José Luis Sastre (SER): "Entre radio y podcast tiene que haber amor y sexo"
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Periodista del “Hoy por Hoy”, de la Cadena SER
-Todo
empieza en Valencia ¿el año…?
“Buenos días Sastre, buenos días, Barceló”
- Este saludo, casi un emblema del programa, "surgió una noche, en 'Hora 25', casi de forma natural. Y lo mantuvimos. Es complicidad y me parece que se nota en antena"
- "Levantarse a las dos de la mañana no puede ser el mejor horario. Otra cosa es que, una vez que te pones, le veas ventajas: es verdad que el día cunde mucho más"
José Luis Sastre es un joven periodista de la Cadena SER, destinado en el "Hoy por Hoy", el programa más escuchado de la radio española, una marca que obliga a un altísimo compromiso de calidad, que él centra en la política, vista a menudo con ojos de traductor incrédulo, desconfiado y siempre crítico. Porque el periodista, por derecho delegado de los ciudadanos, debe vigilar lo que ocurre en la 'res publica' y contar, con honestidad (la objetividad nunca ha existido), lo que ve a los ciudadanos. Sastre es un escrutador implacable, que desnuda constantemente las incongruencias de los políticos (últimamente tiene mucha materia prima) de unos y de otros, y los sitúa ante el foro, crítico, de la audiencia. Cuando estudió periodismo no pensaba en otra cosa que trabajar en Radio Barcelona, y el sueño se cumplió. Luego llegó Madrid.
José Luis Sastre ante el micrófono de la SER |
-En realidad, todo empezó en la emisora municipal de Alzira (Alzira Ràdio).
Esa fue la primera escuela. Yo tenía dieciséis años, así que debía de ser el
año 99 o 2000. Hice de todo: informativos, discos dedicados, secciones para los
programas, programas especiales…
"¿El futuro de la radio? Creo que la radio se adaptará a los nuevos usos. Y, para mí, los podcast forman parte de esa adaptación. Estamos en plena transición de algo que, quizá, estará en transición continuamente. La radio y los podcasts no es que tengan que convivir, es que tienen que entenderse. Y relacionarse"
-¿Y
después de aquella primera escuela?
-Después
me fui a Barcelona a estudiar e hice en la SER las prácticas de la universidad.
En 2004 fue la beca de verano en Radio Valencia y al año siguiente entré en
Ràdio Barcelona, que me contrató.
-¿Cómo recuerdas tu primer contacto con la radio?
Antes de ir al cole, mientras desayunaba, mi madre ponía siempre un transistor
que todavía hoy podría describir al detalle. Supongo que ese fue el primer
contacto. Pero la radio estuvo siempre: era el “Carrusel Deportivo” los
domingos, cuando volvía de casa de los abuelos. Siempre había una radio
encendida y, cuando fui creciendo, me fui llevando esa radio a la habitación.
Era de los que se dormía escuchando “El Larguero” debajo de la almohada.
Y la radio ya se quedaba encendida hasta la mañana.
-¿En qué momento, y contexto, decides estudiar periodismo en la Autónoma de Barcelona?
-De siempre quise ser periodista, estudiar en l’Autònoma y trabajar en
Ràdio Barcelona. No me recuerdo queriendo hacer otra cosa profesionalmente.
Tuve la fortuna de poder cumplirlo.
-¿Entraste en Radio Barcelona, la decana, para quedarte?
-En realidad, entré sin preguntarme cuánto tiempo iba a durar. Luego fueron
pasando el tiempo y los trabajos dentro de la emisora: editar informativos y
especiales, presentar “La Graderia”, la sección de Política… Me he
movido mucho dentro de mi propia empresa, cosa que agradezco, tanto en la etapa
de Barcelona como en la de Madrid.
"Al haber pasado por informativos y por deportes, y disfrutarlo, me he llevado mucho de todas partes. Al final, lo bonito es mezclar los recursos de unos y de otros porque el medio es el mismo y el objetivo también: tener a la gente enganchada y transmitirle una idea. O una emoción, que es lo más difícil"
-Cubriste el Parlament de Catalunya, luego en Madrid el Congreso de los
Diputados, ¿se echa de menos la calle?
-Claro. La calle te permite desarrollar el que, para mí, es el género mejor,
que es la crónica. Y te permite narrar en directo, que es la radio más pura. En
el Parlament y en el Congreso hemos hecho inalámbricos que parecían de “Carrusel”
en días que no sabías ni cómo empezaban ni cómo acabarían. Hemos contado
episodios que ni imaginábamos y que, vistos ahora, dan vértigo. Pero he de
decir que la edición en la radio es muy bonita también: tienes la oportunidad
de hilar guiones, coger otra perspectiva y dar sentido a un relato. Si sale
bien es muy satisfactorio.
-Hay quien sobre ti que cubrías los pasillos del Parlament como si fuera el
vestuario del Barça… ¿Es un libelo o contiene trazas de realidad?
-¡Jajajaja! Mira, antes lo decía. Que la filosofía era esa. Supongo que al
haber pasado por informativos y por deportes, y disfrutarlo, me he llevado
mucho de todas partes. Al final, lo bonito es mezclar los recursos de unos y de
otros porque el medio es el mismo y el objetivo también: tener a la gente
enganchada y transmitirle una idea. O una emoción, que es lo más difícil.
-¿El “Hoy por Hoy” es el mejor horario?, porque conoces unos cuantos…
-No. Desde luego que levantarse a las dos de la mañana no puede ser el mejor
horario. Otra cosa es que, una vez que te pones, le veas ventajas: es verdad
que el día cunde mucho más. Y descubres que puedes pasar durmiendo un poco
menos. A lo que sí te obliga el “Hoy por hoy”, como la mayoría de los
grandes informativos, es a no desconectar a lo largo del día. O sea que el
horario se alarga un poco por mucho que empiece muy temprano.
-¿Hay que llegar temprano a la radio? Me dicen que eres de los más
madrugadores, ¿prefieres ir sobre seguro, con margen, sin agobios?
-Llego a las dos y media. ¿Podría llegar más tarde? Sí. Pero prefiero llegar un
poco antes, aunque le robe horas al sueño. Me permite ponerme a escribir
primero e ir corrigiendo después.
"La política tiene mucho de teatro. Lo que no sé si tiene ya son buenos actores. Por eso me gusta tanto la crónica: porque hay días que te cuenta más un gesto que parezca anecdótico que la declaración fingida de un político"
-“Buenos días Sastre, buenos días Barceló”, ¿complicidad o puesta en
escena?
-Surgió una noche, en “Hora 25”, casi de forma natural. Y lo mantuvimos.
Es complicidad y me parece que se nota en antena. Aquello que dicen los que
saben de que en la radio se perciben las cosas sinceras y las impostadas, yo
creo que es verdad. Si hubiese mal rollo se notaría igualmente.
-¡Ya te digo que se percibe la autenticidad! La SER tuvo uno de los
cuadros de actores más brillantes y populares de la historia de la radio, ¿la
política también es teatro?
-La política tiene mucho de teatro. Lo que no sé si tiene ya son buenos
actores. Por eso me gusta tanto la crónica: porque hay días que te cuenta más
un gesto que parezca anecdótico que la declaración fingida de un político.
-Todos hemos tenido tropezones en el trabajo. Pero en tu caso, hubo uno
literal, con Rajoy de protagonista indirecto, de inductor tengo entendido.
¿Cómo lo recuerdas?
-¡Jajajaja! Recuerdo que habíamos empezado la programación especial ese día
-que era el día de la moción de censura- a las siete de la mañana. Que ya
llevábamos varios días de programas especiales y que a las nueve de la noche
estaba agotado. Me dijo Àngels (Barceló) entonces que por qué no me iba al restaurante
donde decían que estaba Rajoy, a hacer el último directo, y le quise matar.
Pero me fui. Incrédulo, porque ¿cómo iba a estar allí refugiado el presidente
del Gobierno la noche en que lo estaban censurando? Pero estaba. Empecé a
narrarlo sin acabar de creerme lo que estaba viendo y diría que eso se ve en la
retransmisión: no doy crédito al pasaje en general. Y, cuando salió Rajoy, se
formó un grupo entre escoltas y curiosos. Acabé en mitad de la melé y, en un
momento, perdí pie, lo que añadió surrealismo a la escena. Pero mantuve la narración
hasta el final, eso sí.
-Eso fue la mezcla perfecta entre el oficio y la persistencia. Cambiando de
tema, ¿hacia dónde va la radio, y qué papel le concedes al podcast?
-Leo muchos análisis sobre el futuro de la radio, pero yo la sigo viendo ahí:
en casa a primera hora y en el coche. Y en el coche otra vez a la vuelta del
trabajo, y de noche para buscar lo que la tele no te da. Y en la aplicación del
teléfono, en directo o a la carta.
-O
sea, la ves como siempre, ¿pero…?
-Es
evidente que hay un cambio, pero creo que la radio se adaptará a los nuevos
usos. Y, para mí, los podcasts forman parte de esa adaptación: porque lo que
entendemos por radio ha evolucionado a algo más amplio -el audio- que se sirve
a través de la radio convencional pero también de los nuevos formatos de radio,
del podcast o de productos que se consumen, a la vez, en audio y en imagen.
Estamos en plena transición de algo que, quizá, estará en transición
continuamente. La radio y los podcasts no es que tengan que convivir, es que
tienen que entenderse. Y relacionarse. Ahí, más que recelos, tiene que haber
amor. Y, por supuesto, sexo.
-¿Cuál es tu mejor plan: una buena paella con la radio de fondo?
-¡No negaré que ese es un buen plan!
-Completa la frase, “la radio es para mí…”
-…la forma que tengo de entender el periodismo.