“La Batalla de las Ondas en la Guerra Civil Española”
- Daniel Arasa y Editorial Gregal nos acercan a la historia de las ondas en la guerra civil, la primera de la historia en que la radio se convirtió en un arma de guerra
Queipo de Llano dirigiéndose a los legionarios en Sevilla (Fotografía Fototeca Municipal de Sevilla) |
"La guerra siempre es sucia. Hubo, sin embargo, relativamente poco juego sucio en las ondas. La propaganda de la Guerra Civil española fue bastante primaria. Era muy directa, en un bando y en el otro. Se dio poca “propaganda negra”, que es aquella en que uno se hace pasar por el bando enemigo y va lanzando mensajes que erosionen los criterios o la moral"
La radio tenía ventajas sobre la prensa escrita. La
principal de ellas era la de poder ser escuchada en territorio enemigo,
llegando a los partidarios del propio bando que allí se encontraban para darles
ánimo y consignas, contribuir a desmoralizar a los del bando enemigo,
contradecir y ridiculizar a los dirigentes adversarios o difundir informaciones
que desmentían o ponían en duda las que los ciudadanos recibían desde su propio
bando. Se sumaba, además, la influencia de la información-propaganda dirigida a
los ciudadanos del propio territorio que controlaban. Bajo la apariencia de
informar, por tanto, la propaganda, y la radio era el gran medio, tenía como
objetivo pacificar y tranquilizar a los espíritus del bando propio y sembrar la
inquietud en los del adversario.
Daniel Arasa realiza en "La batalla de las ondas en la Guerra
Civil española" un estudio exhaustivo sobre lo que fue y representó este medio
de información-propaganda en la guerra, así como sus protagonistas y las
emisoras más influyentes. Explica de manera detallada las líneas e instrumentos
de la información-propaganda de ambos contendientes, así como la génesis que
llevaría a un gran desarrollo del medio, sin olvidar las interferencias en las
ondas, la escucha de las emisoras enemigas o las diversas formas de propaganda,
incluida la “propaganda negra”. Queda también explicado el proceso por el cual
los altos cargos de los dos bandos van creando los organismos responsables de
la radio y el uso que de ellos se va haciendo.
Aportaciones muy novedosas están referidas a muchos de los
protagonistas de la radio. Son muy conocidas las célebres y virulentas arengas
o charlas del general Queipo de Llano en Radio Sevilla, pero lo es muy poco
que, en su propio bando, personajes como José María Pemán o el general José
Millán Astray fueron “estrellas” de la radio. Y con ellos una serie de
personajes, desde cronistas, locutores o humoristas que tuvieron un peso muy
significativo. O que los dos portavoces principales de los dos bandos se
apellidaban Fernández, aunque uno fuera Fernández de Córdoba y el otro
Fernández Sastre. O cómo un gran número de altos cargos republicanos hablaron
ante los micrófonos, mientras en el bando nacional toda la gloria la reservaban
para Franco. O la presencia de intelectuales y artistas, así como la creación
de programas de tanta calidad como "Altavoz del Frente"
"La radio a nivel de arma de guerra no llega a tener importancia hasta la Guerra Civil española. En esta se convertiría en una gran arma psicológica, que se acrecentaría aún mucho más poco después, en la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Civil española es, por tanto, a nivel mundial, la primera en que la radio juega un papel importante como información y propaganda"
No faltan capítulos especialmente novedosos como el dedicado
a sacerdotes que hacían propaganda radiofónica a favor de la República, a la
vez que otros religiosos daban sus pláticas desde las emisoras del bando
franquista.
La tercera y última parte del libro se dedica a la batalla
del Ebro en la radio. Se sigue día a día cómo fue explicado por la radio el
desarrollo de la batalla. En la radio republicana de forma especial hablan los
políticos. En la nacional los cronistas. Pueden palparse las mentiras y
deformaciones sistemáticas y estudiadas sobre los acontecimientos.
El libro termina explicando cómo el bando perdedor justifica
la derrota en su propaganda presentándola como un éxito, y cómo el otro saca
partido de la victoria.
-Daniel, ¿qué importancia tenían las ondas, la radio, en
los primeros años del siglo pasado… política e institucionalmente hablando?
-La radio no empezó a tener importancia hasta los años 20
del siglo pasado. Aunque había sido inventada por Marconi en los últimos años
del siglo XIX, tardó más de un par de décadas en empezar a desarrollarse para
un uso general y hasta los citados años 20 del siglo XX no hubo emisoras
con difusión general y comercial. Por ello la radio no jugó ningún papel en la
Primera Guerra Mundial. Tampoco en algunas guerras localizadas de años
posteriores, como entre rojos y blancos en la URSS, entre Bolivia y Paraguay, o
en la Abisinia invadida por los italianos. En esta última, poco antes de la
guerra de España, la radio ya estaba bastante desarrollada pero las armas de
los etíopes eran poco más que lanzas, por lo que tampoco tenían radios.
Portada del libro de Daniel Arasa |
-¿Eran las ondas, como señalas, el principal instrumento
de propaganda de las diferentes partes participantes en la contienda? ¿Más que
la prensa escrita?
-De facto la radio se convertiría en el principal
instrumento de propaganda. Podía superar a la prensa porque podía llegar a los
ciudadanos o militares del otro bando, lo que no ocurría con la prensa escrita.
Podía contactar con los partidarios del bando propio que estaban en territorio
enemigo, dar consignas, elevar la moral de los propios e intentar erosionar la
de los enemigos, contradecir a los dirigentes del bando contrario… Además, no
tenía el problema de la angustiosa falta de papel que sufrió la prensa escrita,
ni los problemas de distribución, que en período de guerra no eran pocos.
-Comentas que en los primeros días fue un instrumento
muy, muy especial… por lo que informaban y, supongo, por lo que callaban
-Sin duda. Baste darse cuenta de que los sublevados
intentaban hacerse con las emisoras para enviar desde allí su bando de
declaración del estado de guerra, y a la inversa, los gubernamentales
pretendían retenerlas y también lanzaban sus consignas y llamaban a la lucha.
Recordemos algunos casos decisivos de los dos bandos en los
primeros días: el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, hizo trasladar
a su despacho en Barcelona al general sublevado Manuel Goded y le forzó a
hablar por los micrófonos ordenando que se rindieran a los militares sublevados
que seguían luchando. O en Sevilla, como el general rebelde Gonzalo Queipo de
Llano se hizo con el poder en la ciudad con muy pocas tropas, pero lanzando de
forma continuada mensajes por la radio. O, en Madrid, el famoso “No pasarán” de
Dolores Ibarruri “Pasionaria”.
El general Queipo de Llano ante el micrófono de Unión Radio Sevilla (Fotografía Biblioteca del Ministerio de Defensa)
-¿Había juego sucio en las ondas?
-La guerra siempre es sucia. Hubo, sin embargo, relativamente
poco juego sucio en las ondas. La propaganda de la Guerra Civil española fue
bastante primaria. Era muy directa, en un bando y en el otro. Se dio poca
“propaganda negra”, que es aquella en que uno se hace pasar por el bando
enemigo y va lanzando mensajes que erosionen los criterios o la moral.
Un caso singular, eso sí, fue el de Radio Verdad – Ràdio
Veritat, una radio franquista que simulaba emitir desde Salamanca y en realidad
lo hacía desde Italia. Pero siempre se mostró como emisora del bando nacional.