Las palabras mosca: Pódcast
- "Demasiada consonante ahí junta, apretada, para un idioma al que le gusta relajarse sobre las vocales. Por no hablar de esa explosión final, tan poco saludable en tiempos en que un escupitajín puede contagiar una enfermedad pandémica"
Pódcast, la palabreja (Fotografía Pixabay) |
He oído el zumbido en tierras de todo pelaje, pero en Andalucía… esta palabra… llega a cortar el aire. No encaja un sonido tan electrónico, con los beats de la de, la ese y la te, en ese acento tan bossa nova. Y entonces lo que ocurre es que, en una transición natural, en una expresión de supervivencia, la palabra se adapta a ese hábitat sonoro y se convierte en pooh-caah"
Mmm… Demasiado trabajosa, demasiado industrial… Aunque lo de
“palabra mosca” aluda a la naturaleza y al mundo animal, la voz pódcast no
tiene nada de orgánico ni de espontáneo. No brota de un sentir ni de una
tesitura. Es un Frankenstein de laboratorio, que nació al unir dos injertos, en
el teclado de un periodista en apuros.
Ben Hammersley tenía que hablar en The Guardian de algo nuevo para lo que aún no había un nombre. Tenía que llamar de algún modo a los programas de radio que se convertían en archivos de audio para escucharlos en el iPod y pilló un retal de aquí (“pod” de iPod), otro de allá (“cast” de broadcast) y montó la palabra podcast sin saber que acabaría en la boca del planeta entero.
En inglés suena bien, porque surgió en Gran Bretaña, pero en los oídos españoles, parece creada por un ingeniero en un programa de audio. O maquinada por un software de inteligencia artificial sin chispica de alma. Incluso podría haber sido compuesta en una caja de mezclas para que las sílabas po y ca fueran la melodía y el vibrar de la de y el apretón final de la ese y la te hicieran de acompañamiento.
Ahí zumba la mosca porque produce dudas cuando se pronuncia. Demasiada consonante ahí junta, apretada, para un idioma al que le gusta relajarse sobre las vocales. Por no hablar de esa explosión final, tan poco saludable en tiempos en que un escupitajín puede contagiar una enfermedad pandémica.
He oído el zumbido en tierras de todo pelaje, pero en Andalucía… esta palabra… llega a cortar el aire. No encaja un sonido tan electrónico, con los beats de la de, la ese y la te, en ese acento tan bossa nova. Y entonces lo que ocurre es que, en una transición natural, en una expresión de supervivencia, la palabra se adapta a ese hábitat sonoro y se convierte en pooh-caah, para alcanzar así el zumbido más trepidante de todos: el de las moscas de verano.
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