Cambio de aires, con la radio cerca
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Esta web dedicada a la radio se toma un descanso hasta finales de agosto
La realidad nos demuestra, por tanto,
que los podcasts no requieren de fuertes inversiones en producción. Pero es que
los costes -contenidos- obtienen una excelente relación inversión-resultados en
el oyente. De ahí el gran atractivo que está ejerciendo el podcast en numerosos
ámbitos, hasta ahora inimaginables, como la banca, la prensa, la universidad,
las empresas -de todo tipo y naturaleza- o los particulares, que se lanzan a esta
aventura con su idea, en algunos casos tan bien presentada y empaquetada, que
llegan incluso a monetizarla.
Si tienes una buena historia que contar, elige bien el medio, el formato y el canal de difusión
- El editor reconoce que elabora su propia parrilla personal de contenidos sonoros para acompañarse en sus desplazamientos en verano
- Recomendaciones de algunos podcasts para sobrellevar mejor el calor: música, humor, psicología, historia y radioficción en el menú
Cambio de aires. Es lo que toca. La canícula recomienda frenar el ritmo, resetearse y adoptar el ‘modo off’. Pero no por ello abandonar la radio. Eso nunca. Su compañía es recomendable en todas las épocas del año, y en todas las épocas de la vida. Antes, nuestro cerebro elegía un dial, en función de las apetencias, las necesidades anímicas o, simplemente, ociosas. Ahora, al dial se suma una amplísima oferta de píldoras sonoras, también llamadas podcasts, con las que podemos seguir sintiéndonos acompañados, aunque de otra manera.
Pero hay algo que me sigue chirriando cuando escucho podcasts, y se debe a mi tradición como oyente de radio: el silencio. El que se produce cuando concluye un podcast. Se interrumpe drásticamente y se hace el silencio y, con él, se desata mi incertidumbre: ¿qué ocurre? ¿Por qué no suenan las señales horarias? Me descoloca. Ha concluido un programa, pero no hay continuidad. La radio muere de repente. Y me veo obligado a llenar ese silencio con un gesto, un nuevo clic, un esfuerzo que me descompone. No estoy acostumbrado. La radio no se silencia. Se enciende y suena, te acompaña y solo se oculta cuando tú lo decides.
Soy ecléctico en muchas disciplinas que consumo, y disfruto con ello, y hasta invito a los demás a compartir contenidos muy dispares, también en lo ideológico
Contrariamente a lo que se
recomienda, y reconozco que soy muy atípico, poco dado a las recomendaciones
inmersivas, mi escucha de podcasts no se realiza a través de auriculares. Sigo
escuchando estos contenidos sonoros autónomos a través de altavoces, en
ocasiones a un volumen más alto del recomendable para mi salud auditiva (y
probablemente para la de mis vecinos). Pero es así como lo he hecho toda la
vida, y como trabajaba en la radio en mis montajes y ediciones: el volumen
-alto o muy alto- te permite percibir todos los matices que encierra una
grabación, y es algo que aprendí de los mejores técnicos con los que tuve la
suerte de trabajar, y de aprender.
Es, algo así, como el sonido del
cine. Cuando te sientas en la sala, dispuesto a dejarte sorprender por cada
plano o secuencia. Nada sería de la imagen si no la reforzara el sonido, en
todo su esplendor y rotundidad. Las bandas sonoras del cine, y lo incluyo todo:
música, pero también voz y efectos especiales, constituyen hoy en día una de
las influencias más claras de las nuevas narrativas que está adoptando la radio
y sobre todo los podcasts. Y al cine se suma otra moda: las series, que se han
convertido, por ambición y producción, en micropelículas por entregas a
las que el personal decide engancharse, porque, en definitiva, le atrae la
historia que cuentan. Ahí debemos encuadrar el éxito fulminante, al parecer, de
“Juego de Tronos”, de la que, debo confesar, no he visto ni un solo
capítulo. Sí, debo ser una rara avis. Lo reconozco. Pero no consumo
televisión. Es más, este electrodoméstico, en mi casa, vive encerrado en un mueble.
Al margen de manías y hábitos
personales, nos acercamos a un contenido por lo que nos cuentan en él. Y el
arco en que nos movemos en este ámbito de lo que ahora el márketing llama storytellings,
va desde la comunicación interpersonal, cuando alguien nos cuenta una historia
(real o ficticia) y nos arrebata la atención de lo bien que lo hace
(capacidad de comunicación), incluso un chiste; hasta una superproducción cinematográfica,
con presencia apabullante del llamado cine espectáculo, pasando por la radio o los
podcasts, mucho más modestos en su factura, pero de igual o superior efecto
emocional en quienes los escuchan.
El EGM confirma, ola tras ola, que donde más radio musical se sigue escuchando en España es en el coche (Fotografía Pixabay) |
Sigo escuchando estos contenidos sonoros autónomos a través de altavoces, en ocasiones a un volumen más alto del recomendable para mi salud auditiva (y probablemente para la de mis vecinos)
Si tienes una buena historia que
contar, elige bien el medio, el formato y el canal de difusión. Éste podía
ser el mensaje de esta reflexión. Se debe partir de una buena historia, de un
buen cuento. No solo los profesionales de la radio o los podcasts no
debemos avergonzarnos de considerarnos cuentistas, sino que, muy al
contrario, debemos explotar esta condición para captar la atención de nuestros
receptores, durante el mayor tiempo posible.
En comunicación, captar la
atención de quien te escucha es relativamente sencillo. Lo más complicado es retenerla,
mantenerla. Y para esto hay que hacer auténticos esfuerzos, denodados. Y se
consigue en contadas ocasiones. Dicen, quienes más saben, o se les atribuye que
saben, que la duración ideal de un podcast se sitúa en los 20-25
minutos. Coincide con el tiempo límite recomendado para una presentación
eficaz. Pero mi admirado Álex Fidalgo, padre del podcast “Lo que tú
digas”, rompe a menudo con esa regla no escrita, y lo hace, no solo con
arrojo, sino con magníficos resultados. Su
entrevista al actor Dani Rovira dura 2 horas, 57 minutos y 11 segundos,
según la cifra certificada por la plataforma Ivoox, donde se difunde, entre
otros canales. Y va camino de las 20.000 reproducciones. Triunfa el interés por
lo contado, no el tiempo invertido. Dicho de otra manera, triunfa el qué
y el cómo, no el cuánto.
Triunfa el interés por lo contado, no el tiempo invertido. Dicho de otra manera, triunfa el qué y el cómo, no el cuánto
El ser humano ha estado siempre
necesitado de historias, desde tiempos inmemoriales representados por la
tradición oral de nuestros mayores, que se dedicaban a contar historias de
generación en generación. La radio, hace casi cien años, llegó para convertirse
en el abuelo de la familia, el que nos contaba esas historias, que se
las llevaba el viento. Hoy, el podcast nos permite, y nos facilita, recurrir al
abuelo cuando nosotros queremos, y elegir las historias que queremos
escuchar. Y, con la misma atención que se dedicaba a los abuelos, por los que
cada vez se siente más desapego frente a la veneración de antaño (¡qué pena!),
se escuchan esos cuentos con todos los sentidos despiertos y atentos.
El verano es un tiempo propicio
para escuchar cuentos, para relajarse ante ellos, para prestarles la atención
que merecen; en definitiva, para disfrutarlos. Es el segundo año que
programo mi propia parrilla de contenidos veraniegos, que combinaré en
mis desplazamientos por carretera, con la radio en directo. Y un amigo me
decía, ¿qué has metido en tu pendrive para escuchar este verano? ¿Por
qué no lo compartes? ¿Y por qué no?
Repaso lo que estoy incluyendo
para mis desplazamientos en coche, fundamentalmente, y me encuentro con un
gusto absolutamente ecléctico. Y sonrío cuando recurro a la definición de este
adjetivo, que subraya que las personas que así se consideren “se caracterizan
por tener elementos o rasgos muy distintos entre sí, sin que esto llegue a ser
un problema o una patología sino más bien como una manera de combinar rasgos
diversos y amplios”. No tengo muy claro que, en mi caso al menos, no responda
a una patología enfermiza, pero a mis años, me da igual. Soy ecléctico en
muchas disciplinas que consumo, y disfruto con ello, y hasta invito a los demás
a compartir contenidos muy dispares, también en lo ideológico.
Los podcast "Entiende tu mente", "La Escóbula de la Brújula", "Lo que tú digas", "Negra y Criminal", "Radio Carlitos Deluxe", "Nadie sabe Nada", "Las noches de Ortega" contribuirán, sin duda, a hacer del verano un período más entretenido, y feliz
En primer lugar, hay contenidos
intergeneracionales, que debo incluir porque su escucha involucra a toda la
familia. Me refiero a “Nadie sabe nada”,
de Andreu Buenafuente y Berto Romero (SER); “La vida moderna”,
con David Broncano, Quequé e Ignatius (SER) y “Las noches de
Ortega” (SER), lideradas por el
hombre de las mil voces, Juan Carlos Ortega. Escuchar estos programas atrae
a padres e hijos y relaja un poco ese concepto de “oyentes cautivos” que
afecta a los ocupantes de un vehículo que no tienen más remedio que escuchar, por
lo general, lo que ha elegido el conductor. Esta realidad ya ha sido superada
en la adolescencia por los móviles y los auriculares, de manera que ellos
eligen lo que quieren escuchar, desenganchándose del sonido ambiente. Pero si
que quitan los auriculares y se ríen contigo, es un éxito. Y yo lo persigo.
“Radio Carlitos
Deluxe” es un programa de música clásico, en el que un prescriptor elige
su música preferida, con total libertad, y en función de la coincidencia de
gustos y la confianza y aprecio por el presentador, se elige como una de las
compañías de viaje más recomendables. Si, además, el prescriptor es Carlos
Herrera, un tipo que hace radio con todo lo que toca, como el rey Midas con
el oro, apaga y vámonos... con él adonde sea.
En las antípodas de Herrera y su Radio
Carlitos, llega “Máxima
51 Chart” de Arturo Grao, en Máxima
FM, la música que escuchan mis hijos, y con la que me deleitan durante un
rato, no muy extenso, hasta que las cargantes bases musicales, en las que el exceso
de bajos terminan por aturdir los oídos más intrépidos, te recomiendan ceder la
escucha a otros ritmos más relajantes y recomendables para conducir. A pesar de
esto, se deja oír… un rato. Igual que MegastarFM,
la cadena musical más juvenil del Grupo Cope.
La radio, hace casi cien años, llegó para convertirse en el abuelo de la familia, el que nos contaba esas historias, que se las llevaba el viento. Hoy, el podcast nos permite, y nos facilita, recurrir al abuelo cuando queramos
Al margen de los contenidos
musicales, elijo también para mi parrilla otros podcasts que entretienen, y
también forman. “Entiende
tu mente”, el podcast de psicología que “te ayuda a entenderTE y a entenderLES
mejor”, presentado por Molo Cebrián -podcaster y estudiante de
psicología-, Luis Muiño -psicólogo y uno de los divulgadores de esta
temática más conocidos en España- y Mónica González -coach y
profesora universitaria-. Uno de los éxitos más llamativos del universo podcast
de esta temporada. Absolutamente recomendable: una charla tranquila, y a menudo
divertida, para aprender sobre ti mismo, y los que te rodean. He elegido
algunos temas por los que siento especial curiosidad, y espero aprender con
ellos.
“La Escóbula
de la brújula”, ahora también contenido de la plataforma Podium Podcast, un podcast dedicado a
la historia, las leyendas y las tradiciones, en el que se abordan, con profusión
de información y datos, algunos de los mejores cuentos de este ámbito
del conocimiento. Fran Izuzquiza coordina a un equipo de expertos, entre
los que destacan Jesús Callejo, David Sentinella, Carlos Canales y Marcos
Carrasco. Esta vez he elegido varias entregas que se detienen en una de las
culturas por las que siento mayor atracción: el antiguo Egipto.
Y no podían faltar en esta
selección la ficción sonora, de la mano en este caso de Mona León Siminiani
y su “Negra y
Criminal” (Podium Podcast),
de la que me he descargado varios episodios que, por diferentes razones, se me
pasaron, y no escuché en su momento. Otra de las ventajas del podcast, su larga
vida útil, frente a los programas de radio, por definición, fugaces como el tiempo
en que se emiten. De Mona he rescatado también uno de sus mejores trabajos, si
no el mejor hasta ahora, la adaptación sonora del texto 'Una novela criminal',
escrita por el mexicano Jorge Volpi, y que le supuso el Premio
Alfaguara 2018, que quiero volver a escuchar. Siempre se capta algo nuevo
en una reescucha.
En el futuro, una vez conocidas las prestaciones del podcast, y una vez superadas algunas de las barreras que le rodean todavía, su uso será mayoritario (Fotografía Piabay) |
Seguro que podría incorporar
nuevos podcasts, y que lo haré en futuros viajes. Pero un pendrive con
más de ocho gigas de audios es mucho tiempo, más que de sobra, para afrontar
los viajes que tengo previsto realizar por nuestra piel de toro, y que me van a
acercar este año al Cantábrico. Y, en medio, también hay que contemplar las
sorpresas que nos proporciona la radio en directo, con sus programas e
informativos, con sus invitados y secciones, que nos conquistan y hasta, en
algunos casos, nos enamoran. En otros, nos invitan a consumir nuestra propia
selección de audio. Y, claro, también llegan los momentos de silencio o de
buena conversación, desprovistos de la concurrencia de la radio.
El verano tampoco debe olvidar
los libros atrasados, esos que uno va acumulando en su biblioteca personal y
que necesitaría varias vidas para leerse (y releerse). Y es el momento propicio
para pensar en el nuevo curso, en cómo encarrilarlo, incluidos los derroteros
de la vida, finita, que uno puede organizar solo en parte.
En suma, tiempo, tiempo y tiempo.
Y las vacaciones duran lo que duran. Por eso, tampoco es bueno acumular muchas
expectativas en torno a libros, podcast, películas, que hemos planificado
consumir. Al final, estas previsiones, excesivas, también estresan, y justo es
de lo que debemos huir. El verano debe dedicar también horas, largas horas, al dolce
far niente, esa actividad que nos provoca el resto del año tanto
complejo de culpabilidad. Y es que no aprendemos. Felices días de descanso y
hasta la vuelta!