Joaquín Guzmán (CMM Radio): "La Rotonda" es mi segunda juventud radiofónica"
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Entrevista a Joaquín Guzmán, director del programa La Rotonda en CMM Radio
"Hay que hacer la radio para todo el mundo que te está escuchando, no solo para el que se ha puesto en contacto contigo"
-Con ese programa ¿se siente inventor de algo en la radio?
-Y cuando un oyente llega a 'La Rotonda' ¿cuántas salidas tiene?
ABC.es,
Antonio González Jerez, 10.12.2018. La tradicional fórmula de «peticiones
del oyente», que tantos éxitos ha dado a la radio a lo largo de su historia, ha
llegado a CMM Radio de la mano de un histórico, Joaquín Guzmán, que desde hace
poco más de dos meses conduce de 10 a 12 de la mañana de lunes a viernes el
programa «La Rotonda».
Joaquín Guzmán en los estudios de CMM Radio, en Toledo |
-Antes de llegar a la radio autonómica protagonizó un caso
de éxito radiofónico, La Gramola ¿cómo fue?
-Trabajaba en Radio Minuto y cuando se fusionó con lo que era
Radio 80 Radio Oro reestructuraron la programación. Entonces un director que se
llamaba Javier Pons decidió pegar una patada a la radio y Gomaespuma, que había
triunfado por la noche, lo puso por la mañana, y a mí me dijo que un programa
de peticiones del oyente podía funcionar. Y parece que no se equivocó, porque
inventé 'La Gramola', que se convirtió en una especie de club en el que la gente
sentía que pertenecía a algo. Estuve diez años haciendo el programa hasta que
llegaron las consultoras y dijeron a todas las emisoras que lo mejor era poner
éxitos muy testados y comprobados pero quitar palabra. Eso pasó en 2005 y hasta
ahora la radio ha cambiado muy poco.
"La radio durante el día, hasta que llega la noche, la tienes de fondo; se oye, pero no se escucha. Y por la noche la escuchas, prestas atención y quieres más al locutor, que es como de tu familia"
-Con ese programa ¿se siente inventor de algo en la radio?
-Creo que más que inventor, actualizador. He modernizado el
formato de peticiones del oyente, el de toda la vida. Por ejemplo, ahora
utilizo mucho las redes sociales, ya que antes se utilizaban las cartas...
-Vamos, eso de renovarse o morir...
-Claro. En el caso de las cartas ¿a quién le pides ahora que
te escriba una carta? Cuando yo empecé en el año 1995 no había nada más que
cartas. No existían ni el fax ni el correo electrónico, nada. Entonces, o
llamabas por teléfono al programa o mandabas una carta. Recuerdo que en el año
97 una de las grandes incorporaciones fue que me podían pedir canciones por
fax. Pero sí que recuerdo con nostalgia las cartas, que tenía un gran
simbolismo, y ahora eso se ha perdido.
-¿Y ese sonido de clinck de La Gramola, como se le
ocurrió?
-Tengo que decir que el director quería que se llamase
jukebox, porque la gramola es una mala traducción de lo que es el doblaje de
las películas americanas. Y respecto al sonido, a mí siempre me ha gustado
hacer una radio muy visual, y empecé haciendo varios efectos de la caída de una
moneda en una cabina. Recuerdo que estaba muy de moda aquello de echar en una
máquina de tabaco que te decía: «su tabaco, gracias». Y dije, voy a poner la
misma voz. Así que busque esa voz, que en paz descanse era Rosa María Belda, y me
grabó eso de «Bienvenido a La Gramola, esta es tu elección».
Segunda, juventud
-Entonces ¿lo del nuevo programa en CMM radio es una
especie de segunda oportunidad?
-Es una segunda juventud radiofónica. Porque además vienes
con muchísimas ganas tras estar muchos años haciendo otras cosas y de repente
te dan la oportunidad de volver a hacer radio en un horario en el que no estoy
acostumbrado, porque siempre la he hecho de noche, con lo cual he aprendido a
meterle mucho ritmo al programa. La radio durante el día, hasta que llega la
noche, la tienes de fondo; se oye, pero no se escucha. Y por la noche la
escuchas, prestas atención y quieres más al locutor, que es como de tu familia.
Por la mañana había que hacer algo muy picado, con mucho ritmo y música muy
arriba, pero sobre todo dotarle de contenido de palabra.
"Trabajé muchos años con Iñaki Gabilondo y él decía algo para mí fundamental: «no hay nada más importante que el programa que tengo que hacer hoy». Yo me lo tomo así. Eso te lo da mucho el directo"
-Y cuando un oyente llega a 'La Rotonda' ¿cuántas salidas tiene?
Ufff... Tantas como pueblos de Castilla-La Mancha. Tengo
grandes rotondas y salidas, que son las cinco provincias, pero luego hay muchos
pueblos, es infinito. Sabía muchas cosas de la región, pero estoy descubriendo
otras, por ejemplo la gastronomía, que es riquísima. Hay mañanas que digo: La
Rotonda, el único programa de radio que engorda.
-¿Cree que el oyente debe mandar en la radio o hay que
guiarlo?
-Hay que guiarlo. Se le debe dar cabida y que se sienta parte
de una radio, pero tiene que seguir habiendo un prescriptor. Hay que tener en
cuenta que el oyente que se dirige a la radio es la minoría que escucha. Por
tanto, hay que hacer la radio para todo el mundo que te está escuchando, no
para el que te está hablando. Solo una parte del pueblo se dirige a ti, el
resto te está escuchando y atento a ver qué haces.
-¿Cómo han variado los gustos musicales de este país a lo
largo de los últimos años?
-Muchísimo. Siempre hay movimientos que intentan cargarse lo
anterior. Cuando estás delante de un micrófono y pones peticiones del oyente de
todo tipo, a la gente le siguen gustando las mismas cosas y lo que sí es verdad
es que ahora les falta dónde descubrir nuevas cosas, porque la prescripción
ahora pasa por las redes sociales y los anuncios de televisión. Ya no hay
sitios que sean escaparates mediáticos para que la gente pueda escuchar más
allá de lo que quieren los grandes círculos de poder cultural, que pasan por
las discográficas o management ...
Joaquín Guzmán está viviendo en CMM Radio una 'segunda juventud radiofónica' |
-Por cierto ¿Se sintió algunas veces presionando por esos
círculos de poder en la música?
-Ahora en absoluto, pero en su día ...
"Estuve diez años haciendo "La Gramola", en M80, hasta que llegaron las consultoras y dijeron a todas las emisoras que lo mejor era poner éxitos muy testados y comprobados pero quitar palabra"
-¿Cómo aprendía a subsistir bajo esa presión?
-Era posible si no te sometías. Es decir, si no aceptabas el
pedazo de cesta de Navidad, el viaje a no sé dónde o cosas así, que yo veía que
existían. Ahora ha sido una liberación porque la presión de ahora es mínima. A
mí no me llama nadie para decirme ponme esto o lo otro.
-Además, también ha cambiado la forma de escuchar la
radio. Ya no hace falta estar en directo.
-Es cierto, pero a mí el directo me gusta mucho. Es algo que
me da la vida. Es como estar haciendo el número de circo sin red. No hay
programa que me salga igual que otro. Trabajé muchos años con Iñaki Gabilondo y
él decía algo para mí fundamental: «no hay nada más importante que el programa
que tengo que hacer hoy». Yo me lo tomo así. Eso te lo da mucho el directo, la
pulsión con el oyente que te escribe, y así te esfuerzas por hacerlo mejor.
El mal de la radio fórmula
-Lo suyo no es radio formula. ¿Qué opina de este tipo de
radio?
-La radio formula ha sido el gran mal endémico en los últimos
50 años de la música en general en el mundo. Fue un invento de los americanos
precisamente cuando empezaron a aparecer las discográficas para que todo
estuviese repartido en la misma tarta e ingresasen un dinero por poner
determinados discos. Ahora cada vez hay menos radio fórmula. He vivido épocas
en las que las discográficas ocupaban edificios enteros, con grandes almacenes
de discos, y ahora una discográfica ocupa la planta de un piso de como mucho
doscientos metros cuadrados. Por tanto, ahora las radio fórmulas no están
sometidas a ese poder, aunque sigue habiendo otros poderes, que son los del
directo. Empieza a haber empresas muy potentes que manejan la música en directo
en todo el mundo y que en ocasiones también dictan.