Homenaje a 'El Loco': El éxtasis de la radio
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Esta web promueve un “Homenaje a El Loco de la Colina”, con la colaboración y complicidad de Radio Nacional de España, y la Cadena SER
Jesús Quintero se puede jubilar; El Loco de la Colina, no
Rememoraba Jesús Quintero
en la entrevista que le hizo Àngels Barceló, en "Hora 25" (2014), admiradora confesa, a propósito
del origen de esta marca de El Loco de la Colina tan acusada. “Yo creo que me pasó en mi primer reportaje,
cuando estaba en Radio Popular de Huelva, en mis inicios, fui a ver a una
persona, para hacerle una entrevista, le hice la primera pregunta, no me
contestaba; le hice la segunda, no me contestaba, la tercera no me constaba y a
la cuarta descubrí que era sordomudo”. Y el propio Quintero le apuntaba a
Àngels: “El silencio, si es emocionado,
no la técnica del silencio, o la técnica del silencio psicoanalítico o
psiquiátrico, el silencio que viene de los árabes -el largo silencio-, es
cuando alguien te está diciendo algo, interesante y potente, yo hago el silencio
para que el oyente se quede con lo que ha dicho”. Y añadía: “Y si habla mucho, hay que preguntarle, ¿en
qué momento se da uno cuenta de que está diciendo tonterías?”.
Mis primeros recuerdos de Jesús Quintero, antes de que aflorara su alter ego, El Loco, le sitúan en las tardes de RNE, en el magacine “Estudio 15-17”, en unas deliciosas sobremesas, en las que estaba acompañado por una de las voces más familiares de la radio de aquella época, Marisol del Valle (¡cuántos merecidos homenajes hemos olvidado…!). El Loco de la colina llegó luego, cuando abandonó las tardes para ocupar las madrugadas y eligió a Pink Floyd como enseña musical del programa, con este sugerente e impresionante tema, “Shine On You Crazy Diamond”, con el que acompañaba su monólogo de intenciones. Las piezas de un programa mítico se estaban ensamblando. Y nacía en la radio pública, en RNE.
Pero El Loco de la Colina no tiene reveses, la radio lo mostraba tal cual,
transparente, introspectivo, profundo, con su dosis ególatra, imprescindible en
una personalidad desequilibrada genialmente. Administraba su extravagancia (incluso en su aspecto físico) con
inteligencia y sobre todo, extirpaba de sus invitados hasta el último hálito de
su mundo interior, bordeando la frontera de su intimidad. Lo que El Loco hacía cada noche en la radio no
eran entrevistas, eran RADIOgrafías sentimentales. Para ello construyó una
atmósfera repleta de silencios cómplices, filón de imitadores, que invitaban a
la confesión y a la reflexión. Y nadie escapaba de sus artes.
Nada de esto hubiera sido
posible sin Jesús
Melgar, periodista algecireño, reportero, productor, guionista y
subdirector de “El Loco de la Colina”,
mano derecha e izquierda de Jesús Quintero, al que conocí en la Cadena SER en una época posterior, y feliz,
cuando se ocupaba -también- de las madrugadas desde una “Ventana indiscreta”. Vivió de cerca aquella magia, y la extendió
-apoyándola- cada noche de programa. Su artículo, que preside esta web, es el
inspirador de este merecido -y necesario- homenaje, al que he conseguido sumar
a sus dos casas: en la que nació -Radio
Nacional de España- y en la que floreció -la Cadena SER-, gracias a la generosidad y complicidad de
ambas cadenas. Debo confesar que las dos se adhirieron desde el principio con
entusiasmo, con sincero respeto por la figura de Jesús Quintero y de su gran
creación “El Loco de la Colina”. Tanto
la SER, como RNE, no dudaron en apoyar esta humilde iniciativa. Gracias de corazón a Jesús Melgar, a mi casa la Cadena SER, en especial a Daniel Gavela, a María Jesús Espinosa de los Monteros y a Ana Martínez Concejo y a mi primera casa,
cronológicamente hablando, RNE, y especialmente, al director de Radio 1, Javier Hernández Bravo, por
sumarse a este “Homenaje a El Loco”,
surgido del convencimiento de que 'El Rey de los silencios' en la radio no podía marcharse, precisamente, en silencio.
Jesús Quintero se puede jubilar; El Loco de la Colina, no
La noticia pasó casi desapercibida. Hay tantos titulares en que fijarse, tanta sobreabundancia de
informaciones, que no prestamos atención a nuestro propio pasado. Envilecemos
nuestra alma con conflictos inexistentes, forzados, retroalimentándonos de pesimismo
y angustias artificiales y obviamos sonreír porque el tiempo lo tenemos (pre) ocupado
con los problemas cotidianos.
La mirada del Loco de la Colina |
La relación de los oyentes con su radio, a través de los años, forma parte de nuestra biografía sentimental. De vez en cuando conviene mirar hacia atrás, con la nostalgia justa y contenida, para hacer balance del camino realizado y darnos cuenta de que, los que somos militantes de radio, tenemos parte de nuestra vida enganchada a este medio, a sus recuerdos y, por qué no reconocerlo, a sus enseñanzas.
Quintero siempre será “El Loco”, un personaje que le hizo grande y le enajenó. Un traje que le concedió el don de entrometerse respetuosamente en las almas ajenas, pero que le robó cordura
Cada uno de los lectores que
están leyendo estas líneas, e interesados en última instancia, en su personaje protagonista,
tienen un pasado radiofónico, consustancial a su propia personalidad. La radio,
que es como el xirimiri, va calando
sin darnos cuenta, ha modelado personalidades y, además de hacernos un poco más
libres, creo que nos ha inculcado tolerancia y respeto hacia los demás,
especialmente hacia los que no piensan como nosotros. A menudo creo que
hubiera hecho mucha más falta para educarnos a los españoles en la tolerancia y
el respeto al contrario, otra de nuestras asignaturas pendientes... Aún hoy esta piel de toro se resquebraja entre rojos y
azules, con la vehemencia siempre a flor de piel. Los enfrentamientos irracionales
se suceden unos tras otros, a la espera de que las heridas, sin cerrar del
todo, cicatricen. Pero nunca lo hacen, y somos expertos en abrir nuevas
heridas, y reabrir las viejas. Y mientras, el país hecho unos zorros.
Él, con sus programas, nos enseñó
a hablar, a opinar, en libertad. Nos enseñó a sonreír, y sonreímos con él. Con
él, y sus invitados, llegamos a congeniar de tal manera, con tal intimidad, que
nos sentíamos parte activa de la charla. Estábamos
allí, con ellos. No fueron muchos años de El Loco de la Colina en la radio, el primer lustro de la década de
los 80, primero en Radio Nacional de España
y después en la Cadena SER. Pero su
intensidad fue tal que, transcurridos más de treinta años, aún lo recordamos con
una precisión imprevisible. Nadie imaginaba la repercusión de aquellas
entrevistas en la radio española de la medianoche.
El origen de los silencios
de El Loco
Jesús Quintero |
Aquel tipo -sin duda visionario-,
provisto de una voz templada, y cercana, arrulladora, en la que el acento
andalusí aparecía y desaparecía a su libre albedrío, siempre oportuno, siempre
bien colocado, siempre sugerente, nos iba a enseñar a escuchar. Hasta entonces,
yo creo que la radio se oía. Y se escuchaba de vez en cuando. Pero sus
programas en la radio, todos, se escuchaban. De principio a fin. Y ahora, gracias
a los podcasts, bendito invento, ojalá puedan volver a escucharse, para rememorar, pero también para aprender, y como testimonio de una época. Porque nos dio lecciones de
historia, sin saberlo, también sin pretenderlo. Pero entrevistar a Rafael Alberti, a Gabriel Celaya, a Antonio Gala;
también a humoristas que llevan consigo, atrapada en su cabeza, la filosofía de
la vida, con la que se enfrentan a la rutina, mundial la de Paco Gandía; a cantantes como Joan Manel Serrat, a presidentes como Felipe González, a vicepresidentes como
Alfonso Guerra, en aquel momento,
eran personajes de actualidad; hoy son historia de la radio y, lo más
importante, hoy forman parte consustancial de nuestra propia historia
biográfica y sentimental.
Lo que El Loco hacía cada noche en la radio no eran entrevistas, eran RADIOgrafías sentimentales. Construyó una atmósfera repleta de silencios cómplices, filón de imitadores, que invitaban a la confesión y a la reflexión. Nadie escapaba de sus artes
Mis primeros recuerdos de Jesús Quintero, antes de que aflorara su alter ego, El Loco, le sitúan en las tardes de RNE, en el magacine “Estudio 15-17”, en unas deliciosas sobremesas, en las que estaba acompañado por una de las voces más familiares de la radio de aquella época, Marisol del Valle (¡cuántos merecidos homenajes hemos olvidado…!). El Loco de la colina llegó luego, cuando abandonó las tardes para ocupar las madrugadas y eligió a Pink Floyd como enseña musical del programa, con este sugerente e impresionante tema, “Shine On You Crazy Diamond”, con el que acompañaba su monólogo de intenciones. Las piezas de un programa mítico se estaban ensamblando. Y nacía en la radio pública, en RNE.
Para quienes le descubrimos en la
hora de las brujas, Jesús Quintero siempre será “El Loco de la Colina”, un personaje que le hizo grande y, al mismo
tiempo, le enajenó. Un traje de luces con el que brillaba en la noche, pero que
le apretaba. Un traje que le concedió el don de entrometerse respetuosamente en
las almas ajenas, pero que le robó cordura, y le sumó disquisiciones vitales y
vitalistas. El Loco confundió a Jesús
Quintero. Pero no solo no apagó su genialidad, sino que la provocó. “Hubo un momento -le reconoció a Àngels
Barceló en “Hora 25”, en 2010- en que no sabía quién era Jesús Quintero y
quién era El Loco de la Colina”.
La
noticia de su jubilación, de su adiós al mundo, cronológicamente era
previsible. Pero no por ello debemos asumirla con indiferencia. Es posible que
Jesús Quintero se pueda jubilar. Pero El
Loco nunca. Es imposible. Ya no le pertenece solo a este periodista
onubense. Forma parte de un colectivo sentimental que le acompañó cientos y
cientos de madrugadas por la radio. Un medio que forjó un recuerdo imborrable
en millones de memorias, que vencían al letargo y al sueño cada noche para
reencontrarse con el discurso del chiflado más querido de la España de
principios de los ochenta.
Jesús Quintero podrá jubilarse.
La vida no le ha regalado muchas alegrías en sus últimos años de vida. Su éxito,
escaso, en los negocios, le ha llevado por la calle de la amargura, y a dejar
en el camino víctimas que maldicen su alma terrenal porque les debe dinero. Con
los años se aprende que la vida es un cúmulo de contrastes y de experiencias
encontradas, de alegrías efímeras y de penas acumuladas en el tiempo. Con todo
hay que convivir, de la mejor manera posible y sobrellevarlo con dignidad, si es posible.
El Loco de la Colina hizo mejor periodista a Jesús Quintero |
Quintero, la radio por montera |
Por eso, porque era un maestro en
la gestión de los silencios y en la creación de atmósferas, Jesús Quintero no
se puede ir en silencio. Aunque él mismo se haya cerrado al mundo, haya colgado
bruscamente el teléfono de su esperanza, quienes le vivimos por la radio,
quienes le servimos de compañía cómplice en las madrugadas de RNE y de la SER, quienes encubrimos a Quintero y le
sometimos al Loco, no podemos
permitir que el silencio sea la única compañía de su partida. Nos tiene que oír
y le tenemos que volver a escuchar.
Por eso, ha llegado el momento de
despedir a Jesús Quintero y de reencontrarnos con El Loco de la Colina. Es de justicia.
“Un homenaje a El Loco”
Jesús Quintero |
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