Domingo de radio: “No es un día cualquiera”
https://www.gorkazumeta.com/2019/02/domingo-de-radio-no-es-un-dia-cualquiera.html
El editor relata en forma de diario su visita a los estudios de Radio Nacional de España
Salimos del norte de Madrid, en busca del oeste. ¡Del oeste de Madrid! De la Casa de la Radio. De mi primera casa, la que no se olvida. Voy repasando, cómo no, en el móvil mis redes sociales y revisando, a estas horas tempranas, si alguno de mis followers, como yo, ha decidido despertar pronto al día, para verlo desperezarse. El domingo nace soleado. Pero en mi interior brilla más el sol. Voy a la radio.
-¡Gorka, si quieres saludar a Pepa, ahora es el momento -me dice Victoria-, porque entra el boletín!
Pepa me saluda.
Los escuchantes tienen la palabra
Dedicado a Marisa
Domingo, 10 de febrero de 2019. Puntual, el coche de RNE enfilaba la calle de mi barrio a las 8:30 de la mañana. Hoy tocaba madrugón.
-“Buenos días, ¿es el coche de RNE? -le pregunto al conductor-.
-¡Sí! ¿Gorka Zumeta, verdad? -me interroga, amablemente-.
Le respondo afirmativamente. Acaba de llegar mi 'pasadizo a la felicidad', en forma de coche. No es -todavía- un coche volador. Pero para mí la sensación es la misma.
Pepa Fernández, en directo (Fotografía, Gorka Zumeta) |
Le saludo a Andrés Aberasturi: 'Eres una facultad con patas, Andrés. De las de Comunicación; de solteras: de Ciencias de la Información'
Llegamos pronto a Prado del Rey. Por el camino hemos ido escuchando “No es un día cualquiera”, una conversación entre Pepa Fernández y mi admirado, y paisano, Martín Llade. Nada mejor que estrenar el domingo escuchando a dos amigos, haciéndose acompañar de la mejor música de la historia.
El conductor del coche, Alberto, una contrata con más de 50 años de historia detrás, herederos del PMM (Parque Móvil Ministerial), hoy están asimilados a los VTC, sin serlo del todo, confirma en el puesto de control la identidad del invitado, o sea, yo.
-“Traigo a Gorka Zumeta, invitado de Radio Nacional".
Ése soy yo. ¡Qué importante!, pienso. Me quito rápidamente la idea de la cabeza.
Accedemos al recinto de la Casa de la Radio, y el conductor me deja a las puertas del edificio. Cada vez que las atravieso es inevitable viajar en el tiempo a cuando tenía 22 años y llegué por primera vez, con más ilusión que miedo, a hacer mis primeras prácticas veraniegas. La radio me atrapó. Ya lo sabía. La quería desde los trece años. Y aquello suponía culminar un sueño. ¡Qué iluso, e inconsciente, era entonces! No podía imaginar las toneladas de radio que me quedaban por vivir.
Accedo al hall de Radio Nacional, algo tétrico, la verdad, y de inmediato aparece por las escaleras Victoria Fernández, productora de “No es un día cualquiera”, hacedora milagrosa de que todas las piezas del programa encajen como un puzle, y de que los invitados se encuentren tan cómodos como en su casa. Certifico que lo logra con sobresaliente cum laude.
Imagen de los estudios de RNE. Al fondo, el editor de esta web (Fotografía, Fran Izuzquiza) |
Me acompaña a la segunda planta, donde se encuentra la redacción de programas y el estudio de continuidad. Contrasta el aspecto vetusto y desgastado del edificio y las modernísimas instalaciones que se reformaron en tiempos de Benigno Moreno como director de la radio pública, hoy responsable de ‘Ficciones Sonoras’, y codirector del Máster de RNE, del que tengo el honor de ser profesor.
El control de producción y de realización en RNE están separados, dibujan una ‘L’. Dos cristales que atraviesa con su mirada Pepa Fernández todos los fines de semana y dirige como un reloj de precisión suizo. Pero con mucha educación, como es ella
Victoria me presenta al realizador, Javier Soto, que está sentado frente al ordenador, testando los últimos audios que están llegando al programa. “No es un día cualquiera” es un programa vivo. No se cierra el jueves, sino que vive hasta el último segundo, antes de la emisión. Es la radio del directo, de la vida, que no se para ante las previsiones, por muy ajustadas que sean. Javier es un tipo grande, en todos los sentidos, incluido el físico, como a menudo repite Pepa Fernández en antena. Lo corroboro. Y simpático. Pero el encuentro es fugaz. El tiempo corre, y hay que actuar.
Con Victoria me acerco al control de producción y de realización, que en RNE están separados, dibujando una ‘L’. Dos cristales que atraviesa con su mirada Pepa todos los fines de semana y dirige como un reloj de precisión suizo. Pero con educación. Mucha. Como es ella. Agradable y cercana como proyecta ante el micrófono.
Saludo al técnico de continuidad, y me corresponde educado. Y a David Vicente, compañero de Victoria, y también superproductor. Y a Marcos García, y Lorena Rodríguez, dos jóvenes redactores, procedentes del Máster de RNE, a los que entusiasma su trabajo, pero ven ya, en lontananza, el final de la aventura, que tiene plazo fijo, e inamovible: la beca dura dos años. No me corto, y les digo:
-¡Vosotros sois unos frikis!
Que gente de vuestra edad, juventud exultante, y hasta obscena (perdóneseme) conforme más y más años vas acumulando en el DNI, se interese por la radio -les digo- es una rara avis. Pero me alegra confirmar la excepción. Y desearía que la radio no se olvidara de Marcos y Lorena, de corazón.
Pepa Fernández muy atenta a las palabras de Fran Izuzquiza (Fotografía, Gorka Zumeta) |
¿Saludar a Pepa? ¡Un premio! Me dirijo al locutorio. Todavía alguno de mis alumnos se atreve a llamarlo ‘plató’ en mi presencia. Me suelo lanzar a la yugular. Manías.
Pepa es arriesgada: ¿a qué programa de radio generalista, del fin de semana, se le ocurre incluir dos secciones tan particulares como una de matemáticas y otra dedicada a la revisión de las lenguas muertas, con un latinista tan sabio como divertido, como es mi admirado Emilio del Río
-¡Holaaaa Pepa!! -grito, cariñoso-.
-¡Holaa Gorka!! -me contesta ella, efusiva, sonriente, ya de pie para recibirme.
Un par de besos, pero no de los de cortesía, fríos y calculados. Dos besos sinceros, cálidos, como la radio que acostumbra a hacer. Le correspondo. Ya estoy en casa.
El reloj no deja de correr y ahora toca hablar de ‘Mujeres y matemáticas’. Pepa es arriesgada: ¿a qué programa de radio generalista, del fin de semana, se le va a ocurrir incluir una sección de esta naturaleza, u otra dedicada a la revisión de las lenguas muertas, con un latinista tan sabio como divertido, como es mi admirado Emilio del Río. ¡A Pepa Fernández! Lo mejor es que le salen bien. Y sus oyentes aplauden las buenas ideas.
Me siento, saco mi bolígrafo, unos folios en blanco que he llevado, por si tengo que reforzar mi imperfecta memoria, y me coloco un auricular en el oído derecho para seguir la conversación de Pepa con Clara Grima. Estoy allí. Escuchando la radio desde donde se hace. Emocionado. Feliz.
Diviso al fondo a Fran Izuzquiza. Ya ha llegado. Mira que es grande este tipo, que procede de la radio clásica, y que ha evolucionado hacia la radio más postclásica. Entra en el locutorio con las bendiciones de Victoria y nos damos un abrazo. Pepa no puede saludarle en ese momento, porque está en directo, charlando con Clara. Le saluda con los ojos, y Fran le corresponde. También está feliz. Es su primera vez en RNE. ¡Y se le nota! Está exultante, se siente cómodo.
Llegan las 9:20 de la mañana. Es el tiempo de la tertulia. Pero hoy no la voy a escuchar desde casa, sino desde la Casa de la Radio. Pepa da paso a Juan Yeregui que firma un reportaje emocionante sobre la radio y los oyentes, a modo de introducción al tema del debate: “Los nuevos consumos de la radio”.
Fran Izuzquiza hablando en la tertulia. Al fondo, Marcos García, en la cabina de producción (Fotografía, Gorka Zumeta) |
-“Gorka Zumeta, periodista especializado en radio, profesor de comunicación de ESIC y del Máster de esta casa” -dice Pepa-.
Le correspondo con un saludo sincero.
-“Un placer siempre venir a verte”.
Tenía que haber dicho que en realidad es un regalo, el que me hacen ellos al invitarme. Pero no me atreví. Iba a sonar mucho a lisonja edulcorada. Pero lo pienso.
Tras mi saludo, la presentación -amable, siempre lo es- de Fran Izuzquiza, y también al maestro Andrés Aberasturi. No me pude aguantar:
-“Eres una facultad con patas, Andrés. De las de Comunicación; de solteras: de Ciencias de la Información… -le digo-.
Pero a Andrés no les gustan los elogios. Prefiere obviarlos. Pero todos sabemos que los merece. Muchos, y siempre.
Ya estamos todos. La radio, a debate. Pepa Fernández lanza la primera pregunta. Y ahora es cosa del podcast (que lo disfrute).