La eterna definición de la radio pública
- El eterno dilema de RNE: ¿permanecer en el EGM o abandonarlo? ¿Qué es lo que aporta la encuesta de la AIMC a la radio pública? ¿El ciudadano tiene derecho a conocer la rentabilidad de estos medios en términos de audiencia? Y los profesionales de RNE: ¿no tienen derecho también a conocer sus resultados?
- La radio española ha perdido en los últimos 5 años casi dos millones de oyentes (1.862.000) y ha descendido en casi un 6 por ciento su penetración
La vocación cultural de RNE es patente, y se refleja en apuestas como la Ficción Sonora en directo, cara al público c la que logra cotas admirables |
El juego del EGM es de doble dirección: hay que pagar en ocasiones para que te abofeteen. Los responsables de las emisoras públicas tienen un problema de adscripción: ¿qué quieren ser: competidores, en cuyo caso deberán estar en el EGM, o abrirse su propio camino al margen de la batalla por las audiencias?
Me consta que en los despachos los resultados de este EGM
han provocado inquietud, además de sorpresa, por inesperados. Preocupación por
las dimensiones de las pérdidas y lo que suponen. No hay que olvidar que las
cadenas son las financiadoras del Estudio General de Medios, que no es nada
barato, y que la inversión no da derecho a nada. Al contrario, puede darse el
caso perfectamente de que el resultado para una marca sea claramente adverso y
sin embargo, tenga que pagar religiosamente la factura de AIMC. Si esta
situación se prolonga demasiado, la reacción suele ser vehemente, y se salda en
algunos casos con la salida y el portazo de la cadena ofendida, como
cuando RNE abandonó el estudio en el año 2003, porque el EGM no reflejaba “la
calidad” de la programación de la radio pública, ni el “esfuerzo de sus
profesionales”. El eterno debate de la pública: EGM sí, EGM no.
El descontento manifiesto de la radio pública nacional por
estos resultados no es el único. Otra radio pública, en este caso madrileña -Onda Madrid, la autonómica- ha
tomado este año 2020 la decisión de abandonar el EGM. Sus resultados históricos
no estaban a la altura de una emisora que emite para un público,
potencialmente, cercano a los siete millones de habitantes (6.662.000) y que
debería competir en la misma liga de Catalunya Radio, Radio Euskadi, Canal Sur Radio o la Radio
Galega. Pero no se acerca ni de lejos. Su mejor resultado en las últimas diez
encuestas fue 27.000 oyentes (1ª ola 2019), una cifra ridícula en comparación
con las que manejan las emisoras autonómicas citadas.
En 2018 Onda
Madrid abrió una nueva etapa con el fichaje de Juan Pablo Colmenarejo (recién
salido de Cope no por voluntad propia) para su informativo matinal de prime
time, “Buenos días Madrid”. También se fichó a Félix Madero para
dirigir el informativo nocturno “El Enfoque”. El esfuerzo económico era
palpable, y la apuesta, firme. En agosto de 2018 titulé: “Onda
Madrid sube a Primera División”, y apuntaba que Onda Madrid “solo
podía crecer”, porque su suelo era tan bajo que solo cabía el ascenso. Tras
los fichajes, en la tercera ola de 2018, la emisora autonómica de Madrid solo
logró 6.000 oyentes. Es decir, sin Colmenarejo y Madero, Onda Madrid había
cerrado la temporada anterior con 15.000. En el siguiente, el primer EGM de
2019, logró sin embargo su mejor resultado, el aludido de 27.000 oyentes, que
descendió a 19.000 en la siguiente ola (2ª ola 2019) y se redujo a 8.000 en la
última del año (3ª ola 2019). Este fue el dato que acabó con la paciencia de
los responsables de Onda Madrid.
Pegaron un portazo y se fueron. Claramente, me equivoqué cuando escribí “el
despido fulminante de Juan Pablo Colmenarejo en Cope les ha creado ahora un
duro competidor en Madrid. Mala estrategia”. El eterno dilema: como el EGM
no refleja lo que yo persigo, mejor me voy. Muerto el perro se acabó la rabia.
¿Tiene derecho el contribuyente a saber lo que le cuestan sus medios públicos y
si resultan rentables, al menos en términos de audiencia? Y la siguiente
pregunta: ¿y esa medición debe realizarse de acuerdo con la misma metodología
de las emisoras comerciales?
Onda Madrid, la emisora autonómica madrileña ha realizado un gran esfuerzo en los últimos dos años, que no ha visto rentabilizado en el EGM (Fotografía Onda Madrid, Twitter) |
Los responsables de las emisoras públicas tienen un problema
de adscripción. El EGM es un sistema elegido por el sector privado para medir
sus fuerzas. Un estudio estadístico realizado en el seno de una asociación sin
afán de lucro, con un único objetivo de medir, de la manera más objetiva
posible, las audiencias de la radio en España. Y este es el juego y la
inspiración. A la radio pública le vino muy bien el EGM cuando Carlos
Herrera se encargó de la mañana o, más tarde, cuando lo hizo Juan Ramón
Lucas. Incluso cuando empezó humilde Toni Garrido con sus “Asuntos
Propios” y logró reforzar las tardes de RNE con un buen resultado, hasta
que le cortaron la cabeza. El problema de esta casa no es el EGM, es la
inestabilidad generada por la política, un mal endémico.
Yo sí creo en una radio pública de prestigio, que persiga la excelencia, de la que nos sintamos orgullosos todos los españoles; una radio que tenga claros sus objetivos y su papel en la sociedad, diferente al de la radio comercial. Pero para esto se requieren dos elementos imprescindibles de los que carece: medios, humanos y financieros, e independencia del poder de turno
En el anterior post, el del análisis de urgencia de los primeros datos, me hacía una pregunta respecto de los resultados de la radio pública: ¿la estrategia de RNE de apostar por el servicio público, y el deseo de trabajar la información desde la objetividad, sin estridencias, puede jugar en su contra en un país muy polarizado que busca realimentar sus propias ideas en la tensión? La cifra que ha perdido RNE en este EGM (189.000 oyentes), se acerca casi en paralelo a la que ha ganado la Cadena SER (240.000 oyentes). No puede afirmarse rotundamente que todos se hayan ido en masa de la pública a la privada, la estadística no es tan simple. Pero sí que la necesidad de cuadrar los números nos lleva a establecer que un porcentaje significativo sí lo ha hecho. ¿Por qué? ¿Tal vez por la inspiración demasiado suave, blandengue tal vez para otros, del mensaje de RNE, frente a uno más decidido, implicado y vehemente de la SER?
Esto me conduce a una reflexión que tiene que ver con la
adscripción a la que antes me refería. Si la radio pública decide competir,
tiene que estar en el EGM. Y aceptar el juego de las subidas y las bajadas. Si,
por el contrario, decide apostar por una programación de calidad, de servicio
público, de objetividad (aunque en este punto no nos hagamos ilusiones, el
Gobierno de turno sigue manteniendo sus tentáculos), en este caso el EGM no le
aporta nada. Pero los ciudadanos nos quedamos sin poder cuantificar sus apoyos.
Más: ¿no tienen también los profesionales de RNE
el derecho a saber cuáles son sus apoyos, sus aciertos y sus errores?
El juego del EGM es de doble dirección: hay que pagar en ocasiones para que te abofeteen. El error es creer que las bofetadas te las da la SER que es quien manda en la AIMC, como siguen creyendo algunos. Cierto que es quien más paga, pero por ser la cadena con más oyentes y cuota de mercado. Bien diferente es manipular los datos. Y, si es así, denúnciese. No puede tampoco Carlos Herrera apostillar, como quien no quiere la cosa, en su programa, como reflexión previa a la publicación de la tercera ola del EGM, que “cuando te acercas a la SER, siempre salen en su socorro, son los Tezanos”. Entre unos y otros, se desprestigia más la credibilidad del Estudio General de Medios, y por tanto se invalidan sus resultados. Ya no es solo el anacronismo que acompaña a la metodología basada en el recuerdo de los encuestados sobre su consumo de radio el día anterior, sino también el de los tejemanejes que se traen unos y otros.
Félix Madero abriendo "El Enfoque", de Onda Madrid en el Día Mundial de la Radio desde la Puerta del Sol (Fotografía Onda Madrid, Twitter) |
A pesar de todo, del EGM, de las críticas interesadas y del propio desprestigio en que se empeñan sus propios gestores en sumirla, mi enhorabuena a mis compañeros por la calidad de su trabajo. El EGM, casi, es lo de menos…
Como apunté en mi anterior post, existe una correspondencia
casi numérica entre las audiencias de la SER
y la Cope y los resultados electorales en cada
región del país. Vivimos en estos últimos años un período muy ideologizado, que
las cadenas de radio contribuyen a extender y acentuar. Y RNE no ha participado de esta estrategia
tan deliberadamente como la radio comercial, que busca, por lógica, rentabilizar
y atraer público y audiencia. Al contrario, se ha distanciado deliberadamente
de ese modelo que supone incidir en el enfrentamiento de posturas ante la
realidad que padecemos. Ha decidido no competir en ese escenario, y tal vez ha
perdido apoyos por no decantarse más claramente en torno a una postura.
Al parecer, en el seno de la FORTA, la Federación de Organismos o Entidades de Radio y Televisión Autonómicos, existe un debate en torno a la oportunidad de permanecer dentro del EGM, con todas sus consecuencias, o marcharse. No creo que se lo planteen en Catalunya Radio, Radio Euskadi o Canal Sur Radio, las autonómicas más potentes en oyentes, que necesitan de los datos para reafirmar su atractivo comercial. Quien preside ahora la FORTA es, precisamente, José Pablo López, director general de Radio Televisión Madrid (RTVM), la autonómica que ha dado el portazo a la AIMC y que tiene clara su postura. Pero no creo en una respuesta unitaria de FORTA porque su situación, resultados e intereses son muy diferentes.
Yo sí creo en una radio pública de prestigio, que persiga la excelencia, la calidad de sus contenidos, de la que nos sintamos orgullosos todos los españoles, independientemente de su forma y manera de pensar (lo que es casi imposible en un país en enfrentamiento permanente); una radio que tenga claros sus objetivos y su papel en la sociedad, diferente al de la radio comercial. Si me apuran, complementario. Pero para esto se requieren dos elementos imprescindibles: medios, humanos y financieros, e independencia del poder de turno (y por tanto estabilidad). Y, en estos momentos, RNE no cuenta con ninguno de los dos. Es admirable, y termino, el nivel de autoexigencia de algunos profesionales de la casa que, desde la desmotivación del contexto en que se mueven, se enfrentan cada día a su trabajo, y lo hacen creyendo en la labor que deben realizar como servicio público que son, de forma responsable y absolutamente profesional. A pesar de todo, del EGM, de las críticas interesadas y del propio desprestigio en que se empeñan sus propios gestores en sumirla, mi enhorabuena a mis compañeros. El EGM, casi, es lo de menos…
Creo que huir del EGM es un error; planteárselo como una competición también (y más en el caso de las empresas públicas). El EGM da mucha información aparte del número bruto de audiencia; es igual de importante saber cómo son los oyentes, o cómo funcionan los cambios. https://t.co/lKzB4Hlyiu
— Eduardo Madinaveitia (@MadinaED) December 7, 2020