Gorkast: Javier Sardá el referente de la creatividad
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Entrevista a uno de los profesionales más destacados de la reciente historia de la radio en España
Era una de las entrevistas que más deseaba hacer, y se ha quedado corta. Han quedado temas fuera por falta de tiempo. Pero con Javier Sardá siempre faltaría tiempo, fuera el que fuera. Su radio me enamoró, me fascinó su prodigiosa imaginación, reforzada por un equipo insuperable, verdaderas máquinas de crear historias increíbles, tejidas a partir de la cotidianeidad. Tuve la enorme suerte, junto con Goyo González, de sustituirle varios veranos, en la Cadena SER, e intenté emular al maestro, aunque se quedó más en un ejercicio voluntarioso que efectivo. Pero al menos participamos de la atmósfera que Sardá era capaz de crear alrededor de “La Ventana”, y antes de “La Bisagra”, en RNE. Abandonó la radio por la televisión, y no la echa de menos, porque no es un loco de la radio, como algunos pensábamos. Nació sin referentes, sin condicionamientos –“yo no era radiofónico para nada. Había gente que tenía interés por la radio. Yo no, en cambio. Para mí la radio, cuando empecé, era para mi abuela, con los seriales, y los cuentos de “Tambor”, de Radio Barcelona. Yo creo que, para bien o para mal, yo no intenté copiar a nadie, porque no tenía vicios ni influencias”- y por eso fue original. ¡Qué difícil es ser original, y además ser el mejor! Pero en la televisión ganó lo que no está escrito, algo que la radio no podía igualar de ninguna manera (salvo invirtiendo más años que Casamajor). Y se marchó dejando “La Ventana” en lo más alto, líder de audiencia en las tardes de la radio española, superando a Encarna Sánchez en la Cope. Había otra aspirante a vencer a Encarna que se llamaba Julia Otero, con la que ahora colabora, pero no lo consiguió. Fue el rey de la radio y, al marcharse, también lo fue de la televisión con “Crónicas Marcianas”, en Tele5, pero ésta es otra historia. Ahora, cuando le veo, me da la sensación de que cada vez, conforme va sumando años, se parece más a su alter ego, y disfruto mucho con los parecidos: ambos son unos cascarrabias absolutamente adorables.
-Oye, Javier, ¿es verdad que el señor Casamajor, del que pocos recuerdan su nombre, don Jordi, se estrenó en la antena antes que tú?
-Recuerdo cómo en tus salidas a la calle con ‘La Ventana’, y en algunas tuve la oportunidad de estar presente, comentabas -fuera de micrófono- al público que tenías dos noticias que darles antes de empezar el programa, una mala y una buena: que Casamajor no había podido ir y que si no les importaba tú ibas a tratar de imitarle. Y el público salía tan contento, diciendo qué pena que no haya podido ir, pero ¡qué bien le imita Javier! ¿No crees que traicionaste ese espíritu cuando mostraste en ‘Crónicas Marcianas’ el secreto mejor guardado de Javier Sardá en la radio?
“La radio, como la televisión, es un electrodoméstico, igual que una nevera, y consumes según encuentres cosas”
- “Casamajor se estrenó antes que yo en la antena de RNE”
Era una de las entrevistas que más deseaba hacer, y se ha quedado corta. Han quedado temas fuera por falta de tiempo. Pero con Javier Sardá siempre faltaría tiempo, fuera el que fuera. Su radio me enamoró, me fascinó su prodigiosa imaginación, reforzada por un equipo insuperable, verdaderas máquinas de crear historias increíbles, tejidas a partir de la cotidianeidad. Tuve la enorme suerte, junto con Goyo González, de sustituirle varios veranos, en la Cadena SER, e intenté emular al maestro, aunque se quedó más en un ejercicio voluntarioso que efectivo. Pero al menos participamos de la atmósfera que Sardá era capaz de crear alrededor de “La Ventana”, y antes de “La Bisagra”, en RNE. Abandonó la radio por la televisión, y no la echa de menos, porque no es un loco de la radio, como algunos pensábamos. Nació sin referentes, sin condicionamientos –“yo no era radiofónico para nada. Había gente que tenía interés por la radio. Yo no, en cambio. Para mí la radio, cuando empecé, era para mi abuela, con los seriales, y los cuentos de “Tambor”, de Radio Barcelona. Yo creo que, para bien o para mal, yo no intenté copiar a nadie, porque no tenía vicios ni influencias”- y por eso fue original. ¡Qué difícil es ser original, y además ser el mejor! Pero en la televisión ganó lo que no está escrito, algo que la radio no podía igualar de ninguna manera (salvo invirtiendo más años que Casamajor). Y se marchó dejando “La Ventana” en lo más alto, líder de audiencia en las tardes de la radio española, superando a Encarna Sánchez en la Cope. Había otra aspirante a vencer a Encarna que se llamaba Julia Otero, con la que ahora colabora, pero no lo consiguió. Fue el rey de la radio y, al marcharse, también lo fue de la televisión con “Crónicas Marcianas”, en Tele5, pero ésta es otra historia. Ahora, cuando le veo, me da la sensación de que cada vez, conforme va sumando años, se parece más a su alter ego, y disfruto mucho con los parecidos: ambos son unos cascarrabias absolutamente adorables.
-“La Ventana”, en la Cadena SER, del 93 al 97, y antes “La Bisagra”, en RNE, del 87 al 91, echaron por tierra muchos convencionalismos en la radio: destruyen la previsibilidad, juegan con el oyente… con los invitados… con los colaboradores… Buscaban y reunían ante el micro a gente muy dispar, que tenía sin embargo nexos en común, o directamente encontraban frikis. En definitiva, sorteaban la rutina de la radio… ¿Hay algún programa Javier que haya recogido el espíritu de “La Ventana”?
“Un desajuste con un directivo de RNE me incitó a aceptar la oferta de la SER”
-Yo creo que sí. Por ejemplo, en RAC1 está Toni Clapés, y tiene esa noción del programa ‘container’, que se convierte en el marco del trabajo que está marcado por el contenido del día. Crea personajes, es un programa de humor, pero que puede tratar temas serios estupendamente.
-Pero Clapés pertenece a tu Escuela, bebió de tus fuentes.
-Sí, claro, Clapés formaba parte de El Terrat, que colaboraron en “La Ventana”.
-Y como Clapés muchos otros nombres, Javier, que bebieron de tus pechos… como Juan Carlos Ortega.
-Es que, si hablamos de radio, Ortega es el rey, Gorka, rodeado de sus personajes geniales.
Cartel de "La Ventana" (SER) |
-Hago mías tus palabras sobre Juan Carlos…
-Hemos hecho, durante un par de años, en la sala Luz de Gas de Barcelona, un espectáculo que llamamos 'Terapia', en el que Ortega llevaba todos sus personajes, y hablábamos con ellos. ¡Fantástico!
-Permíteme también que en este listado improvisado que estamos haciendo incluya dos nombres más, que creo han sido fundamentales, proverbiales, llámalos como quieras, que han sido Miquel José y Jordi Roca, que fueron tus socios en “La Ventana”, y que te han acompañado a lo largo de tu vida profesional como socios, consocios, inspiradores… De hecho, Jordi Roca es codirector contigo de “Juego de niños”, tu regreso a TVE.
-Claro, claro, y que ha estado muchos años en “El Hormiguero”… Son gente, fíjate, con la que aprendimos (se ríe), empezamos juntos, y vivimos juntos los comienzos, Jordi más joven, Miquel tiene ya mi edad, pero aprendimos todos juntos.
-¿Qué recuerdas de aquellos años, del precedente de “La Ventana”, en la Cadena SER, que se llamó “La Bisagra”, en Radio Nacional?
-Pues, por eso te digo que aquellos comienzos fueron complicados, porque yo era en aquel entonces muy conservador, estaba muy a gusto en las tardes de RNE, y quisieron que hiciera las mañanas, y en las mañanas se quema todo el mundo. Yo no quería para nada. Y estuvieron varias semanas persuadiéndome y al final lo consiguieron. Pero era sacerdotal competir con Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo, ¿qué broma es ésta? Y allí estuvimos todos, con el señor Casamajor, y mil bromas que nos inventábamos a diario.
“En las mañanas se quema todo el mundo, yo no quería ir a las de RNE”
-Las mañanas tienen muchas más servidumbres…
-¡Por supuesto! Te meten allí, y ¡a ver qué haces! ¡A bregar! Pero la verdad es que pusimos las mañanas muy arriba…
-Y en tu paso a la SER, ¿eras más o menos libre a la hora de crear contenidos?
-A la hora de crear, a unos y a otros les interesaba lo mismo.
-¿Por qué te fuiste, Javier?
-Pues hubo un momento de tensión, creado por algo completamente absurdo, “mejor no poner esa canción…”, que ocurre cuando un director tiene miedo, e intenta marcarte el terreno, algo muy peliagudo. Y la verdad me hizo el gran favor de que, después de varias ofertas de la SER, al final decidiera marcharme.
Sardá en sus tiempos en "La Ventana" (SER) |
-Pero, como dices, eso fue algo absurdo…
-Totalmente, y tengo que decir que yo he trabajado muy a gusto en RNE, con Fernando Delgado, con Enric Sopena, con Eduardo Sotillos, con mucha gente, ¡muy a gusto! Pero al final se produjo ese desajuste, y también yo veía que el futuro me era propicio fuera, ¿sabes?
-Y empezaste además en RNE, que fue tu primera casa de radio, muy jovencito, te ficharon cuando se puso en marcha Ràdio 4, la cadena regional solo para Cataluña.
-Y te diré que me faltaban tres meses para cumplir los dieciocho años. Y me ficharon para hacer tareas administrativas: para ocuparme de recoger las temperaturas, la previsión del tiempo, organizar los discos de la discoteca, y todo con ciclostil, como si estuviéramos haciendo propaganda de la Unión Soviética… Yo he escrito en RNE, durante mucho tiempo, con máquina de escribir…
-¡Qué tiempos!
-Perdona, yo recortaba artículos de los periódicos, y los archivaba… Y, cuando se buscaba a alguien, se decía por el teléfono -con cable- ¿está fulanito de tal? Y te contestaban: “no, está en la peluquería”. “¿Y no tendrá usted por casualidad el teléfono de la peluquería?”, le respondías… (se ríe, recordando).
-Tampoco tenemos tanta diferencia de edad, Javier; yo recuerdo que, además de la máquina de escribir, recibíamos las noticias en la redacción de informativos por télex. ¿Te acuerdas del télex?
-¡Hombre, perdona! Las redacciones eran ruidosas, espectacularmente ruidosas, con el télex escupiendo teletipos, las máquinas de escribir repiqueteando y, por si fuera poco, los periodistas fumando en las redacciones… y muchos de ellos con una botella de güisqui encima de la mesa…
“Si Casamajor regresara, aunque la gente supiera que soy yo, se lo creería sin problema”
-Oye, Javier, ¿es verdad que el señor Casamajor, del que pocos recuerdan su nombre, don Jordi, se estrenó en la antena antes que tú?
-¡¡Sí, sí!! En un programa del que era productor. Yo estaba con Ángel Casas, me ocupaba de los discos, de los invitados, y un buen día llamó al programa un señor mayor para hablar de algún tema, creo que estaba por allí la cantante Marina Rosell.
-Pero ¿Ángel Casas te vio?
-¡Para nada! Yo me escondía en la radio para que no me viera. Y a Ángel le encantó aquel personaje, “es fantástico”, me dijo.
-Eso ocurrió en el circuito catalán, en Ràdio 4, como comentas; pero a nivel nacional Casamajor se estrenó en un programa nocturno que se llamó “Tren de Medianoche”, que dirigió Pepe Miralles, y que presentaba Jorge López Pedrol, con Rafael Turia y Adelina Castillejo como excepcionales colaboradores.
“Toni Clapés (RAC1) ha heredado el espíritu de ’La Ventana’”
-“Vayas en tren o vayas en coche, súbete al ‘Tren de Medianoche’”, decía el eslogan.
-Allí te estrenaste como Casamajor, en el año 1984. Ha llovido desde entonces, y la radio no ha cambiado mucho de estructura.
-Fíjate, la radio -igual que la televisión- es un electrodoméstico, igual que una nevera. Y su consumo depende de las opciones que tengas. ¿Por qué no pensamos que la gente sabe idiomas y puede estar escuchando la BBC, o una emisora francesa? Hoy en día, además con los podcasts, todo está revolucionado. El otro día, me hicieron un entierro en Movistar Plus (“El cielo puede esperar”, José Emilio Contreras), y el programa tuvo cinco millones de descargas, ¡como si se hubiera emitido por Tele5!
-¿Eso es que hay muchos que quieren verte muerto?
-Nooo, espero que no, que sea un ejercicio de catarsis. Es que, además, mi última novela, “Adiós, muy buenas”, va de la muerte, todo casaba. Me gustó enseguida la idea.
Paco Marhuenda, director de "La Razón", en el "funeral" de Javier Sardá, al que se refiere en esta entrevista (Fotografía Movistar+) |
-Nooo, yo creo que era ya tan sabido, que no desvelé nada. Si yo volviera a hacer un programa, y volviera con Casamajor, y aunque la gente lo supiera, se lo creería sin problema. Todos hemos visto a Robert de Niro haciendo un montón de personajes, y nos lo creemos. Estoy convencido de que el Casamajor seguiría funcionando.
-¿Te gustaría volver a la radio, Javier?
-Me gusta más ahora la fórmula de colaborar, que la de hacer un programa. Pero tampoco recibo yo muchas ofertas, eh?
-Hombre, seguro. Procuro serlo. Es que estoy cada vez más cabreado. Hay un asunto que no me lo tienes resuelto.
-¿El qué?
-O no se debería nacer, o, si se nace, no se debería morir.
-¡Toma!
-Solucióname este asunto de la mortalidad para que podamos seguir haciendo cosas.
-¡Hombre, los hindúes lo tienen medio solucionado con la reencarnación.
-Sí, claro, pero nosotros no somos hindúes, y además, para nacer según qué cosa…
-¿Y si te reencarnas en Casamajor?
-¡Pues ya ves tú qué plan! ¡Vaya alegría!
-Dime para terminar, ¿qué escuchas y a quién?
-Mira, escucho Onda Cero, RAC1, a veces escucho la Cope, la tertulia con (Ángel) Expósito, soy muy heterodoxo.
-¿Y (Carlos) Alsina, te gusta?
-¡Sííí…! Como entrevistador es demoledor…
-Gracias Javier, ha sido un placer.
-¡A ti!