos tiempos han estado llenos de duquelas: que si las deudas, que los embargos, que amenazas de desahucio que lo tienen rodeado y que su estrella se apaga cerca de una playa de Huelva. En los últimos años, cierta prensa ha puesto sitio al periodista y ha roto su vieja moral condenada en la máxima «perro no come carne de perro», dándose un festín sangriento con las malas noticias que asolan la vida del comunicador. Los micrófonos más incansables de la prensa rosa llegaron incluso a montar guardia frente a su casa para preguntarle si la ruina llegaba ya a cubrirle por completo, cuestionarle el amor de sus hijas y esperar poder inmortalizarle buscando algunos alimentos caducados en la basura con los que poder saciar su hambruna.
Los más sofisticados sistemas de escucha, cual Misión
Imposible, han llegado a escanear conversaciones muy privadas entre el
perseguido periodista y banqueros embargadores que han saciado los paladares
más sangrientos del Drácula que todos llevamos dentro. Una vez despojado Jesús
de su ropaje de dignidad, sin corona de espinas, pero también sin casa ni
teatro, para completar el derribo, se ha intentado sumergirlo en el olvido, en
la ignorancia, reducirlo a la nada, borrar su efigie de los monolitos como con
los faraones caídos en desgracia.
¿Que Quintero ha sido un mal gestor empresarial? Ahí están
las cuentas de resultados con más números rojos que la libreta de un ditero.
¿Que Quintero abarcó, económica y empresarialmente, más de lo que pudo? Sin
duda. Todos sabemos que lo desmedido es el sistema métrico decimal de la
genialidad y la locura. ¿Que ha dado mucha ojana en algunas entregas
profesionales con refritos descarados? Por supuesto. ¿Que, tanto en radio como
televisión, ha repetido con creces el mismo patrón del Loco una y mil veces? A
la vista y al oído está.
"En los últimos años, cierta prensa ha puesto sitio al periodista y ha roto su vieja moral condenada en la máxima «perro no come carne de perro», dándose un festín sangriento con las malas noticias que asolan la vida del comunicador. Los micrófonos más incansables de la prensa rosa llegaron incluso a montar guardia frente a su casa para preguntarle si la ruina llegaba ya a cubrirle por completo, cuestionarle el amor de sus hijas y esperar poder inmortalizarle buscando algunos alimentos caducados en la basura con los que poder saciar su hambruna"
Pero, por encima de todo esto, y sin pretender escribir hagiografía alguna, Jesús Quintero se merece, como escribió Juan Soto Ivars: «Un obituario para Quintero que lo pudiera leer Quintero. Los genios merecen saber lo bueno que se dice de ellos antes de que sea tarde». Y como también le leí a Jesús F. Úbeda: «Quintero es un ornitorrinco porque pertenece a una edad geológica anterior, porque quedan pocos y se muere si lo sacas de su hábitat», me he planteado hilvanar este libro desde la humildad del discípulo al maestro; para reconocerle el aporte de su trabajo al mundo de la comunicación —y ha sido mucho en estos tiempos de banalización— en nuestro país y Latinoamérica.
Jesús Quintero, con sus amanuenses de por medio, es el autor
firmante de varios libros —Trece noches, junto a Antonio Gala, Cuerda
de presos o Jesús Quintero: entrevista, entre otros—. El comunicador
onubense estuvo tres años en Hispanoamérica entrevistando a todos los perros
verdes argentinos y regresó para terminar con los españoles. Y nos tiene
eternamente pendiente del mil veces prometido ajuste de cuentas con la
profesión en su último libro: Mis queridos hijos de puta, o, más rotundo
aún, Mis queridos hijos de la grandísima puta, que posiblemente jamás
escriba, pero que sería muy esclarecedor de cómo está el patio en los medios.
Mientras llega ese momento de su dulce venganza —si es que, finalmente, llega—,
sirva de ungüento afectuoso estas páginas hilvanadas por aquel que estuvo a
bordo de su barco pirata y loco durante muchos años como cómplice, aventurero,
grumete y, espero que, pese a todo, amigo.
Quédate con la copla
Correcciones políticas aparte: ¿hay a quien le importe si Picasso
fue machista cuando estamos frente al Guernica? ¿O que Dalí fuera un impostor
al ver su reloj derretido por el tiempo o su perspectiva del crucificado? ¿Que
John Wayne fuera calvo y usara gato de angora dormido sobre su cabeza? ¿Que
Quevedo tuviera problemas en la vista? A la hora de admirar sus obras, todos
estos genios bendecidos por el don de la creación superan su cualidad terrenal
para galopar en las crestas de las olas de aportación de belleza, sabiduría e
innovación al género humano.
¿A quién le importa, oyendo For once my life, Strangers in the night o Fly me to the moon y Sinatra con su bigband y los arreglos de Quincy Jones, si bebió, jugó o se enamoró cerca del entorno gansteril en plena ley seca? ¿A que cuando oyes su voz (la Voz) en New York, New York se te eriza la piel y te olvidas de que posiblemente fuera el tipo al que el padrino recomendó para el rodaje de El hombre del brazo de oro metiendo entre las sábanas de satén de un productor cinematográfico la cabeza recién cortada de su purasangre?
Quintero con el micrófono de la SER en una imagen relativamente reciente (Fotografía CadenaSER.com) |
El Loco de la colina. ¿Dónde está?, ¿qué hace?, ¿qué no hace
que no está ante el micrófono y las cámaras? Está en la ruina, dicen, con el patrimonio
que tenía, entre coches, casas, bares, teatros y foulares. «Hay mucha
impiedad y poco humanismo». Y esta sí que es una frase suya. Estamos relamiendo
la carne de perro devorada y limpiándonos las encías a la espera del postre de
su desaparición física sin hacer la digestión. ¿Nos estamos portando bien con
el Loco de la colina, olvidando todo lo bello aportado tan pronto y tan
definitivamente? Creo que rotundamente no y de ahí este libelo.
Un país de cainitas
Pero… España y yo somos así, señora; un país cainita que no respeta a sus mayores aunque sean viejas glorias. Somos expertos fabricando juguetes rotos mirando las pajas en el ojo ajeno, enterrando carreras y sepultando currículos por brillantes que sean. Aunque firmé en muchas ocasiones el Yankee go home, hay algo que admiro profundamente del pueblo norteamericano: la veneración que sienten por los suyos, especialmente si hay toda una carrera llena de logros por encima de los años. También extensible al gremio de los medios. Quintero podría ser perfectamente nuestro Larry King Hispano. Una copia andaluza del genial periodista yankee recién fallecido víctima del Covid en su versión del país de las barras y las estrellas..
"Nos tiene eternamente pendiente del mil veces prometido ajuste de cuentas con la profesión en su último libro: 'Mis queridos hijos de puta', o, más rotundo aún, 'Mis queridos hijos de la grandísima puta', que posiblemente jamás escriba, pero que sería muy esclarecedor de cómo está el patio en los medios"
Tiene Larry en común con Quintero —como leí en algún
artículo— muchos parámetros, además de una voz penetrante y origen humilde,
junto con algunas sombras detrás de las cámaras y los micrófonos. Por sus
andanzas en la vida, su mala cabeza con las finanzas y el karma que persigue a
cierta raza de comunicadores comulgan la gloria y el drama personal. King
arrastró una cardiopatía congénita; Quintero, una depresión voraz, además de
algún infarto. «Me estoy volviendo loco de verdad», dijo entre
amigos, desesperado por el miedo a perder su último reducto, el Teatro
Quintero, en la calle Cuna de Sevilla.
Algunos datos de la longeva historia de Larry: nació en noviembre de 1933 en Brooklyn (NY). Su primer programa lo hizo a los 25 años. Estuvo en activo en la CNN hasta 2011. Al igual que nuestro Quintero, siempre anduvo perseguido por problemas legales y financieros. Nunca alegó respuesta a los 14 cargos por pasar cheques incobrables. En sus entrevistas —más de cuarenta mil en el curso de su carrera, según la CNN, frente a las cinco mil del Loco que ahora reposan en las estanterías de su fundación en su pueblo natal, San Juan del Puerto—, su acercamiento atrae a la mayoría de sus entrevistados que, de otra manera, nunca aparecerían. Como Quintero, sufrió un importante infarto que le produjo una quíntuple cirugía de bypass. Como Quintero, el cigarrillo fue una de sus marcas registradas. Solía fumar tres paquetes de cigarrillos al día y dejaba un cigarrillo encendido para no perder tiempo encendiéndolo durante los descansos del espacio. Como Quintero, ha recibido numerosos galardones, aunque, el mejor, el reconocimiento del público y la profesión a su trabajo durante muchos años. Quintero recibió más de doscientos. Entre otros, el premio Medio de Comunicación Nacional 2006, concedido por la Asociación Andaluza del Dolor (mayo de 2006), premio al Hecho Radiofónico más Innovador, otorgado por los directores de radio, medalla de Andalucía, 1987, premio Rey de España de Periodismo, 1990, premio Ondas Internacional, 1990, premio Andaluz del año 2000 concedido por los Premios al-Ándalus, el Ondas (2001) de periodismo al programa más innovador por El Vagamundo o el premio Mejor entrevistador del milenio por sus programas de entrevistas, otorgado por los analistas del Grupo Corporación Multimedia. Larry King, vitalista contumaz, a los 85 años se divorcia de su séptima esposa.
Azotado por la tragedia, en tan solo tres semanas mueren dos de
sus cinco hijos.
Quintero, a mediados de octubre de 2020, contrae matrimonio
discretamente con María. Larry, como Quintero, también atravesó momentos
delicados con su salud.
El libro también se ocupa de su tiempo en la televisión, su segunda escena, tras la radio |
-Primer capítulo del libro "El Loco" (El Círculo Rojo, 2022) que aún no ha llegado a las librerías.
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