Basilio Rogado: “La Transición se contó hasta donde se pudo”
https://www.gorkazumeta.com/2019/10/basilio-rogado-la-transicion-en-la.html?m=0
Exdirector de "Hora 25" y del programa "Cita a las cinco" en la Cadena SER de los 70 y 80 (I)
-“Se contó, hasta donde se pudo”, dices. Por ahí andaba la censura, claro.
-¿Las amenazas se
llegaron a cumplir en algún momento?
-¿Le cortaron la cabeza por algo en concreto?
-¿Sigues escuchando “Hora 25? ¿Qué te parece cómo suena hoy, más de 30
años después de que tú lo dirigieras?
“La situación política de la época convirtió el trabajo 'informativo' en un verdadero infierno”
- “Manolo Martín Ferrand se convirtió en la cabeza de turco de la SER que se cortaba cuando la censura apretaba”
Millones de oyentes de radio en
España, hoy todos abuelos, sabían que ‘Basilio’ era un tipo de confianza en la SER. Su popularidad se disparó en “Cita a las cinco”, el magacine que se
atrevió a suprimir las radionovelas de las tardes patrias, acuciadas por la
intromisión de la televisión en el género. Basilio
Rogado pertenece a una generación de periodistas que trabajaban para burlar
a la censura del régimen franquista. Él mismo reconoce en esta entrevista que
el día a día se convertía en una actividad “infernal”,
pero, a pesar de ello, “muy gratificante”.
Mi invitado cuenta con tres Premios Ondas: el primero de ellos concedido en 1974
por “Hora 25”, del que fue su tercer
director; el segundo en 1982, por “Cita a
las cinco”, y el tercero, colectivo, al cumplirse los 40 años del
informativo ideado por Antonio Calderón
y creado por Manuel Martín Ferrand,
al que “considero mi hermano”. Basilio
Rogado fue una auténtica estrella de la radio, cuyo aura no se ha apagado aún: “todavía hoy digo que soy Basilio”, le
oyen, y le preguntan: “¿El de la radio?”.
Y tiene una particular visión de la historia de la radio, trasladada a la
experiencia de cada oyente. Hoy, su vida se dedica, ya jubilado, al golf y a la
escritura. Acaba de publicar “Algunosdeben morir”, una novela negra, enmarcada en la época franquista, en el
período comprendido entre los años 1954 y 1968, “de la que me siento totalmente satisfecho”. Pero tiene una fecha
clavada en su memoria: el 3
de octubre de 1977, cuando concluyó la obligación de conectar obligatoriamente
con “El Parte’ de RNE. Los primeros periodistas de la SER, ya habían creado, en el mismo borde
de la legalidad, los ‘protoservicios informativos’. Y él, don Basilio Rogado, tuvo mucho que ver en esa auténtica gesta, no
suficientemente reconocida.
Iñaki Gabilondo, el maestro, que acaba de cumplir los 77 años, recibió el Doctorado Honoris Causa con el que le distinguió la Universidad de Sevilla, el pasado día 15 de octubre, en nombre de los pioneros que se atrevieron a jugársela por contar la verdad de lo que ocurría en aquella España, todavía muy gris. "Recibo este Doctorado Honoris Causa en nombre de la Radio, en nombre de los empresarios, directivos, compañeras y compañeros que a partir de la llegada de la Democracia, han transformado un medio que era absolutamente popular, cálido y familiar, pero a la que se le había amputado la información, en una referencia política de primer orden, sin perder ni popularidad ni calidez. Un viaje de gran importancia, que me parece digno de reconocimiento. Sí, formo parte de esa generación y me precio de haber contribuido a su ascenso a la primera división informativa. Pero fuimos muchos. Y es un honor representarlos en este acto". Basilio Rogado forma parte de ese colectivo por derecho propio.
-Con tus actuales 76 años (empezaste a trabajar a los catorce…), has
tenido la posibilidad de ver España –y su evolución- desde el rol de
periodista, viviste la Transición en
primera persona. ¿Qué diferencia había,
en tu opinión, entre contar ‘La
Transición’ a través de la radio a hacerlo por otros medios? Porque la segunda
gran eclosión de la radio (tras la radio espectáculo) fue la de la radio
informativa con la llegada de la libertad de prensa…
Iñaki Gabilondo, el maestro, que acaba de cumplir los 77 años, recibió el Doctorado Honoris Causa con el que le distinguió la Universidad de Sevilla, el pasado día 15 de octubre, en nombre de los pioneros que se atrevieron a jugársela por contar la verdad de lo que ocurría en aquella España, todavía muy gris. "Recibo este Doctorado Honoris Causa en nombre de la Radio, en nombre de los empresarios, directivos, compañeras y compañeros que a partir de la llegada de la Democracia, han transformado un medio que era absolutamente popular, cálido y familiar, pero a la que se le había amputado la información, en una referencia política de primer orden, sin perder ni popularidad ni calidez. Un viaje de gran importancia, que me parece digno de reconocimiento. Sí, formo parte de esa generación y me precio de haber contribuido a su ascenso a la primera división informativa. Pero fuimos muchos. Y es un honor representarlos en este acto". Basilio Rogado forma parte de ese colectivo por derecho propio.
Basilio Rogado, en la Cadena Cope, adonde acudió a presentar su última novela (Fotografía Cope.es) |
-La Transición política en España fue un ejemplo único porque acabó
con el molde de las transiciones, si es que algún artista –Miguel Ángel (Buonarroti)
quizás- se hubiera atrevido a esculpir el rostro de los procuradores de las
Cortes franquistas, el 81 por ciento, que renunciaron a su escaño para dejar
vía libre a la democracia. Pero aquel harakiri
como algunos lo llamaron, no lo hicieron los políticos porque, en las Cortes de
Franco no había políticos, tal y como los conocemos ahora: servían a una
dictadura, más que a un dictador, pero no provenían de los partidos –puesto que
no había-, sino de la sociedad misma. Y en la radio se contó… hasta donde se
pudo. Con políticos profesionales, no solo no habría habido Transición, sino que, como es lógico,
tampoco se hubiera podido contar.
“Bobby Deglané fue el segundo presentador de “Hora 25”, con Joaquín Peláez de director”
-“Se contó, hasta donde se pudo”, dices. Por ahí andaba la censura, claro.
-¡Por supuesto! Cuando me refiero
a la censura en la radio, estoy hablando de la radio privada, que entonces era
la SER de Eugenio Fontán (el director general), la única que intentaba elevar
la voz de la libertad, porque no había otra cadena privada, y porque Radio Nacional de España, como era lógico,
a sabiendas de quién era su “empresario”, seguía siendo la “voz de su amo”. En
mi caso concreto, la Transición me
costó “Hora 25”. Yo fui el director
del programa que crearon Antonio
(González) Calderón, como responsable radiofónico y Manuel Martín Ferrand, como periodista, durante la “premuerte” de
Franco, que fue uno de los peores momentos de la naciente información en la
radio privada y, desde luego, lo que me costó la dirección.
-¿Cómo era ese día a día en “Hora
25”, Basilio?
-Desde el comienzo de 1975, año
en el que murió Franco, el día a día de “Hora
25” fue a peor. Amén de las prohibiciones de hablar de determinados temas –casi
todos- de la actualidad diaria que, naturalmente, nos saltábamos
permanentemente, y de la obligación de enviar una cinta grabada con las
entrevistas, diálogos y tertulias, de la “Tercera
Hora”, de 00.30 a 01.00, algo que también incumplíamos reiteradamente. Pero
peor eran las amenazas “postemisión” –no
confundir con los podcast actuales- que recibíamos prácticamente cada noche y
que aumentaron desde la llegada de León
Herrera al ministerio de Información y Turismo. La enfermedad de Franco,
sus distintos pasos por el Hospital, y el nerviosismo de los “políticos” de la
época, convirtieron el trabajo en lo que debería ser un programa informativo,
en un verdadero infierno, algo que las actuales generaciones de periodistas no
podrían llegar a comprender.
“A Manolo Martín Ferrand le suspendían cada dos por tres en el ministerio de Información y Turismo. Una de ellas fue por dar la noticia –sin comentarios añadidos- del regreso del dramaturgo español Fernando Arrabal de París”
-¿Cómo se podía trabajar con esa tensión?
-En mis cincuenta años de
periodismo activo, empecé con catorce colaborando con la revista “Gran Mundo” y me jubilé con 63 tras
dirigir un programa económico en Radio Intercontinental de Madrid, llamado “El mercado y el dinero”, trabajé durante
casi veinte años contra la dictadura y los otros treinta con la democracia.
-Son dos contextos radicalmente diferentes, ¿en cuál fue más atractivo
el trabajo de un profesional de la información?
-Te contesto Gorka: era mucho más
interesante el trabajo periodístico en tiempos de Franco, porque sabías contra
quién luchabas, mientras que con la llegada de la libertad de Prensa, la de
verdad, no la de (Manuel) Fraga,
llegaron también los reinos de taifas en los medios de comunicación.
-¿A qué te refieres?
-Los medios eran libres, sí, pero
los periodistas fuimos perdiendo cotas de libertad a medida que las empresas
crecían, cada una al amparo de unas ideas políticas determinadas o de unos
compromisos económicos, en ocasiones poco transparentes. Ya he comentado los
problemas que nos causaba la censura antes de emitir “Hora 25” y los que provocábamos posteriormente. Aunque ahora suene
a anécdota, cada noche, al finalizar el programa, el equipo que yo dirigía y
que era muy pequeño, con Miguel Ángel
Nieto de redactor-jefe, y cuatro redactores, Javier Roch, Luis Rodríguez Olivares, Ángel de la Vega y Rafael Luis Díaz (el periodista que,
junto al técnico Emilio Olavarrieta,
cubría la información del Congreso de los Diputados el 23-F y que dejó abierto
el micrófono mientras Tejero entraba en el hemiciclo, como un elefante en una
cacharrería) nos íbamos a “celebrar” el cierre del programa a la discotecas Carrusel o Long Play, cercanas a la sede de Radio Madrid en la Gran Vía,
porque no había otro sitio donde tomar una copa a la salida del trabajo.
Publicidad de la época de la SER en la que se anunciaba a Basilio Rogado como prescriptor |
-No, Gorka, las amenazas no se
cumplieron nunca, pero las broncas de Eugenio Fontán de cada mañana, no me las
quitaba nadie. Era un trabajo muy duro, pero a la vez gratificante y
entretenido. Valía la pena ponerse cada día delante del micrófono, aunque
pensáramos que podía ser el último.
-Manolo Martín Ferrand puso en marcha “Hora 25”, por mandato de Antonio Calderón, antes ya se había puesto
en marcha ‘Matinal Cadena SER’, tú
trabajaste en ese equipo fundacional, y luego heredaste el programa… ¿Cómo era
el trabajo con Manolo?
-Yo conocí a Manolo Martín
Ferrand el día que nos examinamos para ingresar en la Escuela Oficial de Periodismo, el año 1960. El ya venía con un bagaje
importante; tenía solo dos años más que yo, había iniciado la carrera de
Medicina y me sacaba dos cabezas, no solo físicamente, sino mentales. Era una
persona extraordinaria que fue número uno de la decimoquinta promoción de la Escuela Oficial de Periodismo. Yo era el
más pequeño –en chicos, porque todavía era menor que yo Consuelo Reina, que llegó desde Valencia y era la benjamina de la
promoción- y debí quedar en el top ten
o quizás más arriba, no lo recuerdo bien. Dicho esto, hay que añadir que nunca
le vi echar una bronca a nadie.
-¿Era un gallego con
retranca, dicen?
-Gallego sí, pero recriado en
Santander y Madrid. Tenía –cierto- esa retranca del noroeste que destacas, y
que le servía para mandar sin que se notara y para ayudarte en los momentos en
los que era necesario tener un amigo antes que un jefe. Creó “Hora 25”, igual que antes lo había hecho
con ”Matinal Cadena SER”, pero sus
etapas fueron demasiado cortas, desgraciadamente, porque para los responsables
del ministerio, y también de la SER,
fue siempre la cabeza de turco que había de cortarse para que el programa
siguiera emitiendo.
“Valía la pena ponerse cada día delante del micrófono, aunque pensáramos que podía ser el último”
-¿Le cortaron la cabeza por algo en concreto?
-No recuerdo cuál fue la gota que
colmó el vaso para que le cesaran de la dirección de “Hora 25”, pero sí recuerdo que, en “Matinal Cadena SER” hacía un comentario al final del programa –no
sé si se llamaba ya “En menos que canta
un gallo”- y cada dos por tres le suspendían varios días; una de esas
suspensiones fue por dar la noticia –solo dar la noticia, sin más comentario-
de la llegada del dramaturgo español Fernando
Arrabal, que vivía en París.
-Así que funcionaba
más la autocensura, que la censura
propiamente dicha.
-Yo sustituí a Manolo Martín Ferrand, pero no fui el segundo
director.
-Pues eso creía yo,
perdóname.
-Como en la radio no hay
historia, y solo queda la nostalgia mientras siga vivo algún oyente veterano,
no creo que sepa mucha gente que, al destituir a Martín Ferrand, poco más de un
año después de iniciarse “Hora 25”, a
principios de los 70, la SER no sabía
como “engañar” a los censores del ministerio.
“Era mucho más interesante el trabajo periodístico en tiempos de Franco, porque sabías contra quién luchabas”
-Ahí está lo del subtítulo de “Hora 25”: “un programa de cuestiones actuales”, para no citar expresamente la
palabra ‘información’…
-Claro, porque había que estar
siempre jugando con las dobles palabras y las segundas intenciones. Para que no
chirriara mucho sustituir a un periodista por otro, la empresa decidió poner de
director a Joaquín Peláez –creador
de “Operación Plus Ultra”, entre
otros muchos programas, director de “Ustedes
son formidables” y actor que dio vida, entre otros personajes, a Diego
Valor- y de presentador a Bobby Deglané.
-Pero aquello era un despropósito, claro. No sabían qué era tratar con
la información ni, mucho menos, burlar a la censura.
-Naturalmente fue un experimento
con gaseosa que fracasó de inmediato y entonces fue cuando yo me hice cargo del
programa.
Algunos de los rostros (y sus voces) más conocidas en la SER de aquellas dos décadas, los 70 y los 80 |
-Por la noche no oigo la radio. Sigue siendo mi medio de
información a partir de las siete de la mañana. Hago “dialin”: qué verbo más bueno el verbo dialear: pasar de una radio a otra, igual que se hace zapping en la televisión. Si no se le ha
ocurrido a nadie, que es posible, lo patento virtualmente en esta entrevista y te
lo cedo con generosidad, Gorka, para que lo utilices en tu web…
-Pues muy agradecido Basilio por el ‘regalo’…
-Si ya existe, retiro lo dicho.
-Decías que la radio sigue siendo tu medio de información matinal por
excelencia.
-Sí, a las ocho de la mañana,
cuando ya he escuchado las noticias del día, suelo pasarme a Radio Clásica de RNE, donde a las ocho de la mañana hay un
programa que recomiendo: se llama “Sinfonía de la
mañana” y lo hace Martín Llade,
al que no conozco de nada, pero al que doy las gracias desde aquí por su buen
trabajo. Llade ha recuperado el género narrativo en la radio, a veces incluso
con actores, y como yo me considero autor de la “muerte de la estrella de la radio” –que no fueron Bruce Woolley y The Buggles, cuando con su “Video
Killed the Radio Star” la dieron por fallecida, en 1979-, escucharle me
libera de aquel “asesinato” que cometí en contra de mi voluntad, pero obligado
por las necesidades del momento.
-Es una magnífica elección la de Martín en Radio
Clásica, que ya he comentado varias veces en esta web, Basilio.