La radio llegó a los coches gracias a una puesta de sol
- Los complejos sistemas eléctricos de los coches provocaban interferencias en la recepción de radio. Hubo que localizarlos, uno a uno, e irlos neutralizando, para lograr una escucha razonable para la época
- Paul Galvin les compró el invento a los dos jóvenes y construyó un imperio a partir de aquel comienzo tan decepcionante y rudimentario. Hoy, su empresa, es una de las punteras del sector, y se llama 'Motorola'
Los comienzos de la radio en el coche no fueron fáciles, los primeros receptores se incendiaban (Fotografía Pixabay) |
Galvin necesitaba dinero para producir en serie las radios, y fue a visitar a un banquero. Se le ocurrió instalarle gratuitamente un receptor en su flamante coche, un Packard. El banquero accedió, expectante, pero al rato de encenderse el aparato se incendió, provocando la ira del dueño del vehículo. Evidentemente, no consiguió el préstamo. Lástima que entonces no sabía que estaba hablando con el futuro dueño de 'Motorola'
Ambos hombres habían tenido relación con la radio. De hecho,
Lear sirvió como operador de radio en la Marina de los EE.UU. durante la
Primera Guerra Mundial, mientras que Wavering sentía aprecio por el medio, y
tenía uno en su casa, cuando todavía no eran tan habituales, e incluso resultaban
algo caros.
Así que, deseosos de repetir “la quedada romántica” no
transcurrió mucho tiempo antes de que desbarataran el receptor de radio
doméstico de Wavering e intentaran hacerlo funcionar en el coche. Pero no fue
fácil: los coches cuentan con numerosos elementos eléctricos que generaban
múltiples interferencias, aparentemente insoslayables. La escucha se hacía
imposible.
Pues bien, una a una, Lear y Wavering identificaron y
eliminaron cada fuente de interferencia eléctrica y consiguieron repetir la
excursión con las chicas. La experiencia les condujo a presentar el invento en
una convención sobre radiocomunicación en Chicago. Allí conocieron a Paul
Galvin, propietario de la Galvin Mfg Corp, una pequeña compañía que
estaba a punto de quebrar por falta de productos novedosos. Galvin había
desarrollado un producto llamado “eliminador de batería”, un dispositivo
que permitía que los radios de pilas pudieran funcionar usando la corriente
alterna en las casas. Pero a medida que más hogares se sumaban al suministro de
electricidad, más fabricantes de radios iban fabricándolas para que funcionaran
con corriente alterna y su negocio se esfumaba.
Galvin necesitaba un nuevo producto a fabricar. En eso
conoció a Lear y Wavering y su invento: la radio “móvil”. Los dos jóvenes se
instalaron en la fábrica de Galvin, y cuando perfeccionaron su primer radio, lo
instalaron en su Studebaker. Con él se fueron al banco a solicitar un préstamo.
Instalaron la radio en el Packard del banquero, pero al rato de encenderlo, el
aparato se incendió. No consiguieron el préstamo, evidentemente.
Pero Galvin no se rindió. Cogió su Studebaker y viajó
casi 800 millas hasta Atlantic City para mostrar su aparato en la Convención de
la Asociación de Fabricantes de Radios en 1930. Como no podía permitirse el lujo
de pagarse un stand, aparcó el coche cerca del recinto, encendió la radio a
todo volumen y... los visitantes se acercaron a ver qué ocurría en aquel coche.
Lo oyeron y se fascinaron. Esta vez el receptor no se incendió.
Hoy tenemos asumida la presencia de la radio en los coches, pero sus comienzos fueron realmente desmoralizadores para sus inventores (Fotografía Pixabay) |
Hoy la marca ‘Motorola’ es una de las más potentes del
sector, pero entonces no pudo evitar que los problemas continuaran. Cuando el
Motorola 5T71 salió a la venta, en 1930, costaba alrededor de 110 dólares, más
la instalación, en una época en que uno podía comprarse un coche nuevo por solo
650 dólares, y además, EEUU se deslizaba peligrosamente hacia la Gran
Depresión. Actualizando el valor a nuestros días, la proporción nos llevaría a
afirmar que la radio en cuestión valía unos 3000 dólares de hoy. Una broma.
La instalación no era sencilla. De hecho, la radio de
Galvin, aquel primer modelo de Motorola, se alimentaba de sus propias baterías,
y no de la del coche y tenían que hacer un agujero en el techo para instalar la
antena. Por si fuera poco, el manual de instrucciones tenía 28 páginas. Todo un
número...
La evolución de la compañía de Paul Galvin ya es conocida,
pero los comienzos fueron decepcionantes, excepto para este tipo que no es que
fuera perseverante, es que era un perseverante enfermizo. Tuvieron que transcurrir 36 años hasta que en
1969 Motorola fabricó el equipo de radio y televisión que se utilizó para
transmitir los primeros pasos de Neil Armstrong en la Luna. Tan solo cuatro
años después, inventó el primer teléfono celular portátil del mundo.
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