'Palabra de Jesús Quintero', un Loco en la colina
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Reflexiones de Jesús Quintero, El Loco de la colina (RNE, SER)
“Hubo un momento en que no sabía quién era El Loco de la Colina y quién era Jesús Quintero”
Las peleas que mantuvo contra su alter ego, Jesús Quintero, le dejaron huellas psicológicas. No podía ser de otra manera, dada la intensidad con que se volcaba en aquel personaje, que le permitía, en el culmen de la atmósfera disparada, formular preguntas que desnudaban dialécticamente a sus invitados. Eso sí, amablemente. Hoy, es un hombre profundamente decepcionado por la situación, y el papel de los medios de comunicación en ese escenario que él entiende desde un punto de vista radicalmente opuesto. Por eso habló con Àngels Barceló de suicidarse. “Voy a suicidarme… porque veo este mundo… y veo además la comunicación… Por eso no hago nada… A un amigo mío le pregunto: y tú qué haces… Y me respondió: pues por la mañana no hago nada, y por la tarde lo paso a limpio”.
“Hubo un momento en que no sabía quién era El Loco de la Colina y quién era Jesús Quintero”
Jesús Quintero, El Loco de la Colina, fue un niño de pueblo, de su pueblo, y aún lo sigue siendo. Hoy, en San Juan del Puerto, provincia de Huelva, hay un centro cultural que lleva su nombre. “Nací en la caseta de la luz, crecí a la intemperie, jugando en las calles, viendo parir a las yeguas, morir a lo viejos, observando la vida y la muerte con mis curiosos y asombrados ojos. El hijo de José y María, fue inevitable que me bautizaran en la iglesia de San Juan Bautista con el nombre de Jesús". Quintero nació en 1940, en plena canícula oscense, y su niñez no fue todo lo feliz que hubiera deseado. Había una fórmula para escapar a la situación, al hambre que sucedió a la guerra: su imaginación infantil. “Solo en eso era rico, en ilusión, por lo demás, mi padre electricista, mi madre ama de casa, se las ingeniaban para que comiera todos los días y saliera a la calle limpio y vestido, que no era poco".
Y llegaron pronto los primeros deseos de fugarse del pueblo, para evitar la miseria de la posguerra. “Mi padre se iba a trabajar en tren a Huelva, cada día, y yo a estudiar o haciendo auto-stop por una carretera llena de árboles. Hasta que llegó el hombre blanco, arrancó los árboles, las moreras, e impuso un olor y un color terrible y cancerígeno. Después el Polo Químico, ahí sentí la necesidad de huir". Se refiere a las minas de Río Tinto, próximas a su pueblo.
Fotograma del documental, "Mi querida España", dirigido por Mercedes Moncada, con Jesús Quintero en Cádiz, que se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián del año 2015, y que se recogió en El Correo de Andalucía |
"Cuando un entrevistado ve que le agreden, termina cerrándose como una flor y dice, a este idiota no le cuento nada”
Se despertó en su cabeza, tal vez como resorte para huir de la realidad, la vocación de actor, y por esos avatares, y casualidades de la vida, dio con un coronel de Aviación, en su servicio militar en Huelva, que era presidente de la Agrupación Álvarez Quintero. Enseguida conectaron, y a cambio de no hacer guardias, ensayaba y ensayaba, y llegó a interpretar la obra “Inquisición”, de Diego Fabri, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Al terminar, Rafael Santiesteban, un popularísimo locutor que empezó en Radio Extremadura y terminó en Radio Sevilla, de la SER, se le acercó y, sorprendido por el trabajo del joven, le dijo: "Tienes muy buena voz, ¿por qué no te dedicas a la Radio?". Y así, casi sin comerlo ni beberlo, a Jesús Quintero le hablaron de la radio, y empezó a interesarse por esa cajita mágica que contaba historias. "Y allí empecé, en el corral de mi casa leyendo en voz alta para perfeccionar la perfecta dicción de mis ‘eses’ con las que había que dar los partes informativos”.
La vida de Jesús Quintero, repleta de páginas que bien podrían constituir una biografía romántica, con las adversidades siempre presentes, pero también con sus contrastes, le llevó a beneficiarse, por supuesto indirectamente, de un episodio sombrío que ocurrió en Radio Nacional de España en Huelva: el suicidio de “un maravilloso locutor y persona”, llamado Nicasio Fernández. La plaza quedó libre y fue a parar a Quintero. Ya estaba en la radio. Ya tenía un micrófono para expresarse. A partir de aquí, comenzó su carrera, en radio, primero y en televisión, después. Y la morriña siempre presente: “el deseo de volver a mi tierra, desde entonces estoy pegado a un micrófono de radio y de televisión procurando siempre que mi voz siga llegando a la última fila, a la de los solitarios, los perdedores, los impares, los rebeldes, los nadadores contracorriente, los que se resisten a aceptar el juego sucio de esta vida superficial, frenética, y mercantilista, que no es vida, y que nos venden como la única posible".
Su mayor creación, sin duda, fue “El Loco de la Colina”. Francisco Cervantes, en Radio Nacional de España, fue el artífice, junto con el propio Quintero, de la puesta en marcha de este mítico programa, primero en las madrugadas de la radio pública. Aquí empezó a brillar en las noches estrelladas de España. Y cada noche comenzaba igual, con la música de Pink Floyd, una sintonía premonitoria que hizo que “El Loco de la Colina” atrapara millones de oyentes. “Esa música ha sido la que me llevó al nido del cuco”, reconoce en una entrevista a Àngels Barceló, en “Hora 25”, allá por 2014, que hemos podido ahora recuperar, gracias a la amabilidad, y eficiencia, de Ana Martínez Concejo, la responsable del Departamento de Documentación de la Cadena SER.
El Loco Quintero... |
"Tanto me gustó el público de la noche, que llegué a pensar que durante el día la radio es ruido, y por la noche no”
“El Loco de la colina” representó una radio rupturista, un nuevo formato que venía para competir con la voz chillona de José María García. No consiguió superar su liderazgo, pero ni falta que hacía. El perfil de oyente de Jesús Quintero pertenecía a un perfil muy diferente al del Butano. “Venía de una radio cantarina, chirriante, de novelas, de concursos, de ‘Tableros Deportivos’, con mal sonido, tuve que discutir mucho con los ingenieros para encontrar un sonido de buen nivel, y entonces un día me senté ante el micrófono, dije: ¿para quién hablo? ¿quién me escucha? Me siento como un astronauta perdido en el vacío… siento que hablo para una multitud distraída, y en ese momento sentí una ráfaga de ira, y le di un puñetazo al micrófono”.
Fueron cinco años de El Loco en la radio española. Pero ¡qué cinco años! De 1981 a 1986. Abrió etapa en la radio pública y continuó luego en la empresa privada, en la Cadena SER. En su despedida de RNE reconoció que no se marchaba por dinero: “no me voy por la nueva dirección, espero que las cosas cambien, pero yo me asfixio porque necesariamente en un ente estatal pues estás sometido con frecuencia, inevitables normativas, a burocracias sin sentido, a sistemas de producción obsoletos. Espero que el cambio modernice y flexibilice estas envejecidas estructuras. El Loco de la Colina ha luchado por romper esa tela de araña burocrática en esta y otras ocasiones, después de varios meses encerrado durante varias horas a la noche, sometido a las tensiones profesionales, más las añadidas por un comportamiento romo y esclerótico, tengo la necesidad, como los delfines de salir, de escaparme de los compartimentos estancos, de la maraña de firmas, de justificaciones, pagos, circulares, Somoaguas, aparcamientos, tardanzas,… no me voy por dinero”.
Jesús Quintero produjo un espectáculo teatral en 2012 con el que recuperó su pasado de "El Loco de la colina" |
Jesús Quintero volvió a su estudio de Radio Sevilla, a ser entrevistado por Àngels Barceló, más de treinta años después. “Siento felicidad al volver a una casa entrañable, todavía me cuentan que en Radio Sevilla hay un estudio que todavía le llaman “el Estudio del Loco”. Y Àngels, especialmente cariñosa, y cómplice, le responde: “doy fe de que existe”. “Yo creo que han pasado tantos años desde que hice El Loco de la Colina, pero debió ser verdad”. Y avanzó parte de su secreto: “Yo siempre he procurado conectar lo que digo con lo que siento. Estaba harto de la radio chicle, estaba cansado de los presentadores con frases ingeniosas, estaba aburrido de esa monotonía, y quería hacer una terapia personal nocturna, con la variedad de tipos que conforman el público de la noche, entre los que más me gustan están los canallas… Tanto me gustó este público de la noche, que llegué a pensar que durante el día la radio es ruido, y por la noche no”.
"Estuve dos años mirando al vacío, sin salir del sofá" (espectáculo "El Loco soy yo", 2012)
Inevitable también para Jesús Quintero recordar a su equipo. “¡Aquello era una pandilla de vagabundos! ¡Todo mi equipo! Terminábamos a las tres de la madrugada y nos reuníamos para discutir en qué momento habíamos hecho algo emocionante o inteligente, es extraordinario tener un equipo tan cálido, tan cercano, con tan buen gusto musical como Honorio Pinilla, con tanta calidad como Manolo Arenas”. Menos mal que el equipo no perdió la cabeza como él en la colina. “Todo funciona siempre que todos los que me rodeen sean cuerdos, que todo mi equipo esté cuerdo, cuando ellos están cuerdos puedo ser más el loco, si no, hay manicomio, aunque yo creo en la anarquía creadora". Ese mismo equipo que le arropaba, y que subdirigía el periodista Jesús Melgar, tenía que llevarle a casa algunas noches porque, al terminar el programa, el grado de concentración de Jesús Quintero encarnando al Loco era de tal intensidad que perdía la noción de todo. “Yo me iba la mayoría de los días colgado a mi casa… pero ellos se iban de fiesta”.
Sabe, y es consciente, de que “El Loco de la colina” fue una buena idea. "Yo soy su cuerpo. La colina era una forma de mirar, una manera de descubrir dónde comienza la esencia y termina la apariencia, dónde comienza el rostro y termina la máscara, dónde comienza el paisaje y termina el decorado. Era la patria de los ciudadanos del mundo de la madrugada, el Coto de Doñana de los pájaros nocturnos, la reserva de todas las especies en peligro de extinción".
Con Carlos Herrera, dos andaluces que se profesan una sana admiración, y mantienen una buena relación |
Jesús Quintero aplicó el modelo de “El Loco de la Colina” a la radio, ningún otro medio tan apropiado como para darle forma, e identidad, a un personaje como éste. Posteriormente, lo trasladó a la televisión, intentando trasladar y reproducir las atmósferas que lograba crear en los locutorios, pero la fuerza emocional, y los resultados (aunque buenos) no podía ser la misma. “La radio es verdad. La comunicación es transmitir verdad; si no, todo es mentira. Porque es más individual. Porque tú sugieres y el oyente completa mentalmente. Porque pueden imaginar que eres Robert Redford, y Paul Newman, porque ellos ponen el marco mágico en la noche, porque con palabras puedes destruir, puedes apoyar. Parece mentira que vivimos un momento en que las palabras no sirven absolutamente para nada. Porque, medio mundo sigue muriendo de hambre, y medio mundo de colesterol”.
Tan determinante era el lugar, físico, desde el que se emitía, y del entorno que lo rodeaba, que hasta el propio Loco, en su éxtasis nocturno diario, en el que el micrófono actuaba de testigo silente, y detrás el oyente, ensimismado, recuerda que, cuando tenía que ir a Madrid, a los estudios de Gran Vía de la SER, el programa no podía ser el mismo que realizaba desde Sevilla. “Yo salía del barrio de Santa Cruz, en Sevilla, pasaba por delante de la Catedral, por el Guadalquivir de las estrellas, y… yo creo mucho en la inspiración, no en eso que dicen de (Pablo Ruíz) Picasso de que cuando llegue la inspiración te coja trabajando, a mí me puede coger en cualquier sitio… Y recuerdo que cuando me invitaban a hacer El Loco en Madrid, pues la verdad, no me inspiraban aquellos muebles de El Corte Inglés. No me salía nada… Y lo esencial de El Loco era cuando conectaba con lo más profundo de mí, y cuando conectaba absolutamente con el oyente. Viví momentos mágicos, hasta el punto de volar sobre el nido del cuco… pero sí hubo un momento en que no sabía quién era El Loco de la Colina y quién era Jesús Quintero”.
Las peleas que mantuvo contra su alter ego, Jesús Quintero, le dejaron huellas psicológicas. No podía ser de otra manera, dada la intensidad con que se volcaba en aquel personaje, que le permitía, en el culmen de la atmósfera disparada, formular preguntas que desnudaban dialécticamente a sus invitados. Eso sí, amablemente. Hoy, es un hombre profundamente decepcionado por la situación, y el papel de los medios de comunicación en ese escenario que él entiende desde un punto de vista radicalmente opuesto. Por eso habló con Àngels Barceló de suicidarse. “Voy a suicidarme… porque veo este mundo… y veo además la comunicación… Por eso no hago nada… A un amigo mío le pregunto: y tú qué haces… Y me respondió: pues por la mañana no hago nada, y por la tarde lo paso a limpio”.
"La colina era una forma de mirar, una manera de descubrir dónde comienza la esencia y termina la apariencia, dónde comienza el rostro y termina la máscara, dónde comienza el paisaje y termina el decorado"
“Yo nunca he tenido un gran concepto de los hombres de los informativos, la verdad. Y les respeto, y creo que el mundo sería otro sin la radio y el periodismo, y creo que lo más importante es el periodismo de investigación, y creo que el periodismo ha aportado cosas extraordinarias… pero no he encontrado yo a muchos comunicadores, y en ti veo una ráfaga, de gente que entiende la comunicación como un arte, eso que son voces frías, desapasionadas. En mis tiempos se escuchaban las mejores voces en la radio, ahora yo noto una ausencia total de voces en la comunicación. Y cuando veo a una chica de 23 años dando noticias del mundo no me creo la guerra. Aquellos locutores que enseñaban a los periodistas y les decían: ‘mira muchacho, esto no es un punto, es una coma, y esto no es una coma, es un punto’, esos ya no existen”. Definitivamente, Jesús Quintero reconoce que se siente huérfano de la auténtica radio: “No siento ahora la radio. Estoy en duda: no sé si la radio basura ha hecho una sociedad basura y una publicidad basura, o es al revés”.
Y lo que hizo grande a Jesús Quintero, embozado en su traje oscuro de “El Loco de la colina” fue el género más difícil del periodismo: el situarse cara a cara de una persona y tratar de sonsacarle incluso lo que él no quiere, la entrevista. “Yo creo que la entrevista es conducir gentilmente al otro hacia lo que el otro es. Y es que ya hoy, las entrevistas, que para mí son como becarios, empiezan pegándote. A un ser humano hay que tratarlo con delicadeza. Incluso le puedo hacer una pregunta fuerte, no te contesta, pero él se ha quedado con la pregunta y termina contestándote. Cuando alguien ve que le agreden, termina cerrándose como una flor y dice, a este idiota no le cuento nada”. Quintero realiza una dura crítica a un tipo de periodismo muy extendido en que el periodista se alza en protagonista adoptando un estilo violento, en busca del enfrentamiento con el invitado, un estilo que rechaza entrevistar, y prefiere interrogar. No es éste el camino que eligió Jesús Quintero. Por eso se marchó, porque no encuentra ya hueco para un tipo de periodismo radiofónico -dice- que olvida la elegancia y la educación.
El Loco extrajo la genialidad que había dentro de Jesús Quintero |
Para elaborar este post se han utilizado principalmente tres fuentes de documentación: un reportaje del diario Huelva Información, un reportaje de ABC Cultura, en el que se informa de su espectáculo teatral de 2012 y la entrevista que realizó la periodista, y directora de "Hora 25", de la Cadena SER, Àngels Barceló, a Jesús Quintero, en 2014, y que recupero junto a este post, gracias a la amabilidad de la Cadena SER.
Máquina
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