Día Mundial de la Radio: en busca del oyente
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En una década, la audiencia de la radio ha crecido en 842.000 oyentes, pero no debemos levantar las copas al viento
La cotización del oyente de radio, al alza
Un proceso de comunicación solo puede establecerse si hay receptor. El emisor, por sí solo, no es suficiente, ni aun con la existencia de un mensaje potente y atractivo. Los receptores son imprescindibles. En radio, además, necesitamos duplicar el receptor: el tecnológico (sintonizador de la señal) y el humano (la persona que nos escucha). Pero no hay radio que sobreviva sin oyentes. El británico Deke Dunkan nos enseñó que se necesita “al menos una oyente”. En su caso, su mujer, porque emitía desde el garaje de su casa, situado en la calle Gonville Crescent, al norte de Londres. Y lo hizo durante 44 años.
Evidentemente, la entrañable historia de Deke representa la excepción que confirma la regla. La foto finish de 2020 de la radio española sigue teniendo el pie en 2019. Todavía no se ha publicado el primer Estudio General de Medios (EGM) de 2020, que llegará allá por el primero de abril. Mientras tanto nos tenemos que contentar con datos del año pasado, que certificaban que en nuestro país escuchan radio, de lunes a viernes, 23.848.000 personas (3ª ola 2019), mayores de catorce años. Hace diez años eran 842.000 oyentes menos (23.006.000, 3ª ola 2009). La primera impresión, ante estos datos, nos conducen a lanzar las copas de cava al viento. Pero no sería lo más recomendable.
Hoy en día, los mayores sostienen la radio, mayoritariamente, y los jóvenes la miran de reojo (los que la miran)
Como en la Bolsa, “valores pasados no garantizan valores futuros”. Y esto, el EGM lo sabe bien. Desde 2009 a 2019 han ocurrido muchas cosas, entre otras -y fundamental- que internet se ha entrometido en nuestras vidas con una capilaridad sin precedentes, todo lo ha contaminado, todo lo ha impregnado, todo lo está marcando, y todo evoluciona en paralelo a la red de redes. Cierto es el dato de que la radio en España ha aumentado en casi un millón de oyentes en una década. Pero la cifra es tan cierta como que, en el camino, el panorama de la audiencia radiofónica en nuestro país ha evolucionado por territorios impensables, que se están deteriorando con el paso del tiempo.
De igual manera que recurrimos a un período cronológico-tipo como es una década, movámonos ahora en el lustro, un período más cercano en el tiempo. ¿Qué ocurrió hace cinco años? La audiencia en 2014 se situaba en 25.231.000 (3ª ola 2014). La diferencia con la cifra actual es, por desgracia, de 1.383.000 oyentes menos. Y ésta es la tendencia que aprecia el EGM oleada tras oleada: una tendencia claramente a la baja, donde unos oyentes fallecen, otros -los más- envejecen, la curva vegetativa, tozuda, se empeña en recordarnos que cada vez hay menos jóvenes, y las nuevas generaciones se dejan hipnotizar por los medios audiovisuales online, y desprecian la radio por trasnochada, hasta que la descubren.
En los colegios están los oyentes del futuro: ¿de radio o de podcasts? (Fotografía Esteban G. Santana) |
Abogo porque el Día Mundial de la Radio de 2021 se dedique a la ‘Radio Escolar’, como la mejor herramienta para desarrollar las potencialidades de nuestros niños y jóvenes, y al mismo tiempo, perpetuar un medio que, sin asistencia, terminará por morir por su propio éxito extinguido, languideciendo
Cada año, en el Día Mundial de la Radio, me apresuro a subrayar que un día dedicado a un acontecimiento mundial, en este caso relacionado con la comunicación, no sirve de nada si nos dedicamos a elogiarlo y a celebrar, acríticamente, sus logros y metas. Viviríamos regodeados en nuestra propia mentira. La radio se aproxima, en España sobre todo, hacía una agonía que podría conducirla a la irrelevancia más absoluta. No hablo de su muerte no sé si porque estoy convencido de que no ocurrirá, o si prefiero no pensar siquiera en esta posibilidad. Pero no puedo dejar de pensar en una realidad que el EGM certifica en cada ola, con pequeños altibajos, fruto de sus propios márgenes de error.
A pesar de todo, algunos seguimos pensando en los poderes de la radio, en lo que este medio tan mágico es capaz de provocar entre los oyentes (los sentimientos que puede disparar), y en la esperanza que significa -y la radio debería aprovechar al máximo- el deporte para atraer a la gente joven. Sirva este ejemplo ocurrido en el programa "Tiempo de Juego", de la Cadena Cope, entre un oyente y Paco González:
🎁 Para celebrar el #DíaMundialDeLaRadio nada mejor que escuchar a un oyente de @tjcope como Juanma 😍 Vosotros hacéis que la #radio merezca la pena #NuestrosOyentesMolanMás @COPE pic.twitter.com/UlqTWfoAgN— 📻 Javier Visiers 📲 (@JavierVisiers) February 8, 2020
Pero los datos siguen siendo tozudos: en 2018 titulaba un post en esta web de marca personal: “La radio española: una radio para jubilados”. Y subtitulaba: “La edad media de la radio hablada española es de 51,7 años”. Sé que la insistencia desatada en remarcar solo las sombras de algo termina por desautorizar a quien lo hace, por cargante y cenizo. Pero no por descalificar al mensajero, la situación va a cambiar por sí sola. Se impone una estrategia para intentar, si no revertir esta situación, sí al menos neutralizar sus efectos más perversos. Y, en este sentido, puedo destacar que, desde que escribí ese post, tamizado por la desesperanza, la radio en los colegios empieza a ser, en España, una realidad cada vez con mayor presencia.
Ese oyente, el del futuro, como afirmaba el maestro canario Esteban G. Santana en Twitter, en los días previos a este Día Mundial de la Radio, está, sin duda, en los colegios. Y es ahí donde hay que actuar, estratégicamente. La utilización de la radio como herramienta pedagógica en los centros de formación (primaria, secundaria, Formación Profesional y, también, cómo no, en la universidad) aporta una serie de beneficios que, cada vez más, se reflejan en la formación de nuestros hijos: desarrollan las habilidades de comunicación; enriquecen su pensamiento crítico y capacidad de análisis; colaboran a desarrollar la socialización de nuestros jóvenes en torno al diálogo y la cooperación, frente a otras actitudes más perniciosas; contribuyen a valorar más el esfuerzo y el trabajo por conocer las realidades que deben documentar y abordar y, en definitiva, introducen un hábito de consumo de audio del que los más jóvenes carecen, en la mayoría de los casos, por desconocimiento de esta realidad tan potente e inmersiva.
Creando escuela 🎙️📻@gzumeta. El futuro de la radio está en la escuela https://t.co/zzI6HQjQmu— Esteban G. Santana (@EGSCTamaraceite) February 8, 2020
Los impulsores de esta hazaña de promover la radio en los centros de enseñanza hay que buscarlos entre esos profesores-oyentes de radio militantes, algunos compulsivos, que creen a pies juntillas en las evidentes bondades de este maravilloso medio para afectar a las conciencias de quienes lo disfrutan (escuchan) y, sobre todo, de quienes lo hacen. Ahí se encuentran, principalmente, dos generaciones: la del “baby boom” (1949-1968) y también la X (1969-1980). No puedo por menos que, en este Día Mundial de la Radio, acordarme de su encomiable labor y agradecerles todos sus esfuerzos. Es cierto que los ven compensados cuando asisten a los programas que graban los alumnos, en la mayoría de los casos, con equipos precarios (móviles, tablets, ordenadores, etc.), pero esto nos les impide volcarse en una actividad tan divertida como formativa. Por si fuera poco, no puede obviarse que la radio escolar también despierta vocaciones…
Una mesa, unos micrófonos y unos niños a su alrededor: los pequeños descubren la radio gracias a iniciativas de profesores-oyentes de radio (Fotografía Esteban G. Santana) |
La radio está obligada a buscar oyentes, a reemplazar a los que se pierden, y a atraer a nuevos a un medio con el que, seguimos creyéndolo, nos convertimos en mejores personas y, por extensión, en mejores ciudadanos
La radio está obligada a buscar oyentes, a reemplazar a los que se pierden, y a atraer a nuevos a un medio con el que, seguimos creyéndolo, nos convertimos en mejores personas y, por extensión, en mejores ciudadanos. En ello deberían implicarse no solo los maestros, que trabajan casi solos, inalterables al desaliento (¡gracias!), sin apenas ayudas; sino también la industria, a la que le va la vida en esto, y también los poderes públicos, que deben velar por una buena educación de las nuevas generaciones, con la que aspirar a la formación de buenos ciudadanos del futuro. Y la radio es el medio perfecto para desarrollar esta labor.
Abogo porque el Día Mundial de la Radio de 2021 se dedique a la ‘Radio Escolar’, como la mejor herramienta para desarrollar las potencialidades de nuestros niños y jóvenes, y al mismo tiempo, perpetuar un medio que, sin asistencia, terminará por morir por su propio éxito extinguido, languideciendo hasta convertirse en un mala copia de lo que fue. De ninguna manera puede terminar como un rescoldo sin aire (oyentes) que le impida perpetuarse en el tiempo, con la misma fuerza que logró introducir en los cuerpos de decenas de generaciones precedentes.
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“y las nuevas generaciones se dejan hipnotizar por los medios audiovisuales online, y desprecian la radio por trasnochada, hasta que la descubren”.
ResponderEliminarQuedémonos con eso, Gorka.
Esperanza Alejandro, sí! Gracias!
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