“Cuando emití desde: la radio, el reino de las voces”, por Chelo Sánchez Serrano
Una reflexión acompañada de la profesora de la Facultad de Comunicación de la UPSA, publicada en Medium
"Lo que la pandemia nos ha enseñado, ya sabíamos y puede que acabe pasando"
Durante más de un año, entre 2007 y 2008, la voz de uno de
los periodistas más reconocidos y populares de Colombia, sonaba desde un estudio
de radio de Madrid y con seis horas de diferencia. Darío Arizmendi, el
conductor del programa más escuchado de Caracol Radio, hasta su
reciente jubilación en 2019, demostró ya entonces que la radio puede hacerse
desde cualquier lugar, a miles de kilómetros de distancia, de manera
deslocalizada y descentralizada (si es que las capitales de los países tuvieran
que ser solo el centro), incluso de manera clandestina, a pesar de la aparente
normalidad de la emisión radiofónica de cada día. Evidenció, también, que puede
ser irrelevante conocer desde dónde se produce una emisión, porque la
comunicación radiofónica es todo menos un lugar físico, por mucho que los
lugares, los espacios y el tamaño puedan acabar siendo, eso sí, influyentes en
su producción.
Darío Arizmendi |
"La posibilidad de la radio como no lugar, como reino poderoso de voces sin espacio físico, nos permite seguir imaginando a los oyentes dónde y cómo estaba Javier del Pino haciendo la entrevista con Obama, mientras la escuchábamos, porque la radio está en nuestra cabeza"
“Cuando tuve que salir precipitadamente de Bogotá por
amenazas, decidí continuar ejerciendo mi profesión. Inicialmente, lo hice tres meses desde Miami, pero después los directivos de la Cadena SER me invitaron a
trasladarme a Madrid, donde la diferencia horaria me convenía mucho”, me cuenta
Darío Arizmendi en una entrevista que le agradezco enormemente. El periodista
recuerda como una etapa gozosa, a pesar de las circunstancias, su estancia en
Madrid, donde recuperó las noches y la posibilidad de hacer otra vida. Sin
embargo, también recuerda la complejidad de la producción y la emisión del
programa: “Estar solo en un estudio de grabación, con un realizador al otro
lado de la pecera, coordinándose con Colombia, y hacer el programa todo en
directo, dando paso a compañeros, invitados, colaboradores, me obligaba a una
enorme concentración, a estar pendiente de cada detalle, para que el oyente no
se enterara de dónde estaba yo, ni tampoco el grupo que me amenazaba…” Su
dilatada experiencia previa, la solidez del equipo con el que trabajaba y el
idioma común permitieron a Arizmendi poder seguir llevando su programa a la
antena en esas circunstancias, incluso en una época en la que el WhatsApp no
tenía la implementación que tiene ahora como herramienta de producción
radiofónica.
Los avances tecnológicos han permitido producir y recibir la
radio en cualquier lugar, pero, el veterano periodista asegura que es la
capacidad de conexión de la voz humana la que establece un lazo poderoso entre
la audiencia y las personas que suenan desde el otro lado de la radio. “Las
voces se hacen reconocidas para los oyentes y se traba ahí una relación, una
especie de amistad”, que elimina todas las barreras.
En el fondo, al no ser importante la imagen para la
construcción del mensaje, da igual dónde esté el emisor; en realidad, esa puede
ser una de las grandes ventajas del audio, como bien acaba de evidenciar la
plataforma sueca Spotify, que no cierra fronteras a la búsqueda de talento.
La radio deslocalizada
La pandemia ha obligado a las empresas de comunicación a
trabajar de manera distinta, rompiendo con el “presentismo”, deslocalizando más
los equipos y multiplicando los puntos de producción y emisión, incluso
haciendo saltar por los aires, o rebajando, los estándares de calidad
sonora: lo importante es que suene, no cómo suene. Y quién iba a
decirnos que eso se justificaría alguna vez en un entorno de producción
profesional, cuando justo esa era una seña de calidad diferencial de la
industria radiofónica. Pero esta evidencia, que se puede hacer radio en directo
casi desde cualquier lugar y no solo desde un estudio de radio, no es tampoco
algo nuevo para este medio centenario: se ha hecho mucha radio fuera del
estudio en la historia de la radio, los corresponsales contribuyen a ella
también cada día y el propio sistema de cobertura de la radio en España
deslocaliza y descentraliza una parte de la producción y la emisión casi desde
los orígenes de la desaparecida Unión Radio.
El futuro del trabajo es esto 👇@spotify anuncia que 5.000 de sus empleados podrán trabajar DONDE QUIERAN para el resto de su carrera.
— Iñigo Merino (@Tehen) February 14, 2021
Adiós a las barreras geográficas y oportunidad para atraer talento a España 🇪🇸 pic.twitter.com/q2DGyFubXX
Carlos Herrera emitiendo desde su casa de Sevilla (Fotografía Twitter Carlos Herrera) |
La radio y sus ventanas
“Durante mi tiempo de corresponsal en Washington tuve que
hacer alguna vez papeles de editor/presentador. Recuerdo, por ejemplo, que
cuando Gemma Nierga estuvo de baja por una operación en las cuerdas vocales, me
pidieron que co-presentara "La Ventana" durante unos meses, y lo hice sin mayor
problema. Desde que volví a España siempre he pasado varios meses al año en
EEUU, y nunca ha habido ningún problema. Ha habido momentos en los que los
oyentes no sabían si estaba aquí o allí, no porque se ocultara sino porque el
lugar de procedencia de mi voz era irrelevante. En España el “presentismo”
forma parte de nuestra cultura, ahora eso ha cambiado por completo, ayudado por
las tecnologías, que son mucho mejores que hace solo 5 años”, asegura Javier
del Pino, quien reconoce que a él estar fuera de España unos meses al año le da
una perspectiva distinta. “Me ayuda a entender mejor algunas cosas, a encontrar
nuevas tendencias, nuevos personajes, a saber cuáles deben ser la prioridades…
Es como dar un paso atrás y observarte a ti mismo, y yo estoy convencido de que
eso hace que el programa sea mejor… Hay algo bueno y algo malo en esto: lo
bueno es que ayuda a descentralizar el punto de vista desde el que hacemos
radio. “Desmadrileñizamos” lo que contamos”. Incluso, esa situación temporal,
le permite entrevistar a Obama…
En esta misma línea se expresa Julia Otero. La periodista siempre ha apostado por no considerar a Madrid el centro de la emisión radiofónica. “Bajo ningún concepto acepto que emitir un programa para toda España desde Sevilla o Barcelona sea “deslocalizar” un programa. ¿O es que España es Madrid y solo Madrid?. Ese es uno de los graves problemas que tiene España, precisamente: el punto de vista supremacista desde Madrid respecto a una realidad diversa y plural como la española, impone unos criterios y apreciaciones que no resisten a menudo un fact check. Creo que no se puede confundir deslocalizar con descentralizar. España es un Estado descentralizado y por tanto la emisión de programas desde diferentes lugares del país supone apostar por la realidad en la que vivimos”. Otra cuestión ya es vivir y trabajar desde fuera de España. “Entiendo que yo podría emitir Jelo desde Miami o desde Buenos Aires puntualmente. Una semana. Un mes. De acuerdo, pero no entiendo que un comunicador que se dirige a un país viva a miles de Kms. La radio es la vida de cada día de millones de personas llevada a la antena, sus preocupaciones, sus anhelos, sus angustias, sus temas de conversación. No es posible que eso se refleje cuando el responsable de un programa vive incrustado en una realidad completamente distinta”.
Para Carlos Alsina, “la única forma de saber, hoy, dónde está físicamente el conductor de un programa es que expresamente lo manifieste o que se eche a la calle a describir lo que ve y lo que oye”. Alsina recuerda que cuando se produjeron los atentados de Barcelona y Cambrils en 2017 estaba de vacaciones en San Diego, pero hizo el programa en autocontrol desde el locutorio de una pequeña emisora hispana. Nadie percibió que estaba a diez mil kilómetros de las Ramblas. Pero fue sólo un día, una excepción. También le ocurrió cuando, cubriendo la visita de Obama a Cuba para Onda Cero, se produjeron los atentados de Bruselas. “Mi duda — apunta Alsina- es si el hecho de que no sea algo puntual, sino que vivas en otro país, acaba permeando en el conductor y cambiando la percepción que tiene de lo que sucede aquí. Tiene acceso a los mismos medios e informaciones que si residiera en España, pero su entorno vital es el del país en el que reside. El transportista que le lleva un paquete a casa no le va a hablar de la situación laboral de los transportistas españoles. El vecino que le saluda por la mañana no le va a comentar la polémica de los youtubers. No sé si esa divergencia entre lo que cuenta en antena y lo que respira fuera de ella tiene alguna consecuencia en el programa (me falta experiencia). Y advierto que la consecuencia puede ser positiva, en ocasiones la distancia ayuda a ver con más claridad”.
"¿Se imaginan un canal de radio online en español con cobertura mundial, donde podamos escuchar radiofonistas de todas las partes del mundo donde se habla el español? Todo es posible. Ya no hay nada que no podamos imaginar y, mucho menos, que termine ocurriendo"
La parte mala de esta nueva forma
cada vez más híbrida de producción radiofónica es, desde la perspectiva
de Del Pino, “la pérdida del contacto, con los invitados y con el
equipo. Hay veces que en el estudio ocurren cosas que tienen su origen en el
hecho mismo de estar allí, y eso se pierde. Algunas entrevistas pueden ser
mejores si tienes al entrevistado junto a tí. Pero otras pueden salir mejor si
el entrevistado te imagina, pero no te ve. Yo creo que, en general, es poco lo
que se pierde”.
Para Alsina el
presentador deslocalizado tiende a estar más solo que la una (en su casa o en
la habitación de un hotel): puede volverse loco de abrir correos, mirar
whatsapps y chequear que el dispositivo de conexión está funcionando. “El mayor
inconveniente es perder todas esas conversaciones fuera de micrófono que forman
parte de un programa en directo y que, aunque los oyentes no las escuchen,
hacen crecer la complicidad y la confianza entre los colaboradores y el equipo.
Las mejores ideas suelen surgir de las conversaciones más intrascendentes, de
la broma, del comentario inmediato que alguien hace mientras ve comparecer a un
ministro en televisión… Del grupo de whatsapp también salen buenas ideas, pero
no es lo mismo. Un locutorio en el que está entrando y saliendo gente toda la
mañana es una fiesta. Una habitación vacía es una habitación vacía”. “Sí veo
algunas ventajas, como poder sacar adelante programas en circunstancias
adversas y en mi caso, la deslocalización abre la posibilidad, tentadora, de
elegir como lugar de residencia un lugar con otro huso horario donde a las
cuatro de la mañana de aquí (momento en que suena el despertador) sean, por
ejemplo, las cuatro de la tarde. Pero salvando eso, tampoco le encuentro muchas
ventajas”.
La pandemia, confirma Julia Otero, “ha obligado a emitir desde lugares nunca vistos antes, sobre todo a los colaboradores, que antes se acercaban a los estudios de las emisoras, pero también es cierto que la calidad del sonido, y yo soy muy exigente con eso, en general se ha resentido. Es posible que con el paso del tiempo la inversión en equipos móviles con los que emitir desde cualquier lugar sea más asequible. Hoy, aún son caros y no es posible adquirir docenas de ellos para cada programa. Jelo, por ejemplo, tiene más de 30 colaboradores externos en las diferentes secciones. Eso solo en un programa. Y luego está la atmósfera. No es lo mismo estar solo en casa (eso me dicen a menudo mis colaboradores) que sentirse acompañado en la antena con la presencia física de compañeros de sección o de la redacción del programa. Hemos salido adelante como hemos podido haciendo de la necesidad, virtud. Pero por el camino, la calidad del sonido y las relaciones humanas han sufrido”. Otero reconoce, además, que ahora pierden mucho más tiempo que antes en coordinarse todos.
Cuando la pandemia te obliga a hacer radio desde casa, la tecnología sale a tu rescate. Hoy estreno micro y filtro pop. Los oyentes se merecen un buen sonido. Nos oímos en @linternacope con @ExpositoCOPE hablando de ciencia y terremotos @COPE pic.twitter.com/d8k4Jmyho3
— Jorge Alcalde (@joralcalde) January 27, 2021
¿Y qué podemos esperar? Algunos apuntes para el futuro
Cualquiera que haya trabajado en
la radio sabe del importante poder de comunicación y de resolución de
conflictos de los gestos, pero también de la línea de órdenes, de los
múltiplex, antes del fax y el correo, y ahora del whatsapp, complemento de
comunicación interna muy solvente, pero a veces tan invasivo o más que la línea
de órdenes. Coordinar las sinergias de producción y el directo entre puntos
geográficos distintos no es tarea nueva para productores y realizadores:
Madrid- Sevilla, Barcelona- Madrid, Madrid- Washington, Valladolid y todas las
provincias de la comunidad para la ronda de temperaturas o el despliegue desde
el control central para conectar con los campos de fútbol de media España… La
radio, incluso, con su actual organización, mayormente centralista (salvo
contadas excepciones, los principales programas de todas las cadenas de radio
se hacen desde Madrid, menos en los meses de verano, cuando podemos escuchar
programas cuyo conductor principal está en Oviedo, Pontevedra o Salamanca, por
ejemplo), siempre ha producido y emitido desde la deslocalización y
sobre todo, con la suma de voces llegadas desde puntos geográficos
diversos, desde dentro o fuera del territorio nacional, desde el otro
micrófono del estudio de radio, a través de línea microfónica, teléfono fijo,
móvil o llamada de Skype…Todo esto seguirá. Seguramente, tendiendo, cada vez,
más a la descentralización de Madrid, especialmente, el día que los programas
de radio dejen de ser esos programas contenedor, que suman horas para el EGM.
En todo este año de pandemia se
ha hecho tanto como se ha perdido. Ha llegado el teletrabajo, pero muchos no lo
quieren –ni queremos- como única opción. Lo apuntaba Carlos Alsina al recoger
el premio al Periodista del año 2020 de la Asociación de la Prensa de
Madrid: “Nos gusta trabajar y no tanto teletrabajar”.
Carlos Alsina haciendo radio en directo desde la calle (Fotografías Onda Cero.es) |
- Podemos anticipar una sed de contacto cara a
cara después de un año de confinamientos y restricciones para moverse. En
2021 reaparecerán los eventos de la vida real y hará efecto la fatiga del
Zoom.
- Los periodistas saldrán más a la calle, harán
más trabajo cara a cara y empezarán a insertarse más en las comunidades.
Precisamente una de las
consecuencias positivas de la pandemia, según apunta Javier del Pino, es el
haber sacado a la gente del estudio y de las redacciones. Y todo parece indicar
que esta es una tendencia que se va a seguir consolidando.
"Coordinar las sinergias de producción y el directo entre puntos geográficos distintos no es tarea nueva para productores y realizadores: Madrid- Sevilla, Barcelona- Madrid, Madrid- Washington, Valladolid y todas las provincias de la comunidad para la ronda de temperaturas o el despliegue desde el control central para conectar con los campos de fútbol de media España…"
Hemos aprendido algunas lecciones
y posibilidades tras esta pandemia. También hemos confirmado lo que ya
sabíamos: que la voz humana y su capacidad de conexión, de transmitir
confianza, compañía, emociones, no requieren de un lugar concreto, pero sí de
una atmósfera (¿se acuerdan de las que creaba Jesús Quintero?) y de un canal
óptimo para que los actores de la radio (el emisor y el oyente) puedan
interactuar. La procedencia de la voz puede ser irrelevante, pero nunca lo
serán ni la voz individual, ni la voz colectiva.
A corto plazo, en cuanto pase
todo esto, la altísima penetración del directo, del streaming, de las
experiencias en vivo a las que estamos asistiendo, van a potenciar más la radio
en directo, pero como experiencia en vivo, incluso, ¡quién sabe!, con entrada y
precio, como los mejores espectáculos, y eso nos hará volver a colocar a la
radio en un lugar físico (estudio, teatro, calle, feria del libro, universidad,
museo, bodegas o polígonos…) Mientras, la posibilidad de la radio como no
lugar, como reino poderoso de voces sin espacio físico, nos permite seguir
imaginando a los oyentes dónde y cómo estaba Javier del Pino haciendo la
entrevista con Obama, mientras la escuchábamos, porque la radio está en nuestra
cabeza.
Le pregunto a Alsina si
cree que, igual que hemos empezado a escuchar hablar de fichajes en el mundo
del podcasting y desde cualquier parte del mundo, algún día veremos algo
parecido en la radio hablada en directo. “Estoy seguro de que veremos a un
radiofonista colombiano o argentino haciendo programas en cadena en alguna
radio española (o al revés). Enriquecerá aún más la saludable diversidad de que
ya disfrutamos”. La evocación a ese idioma compartido, del que hablaba también
Arizmendi, ¿recuerdan? ¿Se imaginan un canal de radio online en español con
cobertura mundial, donde podamos escuchar radiofonistas de todas las partes del
mundo donde se habla el español? Todo es posible. Ya no hay nada que no podamos
imaginar y, mucho menos, que termine ocurriendo.
Nota de la editora: Mi
agradecimiento a todos los que han contribuido con su tiempo y sus testimonios
para que este artículo vea la luz.
-Esta
reflexión de la profesora Chelo Sánchez Serrano en Medium.com
Muchas gracias, Gorka, por interesarte y visibilizar mis aportaciones. No había visto que lo habías añadido a tu web. Abrazo
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