Adiós a 32 años de “Ra, ra, ra”
- Onda Cero le había propuesto renovar “El Transistor” dos temporadas más, pero el periodista de Brunete ha decidido rechazar el ofrecimiento
José Ramón de la Morena, en una reciente visita al programa "El Hormiguero" (Fotografía Antena 3) |
La radio deportiva que representa José Ramón de la Morena ha ido perdiendo oyentes por el camino, algunos le siguen todavía, posiblemente sean tan mayores como él. Pero un oyente es un tesoro, y en la radio actual, están de retirada. De la Morena ha seguido siendo fiel a su estilo, hasta el último momento
“El Larguero” expulsó del templo del liderazgo a
García y, por el camino, estableció como uno de los deportes de la radio deportiva
nocturna el leer entre líneas -y a menudo no de manera tan soterrada- los
puyazos que se dedicaban uno y otro, tanto que la enemistad duró décadas, hasta que ambos se reconciliaron y confesaron su mutua admiración por las gestas que, en el pódium de la radio deportiva nocturna, habían alcanzado los dos periodistas, cada uno en su tiempo. La bronca fue tan enconada, que Movistar+
está a punto de estrenar una serie de televisión que, en tono humorístico, va
a repasar esa etapa, con Javier Gutiérrez imitando a García y Miki
Esparbé como Joserra. Será un buen momento para recordar, para los que asistíamos
en directo a sus peleas verbales, y para conocer la historia de aquella pugna
que a priori parecía imposible ganar, en el caso de los más jóvenes, pero José Ramón, y su equipo, lo lograron:
vencer a Butano. La SER fue más líder. El líder. De poco le valió esta gesta en 2016.
La primera desavenencia de “El Larguero” empezó con
la sintonía. Joserra eligió el “Ra, ra, ra”, de Benito
Moreno, fallecido en 2018, y en
Gran Vía 32 le afearon su decisión. Pero la perseverancia del de Brunete, que
para algo es de pueblo, y reivindica, orgulloso, su condición, no tenía límites, y
consiguió que se la aprobaran. Desde entonces, desde el primer “El Larguero”,
la sintonía de Moreno, en realidad ya de pertenencia a los oyentes del
programa, de la ‘parroquia’ que se reunía cada noche en torno al transistor,
fue la marca de la casa, la ignición de una ceremonia religiosa que llegó a
congregar más de un millón y medio de fieles en sus mejores tiempos (1.508.000
oyentes, EGM, 1ª ola 2009). La última lectura del EGM le otorgó 256.000 seguidores
(3ª ola 2020).
Los grandes profesionales del medio valen lo que suma su audiencia. Le pasó al maestro Luis del Olmo, cuando se paseaba ufano de una empresa a otra, llevándose consigo a sus oyentes, como si fletará miles de autobuses, hasta que se convirtieron en solo decenas y le pasó a García cuando el joven de la Morena, acompañado por el mejor equipo de deportes de la radio española, ahora repartido entre tres emisoras, le apeó del pódium del liderazgo
Aunque la radio no sufre en sus carnes la presión de los audímetros de su hermana pequeña, la televisión, lo cierto es que, nos guste o no, los grandes profesionales del medio a menudo valen lo que suma su audiencia. Le pasó al maestro Luis del Olmo, cuando se paseaba ufano de una empresa a otra, llevándose consigo a sus oyentes, como si fletará miles de autobuses, hasta que se convirtieron en solo decenas, y le pasó a García cuando el joven de la Morena, acompañado por el mejor equipo de deportes de la radio española, ahora repartido entre tres emisoras, le apeó del pódium del liderazgo de la radio nocturna, con otro tipo de radio, evolucionada.
Pero aquellos programas, los de ese “El Larguero”
coral que puso en marcha, con mucha retranca y humor, Joserra, era para
disfrutarlos, incluso para oyentes, como servidor, a los que el deporte no les
ha apasionado nunca. Lo de menos era la actualidad, bueno, era el pretexto para
escuchar sus reflexiones, porque, como mantiene el maestro Iñaki Gabilondo,
en la radio “tan
importante es cómo se cuentan las cosas, que las cosas que se cuentan”.
Esta fue la clave: la novedosa naturalidad, la campechanía, cercanía, que
proponía este tipo de pueblo que se ponía cada noche ante el micrófono amarillo.
Había que verles, aunque fuera de lejos, en la redacción de
deportes. A Joserra, a su mano derecha e izquierda, Carlos Bustillo, y a
toda la troupe desfilando por el despacho de Joserra, construyendo en cada
visita uno, tres, cinco o diez minutos de programa. A veces se oían los gritos
del de Brunete, que resonaban en toda la redacción, y los demás hacíamos oídos
sordos, porque ya se sabe que los jefes son los jefes. Pero no creo que se
enorgulleciera de ese comportamiento. No hay jefe, que reúna una
responsabilidad de este tamaño que no haya gritado, a veces con razón, otras
sin ella, aunque haya diferencia en las formas entre unos y otros. El elogio,
ya se sabe, puede repartirse en público. Pero los rapapolvos mejor en privado.
Allí estaban, alrededor de ese “El Larguero”, Paco
González, Manolo Lama, Juanma Castaño, Juan Antonio Alcalá, David Alonso, Joseba
Larrañaga, Yago de Vega en la última etapa, y cerrando, con su comentario, el
maestro Pepe Domingo Castaño. ¿Quién podía ofrecer un mejor equipo? Era el
‘equipo líder’. La audiencia así lo reconocía, aunque los principios fueron
duros, porque García no se dejó arrebatar fácilmente el liderazgo. Pero ahí, el
que apoyó, con decisión, y paciencia inusitada en el sector de la comunicación,
fue el gaditano Augusto Delkáder, que forjó una magnífica relación con el de
Brunete. En 2016 no pudo hacer nada por defenderle. Otros habían tomado la
decisión de abandonarle a su suerte.
Carlos Bustillo, 'Busti', representa el éxito desde la sombra |
Su última etapa la ha desarrollado en Onda Cero, que le fichó tras su salida de la SER. En la fotografía entrevistando al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez (Fotografía OndaCero.es) |