El invento del neerlandés impulsó y caracterizó a toda una cultura y generación musical
Este soporte contribuyó a la mejora tecnológica de la industria de la radio
LaVanguardia.com, 10/03/2021. El inventor de las famosas cintas de casete, Lou Ottens, falleció el pasado domingo a la edad de 98 años en Holanda, según un comunicado.
El ingeniero neerlandés trabajó durante la década de los 60
en la empresa Hasselt, de la propiedad de Endhoven Philips. Fue en esta, donde
dirigió a un equipo de 40 personas con el que desarrolló las míticas cintas de
casete. El invento culminó en 1964, cuando se mandó su producción en masa en Alemania.
Posteriormente, se empezó a comercializar en Europa y no fue hasta 1969 que las
cintas llegaron al mercado estadounidense.
Los casetes consistían en dos carretes en miniatura,
cubiertos por una carcasa de plástico, por los que pasaba una cinta magnética a
4,76 centímetros por segundo. Esta contaba con dos pistas: la cara A y la cara
B.
El largo romance de la radio y el casete
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Un Nagra |
La radio, desde sus inicios, condenada al directo, siempre
buscó una manera de poder registrar el sonido de forma permanente, perdurable y
con calidad. En los comienzos, y gracias en gran parte a las
aportaciones
económicas del cantante americano Bing Crosby, la industria respiró
con la invención del magnetófono (en 1948 lo empleó por primera vez la cadena
ABC). Pero, desde la invención de la radio, a principios del siglo pasado, el
medio no conoció otro escenario que el riguroso directo (directo para los
programas, directo para la publicidad, para todo). Pero el magnetófono era
extraordinariamente voluminoso (muchos técnicos todavía recuerdan el pesado,
aunque robusto, Nagra, en la foto) y el casete significó la simplificación
tecnológica que permitió acudir a cientos de miles de ruedas de prensa y de entrevistas en exteriores con un
equipo ligero y eficaz. Si esto es lo que supuso para la industria, podríamos
dedicar libros enteros a la aportación que para el consumidor supuso la
invención de la casete: desde la posibilidad de grabar programas, o discos en
las radiofórmulas (en los que más de una vez se colaban los hábiles DJ que, por
indicación de las discográficas,
pisaban los temas para impedir su copia); hasta
la posibilidad de grabar tus propios programas, con precariedad, no exenta de
pasión, como hicimos muchos futuros profesionales de mi generación. ¡Viva el
casete, gracias Lou!
Gorka Zumeta.
El invento de Ottens impulsó y caracterizó a toda una
cultura y generación musical donde las cintas de casete compactas eran
imprescindibles. De este modo, la invención vino seguida de otras variantes
como la de cintas con reducción de ruido o las creadas por la
empresa japonesa Maxell en 1974, que con cintas vírgenes, permitían hacer
copias de álbumes originales. La misma empresa creó en 1979 los míticos walkman,
que permitían escuchar las cintas desde cualquier sitio.
El CD acabó con el liderazgo del casete y los vinilos
Pero su invento también influenció a buscar nuevas formas de
almacenaje de datos. De este modo, a mitad de la década de los 80, Ottens vio
el declive de su creación a causa de la aparición del compact disc,
es decir, el famoso CD. Hasta la creación de este, la cinta de casete,
junto al vinilo, fue el formato más común y usado para la música pre-grabada.
Sin embargo, Ottens también formó parte del equipo que
desarrolló el CD. En este caso, se trataba de una creación conjunta realizada
por las empresas Sony y Philips en 1982.
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