Javier Monjas, reportero sin fronteras
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El experiodista de Antena 3 Radio recuerda su cobertura en la guerra civil salvadoreña, coincidiendo con la apertura en España del juicio por el asesinato del jesuita Ignacio Ellacuría en 1989
"Me asombra la resistencia que teníamos"
Un diplomático de la entonces Oficina de Información Diplomática me anunciaba la inmediata salida hacia San Salvador de un vuelo de la Fuerza Aérea Española. Despegaría sobre las dos o las tres de la madrugada desde la zona militar de Barajas y nos ofrecían una plaza. Llamé a mi directora de Informativos y me autorizó el viaje. Tuve el tiempo justo de ir a casa para recoger la bolsa con el equipaje que siempre mantenía hecha por entonces.
Aquel reportaje sobre el atentado contra Muguruza se emitió el domingo 26 de noviembre, en el mismo programa de 'Punto de Mira' que el de El Salvador. 'Punto de Mira' era un espacio de reportajes que se iniciaba con aquella misma edición, dirigido y presentado por Manuel Marlasca padre.
"Me asombra la resistencia que teníamos"
Recuerdo que la boca me sabía a tierra. Estaba tirado en el suelo junto al enviado especial de Le Monde en el pavimento de una triturada calle del barrio salvadoreño de Cuscatancingo. A unos quince metros por delante de nosotros, un pickup de Médicos Sin Fronteras con personal francés y bandera blanca intentaba cruzar la calle transversal establecida como la línea de frente entre el terreno ganado por el Frente Farabundo Martín para la Liberación Nacional y la zona controlada por el ejército de El Salvador. Era la mañana del 19 de noviembre de 1989.
Una escuela con un montón de niños llevaba aislada varios días sin alimentos y en pleno frente en el lado de la guerrilla. Cuando el coche de la organización humanitaria intentó cruzar la estrecha calle, comenzó un intenso intercambio de disparos. Por si fuera poco, el compañero de Le Monde y yo mismo, enviado de Antena 3 Radio, fuimos tomados como objetivo por un francotirador que disparaba desde la zona del FMLN.
Una hora nos mantuvimos, primero tirados en el suelo, y después parapetados detrás de un ruinoso muro hasta que logramos salir cobijados por la carrocería del coche de Médicos Sin Fronteras, que esa vez sí se encontró con una frontera que no pudo traspasar, los diez o quince metros que separaban a los voluntarios de la escuela. No obstante, los médicos consiguieron reunir un montón de niños del barrio arrasado que, junto con un anciano, me terminé yo bajando hacia lugar seguro en el taxi que había alquilado.
Unos días antes, sobre las once y media de la noche, me encontraba a punto de abandonar la redacción central de Antena 3 Radio en Madrid. Había terminado de grabar la crónica para 'El Primero de la Mañana', de Antonio Herrero, sobre el último atentado terrorista de ETA que, para no variar, me había tocado cubrir aquel día, el que costó la vida al teniente coronel José Martínez Moreno. Cuando recogía mis bártulos, sonó el teléfono.
El taxista José Aguilar, en el aparcamiento del Hotel Camino Real, centro de la prensa internacional. Si había que morir en Cuscatancingo, que fuera con el coche limpio (Foto: Javier Monjas) |
El 707 partió aquella fría madrugada con doce toneladas de ayuda humanitaria, con la delegación diplomática española encabezada por el subsecretario de Exteriores, Inocencio Arias, y con unos pocos periodistas de los principales medios del país, seis o siete, porque las televisiones privadas ni tan siquiera habían empezado a emitir por entonces (Antena 3, la primera, comenzaría a hacerlo justo un mes después). Aligerado de su carga, el vuelo debía repatriar a los españoles que desearan abandonar El Salvador.
Habían pasado un par de días desde la masacre en la Universidad Centroamericana en la que un grupo armado, por entonces no identificado, había asesinado al rector del centro, el jesuita español y teólogo de la liberación, Ignacio Ellacuría, a otros cinco jesuitas españoles compañeros suyos, y a dos mujeres salvadoreñas, una empleada doméstica y su hija de quince años. Arias había sido enviado por el Gobierno de Felipe González para exigir una investigación inmediata al presidente Alfredo Cristiani.
Apenas una semana antes, el FMLN había lanzado la que sería la ofensiva contra la capital salvadoreña más potente y cruenta de la larga guerra civil en el país. Los “muchachos”, como eran conocidos los militantes del grupo armado, se habían hecho fuertes en las barriadas obreras que rodean San Salvador, entre ellas, Cuscatancingo, donde se había fijado una línea de frente más o menos estable.
Del regreso a España recuerdo las diatribas revolucionarias de una monja española de similar corte y confección ideológico que los jesuitas asesinados; la niña que me contó cómo había sido su primer contacto con la nieve en su primer viaje a España –historia que me (mal) fusiló sin clemencia y por aproximación orejera la compañera de El País-, y la botella de Bermúdez añejo de 7 años que Fernando Múgica y servidor adquirimos durante una breve escala en Santo Domingo, y que nos trasegamos a bordo, mano a mano y a palo seco, como primera providencia para ir madurando los respectivos reportajes.
Ya en Madrid, terminé de madrugada de sacar cortes y grabar las infinitas crónicas para los infinitos boletines e informativos. Al día siguiente me tocó cubrir otro atentado, este el que le costó la vida al diputado de Herri Batasuna, Josu Muguruza. Se me amontonaba el trabajo, siempre más bien cruento, que tal era mi negociado, el del fuego recién disparado o disparándose en ese momento. Aún hoy me asombra la resistencia que teníamos entonces, yo y mis compañeros trotamundos.
Interior de la cabina del Boeing 707 del Ejército del Aire con cargamento de ayuda humanitaria con destino a San Salvador (Foto: Javier Monjas) |
Dos meses después, comencé yo mismo a dirigir el programa y a realizar la inmensa mayor parte de los reportajes semanales que constituían su contenido. Se mantuvo en antena hasta que un par de años después fue cancelado por Antonio Herrero tras ascender a la dirección de Informativos y mandarme a mí, sin solución de continuidad, desde la cobertura para Antena 3 Radio y Televisión de las últimas semanas de la Unión Soviética en Moscú, a hacer guardias para Local frente a las cocheras de la EMT en Madrid, centro de una huelga de transporte urbano por entonces, esas cosas de las revueltas palaciegas y ajustes de cuentas contra desafectos en los medios.
Manuel Martín Ferrand: "¿Y tú qué haces aquí?"
Javier Monjas en la guerra de Bosnia |
‘Punto de Mira’ en Antena 3 Radio era un programa dedicado al género del reportaje: periodistas como Javier Monjas viajaban de la ceca a la meca en busca de la noticia, para trasladarla luego, con profusión de testimonios, a sus oyentes. Había que hablar, a poder ser, con todos, para construir con sus relatos la historia de la manera, si no más objetiva, cuando menos más honesta. Cuenta el propio Monjas que Manuel Martín Ferrand le sorprendió un día sentado en la redacción de informativos y, medio en broma medio en serio, se encaró con él, y le dijo, con ese vozarrón que taladraba los Sennheiser, “¿tú qué haces aquí? ¡Nos estás costando dinero! ¡Vete ya a hacer tus reportajes!”. Las palabras del director general de Antena 3 Radio reflejan la estima que profesaba el máximo responsable de la empresa por el género del reportaje radiofónico, el género más completo del medio, el que demuestra de lo que es capaz, arropada con todos sus recursos. Gracias efusivas a Javier Monjas por elegir esta web para refrescar parte de su intensa vida como informador. GZ.
No volví a saber nada de toda aquella gente que aparecía en mi reportaje. De hecho, del único que supe mucho más tarde fue del avión, el venerable Boeing 707, matrícula T.17-2, del Ejército del Aire, que fue jubilado hará unos cuatro años tras casi treinta de misiones por todo el mundo. Construido en principio para la TWA había entrado en servicio el año anterior al viaje a El Salvador, y seguramente había aguardado un futuro de turistas en vez de uno de urgencias a países en guerra. Justo lo contrario que todos nosotros.
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