José Antonio Marcos (SER): "Me preocupa mucho la falta de conexión con los jóvenes"
https://www.gorkazumeta.com/2018/11/jose-antonio-marcos-ser-me-preocupa.html
El director de "Hora 14", en la SER, ha obtenido la Antena de Oro 2018
"Creo que la radio tiene mucho futuro si somos capaces de escuchar lo que nos piden los oyentes"
"Creo que la radio tiene mucho futuro si somos capaces de escuchar lo que nos piden los oyentes"
José Antonio Marcos
suena a SER. Cuenta con el estilo inconfundible
que caracteriza a esta cadena de radio hablada, propiedad del Grupo Prisa. Si
uno enciende la radio y escucha su voz, identifica automáticamente lo que oye. La
SER, en este sentido, ha sido la cadena
de radio que más ha trabajado su marca, la ha protegido y la ha desarrollado. La
SER, antes, era más una radio de cantera. Durante un tiempo se desvió de ese
camino y coqueteó con una radio de estrellas, fichadas por su imagen en
televisión. Pero lo que mejor le ha ido ha sido la apuesta por su cantera,
aunque luego, en algunos casos, muy sonados, la haya ninguneado. Marcos es la SER. Marcos pertenece a esa cantera, forjada en Gran Vía 32. Este profesional es el líder de los informativos de mediodía en España, a larga distancia de la
competencia. Y, cada ola, refrenda su título, por un trabajo, sin duda, bien
hecho, modélico: en credibilidad, estructura, estilo de narración, timbre de
voz, y ritmo implementado. Todo influye, cada concepto en su justa medida. Pero,
sumados, resultan enormemente atractivos.
-¿Cómo recibes el
premio?
José Antonio Marcos en la presentación de la Nueva Temporada de radio 2018-19 (Fotografía, Cadena SER) |
-Recibo el premio con gran alegría y sorpresa. Llevo
casi veintitrés años -que se dice pronto- al frente de “Hora 14”, después de haber sido responsable de distintos
informativos de la SER de forma
ininterrumpida desde el año l986.
"Ante el ruido y las exageraciones, a la radio le corresponde clarificar los hechos a partir de datos contrastados, no improvisados. Y hacerlo lo antes posible"
Servidor tuvo la suerte de conocerle en 1988, cuando ingresé
en Radio San Sebastián y, por desgracia, tenía que hablar frecuentemente con
él, al trabajar en una plaza marcada por la presencia del terrorismo de ETA.
Siempre encontré un buen compañero, cómplice de mis inquietudes, que en
aquellos tiempos -muy complicados, profesionalmente- eran numerosas.
-¿Qué te parece que
sean los compañeros los que concedan el premio?
-Valoro especialmente esta circunstancia, Gorka. Eso le da
un valor significativo que para mí es fundamental.
-Vivimos unos tiempos
de incertidumbre en torno a la situación política -Cataluña, inestabilidad
política, bandazos judiciales, etc.- ¿qué es lo que aporta, como valor
diferencial, la radio en este escenario informativo?
-Creo que puede y debe aportar sosiego y análisis. Ante el
ruido y las exageraciones, a la radio le corresponde clarificar los hechos a
partir de datos contrastados, no improvisados. Y hacerlo lo antes posible,
aunque nunca guiados por la mera urgencia.
El maestro Iñaki
Gabilondo, referente de varias generaciones que hemos tenido la suerte, y
el honor, de trabajar con él, en la Cadena
SER, a menudo, ante hechos urgentes, imponía, por decreto ley, un parón
para reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo, a fin de no dejarse llevar por
el ritmo trepidante de algunos hechos que le hacen pecar de imprecisa a la
radio.
José Antonio Marcos, en la celebración de los 90 años de
Radio Madrid, en el Teatro Circo Price, en presencia del propio Iñaki, como
puede verse en este video que acompaña a esta entrevista, calificó a los
periodistas en dos grupos: “los que hemos trabajado con Iñaki y los que no lo
han hecho”. Excuso decir que Iñaki, al oír sus palabras, envió rápidamente a boxes a Marcos, para que no continuara por
este sendero adulador. Pero coincido con él en esta atinada, y oportuna
entonces, apreciación.
-¿Cómo sientes, en la
radio del siglo XXI, que la interacción con el oyente -también desde
informativos- se ha enriquecido con los nuevos canales de las redes sociales?
-Siempre se dice que la radio aporta sobre todo inmediatez.
Eso es así, es una de sus señas de identidad. Pero con los nuevos canales de
comunicación que suponen las llamadas nuevas tecnologías, creo que la
radio añade otros elementos sustanciales: el contraste profesional de lo que se
transmite, no sólo el impulso rápido de lanzar una historia más o menos
aparente o llamativa a través de la red. El análisis con criterios informativos
y no propagandísticos. La tensión informativa narrada con el calor
de la voz. La interacción del oyente a través de los canales convencionales o
los nuevos es enriquecedora, pero creo que no debe suplir el trabajo
profesional.
Las redes sociales, las Aplicaciones,
le han robado a la radio el trono de la inmediatez. Antes de su llegada, tenía
la exclusiva. Hoy, comparte el trono. Pero, como subraya José Antonio Marcos, a
la radio le queda la credibilidad: la confianza que es capaz de generar entre
los oyentes que puede que se informen, en primera instancia, a través de las
App. que tienen descargadas en sus smartphones, pero después recurren a la
radio para corroborar la información y, sobre todo, entenderla, si es compleja.
-¿Cuál ha sido la
evolución en primera persona que has vivido en la radio en el modo de ofrecer
la información a los oyentes? ¿Ha cambiado algo en tus años de trayectoria
profesional?
-Ha cambiado todo y, paradójicamente, nada. Cuando
llegué a la SER como becario en el año
l98l todo era más artesanal: cintas magnetofónicas, discos que había que
“abocar” en el plato, teletipos impresos que nos pasábamos de unos a otros,
máquinas de escribir en las que hacíamos guiones con papel calco, por supuesto
nada parecido a los teléfonos móviles: entrábamos desde la calle a través de
cabinas telefónicas o pidiendo un favor en algún bar o alguna tienda. Incluso
se fumaba en la redacción y se tomaban copas, con prudencia eso sí. La
llegada de la informática lo cambió todo en la mecánica de trabajo. Pero, en
esencia, la radio sigue siendo la misma: nos ponemos como una moto cuando pasa
algo gordo. Tiramos para adelante echando todas las horas
necesarias sin pensar en el cansancio. Intentamos que las cosas salgan
bien, incluso cuando no tenemos nada preparado. Lo hacemos con otras
herramientas, pero básicamente lo que hacemos se sigue llamando radio y creo
que así debe ser.
José Antonio Marcos, sentado en su mesa, rodeado de los compañeros de la redacción de los Servicios Informativos, y programas de la Cadena SER, el año pasado |
La revolución tecnológica, la llegada de internet, vivida
intensamente por José Antonio Marcos, y toda su generación, supuso una disrupción
en los procesos de producción de los periodistas de radio, televisión y prensa.
Nadie, entonces, podía imaginar los cambios que iban a llegar y la revolución
que aquella brusca irrupción iba a provocar en Gran Vía 32.
"No sé si el desapego de los jóvenes se debe a los contenidos que ofrecemos, al lenguaje que utilizamos o a ambas cosas"
-¿Cómo ves el futuro
de la radio, ante las amenazas y la competencia en audio y el desinterés de los
jóvenes? ¿Cuál es tu impresión?
-Me preocupa, y mucho, la falta de conexión con los jóvenes.
Algo estamos haciendo mal. No vale la excusa de que internet es la
alternativa. La radio también es internet, la radio puede y debe llegar a
través de todos los sistemas tecnológicos existentes. No sé si el desapego de
los jóvenes se debe a los contenidos que ofrecemos, al lenguaje que utilizamos
o a ambas cosas. Pero creo que la radio tiene mucho futuro si somos
capaces de escuchar lo que nos piden los oyentes.
Esta última reflexión de José Antonio Marcos constituye toda
una autocrítica, pero positiva, proactiva. Como Marcos, numerosos
profesionales, con responsabilidad en la antena, se preocupan por esta realidad
tan adversa. Pero, al mismo tiempo, más allá de constatar el hecho evidente del
desapego, intentan escudriñar las auténticas razones que mueven a este
divorcio. Sin duda, supone el gran reto de la radio, en el que estamos
empeñados muchos que, como José Antonio Marcos, creemos en las posibilidades de
la radio… ¡a ciegas!