Situación excepcional; EGM excepcional
- El EGM realiza 155.000 encuestas al año, de las que la radio se beneficia de casi 80.000
- Este año, AIMC no podrá ofrecer un dato acumulado correspondiente a las tres olas de 2020, por eso recurrirá a incluir, para la media, la 3ª ola de 2019
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Comprobaremos si la radio ha conseguido crecer en audiencia neta y, si lo consigue, en qué proporción. 2020 es un año extraordinario, con efectos extraordinarios y -todos lo afirman- coyunturales. Superada la pandemia, las aguas volverán a su cauce
Sin embargo, en este 2020, año de la pandemia del
coronavirus, la Asociación para la Investigación de Medios de comunicación
(AIMC) se vio obligada a suspender la segunda ola del año, ante la
imposibilidad de realizar las entrevistas presenciales. La paralización del
estudio constituyó una de las peores consecuencias de la COVID-19 para el sector,
por cuanto se confirmó, por otras vías, que había aumentado el consumo de radio
durante el confinamiento (no solo por la necesidad de estar informado, sino
también por la de sentirse acompañado), pero, paradójicamente, el EGM no pudo certificarlo.
Por eso, la muestra de este 2020, contará con veintiséis mil
seiscientas encuestas menos de muestra, y aunque la representatividad de los
datos de ola será estadísticamente irreprochable (han cumplido con todas las previsiones de ola), lo cierto es que la reducción
anual de la muestra supondrá una merma de la fiabilidad de los datos. Para
soslayarla, la AIMC ha tomado la decisión de calcular el dato de acumulado (que
incluya tres oleadas y por tanto las 79.100 encuestas) incluyendo los datos de la tercera ola de 2019.
Así reedita la solidez del estudio, sin parangón en ningún otro análisis de audiencia del
sector.
Las cadenas de radio están caninas. Necesitan el EGM para
reafirmarse como uno de los medios de comunicación que más han subido en este
año de la crisis pandémica. Comprobaremos, ciertamente, si la radio ha
conseguido crecer en audiencia neta y, si lo consigue, en qué proporción. 2020
es un año extraordinario, con efectos extraordinarios y -todos lo afirman-
coyunturales. Superada la pandemia (confiemos en que sea más pronto que tarde)
las aguas volverán a su cauce. Pero en este 2020 el paisaje en general se ha
visto alterado, y la radio no podía escapar a esta nueva realidad.
Dentro de ese aspecto extraordinario que subrayo, me
gustaría comprobar que las grandes cadenas, en lugar de seguir cocinando sus
datos, en ‘modo autobombo’, se detienen por un momento en la excepcionalidad del
año, y acuerdan destacar la cifra global de audiencia de radio en España, como
la verdadera cifra a destacar, lejos del partidismo a que nos tienen
acostumbrados, el mismo que tanto critican de los partidos políticos. La que
tiene que ganar en esta situación excepcional es LA RADIO, no la SER, ni la
Cope, ni Onda Cero, ni siquiera Radio Nacional de España, que representa el
gran valor de la radio pública nacional, que sigue siendo la gran marginada de
la Corporación RTVE (y la primera letra de la marca, que a veces parece sobrar). Ojalá esto
fuera algo más que un sueño...
Durante la pandemia se ha hecho más radio desde casa que en toda la historia del medio (Fotografía Twitter) |
Por contra, si la cifra neta de audiencia de radio en España
no crece, me declaro incapaz de entenderlo si no es con el análisis más
pesimista, aquel que mantiene que la radio, indefectiblemente, va perdiendo
oyentes, ola tras ola, y que, a lo sumo, lo más que logra, es traspasar oyentes
de radio temática a radio hablada. Pero no adelantemos acontecimientos. El día
2 de diciembre saldremos de dudas.
No creo que la radio deba contribuir a tensionar más a la sociedad, ni a servir de altavoz acrítico a unos políticos que, se demuestra, viven en campaña permanente, unos desde el acoso como estrategia y otros ejerciendo la oposición desde el mismísimo Gobierno
Necesitan -todas- un buen EGM, a modo de árnica para empujar
el difícil y complicado camino que se les presenta hasta final de año, hasta
llegar a ese 31 de diciembre en que cerrarán el ejercicio anual. Entonces
compararán sus previsiones con los resultados alcanzados y comprobarán que lo
mejor que pueden hacer es olvidar el bache de 2020 como el año negro de la
COVID-19. Ha sido sin duda un año para olvidar, un año perdido tal vez. Pero un
año en que la radio ha cumplido con su función social de manera más decidida y
eficaz.
La radio, por otra parte, no puede permanecer ajena a la
realidad política de nuestro país, y a la enorme polarización de posturas en
torno a la gestión del Gobierno de la pandemia. Y no solo de la pandemia,
también de otros asuntos, que a menudo los argumentarios fuerzan, de uno y otro
lado, para seguir tirando de la sokatira que extiende la tensión entre
la ciudadanía. En muchos casos, tensión artificial. La nueva Ley Celaá de la
Educación es el sempiterno ejemplo de la incompetencia manifiesta de nuestros
políticos para llegar a un acuerdo de Estado en torno a una ley estratégica de
la que depende el futuro del país. Cuando Ángel Gabilondo asumió el
cargo de ministro de Educación (2009-2011) lo hizo con un único, y
loable, objetivo: lograr el consenso necesario para elaborar una nueva ley
educativa. Se marchó sin lograrlo, frustrado. Y no fue porque no lo intentó.
Nunca, en la historia de la democracia española, el PP ha apoyado una ley de Educación liderada por el PSOE, ni el PSOE lo ha hecho con una del PP. Deberían utilizar
la misma fórmula del cónclave para la elección papal, y encerrarse hasta ponerse
de acuerdo. Su fracaso demuestra su mediocridad y falta de sentido de Estado.
La radio vive esa tensión, como buen espejo de lo que
ocurre. Y la tensión remueve conciencias, y también manipula las peor
amuebladas. En Cope, por citar la opción de
la radio española que se ha posicionado abiertamente en contra de la gestión
del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, esperan que su gestión frentista logre
resultados, en clave de audiencia. Esperan acoger a todos los insatisfechos y reducir distancia entre “Herrera
en Cope” y el “Hoy por Hoy” de la Cadena
SER, el eterno líder. Pero ayer Carlos Herrera reconocía en antena que
en la tercera ola del año tradicionalmente descendía en audiencia. “Ojalá
que no se vuelva a cumplir” el maleficio, señalaba.
La tecnología ha resultado imprescindible para garantizar las emisiones y el compromiso social del medio (Fotografía Twitter) |
La SER no ha participado de esa misma estrategia frentista. De hecho, ha dirigido su crítica al Gobierno cuando lo ha hecho mal, demostrando su propia incompetencia o escorándose demasiado a la izquierda en un país sociológicamente de centro, y también ha dirigido sus dardos contra el Partido Popular, que no deja de forzar la situación para beneficio propio. Faltan verdaderos líderes con sentido de Estado. La campaña de la SER “La voz en medio del ruido”, aludía precisamente a este ambiente de tensión alimentada interesadamente por la clase política, incapaz de ponerse de acuerdo en cuestiones tan trascendentales como la resolución de una crisis sanitaria global.
Las cadenas de radio están caninas. Necesitan el EGM para reafirmarse como el medio de comunicación que más se ha robustecido en tiempo de pandemia
En medio, Onda Cero, más
tranquila, avanza, como nos tiene acostumbrados, desde diferentes sensibilidades,
enarbolando la pluralidad de sus comunicadores, pero sin extremismos o
descalificaciones. Y RNE está intentando
hacer un buen trabajo, a través de sus servicios informativos, liderados en las
mañanas por el más joven de todos los comunicadores del prime time de la
radio española, Íñigo Alfonso.
La radio necesita fortalecerse. En general. Demostrar que su labor ha sido imprescindible durante esta crisis sanitaria. Ha resultado providencial para millones de oyentes que siguen confiando en ella todos los días, de lunes a domingo, para informarse y para sentirse acompañados. Ningún otro medio nos enriquece tanto, también en el plano de las emociones. No creo que la radio deba contribuir a tensionar más a la sociedad, ni a servir de altavoz acrítico a unos políticos que, se demuestra, viven en campaña permanente, unos desde el acoso como estrategia y otros ejerciendo la oposición desde el mismísimo Gobierno. La radio tiene que ayudar a centrar y a clarificar el debate, desde la verdad y la honestidad. De lo contrario, contribuiremos al descrédito del oficio. La credibilidad de la radio no es un cheque en blanco, hay que revalidarla cada día. Y no siempre es lo que ocurre. El día 2 saldremos de dudas.
Pero claro, aunque se incluyan datos de 2019 y tengamos un número aceptable de entrevistas para dar una estadística presentable... Este año 2020 no ha sido igual para la radio; no podemos decir que entre marzo y junio haya habido una audiencia "similar" a tres meses cualquiera del año pasado, precisamente cabe presumir que en este período - creo yo - lo que ha habrá habido haya sido un aumento espectacular que no quedará reflejado. Una lástima, el año en el que la publicidad radiofónica cae y no se tendrá el arma básica para atraerla nuevamente con entusiasmo. Faltará el período que yo mismo me autocalifiqué como de "días de radio".
ResponderEliminarPODI-.
Y ya antes de nuestro Estado de Alarma, la radio reclamaba más que nunca mi atención, y no solo en España... https://podi-podi.blogspot.com/2020/03/tempi-di-radio-tiempos-de-radio.html
Eliminarpodi-.