Ana Alonso: «La ficción sonora es como una serie de TV, pero sin imágenes»
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Una entrevista de Mar Abad para Yorokobu.es
¿Cómo se dirige una historia donde los escenarios y los personajes son solo sonidos?
Yorokobu.es,
21.05.2019, Mar Abad (Ilustración: Cranio Dsgn. Ana Alonso tiene
miles de personajes dentro de su voz. A veces los saca a representar un papel
(cuando es actriz). A veces los pone a guiar actores (cuando dirige). Ella
marca el tono, el acento, la intensidad. Anda a medio camino entre la dirección
de orquesta y la dirección de cine. Un poco de esto y un tanto de aquello para
montar ficciones sonoras. Ahí todo es audio y el audio es todo. Hasta los
escenarios. Hasta el silencio.
La periodista y actriz Ana Alonso vista por el ilustrador Cranio Dsgn. |
La responsable de ficción de Podium Podcast va
de un lado a otro, aprisa, con montones de papeles. De su ordenador a un
estudio de grabación, a otro, a otro más. En el piso más alto del edificio de
Prisa de la Gran Vía de Madrid hay una sala de reuniones vacía. La ocupamos.
Cerramos la puerta. A cal y canto. Buscando silencio para grabar su voz.
"La ventaja es que es solo audio y la desventaja es que es solo audio. Tienes mucha libertad, y no cuesta tanto. Pero lo que no puedes explicar con el sonido, no existe"
—¿Radionovela?
¿Ficción sonora? ¿Teatro radiofónico? ¿Radioteatro? ¿Estamos hablando de lo
mismo o son géneros distintos?
—Son el mismo género. Antes lo llamaban radionovela. Ahora
evitamos la palabra porque la gente lo asocia a novelas de amoríos, a series
poco vistosas en lo sonoro… Aunque a mí también me gustan esas producciones más
simples (la BBC sigue haciendo ese teatro radiado). Hoy hablamos más de ficción
sonora, un término que empezó a usar la realizadora Mayca Aguilera, de RNE, porque ellos nunca abandonaron este género.
Lo llamamos así para que la gente no piense que es un culebrón.
Alonso echa a reír y aclara: «Aunque, al final, siempre hay que explicarlo. Primero cuentas qué es un
podcast y luego, qué es una ficción radiofónica. La gente siempre te pregunta:
¿Pero eso cómo es? Y contestas: “Como una serie de TV, pero sin imágenes”. Así
no suena a sala antigua de radioteatro. Intentamos recrearlo como si fuese cine».
La periodista de radio, actriz, guionista y directora de las
ficciones sonoras El gran apagón y Guerra 3 dice que «cuanta más ficción consumimos, más ficción
queremos y en más formatos distintos. En la época dorada de Netflix, HBO…, de
repente, surgen los podcasts y hasta se están haciendo series de TV basadas en ellos».
"Mi obsesión es traer a los actores del teatro. Hay muchos que son capaces de llorar o morir sin apenas moverse. Lo fundamental es ser buen actor; luego, ahí estoy yo para darles las indicaciones frente al micro"
—¿Qué ha provocado la
vuelta a la ficción sonora?
—Quedó como reducto en RNE y otras emisoras que no tenían la
presión de la publicidad. Los géneros como el radioteatro se dejaron porque
pensaban que eran muy caros (es verdad que un minuto de ficción puede suponer
mucho trabajo, pero también se puede hacer barato) y ahora los hemos recuperado
en los podcasts.
Entre aquellas primeras ficciones radiofónicas y las
actuales no solo ha cambiado el nombre. «Antes
las tramas eran más lentas; no había grandes suspenses. Ahora funciona muy bien
el misterio, las tramas cruzadas… Se parecen más a las series de TV: los
personajes no se sujetan tanto a estereotipos; son menos redichos, menos obvios…
Por ejemplo, en cada temporada de ‘El gran apagón’, destacan unos personajes distintos y las tramas son independientes».
-¿Cómo se escribe
ficción sonora?
-La ventaja es que es solo audio y la desventaja es que es
solo audio. Puedes imaginar mundos apocalípticos, batallas medievales… y no
cuesta tanto dinero hacerlo. Tienes mucha libertad. Pero, por otro lado, lo que
no puedes explicar con el sonido, no existe. Aquí los sonidos son más guion que
en el teatro o en el cine. Ahí puedes escribir: «Llega, se para, toca a la
puerta…». Aquí todo eso se tiene que entender solo con los oídos.
-¿Cómo es la
actuación y la interpretación en una serie de audio?
-El actor no puede ser monocorde. Debe usar distintos
ritmos. Aquí no se ven los ojos del personaje: las inflexiones, los silencios,
son muy importantes para conocerlo. Esa es la merma. Pero la ventaja es que no
te ven. En la primera temporada de ‘El
gran apagón’ había una chica de Badajoz de veintimuchos años que hacía el papel de una gallega de 14. Porque
su voz lo daba.
Ana Alonso, en los estudios de Radio Madrid, de la Cadena SER |
-¿Cómo se dirige una
ficción sonora?
-A veces te llega un guion que dice «sonido inquietante» y lo tienes que interpretar. Tienes que
traducirlo a sonidos concretos y en eso me ayuda mucho el realizador técnico Roberto Maján. Yo me planteo siempre
dónde está el oyente y eso determina la escena. Por ejemplo, si se oye a
alguien que ha llamado por teléfono, tiene que sonar con voz filtrada. O si en
una guerra hay un soldado en la distancia, tengo que grabarlo diciendo «Eeeeehhhh», para que el oyente entienda
que está lejos. Antes de grabar, me planteo los planos sonoros y decido dónde
hay que situar los micrófonos. El director tiene que ir muy prepararlo. Al
grabar audiolibros puede ocurrir que en la página 140 de la obra, de repente,
el autor diga: «Comentó este personaje
con su característica voz aflautada». Y te encuentras con que has grabado
todo el libro sin la voz aflautada.
Tienes que hablar mucho con el técnico: «Esta persona que proyecte, grábame esto en
primer plano…». Pero, a cambio, podemos grabar en bata y con un moño en la
cabeza.
"Antes lo llamaban radionovela. Ahora evitamos la palabra para que la gente no la asocie con culebrón. Hoy hablamos más de ficción sonora, un término que empezó a usar la realizadora Mayca Aguilera, de RNE"
-¿Hay actores
especializados en audio? Mmm… ¿Audioactores?
-En muchas ficciones usan voces muy brillantes de locutores,
de actores de doblaje… Pero mi obsesión es traer a los actores del teatro. Hay
muchos que son capaces de llorar o morir sin apenas moverse. Lo fundamental es
ser buen actor; luego, ahí estoy yo para darles las indicaciones frente al
micro: «Acércate más, dilo más bajito»…
Y también me gusta que haya voces reales. ‘El gran apagón’, por ejemplo, está planteado como un falso
documental. Hay voces muy cavernosas; algunas, afónicas; otras, muy brillantes;
unas, con algún defecto porque lo requería el personaje…
Es más fácil que un espectador se sienta dentro de una
película si la ve en una sala de cine que si mira la televisión en el salón de
casa, con el chiquillo al lado, gritando. Pasa igual con las series sonoras.
Por eso hay consejos para que oyente pueda envolverse mejor en la trama.
—Yo, por prurito profesional, te diría que hay que usar unos
auriculares que cubran toda la oreja. A ser posible, escuchar el podcast a un
buen volumen, para que se note lo bien que hemos panoramizado que un personaje
entra por la izquierda y sale por la derecha —explica cambiando el tono de voz,
bromeando, como si pronunciara un discurso oficial, el debido, e interrumpe lo
que cuenta para volver a hablar de alguien que sale varias veces en esta
conversación—. Eso lo hace muy bien Roberto Maján, que en ‘Guerra 3’ hasta me preguntó qué
altura tenían los personajes para que el oyente lo pueda sentir.
"En EE.UU. están publicando muchos podcasts y audiolibros pensados para escuchar en familia. También se oyen mucho en los trayectos de casa al trabajo. Por eso dicen que los podcasts no deben durar más de 28 minutos"
Y continúa con su lista de consejos:
—Así y tumbado: solo escuchando —ríe—. Pero creo que mucha
gente escucha los podcasts en el coche y en familia.
—¿No es una escucha
individual?
—No solo. En Estados Unidos están publicando muchos podcasts
y audiolibros pensados para escuchar en familia. También se oyen mucho en los
trayectos de casa al trabajo. Por eso dicen que los podcasts no deben durar más
de 28 minutos: que sean episodios que se puedan escuchar en el tiempo de ir a
casa y no te quedes a la mitad. Es como si un autor escribiera cuentos
perfectos para lo que tardas en llegar al trabajo —ríe—. En Estados Unidos, los
podcasts se escuchan, sobre todo, al ir al trabajo, en el gimnasio, cocinando…
Es una forma de seguir leyendo cuando no puedes leer.
—Puede sonar a
sacrilegio, pero, a pesar del ruido del agua, hay quien los oye en la ducha.
-Yo también tengo un altavoz en la ducha, -dice bajito, con voz rugosa, parodiando un mea culpa y otra vez, como hace a menudo, ríe con su voz grave de mujer infalible.