El pretérito tecnológico (y humano) de la radio española
https://www.gorkazumeta.com/2020/03/el-preterito-tecnologico-de-la-radio.html
Los modernos equipos de retransmisión actuales no nos deben hacer olvidar el trabajo de los pioneros
La radio no sería sin sus técnicos
Las RDSIs, por tanto, supusieron esa liberación del radioenlace y la posibilidad de que se establecieran puntos de emisión domésticos desde los que el personal que no podía desplazarse a la emisora a horas intempestivas, por ejemplo, los tertulianos, tuvieran en su casa la posibilidad de llegar con su voz hasta la central. Un avance considerable.
Las famosas híbridas lograban incluir en la mesa de mezclas cuantas líneas telefónicas pudiera costearse la emisora, porque en los principios no eran precisamente baratas. Con el tiempo, la tecnología se abarató. Hoy en día, nadie se detiene a analizar la presencia del teléfono en la radio, pero su inclusión también constituyó un capítulo esencial en la evolución tecnológica del medio. Hoy en día las híbridas están dejando paso al bluetooth para conectarse a móviles y aprovecharse de esta manera de la mayor calidad de sonido que proporciona la comunicación desarrollada a través de llamadas de whatsapp, por ejemplo, aunque presenta problemas de inestabilidad y desajustes, que se irán resolviendo con el tiempo, seguro. En cualquier caso, la calidad del sonido logrado es superior al de una línea telefónica convencional.
Hubo un nombre providencial para la radio, también en lo que se refiere a su evolución tecnológica: José María García. Y una cadena ejemplar en la implementación de estos avances: Antena 3 Radio. García era la locomotora de la cadena que dirigía Manolo Martín Ferrand. El rey del deporte, llegado desde la SER. Y el impulsor del famoso helicóptero, “pero no para pasear”, comentaba García, sino para servir de repetidor y amplificador, de enlace, en definitiva, con la radio. García fue el impulsor de los transmisores en los coches de los entrenadores, y de los periodistas en motos persiguiendo al pelotón con su equipo inalámbrico dirigido al helicóptero, en lo que supuso, en la época, un dispositivo sin parangón, pionero en la retransmisión de este tipo de acontecimientos deportivos. Aquella cobertura de la Vuelta Ciclista a España era todo un espectáculo radiofónico al que García le ponía el papel de regalo y el lazo rojo. Y los oyentes la disfrutaban.
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La radio no sería sin sus técnicos
Hoy la radio está resultando modélica en muchos aspectos: en el del cumplimiento riguroso de su labor informativa; en la labor social, y hasta humanitaria, de acompañar a sus oyentes, sobre todo a las personas que se encuentran solas (especialmente a nuestros mayores, recluidos en sus casas y temerosos de este virus tan selectivo en sus efectos más dañinos) y en el de evitar los contagios y extender la pandemia, trasladando a su personal a sus respectivas casas, para que sigan trabajando en las mejores condiciones de seguridad e higiene.
Cobertura de la Lotería de Navidad, con Luis Pinar (de pie a la izquierda) como técnico de sonido, con Juan Vives como locutor (Fotografía Archivo Juan Vives) |
Este último punto ha sido posible gracias a la tecnología. Gracias, como he comentado en otro post, a artilugios como el Quantum, de Prodys, distribuido por Aspa, el Alio de AEQ o el Vía de Tie Line. No son las únicas tecnologías que permiten conexiones por IP (internet) del mercado, pero sí son las más utilizadas por la radio española, y además Prodys y AEQ son marcas españolas, con I+D propio, y referencias a nivel mundial.
La incorporación de la RDSI a las corresponsalías modificó no solo el sonido, sino también la percepción del oyente: ya no acompañaba a aquel sonido primitivo la sensación de distancia. “Nos están engañando”, llegué a escuchar de un vecino, “eso suena muy bien, están en el estudio viendo la televisión”
La tecnología ha permitido que la radio funcione sin apenas profesionales, abriendo líneas IP domésticas, a través de las que van llegando las voces de los redactores y colaboradores. Hasta una radio valenciana, Plaza Radio, ha cerrado sus instalaciones y todos sus profesionales, incluidos los técnicos, que operan por remoto, están en sus casas. Pero la emisión continúa, puntual a su cita y al compromiso con sus oyentes. Esto era impensable hace unos pocos años.
A raíz de este post, Emilio Linares, alumno de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, a quien tuve el gusto de conocer en uno de mis viajes a Pamplona, friki declarado de la radio, en todas sus opciones y formatos, me sugirió un tema que tal vez pueda interesar a alguien, a los más curiosos, y recordar a otros muchos compañeros que trabajaron en las mismas circunstancias que las mías. Una del Jurásico radiofónico, en lo que a tecnología se refiere.
Vaya por delante que esta misma situación no hubiera obtenido la misma respuesta por parte de la radio hace tan solo una década, en la que internet no estaba tan implantada, ni existía por tanto la tecnología necesaria para transportar el sonido a través de IP. Hace una década lo que se estilaba en las casas que podían disponer de ella era la Red Digital de Servicios Integrados (RDSI), originalmente pensada para el traslado masivo de datos a través de las nuevas y revolucionarias líneas telefónicas digitales, pero que los ingenieros de sonido adaptaron pronto para el transporte de palabra o música.
Te propongo una nueva entrada para tu blog, Gorka. Contar cómo se cubrían eventos antes fuera del estudio.— Emilio Linares (@EmilioMotril) March 15, 2020
Ya he contado mi recuerdo de cómo Agustín Ruiz de Aguirre, director técnico de la Cadena SER, nos reunió a un grupo de compañeros en un estudio, en los noventa, y nos hizo escuchar la primera experiencia a través de RDSI. Un bucle establecido con Japón, nada menos. Se enviaba el sonido desde Madrid (música) y se devolvía con una calidad excelente. Aquello supuso para muchos de nosotros un auténtico hito en la historia reciente de la radio, porque permitía dotar a las emisiones en exteriores de la misma calidad de sonido proporcionada por un estudio.
Hasta entonces, esa calidad se lograba solo gracias a un buen enlace, pero hacía falta, en el caso de Madrid, por sus dimensiones, desplazar al lugar una unidad móvil, subir una antena considerable, enlazar vía radio con uno de los repetidores distribuidos por la capital y reenviar la señal a estudios donde un nuevo amplificador reforzaría la señal para su correcta emisión en antena. O sea, muy complicado para que alguien tuviera en su casa un radioenlace de estas características. Y, poco a poco, además, los radioenlaces fueron sufriendo limitaciones de uso, por las interferencias que provocaban en otros equipos que funcionaban también por altas o bajas frecuencias.
Higinio Hernández al frente de una unidad móvil de la SER situada en la plaza de toros de Las Ventas (Fotografía Archivo personal Higinio Hernández) |
Tanto era el avance que, hasta la llegada de las RDSIs, el sonido al que estábamos acostumbrados de los corresponsales de la radio repartidos por el mundo era telefónico, de baja calidad, suficiente para garantizar la comprensión, pero poco más. Parecía que estuvieran hablando a través de una lata de sardinas… La incorporación de la RDSI a las corresponsalías modificó no solo el sonido, sino también la percepción del oyente: ya no acompañaba a aquel sonido primitivo la sensación de distancia, de lejanía respecto a aquella voz que nos informaba desde París, Berlín, Washington o Tokio. “Nos están engañando”, llegué a escuchar de un vecino, “eso suena muy bien, están en el estudio viendo la televisión”. Hubo que reciclar también a los oyentes… La televisión utilizaba el satélite (muchísimo más caro) y el sonido de sus corresponsales era perfecto. Pero la radio no era tan poderosa financieramente.
El satélite. La radio también sabe de satélites. Primero, para enviar la señal a sus emisoras. La red de líneas musicales (dependientes de las grandes teleoperadoras, en este caso Telefónica) que unía a la central con las emisoras territoriales ofrecía unos costes considerables, que se incluían en el capítulo de costes fijos, se utilizaran o no. Las líneas con las emisoras ubicadas en el País Vasco, en los años de plomo del terrorismo de ETA, se amortizaban, por desgracia; pero las líneas con emisoras más pequeñas significaban un gasto cuantioso, que había que mantener por infraestructura. Los 40 Principales de Prisa Radio abrieron un camino con sus emisiones ‘vía satélite’, que obligaban a codificar la señal en la central y a descodificarla en cada emisora. Pero supuso una increíble mejora histórica en las emisiones radiofónicas en España.
La complejidad de gestionar tres, cuatro, cinco líneas telefónicas en los primeros 'Carruseles Deportivos' de los 50, con otros tantos campos, hoy nos parecería ridículo, pero entonces revestía una complicación inusitada para la época
También el satélite servía para emitir. La Cadena SER disponía del emisor correspondiente para atacar directamente uno de ellos, con su parabólica correspondiente, pero excuso comentar el precio desorbitado de un minuto de emisión por esta vía. A pesar de todo, hubo programas especiales, conexiones desde lugares inhóspitos, desde los que solo cabía utilizar esta tecnología y, a pesar de sus grandes costes, si el contenido lo requería, la SER no dudaba nunca en asumir las consecuencias de su decisión.
Vayámonos más atrás en el tiempo, cuando no existían ni el satélite, ni las RDSIs, y solo teníamos el teléfono. A los tiempos del Jurásico de la radio que este año, en agosto, cumplirá su primer siglo de vida.
Cuando la radio llegó, ya existía el teléfono. El inventor italiano Antonio Meucci logró conectar su oficina con el dormitorio de su casa en el año 1854, gracias al telettrofono, más tarde teléfono (hablar desde lejos). Meucci buscaba la posibilidad de poder hablar con su mujer, que estaba inmovilizada en la cama debido a una grave enfermedad. Sus amigos le instaron a patentar aquel invento feliz, pero carecía de los recursos para hacerlo. Veintidós años después, Alexander Graham Bell patentó el dispositivo, y aseguró su página en la historia.
Muy pronto los ingenieros de sonido de la radio se dieron cuenta de que aquel artilugio que permitía transportar la voz humana a través de un cable tenía que convertirse en su aliado inseparable, porque incluirlo en sus emisiones suponía multiplicar exponencialmente los puntos de emisión de la radio. Y así ocurrió. El teléfono se incorporó a la radio y esta tecnología, en su momento, se consideró otro hito.
Carlos Alsina de radio por Madrid, junto al humorista Leo Harlem, y el técnico José Eduardo Martínez, de Onda Cero (Fotografía Onda Cero.es) |
Hoy, la Vuelta Ciclista, los Carruseles, o una retransmisión desde la Muralla china, gracias a la tecnología actual, sería un camino de rosas, con un Quantum y una tarjeta SIM. Pero hay que reconocer, en los pioneros, una maestría endiabladamente práctica, con la que lograron hacer surgir la magia de la radio, allá donde era casi imposible, y todo con dos alfileres y un teléfono
El trabajo de un técnico de radio en los cuarenta, los cincuenta, los sesenta, setenta y ochenta, era de auténtico orfebre. La mayoría eran unos auténticos MacGyver de la tecnología. Y a menudo cada uno de ellos se inventaba su propio hardware para atacar las líneas telefónicas. La prioridad era, sin ninguna duda, cubrir los acontecimientos para los oyentes. Y el teléfono, entonces, era la única vía para hacerlo. Los acontecimientos deportivos eran los que más problemas provocaban, especialmente los que implicaban movilidad y desplazamiento, como por ejemplo la Vuelta Ciclista a España, que comenzó en 1935, nada más y nada menos. Imagínense la cobertura en los treinta o los cuarenta, de la que no nos quedan grabaciones, puesto que el magnetófono se inventó a finales de los cuarenta.
Bobby Deglané, este chileno de vida azarosa que vivió intensamente la radio, fue el inventor, no solo de la mítica “Cabalgata de fin de semana”, en la SER, sino de uno de los programas fetiche de la historia de la radiodifusión española: “Carrusel Deportivo”, que se estrenó en 1952 con la voz de Vicente Marco. La complejidad de gestionar tres, cuatro, cinco líneas telefónicas con otros tantos campos, hoy nos parecería ridículo, pero entonces revestía una complicación inusitada para la época. El teléfono fue esencial. Proverbial.
¿Cómo se cubría la Vuelta Ciclista de España en los ochenta? Corriendo de casa en casa, buscando un teléfono, y pinchándolo. Pero pinchándolo, a menudo, literalmente, gracias a dos alfileres de los que surgían dos bornes y se conectaba el equipo para poder transmitir. Ay de aquellas casas que recibían la llamada de un técnico de la SER, de RNE, y les pedían, por favor, utilizar su teléfono. Ay de sus caras cuando les veían pinchar con alfileres la línea y conectar un micrófono, o un itame para enviar cortes y crónicas a la radio.
Manuel Sáez Vera, técnico de sonido pionero de Radio Murcia, Cadena SER |
Hoy, la Vuelta Ciclista, los Carruseles, o una retransmisión desde la Muralla china, gracias a la tecnología actual, sería un camino de rosas, con un Quantum y una tarjeta SIM. Pero hay que reconocer, en los pioneros, una maestría endiabladamente práctica, con la que lograron hacer surgir la magia de la radio, allá donde era casi imposible, y todo con dos alfileres y un teléfono. ¡Gracias compañeros por tanto!
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