Concha García Campoy, señora del periodismo
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El editor repasa el capítulo dedicado a la génesis del "A Vivir que son dos días", del libro 'La gran ilusión', de Miguel Dalmau
Merecía la pena releer con más detalle “La Gran ilusión”, la biografía de la periodista Concha García Campoy, escrita por Miguel Dalmau, y publicada por Plaza y Janés, en 2018. Un trabajo magnífico, de auténtico orfebre, que bucea en los hitos más sobresalientes de esta periodista vocacional catalana, de orígenes andaluces, que se crió en la isla de Ibiza. Como confiesa el propio Dalmau, si alguien luchó para que se publicara esta obra, imprescindible para entender de dónde surgía la fuerza y el tesón que impulsaron siempre la vida de García Campoy, ése es Andrés Vicente Gómez, el productor cinematográfico, su último marido.
El sello más destacado del ejercicio periodístico de Concha García Campoy, como queda subrayado a lo largo de las páginas de este libro, fue siempre la credibilidad, sin duda el principal patrimonio de un periodista. Allá donde estuvo, todos cuantos proyectos lideró, lograron reunir miles, millones de seguidores, siempre por la misma razón: porque lo que contaba Concha les inspiraba confianza.
Este post se va a centrar en su aportación más destacada a la historia reciente de la radiodifusión: la puesta de largo de la radio de fin de semana, con “A Vivir que son dos días”, en la Cadena SER. Miguel Dalmau subraya que no fue una invención absoluta. Antes del nacimiento de “A Vivir”, ya había habido una incursión finisemanal protagonizada por otro de los grandes nombres de la radio española: Manolo Ferreras. Se tituló “En días como éste”, y ya estaba involucrado en él el también periodista Javier Rioyo, quien sería el lugarteniente de Concha García Campoy en el nuevo espacio en la Cadena SER. El competidor de la periodista ibicenca en RNE fue Ricardo Fernández Deu, con su programa “Aquí te espero”. En definitiva, el fin de semana no era un páramo, ni Concha descubrió la pólvora, pero sí fue más lejos que todos ellos, como le sugiere Iñaki Gabilondo al autor del libro: “Yo no veo contradicción alguna. Estos programas recogían un espíritu de innovación que estaba en el aire. Lo que ocurre es que la SER era más avanzada que RNE, y el programa de Concha llegó más lejos (…) Concha fue la primera en explorar a fondo las posibilidades del fin de semana”.
Fernando G. Delgado, que conoció a Concha en Ibiza, durante una entrevista, y quedó absolutamente prendado de ella, y de su forma de comunicar, le presentó en Madrid, cuando llegó, a Javier Rioyo, y le pidió a éste que ejerciera de su cicerone en la capital. Pronto surgió el feeling. Delgado fue el inspirador del traslado a Madrid de la periodista para presentar el Telediario, junto con Manuel Campo Vidal, y la asturiana Ángeles Caso.
Su concepción del equipo, su espíritu matriarcal, su papel de líder, la llevó a crear una cohesión tal con su gente, que las relaciones fueron mucho más allá de lo estrictamente profesional. De hecho, cuando Concha García Campoy recibe la oferta de Telecinco de presentar sus informativos matinales, se encuentra en la disyuntiva de abandonar a su equipo a su suerte o aceptar el puesto. Solo aceptó cuando le animó su equipo a aceptar la oferta de Paolo Vasile.
Cuando PRISA adquirió el control sobre Antena 3 Radio, Concha García Campoy se sitúa en las mañanas de la cadena, con “Días de Radio”. Para este proyecto, que no salió bien, por estrategia empresarial, no por la calidad del producto, la ibicenca contó con una joven productora llamada María Jesús Moreno. Así lo cuenta Dalmau: “será una figura que se hará imprescindible en años venideros. María Jesús es una joven dinámica, inquieta y sentimental. Es la nueva productora de contenidos. Si Concha aspiraba a una radio escrupulosa, pero acorde a los nuevos tiempos, no podía encontrar una colaboradora mejor. El flechazo es inmediato y pronto se harán buenas amigas”. Hoy María Jesús Moreno es la productora de Carlos Alsina. No creo necesario añadir nada más.
El libro que te devuelve por unas horas a Concha García Campoy
- Concha García Campoy salió en defensa de un problema de acoso laboral que afectó a Ángeles Caso en la SER. Abrió la puerta del despacho del director general, pegó cuatro gritos, y lo zanjó
Merecía la pena releer con más detalle “La Gran ilusión”, la biografía de la periodista Concha García Campoy, escrita por Miguel Dalmau, y publicada por Plaza y Janés, en 2018. Un trabajo magnífico, de auténtico orfebre, que bucea en los hitos más sobresalientes de esta periodista vocacional catalana, de orígenes andaluces, que se crió en la isla de Ibiza. Como confiesa el propio Dalmau, si alguien luchó para que se publicara esta obra, imprescindible para entender de dónde surgía la fuerza y el tesón que impulsaron siempre la vida de García Campoy, ése es Andrés Vicente Gómez, el productor cinematográfico, su último marido.
Concha García Campoy recogiendo el Premio Ondas de manos del presidente de Prisa, Jesús de Polanco, en 1989 (Fotografía Plaza & Janés, del libro referenciado) |
"Concha fue la primera en explorar a fondo las posibilidades del fin de semana” (Iñaki Gabilondo)
Este post se va a centrar en su aportación más destacada a la historia reciente de la radiodifusión: la puesta de largo de la radio de fin de semana, con “A Vivir que son dos días”, en la Cadena SER. Miguel Dalmau subraya que no fue una invención absoluta. Antes del nacimiento de “A Vivir”, ya había habido una incursión finisemanal protagonizada por otro de los grandes nombres de la radio española: Manolo Ferreras. Se tituló “En días como éste”, y ya estaba involucrado en él el también periodista Javier Rioyo, quien sería el lugarteniente de Concha García Campoy en el nuevo espacio en la Cadena SER. El competidor de la periodista ibicenca en RNE fue Ricardo Fernández Deu, con su programa “Aquí te espero”. En definitiva, el fin de semana no era un páramo, ni Concha descubrió la pólvora, pero sí fue más lejos que todos ellos, como le sugiere Iñaki Gabilondo al autor del libro: “Yo no veo contradicción alguna. Estos programas recogían un espíritu de innovación que estaba en el aire. Lo que ocurre es que la SER era más avanzada que RNE, y el programa de Concha llegó más lejos (…) Concha fue la primera en explorar a fondo las posibilidades del fin de semana”.
"Cuando me propuso fichar por la SER, me preguntó cuánto ganaba en RNE. Luego me prometió el doble y no pude decirle que no” (Javier Rioyo)
Fernando G. Delgado, que conoció a Concha en Ibiza, durante una entrevista, y quedó absolutamente prendado de ella, y de su forma de comunicar, le presentó en Madrid, cuando llegó, a Javier Rioyo, y le pidió a éste que ejerciera de su cicerone en la capital. Pronto surgió el feeling. Delgado fue el inspirador del traslado a Madrid de la periodista para presentar el Telediario, junto con Manuel Campo Vidal, y la asturiana Ángeles Caso.
Tras su éxito sin precedentes en TVE, entonces la única televisión de España, donde millones de españoles la conocieron, recibió una oferta de RNE para sustituir a Julio César Iglesias, que se marchaba a la SER. Así, Concha García Campoy simultaneó durante una temporada la presentación del TD2 con las mañanas de la radio pública. Allí se forjó el triunvirato del éxito Concha García Campoy, el mencionado Javier Rioyo y el sociólogo Lorenzo Díaz, que se convertiría más adelante en su segundo marido.
No fue extraño –cuenta Dalmau- que PRISA se fijara en Concha: televisión, radio, y todo con éxito. Y la oferta de la SER llegó en el mejor momento. Los preámbulos no fueron fáciles. La periodista quería desembarcar en Gran Vía 32 con sus colaboradores y Augusto Delkáder (el máximo responsable entonces de la SER) dijo, de entrada, que no. Dalmau concluye: “pero Concha era muy persuasiva y al final se salió con la suya”. La ibicenca se reveló como una gran negociadora. Así lo recuerda Rioyo: “cuando me propuso fichar por la SER, me preguntó cuánto ganaba. Luego me prometió el doble y no pude decirle que no”. Y Dalmau remata: “fueron más de veinte años entrando en los despachos, reclamando mejores sueldos, negociando bajas, frenando despidos. Lo hizo en la radio, en la televisión, en la pública y en las privadas. Siempre”. Esta era Concha García Campoy, una defensora de sus equipos, más bien una madre.
Concha, según Dalmau, se pensaba muy a fondo las ofertas, y sus alternativas, las analizaba con lupa, y tomaba sus decisiones. “Vi una oportunidad magnífica para hacerme una periodista, y dejar de lado mi aspecto de presentadora”, confiesa García Campoy en su ‘Diario personal”, al que ha tenido acceso Miguel Dalmau. Sin duda, se trata de una fuente privilegiada, que apuntala aún más, si cabe, la solidez de la biografía.
“Tenía una virtud como periodista que a mi juicio resaltaba sobre todo lo demás: era una persona que escuchaba a quien estaba entrevistando, le oía, y sus preguntas venían precisamente porque te estaba escuchando (Alfonso Guerra)
Concha está enormemente ilusionada con su nuevo programa. Viaja a un pequeño pueblecito de Asturias, Peruges, donde Rioyo tenía alquilada una casa, junto con Lorenzo Díaz. Los tres, en modo Maitines, se ponen a pensar, a darle vueltas al proyecto, empezando por el nombre. “Nada que hacer” es la propuesta de Rioyo, pero no les gusta a los comerciales. Al final, surge “A Vivir que son dos días”, que aún hoy perdura.
Y Concha se estrenó con una entrevista al entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que a partir de aquel día se iba a convertir en un talismán para todos sus nuevos proyectos. Dalmau recoge la confesión del propio Guerra en el libro: “tenía una virtud como periodista que a mi juicio resaltaba sobre todo lo demás: era una persona que escuchaba a quien estaba entrevistando, le oía, y sus preguntas venían precisamente porque te estaba escuchando (…). Concha llevaba un guioncito, pero no era de hierro”.
Aquel primer “A Vivir que son dos días” reunió a tipos variopintos como Matías Antolín, Perico Beltrán, Fernando Rodríguez Lafuente, Juan Cueto, Eduardo Haro Tecglen, etc. Comenta Dalmau, reafirmando las palabras de Gabilondo, “Concha fue más lejos que ‘Aquí te espero’, entre otras razones porque en RNE no se habría aceptado fácilmente el perfil de los colaboradores que entraron en la SER”. Isaías Lafuente le pone los adjetivos al programa: “incisivo, crítico, divertido, ameno”.
Eran los tiempos de Gabilondo en el “Hoy por Hoy”, Javier Sardá en las tardes, con “La Ventana”, y Concha García Campoy en el fin de semana. El autor de esta biografía clasifica la parrilla de esta forma: “Gabilondo representaba un poco el clasicismo más serio; Javier Sardá constituía la modernidad técnica y Concha García Campoy la modernidad sociológica”.
Y es cierto que sociológicamente hablando, el “A Vivir” de Concha García Campoy es todo un tratado de la época, trasladado a la radio por ese magnífico equipo. “Aquello no fue fruto del azar –mantiene Dalmau-. Detrás del programa había algo más que el talento de una presentadora o el ingenio de unos guionistas. Había un nuevo modo de entender los medios de comunicación (…). En opinión de Juan Cruz fue Juan Cueto quien dio el pistoletazo de salida (…). Él propuso ‘la mirada divertida’. A su juicio, había que mezclar las cosas: inteligencia, cultura, información, historia, pop, divertimento… Dice Juan Cruz que Cueto era un genio de las mezclas”. Si la radio es el espejo de la sociedad, “A Vivir que son dos días” fue un exquisito espejo veneciano de la sociedad española (principalmente madrileña) que surgía de la postTransición política.
“A Vivir que son dos días” fue un exquisito espejo veneciano de la sociedad española (principalmente madrileña) que surgió de la postTransición política
Cuando empecé a trabajar en Radio San Sebastián a finales de los 80, Concha estaba empezando su aventura del fin de semana. Yo devoraba el programa desde Donosti. Y cuando me trasladé a Gran Vía 32, tuve la enorme suerte de conocer a Concha y Lorenzo. A Rioyo le había conocido en 1985, durante mis prácticas en RNE, cuando ejercía de contrapeso entre Manolo Ferreras y otro asturiano con retranca (como el mencionado Juan Cueto) llamado Fernando Poblet, en el “Tiempos Modernos” de Radio 3. Concha siempre me trató con afecto y cariño. Y añadía siempre un tercer elemento en sus relaciones, que la hacía irresistible: la complicidad. Esa cercanía, tan natural, nada impostada, conseguía que la incorporaras a un estadio superior de afectos, en el que solo entran los auténticos amigos. Y ella lo conseguía con una facilidad inusitada.
No era difícil entender, siendo así, de este corte humano, la defensa acérrima de su equipo. Dalmau recoge una anécdota protagonizada por Ángeles Caso, que Concha zanjó en un despacho de Gran Vía 32. “por un problema de empresa que no te cuento, comencé a sufrir muchas presiones, incluso malos tratos, lo que hoy se llama ‘acoso laboral’. Pues bien, Concha se enteró y un día se presentó en el despacho del director general. Le cantó las cuarenta. Le pegó cuatro gritos y salió en mi defensa. La montó tan gorda que el director cambió de actitud radicalmente conmigo. ¡Qué pedazo de tía! Nadie se juega su puesto por defender a una compañera de trabajo. Eso era Concha. Dice mucho de la persona, ¿no?”. Ángeles Caso ha vuelto este pasado verano a la SER, treinta años después, y seguro que atravesar el pasillo de Gran Vía 32 le devolvió muchos recuerdos, buenos y malos.
Concha García Campoy entrevistando al entonces ministro de Economía del gobierno socialista de Felipe González, en 1990 (Archivo Cadena SER) |
Portada del libro dedicado a Concha García Campoy |
Miguel Dalmau realiza un retrato vigoroso y realista de Concha García Campoy. Ha contado con su entorno más íntimo, familiares, amigos, compañeros de profesión, y todos han coincidido en señalar la enorme condición humana de esta periodista catalana criada en Ibiza, de orígenes –orgullosos- andaluces, que sobrevivió a una riada en los hombros de su padre, una tragedia que marcó su vida, hasta la muerte. Reconozco que no he tenido fuerzas para leer el último capítulo, el de su enfermedad y muerte. Prefiero recordarla como la conocí: siempre sonriente, siempre amable, siempre dispuesta. Cercana. Cariñosa. Un libro que me la ha devuelto por unas horas. Gracias Miguel!
Un pellizco en el corazón ver a Concha... 😢 https://t.co/7DKYriF7yV— Julia Otero (@julia_otero) October 4, 2019