Ignacio Elguero (RNE): "La radio es conmover y ser capaces de emocionar"
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El director de "La Estación Azul", de RNE ha recibido una Antena de Oro
"El fomento de las actividades culturales es una responsabilidad que debe realizarse de forma natural desde RNE, como parte de nuestro sistema nervioso"
Ignacio Elguero
es un escritor y periodista madrileño, nacido en el baby boom del año 64, hijo
de Los Chiripitiflaúticos. Por eso
les dedicó un libro, a ellos y todo lo que significaron para una generación, a
la que yo también pertenezco. Elguero estudió Ciencias de la Información en la
Universidad Complutense de Madrid, y está vinculado a Radio Nacional de España desde hace casi
20 años. Es el director presentador de un programa literario en la radio
pública “La estación azul”,
que ha recibido no pocos reconocimientos, como el Premio Ondas 2002, el Premio
Internacional Audiovisual Antonio Machado 2002, el Premio Galicia de
Comunicación 2007 o el Premio Bibliodiversidad 2007, entre otros. Pero Elguero,
además de escribir libros de novela, de poesía y con tinte nostálgico, también
ha dirigido RNE desde un despacho, como
director de programas de esta cadena pública, con diferentes administraciones y
equipos, lo que sin duda tiene mérito. Perdurarse en un cargo de
responsabilidad en una empresa pública no deja de sorprender. Y él lo
consiguió. Ha ganado este año una Antena de Oro, y hemos visto oportuno
recuperar con él una conversación que iniciamos en
esta web hace algunos años, en otra entrevista, en la que nos reconocía que
“los despachos abruman”.
Ignacio Elguero con su último libro publicado: "Cosas que ya no", donde sigue indagando en el pasado extraviado |
-¿Cómo has recibido
el premio?
-Con mucha ilusión. Los premios siempre son un estímulo, y éste
es, además, un premio con mucha historia y prestigio. Que valoren de forma
positiva tu trabajo y tu dedicación a un fin noble es siempre reconfortante.
"En una ocasión, un directivo de una televisión, cuando le presenté un proyecto de programa cultural, me dijo que no utilizara este adjetivo, porque suena a 'aburrido'"
-Te llega, además, en
un momento personal complicado…
-…sí, hace unos días dije adiós a mi padre, así que se lo
dedico a él. Recuerdo que el hombre se llevó un disgusto cuando abandoné la
carrera de derecho (él era abogado) para hacer periodismo. -¡Hijo! Pero si eso no tiene salidas –me decía-. No me fue mal, y
me entendió y apoyó siempre.
-¿El apoyo a la
creación literaria es una responsabilidad mayor en el caso de la radio pública?
-Creo que desde la radio pública se tiene que practicar el
apoyo a todas las disciplinas artísticas. Los directivos tienen que tener
siempre ese sentido de la responsabilidad cuando llegan al cargo. Si no, será
difícil que lo apliquen. El fomento de las actividades culturales es una
responsabilidad que debe realizarse de forma natural desde RNE, como parte de nuestro sistema nervioso.
En este país nuestro, tan cainita y vehemente, la radio
pública de alcance nacional ha sufrido siempre los vaivenes del poder, y a
menudo se le ha achacado la falta de un modelo claro de funcionamiento, que
prime -como subraya Elguero- el servicio público, y la “responsabilidad”. Como
comentaba hace unos días el catedrático
de comunicación audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, Armand Balsebre, “la radio pública debe avanzar más y ser útil a todos los ciudadanos, no
solo a la mayoría”. En este sentido, ojalá que un programa dedicado a
los libros en la radio pública fuera mayoritario, pero por desgracia no lo es.
Sin embargo, RNE debe contemplar su
realidad y extenderla allá donde sea posible.
Ignacio Elguero se considera poeta antes que periodista. Fotografía de Gabriel Villamil |
-A menudo los estudiantes piensan que hablar de literatura
es un poco tostón, ¿qué les puede ofrecer la radio en tu caso, o en el de “La
Estación azul de los niños”, que ahora lleva Rosa Guardado, ¿y que tú también conoces bien?
-Recuerdo que, en cierta ocasión, le presenté a un director
de una televisión un proyecto de programa, y le dije que era un espacio
cultural. Me respondió que no dijera nunca la palabra “cultura” cuando fuese a
presentar un proyecto, porque, de primeras, suena a “aburrido”.
"Si se pierde el referente de la calidad entramos en el “todo vale”, y eso se traduce en número de “me gustas”, descargas y cosas por el estilo como fuente de valoración.
-Si partimos de este
perfil de directivo…
-Así me lo dijo, Gorka. ¿Suena a broma, verdad? pues es
verídico. Hay que reivindicar la literatura y la lectura como algo
tremendamente enriquecedor. Como uno de los grandes placeres de la vida. El
problema es que, en ocasiones, lo que falla es el formato, que sí que puede
resultar anticuado. Nosotros tratamos de hacer un programa ameno, donde se note
que hay una gran complicidad entre las personas del equipo, una complicidad que
trasladamos a nuestros oyentes, a los que consideramos parte del mismo. Y creo
que eso se nota, y de alguna manera se unen a nuestras charlas literarias. Y
luego ofrecer contenidos de calidad. Contenidos variados entre los que
mostremos apuestas literarias muy diversas. “La
estación azul de los niños”, tanto antes con Cristina Hermoso de Mendoza como ahora con Rosa Guardado, ceo que
mantienen la misma estrategia: un programa ameno y con contenido interesante.
-Desde EE.UU. nos
llegan noticias de la fiebre que están provocando los ‘audiolibros’… ¿qué está
ocurriendo en tu opinión en el mundo del audio, lo sonoro?
-Ya hace tiempo que el fenómeno del audiolibro llegó desde
EE.UU. con la pegatina del éxito, pero aquí no llegó a desarrollarse, no
cuajaron los proyectos que se pusieron entonces en marcha. Creo que somos
mercados diferentes. Lo mismo podemos decir del libro electrónico, aquí no
acabó desarrollándose como un fenómeno que eclipse el mercado editorial de
papel. Otra cosa es el asunto de las lecturas dramatizadas o ficciones sonoras
en la web, que es cierto que crece con mucha fuerza y ha despertado el interés
de un público no solo especialista, sino del consumidor medio de contenidos
digitales.
En la entrega del premio de poesía joven de RNE junto al galardonado Carlos Contreras, hace unos años, con Benigno Moreno, entonces director de la radio pública |
-Internet está
democratizando muchos campos, el de la radio es uno de ellos, con la
posibilidad de emitir online con costes muy contenidos. También está ocurriendo
con la literatura. ¿Sientes este termómetro? ¿Internet es una gran librería?
-Enlazando con mi anterior respuesta diré que internet lo es
todo, y por tanto una gran librería. Y como ya sabemos -pues es un debate que
lleva tiempo en la sociedad y que va en aumento-, internet lo es todo, para lo
bueno y para lo malo. Lo positivo está claro, accedemos a algunos contenidos
interesantes que sin esta vía no verían la luz. El problema que esta misma
apertura de vías provoca el colapso de información con el consiguiente riesgo
de la confusión y la pérdida de referentes válidos. Algo que, por ejemplo, está
pasando con la poesía. Si se pierde el referente de la calidad entramos
en el “todo vale”, y eso se traduce en número de “me gustas”, descargas y cosas
por el estilo como fuente de valoración. Pero esto no es nuevo, también pasaba
y pasa en la televisión: los programas más vistos no son siempre los
mejores. ¿estamos de acuerdo, verdad?
"Hay que reivindicar la literatura y la lectura como algo tremendamente enriquecedor. El problema es que, en ocasiones, lo que falla es el formato, que sí que puede resultar anticuado"
-Totalmente, Ignacio.
A menudo, además confundimos el mundo real con el virtual, a modo de caverna
platónica, cuando solo uno es real y el otro es una impostación, con frecuencia
artificial, en el que se mueven otros intereses. De alguna manera la literatura
está emparentada directamente con la radio, porque ambas son herramientas
evocadoras por naturaleza. No ofrecen imágenes, las crean. ¿“La Estación azul”
es también, en tu caso, un regalo, como escritor que eres, porque consigues
maridar ambos mundos?
-Efectivamente, Gorka. Hace diecinueve años Javier Lostalé y yo creamos este
programa, “La estación azul”,
con la intención inicial de trasladar la poesía a los oyentes. Luego lo abrimos
a la literatura en general. Y siempre he disfrutado haciendo el
programa, porque me ofrece la posibilidad de crear mundos, crear atmósferas,
estancias en ocasiones lúdicas, otras sagradas, otras estremecedoras, otras
cautivadoras… En definitiva, mover los sentimientos de los oyentes. Y eso es la
radio, y eso es la literatura: conmover con las evocaciones, las invocaciones y
ser capaces de emocionar.
Y eso debería seguir siendo la radio: un paraíso de la
evocación y de la emoción. Y, en este sentido, literatura y radio maridan a la
perfección porque ambas exigen imaginación proactiva del lector, o del oyente.
Ambas participan de esa necesidad, de un código que quien lo recibe aplica de inmediato,
y disfruta con él. La radio pública tiene la obligación, y la responsabilidad,
como comentaba Elguero, y también subrayaba el profesor Balsebre, de acordarse
de la cultura, pero no solo de la mayoritaria, o masiva; sino también de la pequeña
o minoritaria, no por ello menospreciable.
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