El periodista Juan de Dios Rodríguez Pariente firma un libro sobre la historia reciente de la radio en España, especialmente de la Cadena SER
"La radio es pasión, y los oyentes la perciben"
"Este libro es una manera de agradecer al medio todo lo que me ha dado. A cambio, he volcado y compartido todas mis experiencias y recuerdos", dice el autor
Cuando un profesional realiza el esfuerzo de pararse a recordar, de recuperar notas, apuntes, diarios, y recopilarlos en un libro, hay que agradecérselo. Lo que ha hecho el periodista Juan de Dios Rodríguez Pariente, en su libro “Testigo de radio” (ExLibric) es un regalo, no solo para quienes hemos compartido parte de la historia que recogen sus páginas, sino también para otros profesionales y sobre todo para oyentes exigentes que buscan recuperar la historia de la radio, en parte, también, y en paralelo, su propia historia personal.
"Onda Media, Aquí la SER", el precedente del "Hoy por Hoy", en la Cadena SER. De izquierda a derecha: Iñaki Gabilondo, Pepe Domingo Castaño, Joaquín Prat. De pie Mariano de la Banda, aproximadamente 1984 (Fotografía, Archivo Cadena SER)
“Testigo de radio” no es un libro de bolsillo. Llega casi a las seiscientas páginas. Y cada una de ellas incluye datos, datos y más datos. “Recuerdo que el primer manuscrito que envié -rememora el autor en la presentación online de su libro- tenía casi mil páginas. Después, al final, quedaron 572. Y yo, releyendo, a veces pienso, sí, cien más podíamos haber quitado”. Toda esta enorme información de los últimos cincuenta años de la radio es España, nacida en la radio musical (Los 40 Principales, la primera gran marca, que hoy perdura), hasta la crisis financiera de 2009 que afectó al Grupo Prisa, propietario de la Cadena SER, con la innecesaria OPA a Sogecable, que terminó por afectar y degradar el ambiente en todas sus empresas dependientes, incluida la radio, está estructurada en cuarenta capítulos (exactamente, como Los 40…). “Nunca me había gustado escribir, pero debo reconocer que hubo dos personas que me animaron a amar la escritura, Daniel Gavela y Luis Merino, este último por un encargo para El País”. En el libro, el periodista reconocerá que su mayor admiración se dirigió al primero de estos dos nombres. “Sobre todos ellos, Daniel Gavela fue del que más aprendí y al que más llegué a admirar”.
Augusto Delkáder comentó en una ocasión: “la radio no podía basarse en las estrellas, auténticas ‘burbujas’ que se convertían en ‘empresas dentro de la empresa’. Remarcaba que este tipo de fichajes dañaba al medio” (Asamblea de directores de la SER, León, 1992)
Este “Testigo de radio” tiene, como todos los libros enciclopédicos, varias lecturas: la lineal y la consultiva. Debo reconocer que he empleado ambas. Como libro para conocer detalles de determinadas épocas y/o circunstancias, he de reconocer que es único, porque Juan de Dios Rodríguez Pariente ha realizado un enorme esfuerzo por la precisión y la fidelidad a los hechos, una condición que destaca también de Antonio García Ferreras, “su plena entrega en la búsqueda de la verdad y el rigor”. Y añade, en relación con otro directivo de la SER, tal vez el artífice de su última y gran etapa histórica, más reciente, Augusto Delkáder, “a pesar de lo difícil que me resultaba la relación con él, (reconozco que se trata de) un gigante y referente como profesional y directivo”. “Testigo de radio”, título imaginado por Luis Merino, reúne un índice onomástico (que se echa en falta como tal en la edición) de primerísima fila. Para el autor, que nace en la radio en su vertiente musical, no pueden olvidarse nombres como los de Rafael Revert, “mi jefe”, el chileno Raúl Matas,Ángel Álvarez, Pepe Palau, “para mí eran los iconos de la radio musical”, afirma en la presentación. Y otro nombre, muy especial para él, Joaquín Luqui, “mi hermano”. Rodríguez, sin embargo, huye deliberadamente, en este desfile tan nominativo, de sí mismo. “No se trata de reivindicar ante los lectores lo que uno ha hecho, yo soy un engranaje más de este mundo de la comunicación y la radio”, defiende, humilde.
No pretende este post hacer un resumen del libro. Sería
injusto y, seguro, muy impreciso. Simplemente, trato de trasladar mis
impresiones ante un libro que he releído este verano y que ha vuelto a
sorprenderme en la segunda lectura. “Y la SER hizo lo que nunca debió dejar de hacer: informar”, “La
Medianoche de Antonio José Alés y la salida de García”, “De la crisis a
la refundación”, “Delkáder al frente de los informativos y lío en la radio
privada”, “De la Morena bate a García”, “Fin de ‘El Gran Musical’”, “La
muerte de Antonio Herrero”, “El asesinato de Ernest Lluch y el linchamiento de
Gemma Nierga”, “El Prestige”, “La Guerra de Irak”, “Cuando se marchó Ferreras”,
“Abellán contra el EGM, Gavela en Cuatro”, “La pérdida de Llamas y de Polanco”,
“Algo se empieza a torcer”, son solo unos pocos de los títulos de los capítulos que
conforman este “Testigo de radio”, que lleva la firma de mi colega,
compañero y hoy amigo Juan de Dios Rodríguez Pariente. Los enumero a modo de
aperitivo de sus páginas, o por qué no, señuelo marketiniano, convencido como
estoy de que recomendarlo es una magnífica idea, porque este libro debe formar
parte, por derecho, de toda biblioteca de radio y de comunicación que se
precie.
Una de las primeras redacciones de "Hora 25", de izquierda a derecha, Luis Rodríguez Olivares, sentado, Eduardo Calderón (técnico), recostado, con los pies sobre la mesa, José María García, y Antonio Jiménez (Fotografía Archivo Cadena SER)
Desde hace años era lector del blog #NuncaEstuveenNuevaYork firmado por Juan de Dios Rodríguez Pariente, el verdadero embrión de este “Testigo de radio” que ha publicado ahora, y en donde empezó desgranando la historia de la música y la radio, viceversa y por separado. La periodista Ángeles Afuera comentaba en la presentación online del libro, que se incorpora en este post, que ese blog “me descubrió una parte de mi empresa que desconocía, a pesar de trabajar en ella”. Juan de Dios Rodríguez Pariente es un revelador de la historia, un recopilador de anécdotas vividas en primera persona que, por avatares de la vida, alcanzaron relevancia, como la censura en la radio musical (no solo en la hablada), “en caso de incumplimiento, la censura podía llegar a prohibir el programa e incluso expedientar al realizador y a la emisora o cadena de radio (…) Había discos prohibidos”; el cabreo de José María García en la noche del 23-F (1981) cuando le dijeron que esa noche no tendría programa porque no se sabía qué ocurriría en el Congreso de los Diputados, donde el Gobierno estaba secuestrado por el teniente coronel Antonio Tejero Molina. “Molesto por la decisión que se había tomado de no contar con él, decidió ir a la Carrera de San Jerónimo y a través de sus amistades militares, consiguió una mejor ubicación para la unidad móvil de la SER (…). Le quitó el micrófono a Antonio Jiménez y subido al coche de la radio empezó a narrar lo que veía con su estilo deportivo (…). Esa noche García empezó a cavar su tumba en la SER”; o cómo José Ramón de la Morena contravino las órdenes del entonces director general, Eugenio Galdón, de no contestar a los ataques de José María García, amigo suyo personal. De la Morena saltó a la yugular del Butano desde Italia donde estaba cubriendo el Mundial de Fútbol de 1990 por un comentario despectivo que le tildaba de “muchachuelo de la SER”, y Galdón le hizo regresar de Italia en el primer vuelo para presentarse en su despacho. Quería despedirle. Fulminantemente. “Pero Augusto Delkáder lo impidió, logrando que José Ramón continuara en la SER, aunque tuviera que dejar “El Larguero”. Esa temporada lo presentaría Paco González”, recuerda.
Juan de Dios Rodríguez Pariente en sus comienzos como DJ en "Los 40 Principales" (Fotografía Archivo Cadena SER)
Aunque, según el dicho popular, los periodistas valen más
por lo que callan que por lo que publican, lo cierto es que “Testigo de
radio” revela las grandes líneas de las Asambleas de directores de la SER,
donde se reunían en una ciudad diferente cada año los directores de toda la red
de emisoras de la cadena, propias, asociadas y afiliadas (que representaban distintos
niveles de corresponsabilidad) para participar en distintas sesiones de trabajo
donde el staff, presidido por Jesús de Polanco, y Juan Luis
Cebrián, adelantaba las líneas generales para el siguiente ejercicio y
acallaba la rumorología a la que son tan aficionadas las empresas españolas (y
más las de periodistas…). En León, en 1992, Delkáder volvió a dar en el clavo
de una de las claves más negativas de las empresas radiofónicas en España: el
llamado “Gobierno de las estrellas”. Juan de Dios Rodríguez lo recuerda de esta
manera: Delkáder comentó que “la radio no podía basarse en las estrellas,
auténticas ‘burbujas’ que se convertían en ‘empresas dentro de la empresa’.
Remarcaba que este tipo de fichajes dañaba al medio”. Minutos después, Iñaki
Gabilondo intervenía defendiendo la tesis del director general, y
añadiendo, según relata Rodríguez, “Iñaki contó la oferta que había recibido
de Eugenio Galdón para que se fuera al proyecto de la Cope. Gabilondo rechazó
la propuesta y puso el ejemplo de los enfrentamientos que podían producirse
(llegado el caso) entre los intereses profesionales dentro de la misma cadena
de las empresas de Luis del Olmo, Encarna Sánchez y José María García,
remarcando que (además) él nunca cobraría sobre un porcentaje de los ingresos
de la publicidad del medio. Explicaba que se produciría una situación de
desigualdad con los trabajadores porque se podía producir la paradoja de estar
en pérdidas la empresa y quienes cobraban de los ingresos situarse al margen”.
Este modelo de estrellas/empresas sigue funcionando en muchos casos, pero no en
la SER. Iñaki Gabilondo se mantuvo siempre fiel a este compromiso.
Juan de Dios Rodríguez Pariente en la presentación online de su libro "Testigo de radio" (Captura video editorial ExLibric)
Juan de Dios Rodríguez Pariente no deja ningún tema sensible
fuera de su libro “Testigo de radio”. José María Aznar y su
guerra particular contra Prisa, por el ‘Caso Sogecable’ y los depósitos de los
decodificadores, que terminaron en 1998 en la condena de un juez por prevaricación, el letrado Gómez
de Liaño, y su apartamiento de la carrera judicial. En
2000, el Gobierno Aznar le indultó con la condición de no incorporarse a la
Audiencia Nacional durante 25 años. Tampoco la polémica surgida en torno a la
emisión de las conversaciones privadas de Txiki Benegas, que ponían de
manifiesto la pelea abierta entre el Gobierno de Felipe González y el Partido
Socialista que lo sostenía, o el conflicto surgido en torno a los atentados del
11-M y la información ofrecida por la SER
en torno a la autoría del terrorismo islámico, frente al empeño del Gobierno de
José María Aznar de atribuir el cruento atentado en Atocha a ETA. “Debemos
tener claro que la mentira y el silencio son mucho más peligrosos para los medios
que contar lo que pasa”, declaró Daniel Gavela en la presentación de la
Temporada 2004-2005. Rodríguez remata: “Siempre sostuve (y mantengo) que
hicimos un trabajo admirable, serio, riguroso y profesional, manteniendo
aquella máxima de Delkáder: ‘en caso de duda, haz periodismo’”. Un mes más
tarde de aquella cobertura tan difícil y tensionada, el EGM le daba a la SER su mayor alegría: 5.700.000 personas la
escuchaban todos los días, de lunes a viernes. “La cota más alta jamás
alcanzada por la radio española”.
En definitiva, este “Testigo de radio”, escrito con recuerdos
fieles, y documentados, sobre los principales nombres, hechos y circunstancias
de nuestra querida radio, se ha convertido ya en un libro esencial para abordar
la historia del último medio siglo de vida de la Cadena SER en particular, y de la radio en
España en general. “Los 40 (capítulos) Imprescindibles” de la
historia de la radio en nuestro país llevan la firma de Juan de Dios Rodríguez
Pariente, “el insensato que ha osado mirar al medio con amor y pasión”,
como reza la dedicatoria que figura en mi libro. En Madrid, marzo de 2021.