2001, Odisea en la Radio, por Ángel Faus Belau
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Echar la vista atrás de la mano del profesor emérito de la Universidad de Navarra, Ángel Faus, y su carácter premonitorio
El profesor ya anunció a principio de siglo la “fisión mediática”
- "Hemos perdido gran parte de la capacidad de sorprender, de impulsar la imaginación, de medir el tiempo del relato; de entretejer la realidad y la emoción del verbo, la actualidad y la estética, el esencial informativo..."
Me fascina cómo el profesor Ángel Faus Belau -mi profesor de radio
en la Facultad de Ciencias de la Información (hoy de Comunicación) de la
Universidad de Navarra- y una de las eminencias, referentes, del mundo
académico en esta materia, tuvo una visión tan preclara de lo que se avecinaba
con la radio, ante la irrupción de internet. Hace casi veinte años, el
catedrático ya anunció los efectos monumentales de la disrupción online en los
medios de comunicación en general, y en la radio en particular.
El profesor Faus, fotografiado en los estudios de la emisora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra |
Seguramente, el lector va a
alucinar, cuando lea párrafos enteros escritos ¡hace diecinueve años! para un
artículo publicado en la revista “Chasqui”, subtitulada “Revista latinoamericana de Comunicación”, en su número 74, de junio
de 2001.
“El tiburoneo económico acabará con el espíritu de gratuidad y libertad de la red. Vamos a pagar hasta por mirar al Cielo y oír cantar a las cigarras” (2001).
Empezaba el profesor Faus sin
remilgos, tajante: “Posiblemente estamos
ante el conflicto más complejo de los vividos hasta hoy, por la Radio y por
todos los medios de comunicación, sin excepciones. El actual es un cambio
radical”. Hoy, en 2019, a punto de llegar a la quinta parte del siglo XXI,
se ha demostrado que estamos ya viviendo los efectos de esa premonición que se
adelantó a su tiempo, y supo ver más allá de lo que algunos se niegan hoy
todavía a asumir: los cambios ‘radicales’ de los medios de comunicación,
provocados por nuevos hábitos de consumo, y por los nuevos canales de
distribución de contenidos.
Faus adelantaba también en su previsión
el origen de los miedos de las empresas radiofónicas, que no eran capaces
-entonces, y aún hoy- de asimilar el origen de las denominadas ‘mutaciones
sustanciales’ de la radio. “La Radio
enfrenta cambios sociales, tecnológicos y económicos, la conjunción de los
cuales producirá mutaciones sustanciales en ella. Son estos factores externos
al Medio los que causan mayor inquietud en la empresa radiofónica porque
escapan a su control y comprensión: los analizan desde sus perspectivas
económicas o técnicas y no desde parámetros propios del Medio o de la
Comunicación”. Los parámetros del análisis confundían ya entonces a los
responsables de la industria radiofónica patria. Unas empresas van más
adelantadas que otras, en su estrategia digital; unas han acertado en la táctica
y otras se han equivocado, pero han aprendido de sus errores, y siguen
construyendo su futuro, y luchando por su supervivencia.
“En líneas generales -escribía en 2001 Faus este comentario
demoledor-, la Radio, los radiofonistas,
su empresa y sus gentes sufren de aburrimiento letal, desinterés total por el
producto, la programación, el contenido y la audiencia. La Radio está ayuna de
investigación y ciencia propias, desheredada de ideadores, abandonada de
creadores, magra en inventores y encadenada por la cuenta de resultados.
Estamos ante la caducidad de un sistema y de unas fórmulas históricas de
narración, contenido, programación y concepto radiofónico”. Ya en 2001,
insisto, le ponía fecha de caducidad a la radio que habíamos conocido todos en
la década anterior, heredera directa de la década de los ochenta, heredera
siempre de una zona de confort, donde la radio, y su industria, se movían
cómodamente. Y aplicaban la técnica del avestruz de esconder la cara o mirar
para otro lado.
La radio ya no solo se difunde por aire, se difunde también online, pero debe seguir siendo buena radio |
Asusta, en parte, porque uno
duda, conociendo a mi profesor de radio, de si su visión anticipada de las realidades
que ya estamos sufriendo, tiene su origen en un conocimiento profundo del
sector -que lo tiene-; de las previsiones que asoman en el escenario digital y
que apuntan maneras, aunque no todos sepan interpretarlas; o incluso de un
puntito de nigromancia que el investigador haya adquirido con el paso de los
años, y la suma de la experiencia y el conocimiento. En cualquier caso,
impresionan sus palabras, la contundencia y la vehemencia con las que defendía
su visión de las cosas…
“La Radio -y los Medios en general-, están en situación mucho más peligrosa
debido a la furia y a la velocidad con la que la innovación técnica se
precipita sobre el sector de la Comunicación, pulverizando las estructuras
tradicionales”, afirma el profesor Faus, anticipándose a la eclosión de un nuevo
modelo surgido de internet, y sus consecuencias.
También la radio musical…
Tony Aguilar, de Los 40 |
El profesor Faus también
pensaba en la radiofórmula musical, y en los cambios trascendentales que se
avecinaban en este negociado. “La distribución virtual tiene otras
consecuencias: la industria discográfica ha visto cómo la música ha sido
transformada en un código que se distribuye gratuitamente por la red. Este
proceso afecta a otros sectores conexos, como la explosión de los derechos de
autor, con independencia de las resoluciones judiciales y de modo irreversible”.
El investigador valenciano, una vez más, daba en el clavo allá por 2001: las
grandes plataformas musicales online -Spotify, Deezer, Amazon Prime, etc.- son hoy
las principales competidoras de una radio musical que se ha empeñado en estos
últimos años en destruir la prescripción y asemejarse a un
hilo musical. Las consultoras, hoy nos damos cuenta de ello, cuyo éxito nadie en
su sano juicio les niega, tal vez sin verlo, ni tener la capacidad premonitoria
del profesor Faus, han reproducido el esquema de ese sabio refrán español: “pan
para hoy, y hambre para mañana”, porque ahora es más complicado cambiar de
propuesta y recuperar una radio musical de estrellas prescriptoras.
“Según Bellanger las nuevas tecnologías liberan a la Radio de la
escasez de frecuencias y todos sus compromisos administrativos”. Y este
paso, subrayado por el catedrático emérito de la Facultad de Comunicación de la
Universidad de Navarra, escrito en 2001, vuelvo a insistir, llega para
constatar la demolición de un modelo -el analógico- que, de entrada, es
incompatible con el mundo digital, no maridan la FM o la OM con las tecnologías
digitales, salvo que se reciclen previamente, y se transformen. De ahí que la
DAB, y su evolución, la DAB+, por la que apuestan decididamente en Europa y a
la que España le sigue dando largas, por ignorancia en parte, pero también por
intereses de la industria, llega, paradójicamente, para reproducir ese modelo
de seguridad de una concesión administrativa; es decir, para defender a la
industria, para perpetuar su modelo tradicional de difusión por aire, o broadcast, frente a broadband.
“La Radio -y los Medios en general-, están en situación mucho más peligrosa debido a la furia y a la velocidad con la que la innovación técnica se precipita sobre el sector de la Comunicación, pulverizando las estructuras tradicionales” (2001).
Y la industria radiofónica española
sigue viviendo la propuesta de la DAB atemorizada, asustada por la posibilidad
de perder la supremacía de un sector en el que ha sobrevivido cerca de un
siglo. El aumento de frecuencias del nuevo espectro digital, ciertamente,
permite la entrada de nuevos operadores. Pero la experiencia británica certifica
que la inversión publicitaria destinada a la radio ha aumentado, y que el
líder, la BBC, sigue siéndolo, también en DAB, porque es la que mejor hace la
radio en aquel país. Si, en el caso español, atendemos a la experiencia de la
TDT (en la que tanto nos gusta mirarnos), la entrada de nuevos operadores no ha
logrado desbancar en audiencia y seguimiento a las grandes marcas de TVE,
Antena 3 o Tele5, con la excepción de La Sexta, que encontró su sitio,
respaldada ahora por el mismo grupo empresarial de Antena 3, el Grupo Planeta.
Por mucho nuevo operador que
quiera entrar en el sector, existirá siempre una ventaja competitiva
fundamental de las grandes cadenas frente a los recién llegados: la experiencia
y la trayectoria; dicho en términos de márketing: la marca. La SER, RNE,
Cope, Onda
Cero, son marcas suficientemente consolidadas como para no temer al futuro,
y para, además, afrontarlo con arrojo,
sumándose a nuevos escenarios, que sin duda van a contribuir a regenerar,
actualizar y a propulsar un medio, cuya imagen entre las nuevas generaciones se
asocia al pasado. La DAB, sin duda, es una oportunidad, no un obstáculo.
“La Radio está ayuna de investigación y ciencia propias, desheredada de ideadores, abandonada de creadores, magra en inventores y encadenada por la cuenta de resultados” (2001)
Pero el problema de la radio no
es tecnológico, o no es solo
tecnológico. El profesor Faus no deja títere con cabeza en este párrafo: “La radio es cuestión de intimidad, casi
como una relación pasional entre emisor y oyente. Este pálpito lo hemos
sustituido por la rutina informativa, la narración fosilizada y el contenido
predeterminado. Nuestra radio trabaja la actualidad como la única forma posible
de realidad, pero lo real es lo permanente; no lo contingente, lo fugaz. Cada
día la narración es más rígida, más escueta, menos fresca. Hay mucha gente que
"habla por la radio" y muy poca que hace radio al hablar. Hemos
perdido gran parte de la capacidad de sorprender, de impulsar la imaginación,
de medir el tiempo del relato -e incluso su oportunidad-; de entretejer la
realidad y la emoción del verbo, la actualidad y la estética, el esencial
informativo... y lo hemos sustituido por el monótono dar en el mismo clavo
durante horas, cada día de la semana. Información a golpe de rueda de prensa y
notas de los gabinetes de comunicación. Pues bien, los tiempos han cambiado. El
inmovilismo comunicacional en una sociedad dinámica se paga con la exclusión”.
Ángel Faus ya escribía en 2001
sobre el concepto de ‘fisión mediática’: “Estamos
ante la fisión mediática que dará paso a otra época de la Comunicación. No
bromeo lo más mínimo al afirmar que muy pronto oiremos los periódicos y las
revistas, leeremos las radios y la televisión, liberada del televisor, y
asociada a la Red se convertirá, por fin, en un instrumento útil y
desmitificado”. Hoy, casi veinte años después de estas palabras, la prensa
hace televisión y radio; las radios producen videos, textos y fotografías y la
televisión hace radio y escribe en sus webs.
Imagen de los nuevos estudios de la radio pública belga RTBF, equipados con tecnología punta de video, según anuncian en Panorama Audiovisual |
Pero no nos olvidemos de otra cuestión,
nada baladí: la materialista. Ya en 2001, Faus veía que internet no podría
mantener el modelo gratuito toda la vida. Después de un período de
introducción, y de generación de hábitos, costumbres y nuevas necesidades,
llegaría una segunda fase que aplicaría los muros de pago, en todo aquello que
fuera susceptible de ser objeto de negocio: “El
tiburoneo económico acabará con el espíritu de gratuidad y libertad de la red.
Vamos a pagar hasta por mirar al Cielo y oír cantar a las cigarras”.
“El pálpito de la radio lo hemos sustituido por la rutina informativa, la narración fosilizada y el contenido predeterminado” (2001)
Pero el final del artículo vuelve
a destapar uno de los grandes riesgos en los que estamos cayendo: ver el
problema allá donde no está. La carrera del éxito de la radio está en los
contenidos, en su propuesta de temas, y tratamientos. “En todo este proceso es necesario no olvidar que a) la tecnología es un
flotador, no un salvavidas y b) tener un flotador no garantiza saber nadar”.
Me ha parecido de un enorme
interés recuperar las reflexiones del profesor Ángel Faus Belau, catedrático
emérito de la Universidad de Navarra, autor del libro “La Radio en España 1896-1977” (Taurus), que, a pesar de su
provecta edad, sigue trabajando incansable en la segunda parte de esa historia,
la que llegará casi hasta nuestros días. Personalmente, ardo en deseos de tener
esa obra en mis manos para seguir aprendiendo de mi maestro.