“A sangre fría”, el inmenso poder truculento del sonido
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El equipo de Ficción Sonora de RNE estrenó un nuevo montaje el pasado 30 de octubre
La impecable construcción de atmósferas sonoras, sincronizadas con una enérgica y ajustada labor actoral
Acudí, como de costumbre, al ensayo general de La Casa Encendida de Madrid, en los aledaños de la calle Atocha, dispuesto a dejarme sorprender, dispuesto a viajar con mi imaginación, aunque consciente de que, inevitablemente, mis ojos me iban a traicionar, me iban a impedir disfrutar con plenitud del plato delicatessen que nos habían preparado desde el equipo de Ficción Sonora de RNE, liderado por Benigno Moreno, con Mayca Aguilera y Miguel Ángel Coleto, como fieles y competentes escuderos. Por eso, en un tuit contestación a otro de Juan Megías, del que luego hablaré, le confesé que “a veces me gustaría ser ciego”. El sentido de la vista se convierte a veces, en estas situaciones, en un claro inconveniente que hay que superar, o sortear. No me extraña nada que el colectivo de ciegos ame con tanta rotundidad y sinceridad la radio como lo hacen ellos. Es contagioso verles hablar de SU radio.
Una cuestión es que Alfonso Latorre imagine en su guion los sonidos que el montaje debe incluir para enriquecer la narración, pero otra bien diferente es encontrarlos. Además, los mejores. Y en esto el equipo de Ficción Sonora de RNE es especialista. En un estudio, como los que se graban en Podium Podcast, el control del producto es absoluto, y no pueden incluirse equivocaciones. En directo, la situación cambia radicalmente. Así se lo explicaba Mayca Aguilera a los alumnos del Máster de RNE: “tiene que haber una compenetración absoluta entre los actores y la banda sonora que acompaña la narración. Por eso, ellos tienen la instrucción de que cuando figura en el guion la palabra ‘control’, tienen que mirarme para que yo les dé el paso adecuado, para que la historia resulte coherente. En esta obra hay unos 140 cortes con efectos, que van ilustrando la narración, prácticamente tocan a dos por folio”, explicaba. Si los efectos se disparasen en directo, y de manera individual, no habría ni tiempo, ni manos, ni canales en la mesa de mezclas para poder dispararlos, por eso, los cortes son secuencias lineales de efectos de sonido: por ejemplo, un coche (que se desplaza por los dos canales del estéreo) acompañado del sonido de la radio, del frenazo y de las puertas abriéndose y cerrándose. Y que tiene que entrar justo en su momento, ni antes, ni después, porque se puede cargar la coherencia de la escena en cuestión.
Por otra parte, ante una obra de esta naturaleza en la que los protagonistas son dos tipos infames, dos auténticos psicópatas, de tratado psiquiátrico, asesinos compulsivos, que matan casi por diversión, caben dos aspectos: uno positivo, y el otro potencialmente negativo. El primero, aumenta el límite de los registros interpretativos de los actores, que pueden maniobrar a voluntad mostrando todo su muestrario de matices vocales; pero, por el contrario, cabe el peligro, fundado, de superar la barrera de lo lógico (dentro de la lógica hiperbólica de unos desequilibrados incontrolados) y atravesar la frontera de lo artificial e histriónico, anulando la eficacia interpretativa. En esta versión de “A Sangre Fría” los asesinos se sitúan en el punto exacto, en el equilibrio.
La impecable construcción de atmósferas sonoras, sincronizadas con una enérgica y ajustada labor actoral
Es complicado evolucionar con una obra cuyo desenlace argumental se conoce de antemano. Es más complicado acertar con una adaptación de una obra tan celebrada en su tiempo –“A sangre fría”- y firmada por uno de los escritores americanos contemporáneos más populares del parnaso literario/periodístico estadounidense -Truman Capote- y es aún más difícil, y vamos in crecendo, superar el trabajo anterior del equipo de Ficción Sonora de Radio Nacional de España y dar un paso más adelante, sin involucionar. Pues todo esto, vaya por delante, se ha conseguido.
Una escena de "A Sangre Fría" con Juan Megías y Nancho Novo en primer plano. Al fondo, Adriana Jordán, Rodri Martín y Pedro Muñoz (Fotografía, RNE) |
Mi admirado Juan! Tuve la oportunidad de veros en el ensayo general y disfrutar mucho. Pero luego, ya por la #radio, por #DAB, y con auriculares, fue cuando percibí mucho mejor todos los matices, y la fuerza dramática del conjunto. A veces, me gustaría ser ciego... Mi abrazo! https://t.co/kCNGQg2dBl— Gorka Zumeta (@gzumeta) 31 de octubre de 2018
Truman Capote se hizo verdaderamente popular en los Estados Unidos con esta novela, de ‘no ficción’. De hecho, fue prácticamente él el que acuñó este término que hoy manejamos con absoluta naturalidad para todos aquellos textos literarios inspirados en hechos reales, no imaginados por el autor. Capote ganó el Premio Edgar en el año 1966 por -dijo el jurado- haber logrado “el mejor libro de crímenes” de la época. Atrás quedaban los cinco años invertidos por el periodista Capote en la investigación de este asesinato violento, que tuvo a la familia Clutter, como víctima involuntaria e inocente de esta masacre que conmocionó al país durante meses. Capote se interesó por la truculenta historia y viajó hasta aquel remoto pueblo perdido en el estado de Kansas, donde ocurrieron los hechos, para realizar un trabajo de campo que culminaría con el libro “A Sangre Fría”, del que se vendieron en la época trescientos mil ejemplares.
Periodismo de investigación. Esto fue lo que hizo Capote con este múltiple asesinato. ¿Qué empresa puede permitirse hoy el lujo de tener un periodista investigando cinco años una historia? Por fortuna, el podcast está siendo en estos nuevos tiempos canalizador de experiencias similares. El podcast “Las Tres muertes de mi padre”, de Pablo Romero (Cuonda) también está basado en una investigación periodística, también se basa en un asesinato, y también se dedicó a este trabajo cinco años de investigación.
Como explicaba Benigno Moreno a los alumnos del Máster de RNE, “buscamos historias que nos parezcan interesantes, no solo por la línea argumental, sino por su adaptación sonora”. Claro, hay que pensar en radio, en sonido, y este aspecto resulta fundamental para poder construir la ficción. Pero Capote era un auténtico reto. Y le cayó encima a Alfonso Latorre, que me lo reconocía “ha sido muy difícil, porque la obra es muy compleja, tiene muchos más personajes, más tramas, y he tenido que condensarlas”. Pero, como he escrito en más de una ocasión, Benigno Moreno tiene en este guionista un aliado cómplice de su trabajo, porque Alfonso Latorre piensa en radio cuando escribe, y el guion surgido de esta adaptación, o respetuosa apropiación del texto de Capote, en torno a 80 folios, es pura radio, como pude comprobar personalmente en el patio de La Casa Encendida de Madrid en la tarde del pasado martes 30 de noviembre, fecha histórica en la historia de la radio, cuando Orson Welles estrenó su también adaptación de otra obra, en este caso de ficción, de H.G.Wells, “La Guerra de los Mundos”, la gran ‘fake news’ de la historia de la radio.
Fotografía de familia del equipo de "Ficción Sonora" que ha intervenido en "A Sangre fría" (Fotografía RNE) |
La estructura propuesta por el guion de Alfonso Latorre viajaba en el tiempo constantemente, jugaba con los flash-backs para romper la monotonía de la linealidad en la narración
Una cuestión es que Alfonso Latorre imagine en su guion los sonidos que el montaje debe incluir para enriquecer la narración, pero otra bien diferente es encontrarlos. Además, los mejores. Y en esto el equipo de Ficción Sonora de RNE es especialista. En un estudio, como los que se graban en Podium Podcast, el control del producto es absoluto, y no pueden incluirse equivocaciones. En directo, la situación cambia radicalmente. Así se lo explicaba Mayca Aguilera a los alumnos del Máster de RNE: “tiene que haber una compenetración absoluta entre los actores y la banda sonora que acompaña la narración. Por eso, ellos tienen la instrucción de que cuando figura en el guion la palabra ‘control’, tienen que mirarme para que yo les dé el paso adecuado, para que la historia resulte coherente. En esta obra hay unos 140 cortes con efectos, que van ilustrando la narración, prácticamente tocan a dos por folio”, explicaba. Si los efectos se disparasen en directo, y de manera individual, no habría ni tiempo, ni manos, ni canales en la mesa de mezclas para poder dispararlos, por eso, los cortes son secuencias lineales de efectos de sonido: por ejemplo, un coche (que se desplaza por los dos canales del estéreo) acompañado del sonido de la radio, del frenazo y de las puertas abriéndose y cerrándose. Y que tiene que entrar justo en su momento, ni antes, ni después, porque se puede cargar la coherencia de la escena en cuestión.
Y hablando de coherencias, la estructura propuesta por el guion de Alfonso Latorre viajaba en el tiempo constantemente, jugaba con los flash-backs para romper la monotonía de la linealidad en la narración, lo que en radio aumentaba las exigencias en la creación de escenas y atmósferas. No significó esto, sin embargo, un problema para el equipo de realización dirigido por Benigno Moreno; aunque sí exige un nivel respetable de atención por parte del oyente. La acción se desarrolla envuelta en diálogos compartimentados y alternancia de escenas complementarias, inconexas temporalmente muchas de ellas. Un guion que, de no estar en las manos de Ficción Sonora de RNE, dudo de que se hubiera resuelto tan acertadamente.
Mayca Aguilera estaba contrariada porque durante el ensayo se había producido un extraño fenómeno, que había silenciado el primero de los dos disparos que se producen en la escena final y que acaban con las vidas de las dos mujeres de la familia Clutter. La escena, ante esta ausencia de efecto, se quedaba coja -un solo disparo para dos muertes-. La lógica se venía abajo. Por fortuna, en el estreno los dos tiros se oyeron perfectamente. Pero aún así, era inevitable (¡somos humanos!) que se produzcan en un directo errores de diferente naturaleza, interpretativa o técnica. En la versión en podcast que ya se puede escuchar en RTVE.es, clicando aquí se han pulido los fallos, porque la historia lo merece. Pero el directo es una versión viva, auténtica, de esta historia salvaje donde la condición humana queda más que en entredicho.
Nancho Novo en acción, en esta adaptación de "A Sangre fría". Fotografía RNE |
Pero ninguna banda sonora se sostendría por sí misma -a excepción de la música- si no contara con la labor actoral. Y en este montaje de Ficción Sonora de RNE, solo había un actor de renombre, por definirlo de alguna manera, sin menospreciar en absoluto el trabajo del resto del cuadro de intérpretes. Utilizo el simple argumento de la popularidad o visibilidad de la marca personal. Nancho Novo es uno de los grandes actores de la escena, que además se ha curtido en estos últimos años de trayectoria profesional de las especificidades de la interpretación en radio. Su trabajo en “El Gran Apagón” dirigido por Ana Alonso de Blas, que actuaba, por cierto, como actriz, en esta Ficción Sonora, es uno de los más aplaudidos. Sin olvidar el precedente del papel de Norman Bates, en la versión de ‘Psicosis’, que protagonizó Nancho Novo allá por 2010, con la que RNE recuperó el género del radioteatro a través de Ficción Sonora. El resto del elenco eran voces habituales en estos montajes, curtidas sin embargo, no tanto en los escenarios, cuanto en la radio, herederos directos de los míticos cuadros de actores de Radio Madrid (SER) o de Radio Nacional, antes de que Eduardo Sotillos lo disolviera.
La Escuela de la interpretación en radio en España se perdió por dos razones: primero, porque el género del radiodrama se desvaneció, en beneficio de la televisión y porque, como consecuencia de este hecho, los cuadros de actores se suprimieron, por el altísimo coste de mantenerlos, con escasa o nula producción. Y ahora, RNE, o Prisa Radio, e incluso Cope y, en menor medida, Onda Cero, además de otras emisoras o cadenas de menor entidad, lo están recuperando, bien en formato podcast o a través de la propia antena. Algo por lo que debemos felicitarnos todos. Pero resulta recurrente el fichaje de nombres de actores populares para darle visibilidad y notoriedad al montaje. Esta Ficción Sonora solo contaba con un actor popular, el mencionado Nancho Novo. Pero a Nancho le dio la réplica, y a su altura, un actor cuya evolución ascendente hay que resaltar, con letras de neón: Juan Megías, voz igual de poderosa que la de Nancho, con más matices incluso que las del protagonista, con inflexiones certeras y ajustadas, sin caer en la exageración gratuita. Alfonso Latorre acotó la cara sangrienta, pero retrató perfectamente el lenguaje del universo de los dos asesinos. Los diálogos entre los personajes de Perry y Dick (Nancho Novo y Juan Megías) estaban cargados de tensión interpretativa, a cada cual mejor, superándose a sí mismos. Pletóricos. Genuinos. Enérgicos. Creíbles. Excéntricos…
José Martret y Juan Suárez en escena. Fotografía RNE |
Adriana Jordán, Carolina Alba y Lourdes Guerras. Fotografía RNE |
A Nancho Novo le dio la réplica, y a su altura, un actor cuya evolución ascendente hay que resaltar, con letras de neón: Juan Megías: voz con más matices incluso que las del protagonista, con inflexiones certeras y ajustadas
Alfonso Latorre decidió incluir en la obra al propio Truman Capote, y el casting encontró la encarnación casi perfecta en el director de escena José Martret. Era difícil dar vida a un personaje tan peculiar, extravagante e “irrepetible”, como se autodefinió a sí mismo el escritor. Personalmente, creo que cabía una mayor profundización en esta interpretación, que se quedó en el estadio del ‘narrador eficaz’, pero no ascendió al nivel ‘Capote narrador’. El matiz es importante. Y compleja la resolución, sin duda. Pero entiendo que la elección de que el narrador fuera el propio Capote condiciona la interpretación requerida.
El resto de actores de este montaje estuvieron perfectamente a la altura, como acostumbran, porque pertenecen a esa saga de actores especialistas en radio, que dan enjundia y credibilidad a un buen texto, y lo saben representar con los resortes que impone el medio, y que no siempre están al alcance de actores teatrales, porque estos, por lo general, priorizan su comunicación no verbal, frente a la paraverbal, esencial e imprescindible en radio, donde los únicos gestos que hay los aporta/sugiere la voz. Y si no se logran canalizar a través de la voz, no existen. Mi respeto, y admiración por Juan Suárez, siempre creciendo; la multifacética Ana Alonso de Blas, demostrando por qué está en tan buen momento profesional; el siempre eficaz, y multivocal, Rodri Martín; las jóvenes, pero experimentadas, Adriana Jordán y Carolina Alba, en unos diálogos llenos de espontaneidad; los veteranos César Gil, Miguel Valiente, Pedro Muñoz y Lourdes Guerras, que forman parte ya de la ‘marca Ficción Sonora’ y que con sus voces garantizan el éxito de cualquier montaje (me encanta esa frase que dice que las estrellas están para que el público acuda a los teatros, y los actores para que no se vayan…); y Nacho Hevia, evolucionando, como él mismo reconoce en su perfil de Twitter y el productor de Radio 3, Gustavo Adolfo Bautista.
Todos juntos han hecho posible que una historia como ésta, tan truculenta en su origen, tenga sentido y hasta estéticamente resulte tan atractiva, en la creación de universos sonoros, impecables, como acostumbra el equipo de Ficción Sonora de nuestra radio pública, que debería prodigarse más por escenarios internacionales donde el radioteatro está viviendo una segunda época de gran esplendor, como certificaba en esta web no hace mucho Chusé Fernández, ejerciendo de corresponsal proactivo en el Prix Italia. Mucho -y bueno- tiene para mostrar, y compartir, la producción española en radioficción, que da la impresión de abrazar la endogamia frente al crecimiento colectivo y compartido.
Fragmento del guion de Alfonso Latorre |
Todos juntos han hecho posible que una historia como ésta, tan truculenta en su origen, tenga sentido y hasta estéticamente resulte tan atractiva, en la creación de universos sonoros, impecables, como acostumbra el equipo de Ficción Sonora de nuestra radio pública, que debería prodigarse más por escenarios internacionales donde el radioteatro está viviendo una segunda época de gran esplendor, como certificaba en esta web no hace mucho Chusé Fernández, ejerciendo de corresponsal proactivo en el Prix Italia. Mucho -y bueno- tiene para mostrar, y compartir, la producción española en radioficción, que da la impresión de abrazar la endogamia frente al crecimiento colectivo y compartido.
Escucha aquí “A Sangre Fría”, del equipo de Ficción Sonora de RNE