¿El podcast enemigo de la radio comercial?
https://www.gorkazumeta.com/2019/06/el-podcast-enemigo-de-la-radio-comercial.html?m=0
Una reflexión del editor sobre la progresión del podcast como unidad de consumo individualizado en su competencia con la radio comercial tradicional
Ante la radio prescindible, el podcast elegible
Aun a riesgo de reiterarme a mí
mismo, en afirmaciones que ya he realizado en anteriores post, estoy convencido
de que, a la postre, el podcast competirá con la radio en un aspecto
inamovible: el tiempo de escucha. Cada uno de nosotros, consumidores habituales
de medios de comunicación, disponemos de un tiempo limitado de ocio para ver la
televisión, leer la prensa (quienes lo hagan) y escuchar la radio
(fundamentalmente en el coche). La llegada de los podcasts disputará tiempo a
la escucha de radio tradicional. Ya lo está haciendo. Y la progresión es
evidente: el consumo de radio en España desciende. Y advierto: la competencia
está en casa.
Ante la radio prescindible, el podcast elegible
La radio es un negocio y, como
tal, su objetivo no solo es subsistir, sino lograr beneficios. ¿Cuál es su
fuente de ingresos? En el caso de la radio comercial, claramente, la
publicidad. Hasta aquí no creo que haya dudas, o discrepancias. Pero conviene
recordar la premisa de partida que inspira esta reflexión, provocada por la nueva
realidad de la irrupción, y sobre todo, la extensión del podcast, como unidad sonora
de consumo individualizado, frente a la radio tradicional.
El smartphone ya se puede conectar al equipo del coche, bien por cable, bien por bluetooth, con lo que aumentan las posibilidades de elección, frente a la radio tradicional, de manera exponencial |
Si adoptamos el punto de vista de un programador comercial, no incurramos en el error de programar contenidos asincrónicos dentro de un medio, por definición, sincrónico; porque hacemos que la escucha de radio sea prescindible
Pero hay otra amenaza, en la que
incurre la propia radio. Vayamos por partes. Todos estamos de acuerdo en que lo
realmente importante son los contenidos. De acuerdo, lo son. Pero ¿qué ha
ocurrido con ellos tras la llegada del podcast? Que se han subdividido en
contenidos sincrónicos, y contenidos asincrónicos. La radio tradicional sigue
emitiendo, y componiendo sus parrillas con contenidos sincrónicos, marcados por
la evolución del tiempo, lo que se conoce como emisión en directo.
El podcast, sin embargo, ofrece
contenidos asincrónicos, que no dependen del tiempo, no se emiten en directo,
en muchos casos son atemporales, y su consumo se dilata en el tiempo, de manera
que su período de vida aumenta considerablemente respecto de un contenido emitido por radio, por
definición fugaz, como el paso del tiempo.
Añadamos al debate un ejemplo de
éxito: “A Vivir que son dos días”, el
programa de la Cadena SER líder de los
fines de semana, que dirige y presenta Javier
del Pino. Sus cotas de audiencia se mantienen y crecen en cada ola del Estudio General de Medios (EGM), lo que
confirma el buen hacer de este equipo que trabaja por un único objetivo:
ofrecer contenidos de calidad al oyente.
Del Pino, creo que, con buen
criterio, está introduciendo en cada programa reportajes, documentales sonoros (está recuperando un género abandonado en España, a la manera del estadounidense "This American Life"),
de gran atractivo, potentes, magníficamente bien presentados, que en realidad
resultan contenidos asincrónicos, más allá de que se emitan en la SER durante
el tiempo de duración de su programa, de 8:00 a 12:00 horas. Pero la audición en directo no es imprescindible, puesto
que se puede diferir a una escucha posterior. El periodista madrileño es de la
opinión, que en parte comparto, de que también la radio tradicional debe ofrecer
contenidos que no estén pegados a la actualidad, ni estén sucediendo en el
mismo momento de emisión del programa. Su objetivo, como he subrayado antes, es,
ante todo, ofrecer calidad. Pero hay un riesgo evidente.
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Si la radio vive de la
publicidad, si la radio comercial subsiste y trata de alcanzar beneficios
gracias a los impactos que reúne de (la máxima cifra posible de) sus oyentes,
¿por qué los oyentes van a querer escuchar en directo (sincrónicamente) algunos contenidos de “A Vivir que son dos días” si pueden escucharlos en otro momento, cuando les dé la gana? ¿La radio, así, resulta eficaz, comercialmente
hablando? Lo pongo en duda. Si adoptamos el punto de vista de un programador
comercial, no incurramos en el error de programar contenidos asincrónicos
dentro de un medio, por definición, sincrónico.
No hagamos que todos los contenidos de la radio esquiven lo rabiosamente actual por las recurrentes y omnipresentes tertulias, donde el deporte más extendido es hablar para rellenar. No permitamos que la televisión la suplante
¿No podemos, entonces, incluir
documentales sonoros, reportajes en la radio, contenidos atemporales, aunque
sean de calidad? ¿Eso es lo que estoy afirmando? En parte sí. Pero por esta
razón, en el párrafo anterior, he establecido una condición previa: “Si adoptamos el punto de vista de un
programador comercial”. La radio no es solo responsabilidad de los
periodistas, los productores de contenidos. La radio, insisto, es un negocio
que busca el éxito de sus cuentas de resultados. Y estoy seguro de que el
periodista querrá disponer de su nómina a final de mes. En ese ansiado y difícil
a un tiempo equilibrio al que debemos aspirar entre el departamento comercial,
o de gestión, y el de contenidos, hay que tener este asunto muy presente.
Si todos coincidimos en afirmar
que los podcasts hacen prescindible el componente cronológico, que el oyente
los escucha por el interés que despiertan los temas y su tratamiento, y no por
su dependencia del reloj, en este ring boxístico la radio sobra. Y esto, a los
directores comerciales y a los directores generales no les gusta en absoluto.
Los comerciales viven del rating point,
un índice que representa el tanto por
ciento de público objetivo que es impactado, al menos en una ocasión, por un mensaje
concreto. Si añadimos otra variable -la frecuencia de emisión del mensaje- se
multiplican los impactos. Para eso surge otro concepto: el GRP (Gross Rating
Point), otro índice donde se relacionan la cobertura (porcentaje) por el número
de cuñas emitidas (absolutos). Si recurrimos a la fórmula matemática: GRP = Cobertura x Frecuencia, esto es lo que más
va a sufrir si nos dedicamos a hacer prescindible la escucha de radio. Si
descienden los oyentes, los impactos también lo harán, y esa cadena de radio
resultará menos atractiva para las marcas y anunciantes. Recurriendo al sabio
refranero español: no tiremos piedras sobre
nuestro propio tejado…
Lo que la radio ofrece a menudo es una producción excesiva de podcasts, obviando lo que realmente está ocurriendo en su entorno, local, nacional o global, en ese momento en que la radio está conectada con su oyente
¿Vuelvo a hacerme la pregunta anterior? ¿Una radio puede incluir en su
parrilla programas con contenidos asincrónicos, no vinculados al devenir inmediato?
Y respondo con mi identificación profesional: soy periodista. Creo que está
claro, por supuesto que sí; pero, al mismo tiempo, hay que ser muy consciente
de que estamos alimentando otro tipo de consumo a posteriori que facilita la no
dependencia de la radio como medio vinculado al directo.
De alguna manera, la llegada del podcast, en este sentido, se ha producido,
como he afirmado en otras ocasiones, para que la radio se espabile y se
reoriente hacia la producción de contenidos verdaderamente apegados al directo,
marcados en sus coordenadas al riguroso transcurso del tiempo. Lo que la radio
sincrónica ofrece a menudo es una producción excesiva, y sucesiva, de podcasts
(asincrónicos), obviando lo que realmente está ocurriendo en su entorno, local,
nacional o global, en ese momento en que la radio está conectada con la vida de su oyente,
y éste reclama enterarse de lo que ocurre a su alrededor.
Esta radio, simple suma de podcasts, no invita a consumirse, no
incita al consumo de ‘pescado fresco’, porque la escucha puede diferirse sin
problemas. Por tanto, no le resulta rentable a la radio como medio, porque no
hace imprescindible su consumo en sincronía.
Ahora soy yo el que hace una pregunta: ¿cuántas de las mañanas de la
radio españolas viven realmente en el directo, se zambullen en la actualidad,
visitan los centros donde se producen los hechos de los que hablarán
posteriormente los informativos, son testigos de hechos posteriormente
noticiables, a través de unidades móviles, y de reporteros eficaces? La
carestía de medios de la industria radiofónica española, sobre todo a raíz de
la crisis económica, es proverbial. Los buenos reporteros ya casi no existen,
porque no han tenido la oportunidad de foguearse en el directo. La mañana
exige más reportajes en directo, más contenidos sincrónicos, acompasados con la
vida de los oyentes: "escúchalo, está sucediendo, ahora". Si hay alguna herramienta tecnológica de una radio, a
cualquier nivel de cobertura, que no debería estar parada nunca, ésa es la
unidad móvil, la conexión con el exterior de los estudios. La vida no se
desarrolla entre las cuatro paredes de la radio. La vida pasa fuera, y hay que
estar allí para contarla.
Hacerse acompañar en los viajes por los podcasts musicales de Carlos Herrera, dirigidos a sus coetáneos y contemporáneos es una alternativa muy saludable |
No hagamos que la escucha de radio sea prescindible. No hagamos que todos
los contenidos de la radio esquiven lo rabiosamente actual por las recurrentes y
omnipresentes tertulias, donde el deporte
más extendido es hablar para rellenar. No permitamos que la hermana pequeña de
la radio -la televisión- la suplante, haciendo (magníficos) programas como “España Directo” (TVE) cuya estructura es
herencia de la radio, dependencia del directo; algo que ha obviado el medio
original…
Esta radio, simple suma de podcasts, no incita a consumirse, porque la escucha puede diferirse. Por tanto, no le resulta rentable a la radio como medio, porque no hace imprescindible su consumo en sincronía
De continuar este deliberado suicidio de la radio, y ante la inminente desaparición
de las barreras tecnológicas, culturales o económicas que, para la gran mayoría,
todavía plantea el consumo de podcasts, nos encontraremos con que los antiguos
oyentes de la radio construirán en el coche (que sigue siendo el lugar donde
mayor consumo de radio se concentra) su propia parrilla de contenidos, a base
de podcasts. Organizar un viaje largo de manera diferente es, hoy, bastante más fácil que
ayer: basta reunir los podcasts “Nadie
sabe nada” (que no hay por qué escuchar en directo), “Todopoderosos”,
“La
Escóbula de la Brújula”, “Negra y
Criminal”, “Entiende
tu mente”, bien combinados con
música con prescripción, por ejemplo “Radio
Carlitos deluxe”, o “Los
Residentes” de M80 (da igual que ya no haya ni programa ni emisora, el
producto es magnífico). En este nuevo escenario, ¿qué le queda a la radio? Lo
de siempre: ¿qué pasa en el mundo? ¿Qué ocurre? ¡Quiero que me lo cuenten!
Conectarse con los boletines horarios, o dejar que el servicio de tráfico
automatizado del vehículo interrumpa la escucha con información de servicio.
Todo está cambiando muy rápido, y
es posible que la mastodóntica industria radiofónica española, muy poco flexible,
y menos arriesgada, llegue tarde a implementar los cambios necesarios, y pierda
una batalla más de la radio… ¿Y cuántas quedan para perder la guerra de las
audiencias millonarias?
MAGNIFICA reflexión. La radio esta herida de muerte estimado Gorka. Una radio cobarde, acomodada, y con un desolador panorama en la radio local. En fin, los directivos sabran.
ResponderEliminarClaro análisis, se agradece y por cierto que comparto totalmente lo planteado. Saludos desde Cauquenes, Chile.
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