Miguel Delibes: "Un cazador es un ecologista con conocimiento de causa"
- El 6 de noviembre de 1991 Gorka Zumeta tuvo la oportunidad de entrevistar a Miguel Delibes, con ocasión de la publicación de la novela "Señora de rojo sobre fondo gris" inspirada en su mujer desaparecida
Miguel Delibes (Fotografía Fundación Delibes, CC, Wikipedia) |
Fueron escasos diez minutos de conversación vividos intensamente por aquel joven periodista recién llegado prácticamente a Madrid. De recorrer los pueblos de Guipúzcoa en una itinerancia sangrienta provocada por el vil terrorismo de ETA, desemboqué en Madrid, ocupándome de cultura, y entrevistando nada menos que a Miguel Delibes. “Uno va poniendo más biografía en sus novelas a medida que envejece”, sentenciaba el escritor castellano en esta entrevista. “Cuando llegas a una edad provecta, es normal es escribas decorosamente”, reconoció.
El maestro me confesaba que la repercusión internacional de su obra le “desconcertó mucho”, porque “yo era un señor que escribía, no con facilidad, pero que nunca hacía más de una redacción de mis libros. La hacía, la corregía, generalmente poco, y así se la mandaba al editor”. Sin embargo, el éxito de su obra fuera de nuestras fronteras, provocó un sinfín de reacciones, tesis, tesinas, estudios, y todo esto “me apabulló tanto que hoy día, antes de lanzar un libro al mercado, me lo pienso muchas veces”. Los laureles no le cambiaron, seguía siendo el mismo tipo humilde y cercano, que disfrutaba una buena conversación improvisada. “Me gusta poco la fama, es algo que hay que soportar, y la popularidad también. Me gustaría pasar más inadvertido”, me contestaba.
"Un cazador es un ecologista con conocimiento de causa, no un ecologista romántico”
Delibes no estaba parado. Durante la promoción de “Señora de rojo sobre fondo gris”, anunció que estaba trabajando en otra novela, “Mi último coto”, aunque finalmente se publicó bajo el título “El último coto”. “Será el último libro de caza que escriba”, me decía. Y se lamentaba de que llegaba en un mal momento para la caza, porque se había conseguido reproducir la perdiz en cautividad “y eso a mí no me hace ninguna gracia”. Le repregunté entonces por el ‘duelo’ entre cazador y perdiz, y él me interrumpió, casi bruscamente, para decirme que “se desvanece” al existir la perdiz de granja. Abrí entonces un breve capítulo dedicado a la caza. Hoy sería políticamente incorrecto que un escritor se declarara abiertamente cazador. Pero entonces no rompía demasiadas coordenadas. En la introducción de la entrevista comenté que no hay mayor ecologista que un cazador, contrariamente a lo que muchos puedan pensar. Y Miguel Delibes lo corroboró: “estaba muy bien esa observación que ha hecho, porque un cazador es un ecologista con conocimiento de causa, no un ecologista romántico”, sentenciaba.
Terminamos hablando de la España de principios de los noventa. “El enfoque hedonista que se ha dado a la existencia me parece una gran equivocación, y es difícil arrancar al hombre de estos principios tan paupérrimos”, comentó. Y, por último, el Cervantes, el premio más importante de las letras españolas. Don Miguel comentó que Francisco Ayala lo merecía más que él y tenía más edad. Y así fue, en 1991 se lo concedieron al autor de “El jardín de las delicias”. Dos años más tarde, en 1993, recayó en Miguel Delibes. Estaba cantado.
Para un periodista, cada día es diferente. Aquel 6 de
noviembre de 1991 para mí fue muy especial, porque pude hablar con don Miguel.
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