El espíritu heterodoxo de Javier Sardá
https://www.gorkazumeta.com/2020/06/el-espiritu-heterodoxo-de-javier-sarda.html?m=0
Recuperamos una entrevista al periodista catalán de junio de 1992 en El Periódico de Cataluña, cuando se marchaba de RNE a la SER
Dicho hace casi 30 años: “La radio renueva muy poco a su gente"
- “La radio en la mañana es muy peligrosa, es una hora en que hay mucha competencia”
Hace casi treinta años de esta entrevista a Javier Sardá
en El Periódico de Cataluña. La he recuperado gracias a esa extraordinaria
colección de un tipo que siente pasión por la radio no, lo siguiente: Antoni
Mascaró. Sardá estaba en Radio Nacional de España, ocupando la mañana con “La
Bisagra”, un programa vespertino que, a propuesta de Enric Sopena y Alicia
Fernández, se mudó a las mañanas, con la oposición “radical” de
Sardá. “La radio en la mañana es muy peligrosa, es una hora en que hay mucha
competencia”, reconocía el periodista catalán en la entrevista. A pesar de
todo, accedió, y compitió abiertamente nada más y nada menos que con Luis
del Olmo e Iñaki Gabilondo, y no salió escaldado. “Visto cómo ha
ido la cosa, con 14 premios y un reconocimiento general, ha estado muy bien. Mi
sensación es de éxito total”, confesaba, sin falsas modestias.
¿Por qué la recupero? Por tristeza. Porque la entrevista
demuestra que nada ha cambiado, a pesar del paso inexorable del tiempo. El reloj
no ha logrado avances en un medio que necesita renovarse como agua de mayo.
Releer esta entrevista a Sardá, un tipo que renovó sin duda la antena, introduciendo
una manera, un estilo, diferente, más moderno, de hacer radio, que encandiló a
millones de personas y renovó las audiencias con oyentes que exigían mayor
esfuerzo a una radio lineal, previsible y agotada en sus propuestas, me produce
desconsuelo; porque no hemos sido capaces de arriesgar para renovar.
Javier Sardá y su espíritu radiofónico viene de muy atrás (Fotografía Atresmedia) |
"Se trata de que los programas no sean excluyentes. Cuando me planteo una entrevista con un torero, me pongo en la piel del público al que no le gustan los toros. Cuando es con un deportista, pienso en la gente a la que no le interesa el deporte"
Algo de todo esto ya
me lo adelantó Sardá en un delicioso diálogo que mantuve con él en septiembre
del año pasado para esta web, y del que me siento especialmente orgulloso,
porque Sardá ha sido siempre para mí un referente de la creatividad, de la
sorpresa, de la imprevisibilidad. De la renovación. Y en todos sus proyectos en
radio lo demostró, y alcanzó el éxito. Tuve la inmensa suerte de sustituirle un
par de veranos en la SER, con mi
compadre de radio desde entonces Goyo González, y poder ‘jugar’ a hacer de
Sardá, manteniendo su espíritu, no sé si con éxito. Al menos, lo intentamos.
Las palabras de Sardá en esta entrevista son demoledores,
vistas y releídas desde la actual perspectiva de 2020, en que no ha cambiado
nada, salvo la forzada jubilación o prejubilación de del Olmo y Gabilondo. “La
radio renueva muy poco a su gente: los nombres consagrados de la radio de hace
15 años son los mismos que los de ahora, con alguna excepción”. Él se
marchó de RNE, recaló en la SER, se marchó de la SER, y Del Olmo e Iñaki
seguían al frente de sus programas. Y, como ellos, muchos otros nombres que seguían
practicando una radio heredada de sus mayores.
Y Sardá, y me maravilla su lucidez vista, insisto, casi
treinta años después, explicaba su fórmula: “nosotros hemos hecho una radio
estándar, formalmente bien hecha, porque ser moderno no quiere decir ser un
manazas. He respetado la técnica formal de hacer radio, pero los contenidos, y
su orientación han sido diferentes”. Ya salió la palabra: los ‘contenidos’. Aquí
está el quid de la cuestión, del éxito o del fracaso de un proyecto
mediático. Sardá lo sabía y jugó a ‘rejuvenecer’ los contenidos. Y le salió
siempre bien. Doy fe.
"Los nombres consagrados de la radio de hace 15 años son los mismos que los de ahora, con alguna excepción”
“Yo tenía el reto de demostrar que ser progre no quiere
decir ser aburrido ni marginal. Hubo un momento en que me dije: no hemos ganado
nada. Antes hacía la radio la gente carca, y era aburrida y mala; ahora la hace
gente progre y sigue siendo aburrida”. Esta sentencia continúa vigente, hoy
en día. Y demuestra, a mi entender, que la radio ‘ideológica’ solo sirve para
los hooligans que se reúnen para reafirmar sus ideas y resulta prescindible
para el resto, que discrepa del enfoque. Y voy más allá: hacer buena o mala
radio nada tiene que ver con la ideología, sino con el conocimiento del medio,
la necesidad y la oportunidad.
El mismo Sardá, en esta entrevista que me ha parecido
enormemente lúcida, comparte su planteamiento cuando aborda un contenido que
puede provocar disparidad de criterios: “se trata de que los programas no
sean excluyentes. Cuando me planteo una entrevista con un torero, me pongo en
la piel del público al que no le gustan los toros. Cuando es con un deportista,
pienso en la gente a la que no le interesa el deporte”. Certero. Práctico.
Realista. Empático. Ahora entiendo, transcurrido el tiempo, por qué me seducía
tanto “La Bisagra” primero y “La Ventana”, después. Primero RNE y después la SER. A mí no me gustan ni los toros ni el
deporte. Pero nunca me sentí desplazado.
El equipo de “La Ventana” en la SER trabajaba a destajo. Y sin los móviles
de ahora, tirando de guía telefónica y mucha persistencia en la búsqueda de los
invitados a veces más surrealistas… A Javier Sardá se le colgaba el sambenito
de que era muy exigente. Y lo era. Pero tenía sus motivos. “Sí, pero los
exigentes son los oyentes. Todos nosotros cuando escuchamos una entrevista
somos muy exigentes, nos demos cuenta de ello, o no. La valoramos más cuanto
más pensada esté, más creativa sea la situación, más descoloquemos al invitado,
y más diferente sea”. ¡Cuánta razón! Lo que engancha, en una primera
instancia, es el personaje. Pero el envoltorio es fundamental. Cuando mis
alumnos me preguntan si se puede innovar, yo les respondo, no es que se pueda.
Es que se debe. Para Sardá, y su equipo, ésta era su máxima. Entre ellos un
guionista de lujo: Juan Carlos Ortega.
Juan Carlos Ortega, Gemma Nierga y Javier Sardá (Fotografía CadenaSER.com) |
Cuando se habla del triunfo de “La Ventana” respecto
de “La Radio de Julia” de Julia Otero, en la Onda Cero, entonces, de la ONCE, y también
sobre la propuesta de Encarna Sánchez en Cope,
no puede obviarse un condimento omnipresente en el equipo de Sardá, que aportó
frescura a la radio, y regeneró la audiencia: el esfuerzo por la creatividad y
la innovación. Tan en serio se lo tomaban que hasta la participación de los
oyentes estaba “guionizada”: “cuando nos planteamos la emisión, nos
planteamos los pros y los contras de los temas. Si hemos de hacer una pregunta
a los oyentes, hay un redactor que la tarde anterior se sienta a la mesa y escribe
argumentos a favor de la cuestión y en contra. Eso es para que un oyente si me
dice blanco yo le puedo contestar negro, y no por ganas de llevar la contra,
sino para que surja la chispa de la reflexión”. Impecable estrategia, que provoca y enriquece el debate.
"Ser moderno no quiere decir ser un manazas. He respetado la técnica formal de hacer radio, pero los contenidos, y su orientación han sido diferentes”
La cabeza de Sardá, y las de su gente, estaban
constantemente pariendo ideas. Algunas se quedaban en el cajón, pero las más
salían a antena, envueltas en un papel de regalo espectacular, siempre tamizado
por el humor y aderezado por la ternura del señor Casamajor, el alter ego
de Sardá, su personaje fetiche, al que, como suelo decir, cada vez se parece
más. Precisamente, la salida de Sardá de la radio pública, en donde le
concedieron la excedencia, según se comenta en la entrevista, la provocó la SER, que llevaba tiempo detrás de él. El
primer contrato que firmó Sardá con la radio de Prisa no fue estrictamente
suyo. Me explicaré: quien debiera haber firmado era Casamajor, porque era al viejo
al que habían fichado como colaborador para el programa de Iñaki Gabilondo, el “Hoy
por Hoy”. “Precisamente, el señor Casamajor contribuirá a que en el
programa de Iñaki las cosas no sean como siempre, que las entrevistas serias no
lo sean tanto y las humorísticas puedan ser más sensibles”, dice Sardá.
En la argumentación, hay una crítica velada, que todavía
sufrimos hoy: “para que las cosas no sean como siempre”. ¿Es malo que
las cosas sigan como siempre? O ¿si las cosas han sido ‘como siempre’, no convendrá
renovarlas un poco, darles una mano de pintura, cambiar unos zócalos y el
mobiliario? El primer argumento es el que se ha utilizado para la radio de los
últimos 30 años en España, porque no ha cambiado mucho, con algunas excepciones
como la del propio Sardá, y algunos otros nombres más, como Jesús Quintero,
“El Loco de la Colina”, Gomaespuma, Alfonso Arús, el
propio Pablo Motos, cuando se estrenó en M80… y seguro que unos cuantos
nombres más que se esforzaban por encontrar su estilo propio, diferenciado del
resto. Tampoco sería justo olvidar la aportación de Luis del Olmo a la radio ‘moderna’,
con la invención del magacine, o la extensión de las tertulias… Pero lo que
ocurrió en el caso del berciano es que, una vez innovado el formato respecto a
sus mayores, se dedicó a recrearlo durante los 40 años de ‘Protagonistas’,
que muchos seguimos entusiasmados, en paralelo, a la propia trayectoria del
maestro.
La entrevista de 'El Periódico' rescatada por Antoni Mascaró que ha recuperado este post |
Y hablando de mayores, el final de la entrevista a Sardá en
El Periódico de Cataluña que ha rescatado Antoni Mascaró en Facebook, incide en
este aspecto. El entrevistador, Gabriel Jaraba, le pregunta: “¿Qué
consejo le ha dado al señor Casamajor para su nueva etapa en la SER?”. Y
Sardá responde: “No son los jóvenes quienes deben dar consejo a los viejos,
sino al revés”. No hay más preguntas, señoría.
La radio de Sardá. Ojalá su espíritu iconoclasta tuviera
continuidad y se extendiera entre las nuevas generaciones. Y eso que a Sardá no le llamaba mucho la atención la radio. De creatividad y de originalidad, incluso formal, sabe mucho hoy en día el podcast.
La radio prefiere vivir “como siempre”…
El 2020 de Javier Sardá
El Sardá de "La Ventana" |
No ha empezado bien el 2020 para Javier Sardá. Las
uvas se las tomó en el hospital. El
31 de diciembre de 2019 sufrió una aparatosa caída, que le obligó a estar
ingresado seis días en observación. Se dio un fuerte golpe en la cabeza, lo
que obligó a seguir el protocolo marcado en casos de traumas cerebrales, para
descartar daños. La irrupción del coronavirus le ha obligado a tomar
precauciones añadidas, al ser casi personal de riesgo (tiene 62 años). Y el último mazazo ha sido sin duda la muerte de su hermana, la actriz, Rosa María Sardá, el pasado 11 de junio, uno de sus grandes apoyos. Es justo que
quienes hemos sido felices gracias a su trabajo, le enviemos ahora, en este
trance, nuestro abrazo más sincero.
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