"La radio de Noche", reflexiones a vuela pluma de Jesús Melgar

El subdirector de "El Loco de la Colina", y responsable de programas como "La Ventana Indiscreta" o "El club de la noche", en la SER, comparte sus recuerdos 

“Queridas, queridos, oírnos, es lo más excitante que puedes hacer a estas horas… con la ropa puesta”

Durante muchos años, he comenzado mis programas de radio de madrugada con estas palabras, así, con esta promesa de aventura. Y creo firmemente que la radio de noche, tenía ésta entre otras misiones: la de hacer excitante la soledad de la alcoba, del trabajo, del coche. Pero la radio, de noche, también puede irritarte, informarte, excitarte y, sobre todo, acompañarte de una manera yo diría que mucho más directa que durante el día. 

Jesús Quintero, artífice de "El Loco de la colina", reinventó las noches de la radio española (fotografía Cadena SER.com)

Con el sol fuera, oímos la radio tiene un protagonismo menos exigente: puede, incluso, ser un sonido de fondo. Oír la radio de día no nos exige atención exclusiva. Pero, amigo, la radio de noche, de verdad, esa radio cercana, cálida, pausada, casi te pide fidelidad, exclusividad, para convertirse en una radio con sonidos en relieve. Su alto poder evocativo, consigue que un silencio sobredimensione una intención, que una música te haga temblar de emoción, que un suspiro en primer plano en el micro, te ponga la piel de gallina, que una conversación se convierta en una confesión y el transistor te salve de un naufragio. 

"Fue en el año 79 cuando la gran familia de oyentes insomnes ganan horas de compañía: fue en ese año cuando las emisoras de España eliminan definitivamente el cierre nocturno de 2 a 6 y pasan a emitir ininterrumpidamente las 24 horas"

¡Cuántas historias de la radio de noche podríamos escribir, sin necesidad de ser Pepe Isbert! 

La radio de noche. Suena bien, ¿no? 

Es el tema sobre el que me han pedido que os hable. 

Posiblemente me lo han pedido por haber sido un currante en ese tramo horario tan especial, tan sensible, durante muchos años, delante del micro y en la trastienda. 

Como director/presentador de "El Club de la Noche" o "La Ventana Indiscreta" en la SER o por haber sido subdirector, productor y guionista de mi admirado Jesús Quintero en "El Loco de la Colina", primero en RNE y luego en la SER. 

Grabado en mi historial delictivo y profesional llevo una aventura divertidísima que emprendí cuando era feliz e indocumentado. 

Afectos aparte, la radio es el medio de comunicación más directo –y he trabajado en todos- porque ahí sí que está mi gran amor: una pasión sadomasoca amasada concienzudamente durante muchos años. 

Trabajar en la radio de noche, supone que te implicas en la comunicación, mucho más allá que en lo profesional y, sobre todo, mucho más que lo necesario y aconsejable. En tu entorno, se va tejiendo una red de relaciones intensas y generalmente vampirizantes, de las que difícilmente vas a poder librarte en el resto de tus días. Pese al acierto literario de la frase, a partir de entonces, jamás estarás “Solo en la madrugada”. 

"El programa que mejor representó el tono intimista de la radio de noche en la transición democrática, el arquetipo de un nuevo formato de entrevistas donde las palabras eran tan importantes como los silencios, fue El Loco de la Colina. Radio de clima y con clímax que se abría al país a los sones calmados de Pink Floyd y con textos magistrales y acratosos de Raúl del Pozo"

La radio de noche, es la radio caliente. 

Y no precisamente estoy hablándote de sexo, que también podría ser un excelente argumento en esas horas en las que los onanistas tienen las manos bien sueltas. 

Y, perdonadme el tópico, pero es rotundamente verdad que durante la noche, la radio propicia la complicidad. 

La radio es, además de esa pequeña pastillita de jabón que tienes junto a la cabecera de tu cama, además de ese sintonizador junto a la guantera de tu coche, es la compañía posible cotidiana, cercana, barata, accesible, recurrente. 

Basta estirar el brazo hasta la mesilla de noche o desenchufarnos el auricular para apagar todo un universo poblado por voluntariosos profesionales que se empeñan en “hacernos la vida un poco menos imposible”, como afirmaba hace algunos años en un artículo amoroso Maruja Torres hablando de las madrugadas de la radio. 

Escribía así la irrepetible Maruja: “Las mejores historias que cuentan de madrugada –podríamos estar hablando de medianoche- son aquellas que se te meten en tu sueño y que, al despertar, desconoces si te han sucedido o les han ocurrido a otros, si las has inventado o solo las has oído en el duermevela y se han adueñado de ti mientras creías que eras tú quien se apropiaba de ellas”. 

Es verdad: las palabras de la radio te acompañan: ésta, que es una frase de una canción homenaje al medio de Dyango, se convierte especialmente en verdad, cuando esa radio la oímos –la hacemos- de noche. 

Hagamos un poco de historia de la radio nocturna. 

Escriben los historiadores del medio que fue el 1975, a partir de la muerte de Franco y superado el primer boom de la radio informativa, cuando la radio encuentra en la programación de noche el espacio ideal para los “talk shows”. Unos espacios basados en el diálogo telefónico locutor-oyente, o de unos oyentes con otros. 

Una fotografía captada en "Radio Madrid Madrugada", en la Cadena SER, con Joaquín Prat de espaldas, y con, entre otros, Manolo Alcalá, Antonio D. Olano y el cantante Micky (Archivo Radio Madrid)

La comunicación radiofónica se convierte así, en muchos casos, en sustitutiva de la escasa comunicación interpersonal de la gente solitaria, especialmente, en las grandes ciudades. 

Es el mejor momento para la radio intimista, que invita al uso de un tono más relajado de la conversación, donde pueden abordarse todos los temas de éste y “el otro” mundo. Y además, es el espacio idóneo para que salga ese poeta que hay dentro de todo locutor de radio que busca en las palabras una manera de seducir a su audiencia. 

"La radio es el medio de comunicación más directo –y he trabajado en todos- porque ahí sí que está mi gran amor: una pasión sadomasoca amasada concienzudamente durante muchos años"

"Madrugada" era el magacín de la medianoche de Radio Madrid que introdujo, a partir de 1964, a un joven Joaquín Prat en la plantilla de buenos profesionales de la SER. Procedente de RNE de Valencia y de Radio Valencia de la SER, Prat presentó en Radio Madrid “Radio Madrid Madrugada” un programa donde la palabra (consejos, agenda, poesía y noticias breves) se combinaba de una forma sencilla con la música. 

En ese mismo año 64, Juan Antonio Fernández Abajo en RNE de Barcelona emite el programa de madrugada “Eh, Taxi” , en el transcurso del cual se sortean radio transistores, entradas para el fútbol y entradas para espectáculos. 

A estos dos programas pioneros, les siguieron otros muchos: 

Por ejemplo: En el 73, “Nocturno Español”, con guión de Fernando Argenta. En el 75, presentado como “un programa radiofónico para leer oyendo", RNE emite en la madrugada, con las voces de su cuadro de actores, “Con los ojos cerrados” con guiones de Lola Salvador y Juan Tébar. 

Pero fue en el año 79 cuando la gran familia de oyentes insomnes ganan horas de compañía: fue en ese año cuando las emisoras de España eliminan definitivamente el cierre nocturno de 2 a 6 y pasan a emitir ininterrumpidamente las 24 horas. 

Fernando Argenta, fue guionista del programa nocturno de RNE "Nocturno Español", pero se hizo mucho más popular presentando en la tardes de la radio pública "Clásicos Populares" (Archivo RNE)

Y nace el formato de programa basado en llamadas telefónicas de los oyentes que desde el principio resultó una fórmula barata de llenar “el hueco” de la madrugada. 

"Los micros abiertos a la madrugada forman un ejército pacífico haciendo buena la reflexión de Noel Clarasó, que afirmaba: “Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y en hacer que ellos se sientan cómodos en nuestra compañía”

En el 80 Josep Cuní dirige y presenta un programa de servicio a los oyentes que toma prestado el título de la célebre película de José Luis Garci interpretada por Pepe Sacristán, llamada “Solos en la madrugada”. El oscarizado director cinematográfico tuvo también una relación larga y noctámbula de ocho años con el medio radiofónico. En una charla que mantuve en su día en mi programa de “La Ventana Indiscreta” de la SER, el propio Garci me reconocería que, para él, "la hermana radio es más mágica que el propio Hollywood".

La información, cede la palabra a la magia: "Hora 25". En menos que canta un gallo. Manolo Martín Ferrand. 

A propósito de magia, en la radio de noche también deambulan con su mercadería una importante caterva de parapsicólogos, hipnotizadores y quirománticos, campando a sus anchas en este tramo horario donde se mezclan estrellas y sueños. Buen ejemplo de esta parcela radiofónica tan soñadora y ocultista serían los programas del severo Profesor Jiménez del Oso, sin ir más lejos. 

No sería justo en este recorrido por la geografía sonora de la radio nocturna olvidar al responsable de que miles de españoles escudriñasen las estrellas buscando ovnis: Antonio José Alés y su “Medianoche”, por el que obtuvo el Ondas en 1979. 

Un año después, en 1980, comienza una emisión genérica que nace en las emisoras españolas de Frecuencia Modulada como traducción de la fórmula francesa de radio erótica y destinada preferentemente a una audiencia masculina o adaptación del estilo desenfadado que implantaron las primeras radios libres de la época. 

Encarna Sánchez se convirtió en una auténtica institución en las noches de Cope

La emisión, llamada “La Chica de la Radio”, se basaba en una locutora que hablaba de forma sensual a los oyentes y ponía música. Aunque presentado como programa musical, se pretendía ir un poco más allá de los espacios musicales que triunfaban en la temporada 1979/80 en las Efe emes a cargo de las disc-jockeys Rosa Chaves, en Radio Madrid o las chicas de Radio Inter, entre las que se encontraba una por entonces desconocida Ana Rosa Quintana. 

"Por La Colina pasaron presidentes de gobierno y los primeros frikis. Mendigos, prostitutas y bohemios compartían mesa camilla y micrófonos con diputados, cantantes o gentes con largos títulos nobiliarios"

Una de las más destacadas “chicas de la radio” y que más temporadas estuvo con el formato, fue Isabel Garbí, seudónimo de Isabel Gemio. 

Una voz femenina convertía las noches de la radio en España en una experiencia apocalíptica. Una radio-predicadora, que no disimulaba sus deseos de impartir doctrina, zarandeando al personal con estilo autoritario y autonombrándose la reina de los camioneros y taxistas. Era Encarna Sánchez. Era, la demagógica e insultona "Encarna de Noche". En las ondas de la noche cabalgaba la demagogia castigando o premiando a la humanidad con doble moral. Pese a su látigo dialéctico, Encarna no pudo evitar pasar a la historia junto a Móstoles, un teléfono, unas empanadillas, y una genial parodia de Martes y Trece. 

Pasan los años y continúan aflorando nuevos espacios: allá por el 86 “Contigo en la distancia”, por ejemplo. Eran tiempos del consultorio erótico sentimental llamado “La esquina de la noche”, con Luis García Berlanga y Beatriz Pécker. 

El 1 de abril del 91 comienza en las noches de Radio 5 el programa “La radio con botas” donde se hace un recorrido a través de documentos sonoros del archivo de la memoria popular de los últimos cincuenta años en España. El autor y presentador de éste espacio, un nombre muy popular por otros menesteres: Joan Manuel Serrat. Pero, además del noi de Poblesec, otros nombres han dejado sus firmas en el toldo nocturno de la radio. 

"Trabajar en la radio de noche, supone que te implicas en la comunicación, mucho más allá que en lo profesional y, sobre todo, mucho más que lo necesario y aconsejable. En tu entorno, se va tejiendo una red de relaciones intensas y generalmente vampirizantes, de las que difícilmente vas a poder librarte en el resto de tus días"

Ejemplo de rúbrica distinguida, es la de Narciso Ibáñez Serrador que sembró con temblores las oscuridades con sus “Historias de Medianoche”. 

Otros nombres sonoros en la radio a la luz de la luna: 

José Manuel Parada. Su carrera está íntimamente ligada a la radio y la noche. 

Roberto Sánchez, director y presentador del veterano programa de la madrugada de la SER “Si amanece nos vamos”. Estuvo a pie de micro desde 1994 a 2012, la friolera cantidad de 18 años. 

Habrá que recordar a Elicio Dómbriz y “De la noche a la mañana”, o 

A Julio César Iglesias (al que turné en la SER con “La Ventana Indiscreta”). 

¿Más nombres bien sonoros del universo radiofónico nocturno? 

Os cito a Manolo Ferreras, aquel que asumió en Radio Nacional de España el papelón de sustituir al Loco de la Colina con el programa “La noche que me escuches”, donde incluyó un espacio erótico-underground llamado “Línea caliente”. 

Inolvidable el gran Fernando Poblet, con “Las mil y una” donde daba lectura de textos poéticos y realizaba unas personalísimas entrevistas. 

Personalísimo también Andrés Aberasturi que en el 85 presentaba “El último gato”, un programa que, como decía él: “limita al Norte con la ternura y el Cantábrico; al Este con la luz que viene galopando sobre la banda de música popular, al Oeste con la bruma, la nostalgia y la tolerancia y al Sur, con el mismo mar y el estrecho de Gibraltar”. 

El Carlos Herrera de "Al borde de la cama" fue el más desinhibido y divertido de todos cuantos hemos escuchado nunca, todavía hay quien se lamenta en la SER de haberlo suprimido tan pronto. En la fotografía junto al autor de esta reflexión, Jesús Melgar

Otro nombre de oro de la radio que fraguó su carrera en la radio nocturna: mi querido compadre Carlos Herrera, que presentó “Al borde de la Cama” a partir de 1987 tras obtener el premio Ondas con “Las coplas de mi ser”. 

"En una charla nocturna que mantuve con José Luis Garci en mi programa de “La Ventana Indiscreta” de la SER, me reconocería que, para él, "la hermana radio es más mágica que el propio Hollywood"

Gemma Nierga, primero con “Parlar per parlar” en Cataluña y después con el castellanizado “Hablar por Hablar”, llenó las noches de oyentes comunicativos por vía telefónica, tras coger el relevo de mi “Club de la noche” en la SER. Oyentes que llaman y hablan de lo que desean: un formato nocturno que en Norteamérica hacía años que funcionaba y que heredó Fina Rodríguez de Gemma Nierga. 

Un escritor desgranaba historias por él magníficamente escritas ante el micrófono: Luis del Val, nos dijo muchas noches… “Sé que estás ahí”, desde Cope. 

Pero el programa que mejor representó el tono intimista de la radio de noche en la transición democrática, el arquetipo de un nuevo formato de entrevistas donde las palabras eran tan importantes como los silencios, fue El Loco de la Colina. Radio de clima y con clímax que se abría al país a los sones calmados de Pink Floyd y con textos magistrales y acratosos de Raúl del Pozo y, por primera vez en la radio, una pléyade de bien pagados guionistas. 

En 1982 y mientras José María García con su ejército de chupópteros y abrazafarolas convertía España en un gran campo de fútbol estresado, Jesús Quintero, cada noche de 1 a 3 de la madrugada, relajaba a su audiencia en el imaginario diván del psicoanalista con un programa que inicialmente se llamaba “Para mayores, sin reparos”. 

"Recuerdo entrevistas que si en lugar de mantenerlas a las dos de la madrugada hubiesen tenido lugar a las dos de la tarde, no tendrían el mismo punto de intimidad. La madrugada hacía bajar la guardia a los más importantes invitados a los estudios"

Como decíamos, Pink Floyd era la sintonía que cada noche sostenía al personaje creado a partir del título de una canción de Los Beatles, “The Fool on the Hill” e inspirado con textos de gran brillantez de plumas tan valiosas como las Juan Teba o Javier Salvago. 

Por La Colina pasaron presidentes de gobierno y los primeros frikis. Mendigos, prostitutas y bohemios compartían mesa camilla y micrófonos con diputados, cantantes o gentes con largos títulos nobiliarios. 

Es cierto que hubo un antes y un después de El Loco en la radio de noche. El programa consiguió cuatro millones de oyentes en RNE y tuvo su mudanza a la SER en 1984 tras farragosas negociaciones. Una noche del mes de marzo de 1986, se acabó. Para cerrar este paseo por la radio nocturna, he escarbado un poco en mi archivo personal, y os traigo algunos botones de muestra que podrían ilustrar cómo la noche dota de aire cómplice los encuentros y favorece la intimidad. 

Recuerdo entrevistas que si en lugar de mantenerlas a las dos de la madrugada hubiesen tenido lugar a las dos de la tarde, no tendrían el mismo punto de intimidad. La madrugada hacía bajar la guardia a los más importantes invitados a los estudios. La radio de noche, se puede hacer de mil formas y maneras. También en mil lugares. 

Recuerdo que fue una entrevista al Grupo Musical “Hoy me siento italiano y musical”, que iba a cantar por la paz a la primera Guerra del Golfo, allá por el 91, me facilitó el visado para marcharme a cubrir como reportero el primer bombardeo de las fuerzas aliadas al ejército de Sadam Hussein, eso sí, camuflado como el productor del susodicho grupo militar. 

Gemma Nierga en "Hablar por Hablar" recuperó la brillantez de la noche en su diálogo sincero con el oyente

Aunque, también he de reconocer que tuve programas más relajados. Incluso, hubo uno en el que el entrevistado, me recibía y atendía en la cama: Luis Miguel Dominguín, o en su casa: Rafael Alberti o Antonio Molina, o en su despacho: José Luis Garci o dándole un vistazo a los tejados bajo la luna cuando adquiere dimensiones especiales… sobre todo, si tienes cerca de ti una poetisa con ojos de niña, como Gloria Fuertes. 

Un ejemplo de la complicidad que puede despertarse alrededor de un micrófono de madrugada, con un figura, una estrella curtida, posiblemente uno de los mejores actores que ha conocido nuestro país y nos abría su corazón con toda la humildad de la que sólo son capaces los grandes. Cuánta humanidad y grandeza encontramos en el gran, el irrepetible, el truhán y señor Paco Rabal… 

Jesús Melgar

La noche y la radio. El contenedor más adecuado para transportar toda esa materia tan sensible. Han sido y son muchas las horas nocturnas que la radio ha llenado con palabras, música y afecto. Los micros abiertos a la madrugada forman un ejército pacífico haciendo buena la reflexión de Noel Clarasó, que afirmaba: “Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y en hacer que ellos se sientan cómodos en nuestra compañía”. 

Esa y no otra, ha sido la vocación y la grandeza de la radio con nocturnidad y también, porqué no, con alevosía. Debemos seguir contando con la radio como cómplice en la madrugada. Porque, queridas, queridos, como os aconsejaba al principio… “oírla, es lo más excitante que podrás hacer a esas horas… con la ropa puesta”. Que así sea… y por muchos años.