Adiós al bar 'Museo de la Radio' de El Rastro de Madrid
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Los inquilinos del edificio, adquirido por Muflina Investments, se quejan de la gentrificación que sufre el centro de la capital
Una vida rodeada de radios
ElPaís.com,
Fran Serrato, Madrid, 18.12.2019. La vida sería diferente para Petra
Estevas si no existiera el 30 de mayo. Ese día de hace cinco años falleció
su hijo en un accidente doméstico y este año recibió un burofax que pretendía
borrar lo único que le queda, los recuerdos. El
fondo de inversión Muflina Investments le informaba de que había
comprado el edificio de la calle de Santa Ana en el que se ubica el bar
Museo de la Radio y que debía abandonar de inmediato el local. Su familia
regenta este negocio desde hace más de medio siglo. Estevas, de 76 años, ha
tratado de hablar con los nuevos propietarios para quedarse, pero solo ha
conseguido alargar los plazos. El 29 de febrero esta mítica taberna junto al Rastro,
en el barrio de Lavapiés, será historia.
Petra Estevas, en el bar Museo de la Radio (Fotografía Santi Burgos, El País) |
“Estoy tomando ansiolíticos porque no puedo dormir. Solo
de pensar que debo desarmar toda una vida… Han sido muchos años, muchas risas y
he hecho tantos amigos, que cuesta”, reconoce la mujer entre lágrimas.
Llegó al establecimiento con 18 años. Sus padres habían sido agraciados en los
sesenta con dos millones de pesetas en el Sorteo del Niño. El premio les
permitió comprar un piso en la glorieta del Marqués de Vadillo y el pase de una
tienda de flores de plástico, que convirtieron en restaurante. Estevas se casó
y se
fue a vivir a Curazao, una exótica isla caribeña que hasta 2010 formó
parte de las Antillas holandesas. Era hija única, así que decidió volver a
Madrid y ayudar a sus padres en el negocio. Cuando se retiraron, lo asumió ella
y ahora está al frente su hija Larissa, que vive en un piso del edificio que ha
adquirido el fondo. La finca incluye 24 viviendas, cinco locales comerciales y
el bar, según adelantó eldiario.es.
"Todo empezó cuando uno de los anticuarios que frecuentaba el restaurante regaló una radio que no funcionaba al marido de Estevas. Este la reparó y se ganó fama de manitas"
El nombre original del establecimiento era Mesón del
Rastro, pero a finales de los noventa lo bautizaron como Museo de la
Radio por la cantidad de transistores que cuelgan de sus paredes, más de
200. Todo empezó cuando uno
de los anticuarios que frecuentaba el restaurante regaló una radio que
no funcionaba al marido de Estevas. Este la reparó y se ganó fama de manitas.
Los clientes continuaron llevándole los aparatos que otros desechaban, por lo
que se acumularon. Estevas ya ha comenzado a retirarlos. Los ha puesto en
venta, todos a 40 euros. “No quiero lucrarme. Con el dinero alquilaré un
trastero para meter todas mis cosas, 60 años no se borran de la noche a la
mañana”, cuenta la mujer, ya jubilada. A los transistores que vende le
coloca un papel. Ya ha reservado la mitad, entre ellos un Telefunken que
incorpora un tocadiscos y una
radio a galena utilizada en la Guerra Civil.
Venta de transistores
Solo hay dos aparatos fuera del mercado. Uno es el primero
que entró en el negocio, a pesar de que un coleccionista le ha ofrecido 1.500
euros. El otro es un transistor de marquetería que guarda para su nieto, que
nació tres semanas antes de que falleciera su hijo. “A su padre le gustaba esa
radio y quiero que la tenga él. Hay dineros que no…".