Desde 2016, la Academia vive un cisma interno que ha minado su representatividad
La Academia ha echado por tierra su prestigio caminando sin apoyos
- Este próximo 6 de abril, la Academia, algo diluida por sus escasos recursos, entregará algunos de sus premios en el transcurso de un evento organizado por la Fundación Gala en el Beatriz Madrid Auditorio
- Luis del Olmo sigue ejerciendo de presidente de Honor, y aún no se ha dado cuenta de dónde se ha metido y de las compañías que frecuenta. Ni tampoco nadie, al parecer, se lo ha advertido
- El presidente de la Academia de Radio acaba de crear la Academia de las Ciencias de la Comunicación y busca candidatos, en "un procedimiento que será plenamente transparente"
- Una de sus últimas iniciativas ha sido comenzar una Cruzada vía Twitter contra el Ayuntamiento de Madrid por las presuntas irregularidades que rodean al cierre de la emisora municipal M21, de la que su presidente, Jorge Álvarez, era su responsable técnico
Antonio Buitrago, el
actual director de Radio Exterior de España, perteneciente al grupo de emisoras
públicas de Radio Nacional de España fue galardonado hace unos meses con el Premio Nacional de Radio, por la Academia
de las Artes y Ciencias Radiofónicas de España, presidida por Jorge Álvarez.
No dimos la noticia. No nos hicimos eco de ella. Y Antonio es buen amigo. Le
pedí disculpas por no hacerlo. Porque, sin dudarlo, lo merece... Finalmente, renunció al galardón.
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Fotografía de los II Premios Nacionales de Radio entregados en 2010 en el Teatro Mira de Pozuelo de Alarcón (Madrid) |
Y es que esta Academia no representa
a nadie. Y me duele escribirlo, porque yo, como otros buenos compañeros, creí
en ella cuando Álvarez la puso en marcha hace casi un cuarto de siglo. E
incluso colaboré activamente en ella, y difundí sus éxitos. Basta darse un paseo
por esta web y verificar lo que afirmo.
Esta Academia sigue beneficiándose del nombre y del desconocimiento que existe respecto de su verdadero funcionamiento interno y representatividad. Y resulta peligroso que las grandes cadenas la consideren interlocutora válida de cara a posibles y futuras colaboraciones
El éxito por excelencia, no hay
duda, fue que la Unesco instituyera un Día Mundial de la Radio y, pese a
que al final no fue la fecha propuesta por la Academia española -el 30 de octubre,
por el estreno de la adaptación radiofónica de “La Guerra de los Mundos”,
de Orson Welles, en 1938- logró que este medio que nos ocupa, y nos
preocupa, disfrutara de un día al año para reivindicarse, a nivel global.
Pero, como en la Bolsa, éxitos
precedentes no garantizan éxitos futuros. No solo fue así, sino que poco a
poco, la Academia Española de la Radio se fue degradando hasta llegar a lo que
es hoy: nada. Álvarez está solo, los pocos nombres que llegaron a ser
académicos le abandonaron por ejercer unas prácticas, cuando menos, dudosamente
democráticas.
Según los Estatutos de esta
institución, cuyos fines son “fomentar la consideración de la comunicación
radiofónica como un arte y una ciencia para, así, mantener el prestigio de la
Radio y de la profesión radiofónica en la sociedad”, la Junta Directiva
está formada “por miembros de la Academia elegidos mediante Asamblea General”.
Y se añade, expresamente, en este texto jurídico que rige esta institución: “La
Junta Directiva será elegida por la Asamblea General a través del
procedimiento, siempre democrático, que establezca en su caso. No obstante, si
no se hubiera establecido uno en concreto antes de proceder a la elección, se
entiende que será mediante votación de los miembros de la Asamblea a quienes se
hayan presentado”. Y se cierra este epígrafe con la duración del mandato, “será
por un período de cinco años”.
Estoy convencido de que, caso de existir un proyecto abierto, transparente, democrático, atractivo y oportuno, la ilusión se apoderaría de todos nosotros y trabajaríamos por un proyecto común
Jorge Álvarez, actual presidente
de la Academia de la Radio, y propietario de la 'marca', lo sigue siendo desde su fundación en 1997, y en
ningún momento se ha abierto ningún período electoral para la renovación de su Junta Directiva, en un claro incumplimiento de los Estatutos citados. Como
informé en 2016, los miembros de la Junta Directiva, y socios fundadores, nombres
como los de Primitivo Rojas, Manolo González, Rafael Revert, José María
Alfageme, Ángeles Afuera, José Antonio Pardellas, se desvincularon de la
institución ante unas prácticas que entendían claramente desajustadas para lo
que debía ser una Academia que reuniera a la profesión radiofónica.
Sus fotografías se retiraron de inmediato de la página web oficial, que hoy no es
ningún ejemplo de transparencia, pues nada se recoge en torno a quiénes conforman
la Junta Directiva, procedimientos de acceso, actividades de la institución, y
demás información, como sí figura en sus homólogas de cine y televisión. Ni siquiera
la pestaña ‘contacto’
funciona adecuadamente. No se puede contactar con la Academia.
Respecto de los procedimientos de
acceso, los Estatutos también brindan un artículo de interés: “Se establece
una fase previa a modo de prueba, para la obtención de la condición de miembro
de la Academia a quien la Junta Directiva proponga. En consecuencia, la persona
propuesta podrá iniciar colaboración con la Academia, pero siempre de forma
desinteresada, incluso asumiendo cargos virtuales o simbólicos, sin adquirir
derecho alguno, tampoco remuneración. Una vez que la Junta Directiva valore
positivamente dicha colaboración, la persona podrá ingresar formalmente en la
Academia, previa solicitud. La Junta Directiva se reserva el derecho de dar por
finalizada esta fase previa de colaboración sin obligación de admitir a la
persona”.
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Jorge Álvarez actual presidente 'vitalicio' de la Academia de la Radio, desde su fundación, en 1997 |
De hecho, este artículo garantiza
el control de acceso a la Academia por parte de la Junta Directiva y resulta
inevitable, en las actuales circunstancias, dudar de su discrecionalidad. Con
la salida decepcionada de los nombres que he citado, la Academia no es nada. Solo
su Junta Directiva, que evitará cualquier situación que ponga en duda su
control sobre la institución.
Otra cuestión diferente es lo
que, de puertas hacia afuera, pretende trasladar la Academia de la Radio a la
opinión pública: su página
en Wikipedia, como era de esperar, no es más que un listado de éxitos, que
nadie niega, pero sí da a entender algo muy diferente a la realidad que rodea
actualmente a esta institución. Que figuren en ella nombres como los de Iñaki
Gabilondo, José María García, Eugenio Fontán y Matilde Conesa, galardonados
con los Premios Nacionales de Radio, le concede una aura de respetabilidad y
representatividad de la que carece la actual Academia de la Radio.
Desde 1997, pese a que los Estatutos establecen períodos máximos de cinco años de ejercicio de sus Juntas Directivas, no se han producido nuevas elecciones en su Asamblea General
En Wikipedia se afirma: “en
la Academia se integran un selecto grupo de expertos profesionales de gran
experiencia y prestigio en distintas disciplinas relacionadas con el mundo de
la radio. Cabe destacar que el veterano radiofonista, Luis del Olmo,
ostenta la presidencia de honor de la Academia Española de la Radio y fue
galardonado con la primera medalla de oro de esta institución en 2009”.
Pues bien, ¿dónde está ese “selecto grupo” al que se refiere la Wiki? Ni
está ni, en la actual situación, se le espera. Por el contrario, Luis del Olmo
sigue ejerciendo de presidente de Honor, como establece esta información,
y aún no se ha dado cuenta de dónde se ha metido y de las compañías que
frecuenta. Ni tampoco nadie, al parecer, se lo ha advertido.
Manolo González, miembro activo
en otro tiempo del equipo de Álvarez, entusiasta defensor de los objetivos de la Academia,
y tan decepcionado como el resto, comentaba eufemística y elegantemente en una
entrevista publicada en PD
en 2018 “la
Academia está herida”. Y desde luego, es lo mínimo que puede decirse de
lo que ocurre en esta institución que debería estar abierta de par en par a la
profesión y a la actividad en pro del medio, sin personalismos de ningún tipo. "A
mí nadie me ha dimitido, lo que hay es un vacío de comunicación", afirmaba González en esa entrevista
de Roberto Marbán. En este mismo artículo, se citaba que “La
gota que ha colmado el vaso ha sido la de crear un premio que lleva su
propio nombre”, el nombre del presidente, Jorge Álvarez, ad maiorem
gloriam…
La Academia de las Artes y las Ciencias Radiofónicas de España, un nombre demasiado rimbombante como para tomárselo a la ligera, debería representar la máxima expresión de una profesión que vive permanentemente enamorada del medio en el que desarrolla su trabajo. No es el caso, ahora. Una desgracia para todos
Para optar a los Premios RadioTelevisión de esta Fundación, y según reza en sus bases, depositadas ante el notario Emilio Estaba-Hanza Navarro, hay que abonar 595 euros para acogerse a la beca de formación 'obligatoria' para cursar un "programa en Responsabilidad Social Corporativa, valorado en 3.995 euros, subvencionados por Gala Acción Social". A esto hay que sumar, "en el caso de desear una estatuilla para conmemorar su premio con sus categorías premiadas, deberá abonar 195 euros por cada estatuilla que desee". Y las entradas a la gala están valoradas cada una en 95 euros. Te invitan, pero hacen público, en las bases, su precio. Esto es lo que apoya esta Academia de la Radio. O sea que, como mínimo, si quieres el premio (con estatuilla), la broma te sale, al menos, por 790 euros...
Esta Academia sigue
beneficiándose del nombre y del desconocimiento que existe respecto de su
verdadero funcionamiento interno y representatividad. Sigue concediendo Premios
Nacionales de Radio (que hasta ahora eran exclusiva del Ministerio de Cultura)
y tratando de negociar que las instituciones galardonadas asuman los gastos de
una ceremonia que siga engrandeciendo el buen nombre de la Academia de
la Radio española, porque esta carece totalmente de recursos propios. Su objetivo es sacar rédito allá donde vea la posibilidad de lograrlo. Y resulta
peligroso que las grandes cadenas consideren a esta Academia de la Radio interlocutora válida de cara a posibles y futuras colaboraciones. Conviene
destapar cuanto antes la realidad que la rodea.
Y ahora una Academia de las Ciencias de la Comunicación
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Jorge Álvarez
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Jorge
Álvarez, presidente de la Academia de la Radio, ha creado la Academia de las Ciencias
de la Comunicación “como organismo consultivo independiente”. En la nota de
prensa de constitución se cita expresamente que su “objetivo es convertirse en
corporación de derecho público vinculada al Instituto de España”. Álvarez ha
detectado un vacío en las actuales “Reales Academias” en torno a la comunicación,
“incluyendo también el ámbito de Internet y redes sociales”. En cuanto a la
misión, la nota establece que su pretensión es “asesorar al Gobierno y a las
instituciones del Estado en calidad de organismo consultivo, de manera que sus
informes no tendrán carácter vinculante, aunque si podrán ser de conocimiento
público”. Por último, anuncia un proceso de selección de candidaturas “plenamente
transparente" En el que los aspirantes deberán ser “expertos de reconocido
prestigio y acreditada independencia”. La nota completa aquí. A lo largo de mis muchos años de profesión, he comprobado que la relación entre colegas es fluida, sincera y más que cordial, e incluyo a las grandes estrellas, y a los compañeros de base. Siempre que hemos tenido oportunidad de vernos, de compartir un mismo lugar, en un acto relacionado con la radio, se ha despertado una necesidad vital colectiva de compartir historias en medio de un ambiente de camaradería, en el que no entran las guerras entre empresas, que representan intereses diferentes y enfrentados. Estoy convencido de que, caso de existir un proyecto abierto, transparente, democrático, atractivo y oportuno, la ilusión se apoderaría de todos nosotros y trabajaríamos por un proyecto común. Somos muchos quienes echamos de menos una verdadera Academia de las Artes y las Ciencias Radiofónicas de España, un nombre demasiado importante como para tomárselo a la ligera. Debería representar la máxima expresión de una profesión que vive permanentemente enamorada del medio en el que desarrolla su trabajo. No es el caso, ahora. Una desgracia para todos.
La última solución que ha puesto en marcha esta Academia de la Radio que preside Jorge Álvarez es bloquearme en Twitter. No hay como matar al mensajero para erradicar el problema, y caer en la mayor torpeza posible en materia de comunicación: la censura. Me duele especialmente, no mi bloqueo, sino hasta dónde ha llegado esta situación, tan enquistada, y cada vez más conocida, por fortuna, en el sector.
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Gorka Zumeta bloqueado en la cuenta de Twitter de la Academia de la Radio |
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