Concha García Campoy. La gran ilusión': biografía de la periodista
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El libro, firmado por el escritor y guionista Miguel Dalmau, llega a las librerías el 18 de octubre
El escritor Miguel Dalmau traza en esta biografía el retrato de uno de los rostros que marcarían el periodismo español hecho en democracia
El escritor Miguel Dalmau traza en esta biografía el retrato de uno de los rostros que marcarían el periodismo español hecho en democracia
- Cinco años después de su muerte, el título de Plaza&Janés sigue a esta profesional desde sus inicios en Ibiza hasta su última etapa en Telecinco
Infolibre.es.
Miguel Dalmau. 14 de octubre de 2018. Hace cinco años que falleció la
periodista Concha García Campoy, y su memoria sigue marcada para muchos
por la leucemia a la que se enfrentó al final de su vida. Pero en la biografía "Concha
García Campoy. La gran ilusión", el escritor y guionista Miguel Dalmau (autor
también de biografías de Julio Cortázar y Jaime Gil de Biedma) vuelve a poner
en primera línea los logros profesionales (y personales) de uno de los rostros
más reconocibles del periodismo hecho en democracia. Editado por
Plaza&Janés, el libro llega a las librerías el 18 de octubre y recorre la
trayectoria de García Campoy desde sus inicios en la radio de Ibiza hasta
su última etapa en los Informativos de Telecinco. Para componer el retrato,
Dalmau ha recurrido a grandes nombres del periodismo y personas muy
cercanas a García Campoy, como Iñaki Gabilondo, María Escario o Ángeles
Caso.
infoLibre adelanta un extracto del libro en el que Miguel Dalmau cuenta la
transición de la protagonista desde su primera etapa presentando el telediario
de TVE hasta el programa A vivir que son dos días, en la Cadena SER.
Concha García Campoy, en una captura de un video de Atlas, que completa esta noticia sobre su fallecimiento en julio de 2013 en El País |
"Mientras presentaba los Informativos, García Campoy recibió
una oferta para trabajar en la radio. Una vez más su amigo Fernando Delgado ha
pensado en ella. Por lo visto, el director del programa "Las mañanas de
Radio 1", Julio César Iglesias, planea abandonar la cadena para marchar a la
SER. Su puesto queda vacante y Concha decide aceptarlo, sabedora de que se
trata del programa estrella de la radio pública. Aunque no tiene previsto
marcharse de la televisión, está segura de que puede enfrentarse a un nuevo
reto. Desdoblarse. Pero para ello va a necesitar ayuda, y al llegar a la radio
la encuentra en dos personajes que van a allanarle el camino. Se trata de su
amigo Javier Rioyo, guionista de talento, y de Lorenzo Díaz, el sociólogo
manchego que se mueve como un delfín en las ondas hercianas. Ambos se van a
convertir en sus más preciados colaboradores. De nuevo Concha vive otro golpe
de suerte: son dos apoyos de lujo, gentes de gran rigor profesional y trato
agradable, lo que facilita mucho su desembarco en el nuevo destino.
García Campoy es el resultado de "una fórmula magistral que reúne talento, esfuerzo, encanto, ambición, cultura, apoyos, mano izquierda, humildad, simpatía, bondad, inocencia..."
Para entonces Concha conduce el Telediario de la noche y su popularidad se
halla en el punto más alto. No sólo presenta el informativo en la franja de
mayor audiencia, sino que además es la responsable del programa matinal de RNE.
Su oficio y versatilidad no pasan inadvertidos a nadie, y menos a las empresas
de comunicación que van abriéndose paso en la España democrática. Saben que
García Campoy es un caso bastante raro: es un genuino animal de radio, pero
también se maneja de maravilla en televisión. Puede estar detrás de un micro o
delante de una cámara, es reina del locutorio y princesa del plató. ¿Cómo lo ha
conseguido? A base de una fórmula magistral que reúne talento, esfuerzo, encanto,
ambición, cultura, apoyos, mano izquierda, humildad, simpatía, bondad,
inocencia... Esta mezcla es tan poco habitual, tan atípica, que si quisiéramos
reproducirla en un laboratorio tampoco nos saldría. Incluso en las condiciones
ideales, siempre nos faltaría ese cromosoma extra que la hace diferente.
¿Resultado? La que empezó siendo popular como una de «Las chicas de Calviño» ya
no es la musa informativa de la era socialista. O al menos no es sólo esto.
Mientras sus compañeras se han retirado o se han recluido en el territorio de
su competencia, ella ha ampliado mucho el radio de acción. Dos años después de
su aterrizaje en Madrid el balance es revelador: Ángeles Caso ha cambiado los
telediarios por la literatura, mientras María Escario y Elena Sánchez se
centran en el área de la información deportiva, demostrando que ese ámbito ya
no es exclusivo de los hombres. Otro tanto vale para Olga Viza, la nueva
«brujilla», que parece tallada por el mismo patrón humano y profesional. Pero
ninguna ha hecho un despliegue tan exuberante como García Campoy. Por eso los
responsables del grupo PRISA ponen sus ojos en ella. En aquel momento éste
englobaba a los medios líderes de la información española, entre otros, el
diario El País y la cadena SER. Es el momento en que Jesús de Polanco
llama a su puerta para ofrecerle uno de los contratos de su vida.
Portada del libro que estará en los quioscos a partir del 18 de octubre |
Nostalgia de las ondas
En este momento de esplendor, Concha da uno de esos golpes de timón que
jalonarán su carrera. Abandona la televisión y se pasa a la radio. Aunque según
ella, habían sido «tres años de una felicidad total», comenzaba a tener la idea
de que se estaba encasillando en un papel. «Me estaba enquistando en lo que es
una pura imagen», dirá. En efecto. Tres años después de su entrada en los
hogares españoles, ya es una más de la familia. Sigue siendo esa mujer adorable
que cada día nos cuenta lo que pasa. En aquella época de monopolio televisivo,
lo sabemos, los noticiarios tenían una audiencia masiva que rondaba los veinte
millones de personas. Nunca se ha vuelto a ver nada semejante: es como asistir
diariamente a la final del Campeonato Mundial de Sudáfrica. Con gol de Iniesta
incluido. A la larga, todo eso pasa factura. Según ella: «En aquellos momentos
la popularidad era desbordante. Yo lo miraba desde afuera, como una
espectadora, porque todo aquello me hacía mucha gracia. En el fondo me parecía
tan divertido, me lo pasaba tan bien... Pero en un momento dado me asustó
porque vi que la popularidad me aislaba mucho». Concha ya sabe lo que es tener
que luchar por su intimidad. Pero esa lucha pasa a menudo por la ocultación y
el aislamiento, algo totalmente opuesto a su naturaleza.
Luego hubo otros factores. La decisión de García Campoy coincide con la llegada
de la cineasta Pilar Miró, como nueva directora general de RTVE. Aunque Miró se
destaca pronto como experta en la programación de cine y de series televisivas,
no se maneja igual en el campo de los Informativos. En poco tiempo los
telediarios comienzan a perder algo de fuelle, y justo en ese momento Concha
recibe una oferta muy tentadora de la cadena SER para dirigir la programación
durante el fin de semana. Estamos a finales de 1987. Cada vez que recibe una nueva
propuesta, ella inicia un debate interior consigo misma y con los que la
rodean. Muchas figuras de su entorno no creen que sea acertado abandonar la
televisión, precisamente en el momento de mayor popularidad. Algunos ponen el
grito en el cielo. Pero Concha tiene sus razones: «Vi una oportunidad magnífica
para hacerme una periodista y dejar de lado mi aspecto de presentadora. Yo no
era más que eso o muy poco más. Sabía que tenía que hacer periodismo a pie de
calle y de obra, e infiltrarme en los lugares más insospechados, cosas que, en
televisión, no había hecho».
"En esencia los periodistas se dividen en dos clases: los que persiguen la noticia y los que quieren a la gente. Y aunque las noticias están estrechamente ligadas a la gente, el orden de prioridades marca la diferencia"
En realidad, lo que Concha está necesitando es volver a ser la periodista que
era en Ibiza. No es una flor de plató televisivo que se limita a transmitir de
manera admirable las noticias que llegan a las redacciones. Si la dejaran
hacer, seguramente le agradaría también andar por ahí, con el micro en la mano,
o tomando notas en cualquier terraza del país, viendo pasar la vida. En esencia
los periodistas se dividen en dos clases: los que persiguen la noticia y los
que quieren a la gente. Y aunque las noticias están estrechamente ligadas a la
gente, el orden de prioridades marca la diferencia. Concha García Campoy
siempre pertenecerá al rango de los que quieren a la gente. No es casualidad.
Estuvo a punto de perecer con su familia bajo el diluvio universal. Sigue
siendo la que vio llegar, en éxtasis, a aquel ángel llamado Joaquín Soler
Serrano, con su unidad móvil, para interesarse por las personas y contar su
drama al mundo. Pero para eso hay que estar en la calle: hay que ser algo más
que una cara bonita, hay que estar dispuesta a mancharse de barro. Ya dijo
Leopardi: «Fango è il mondo». Y los grandes periodistas lo saben.
El tránsito a la radio no fue un camino de rosas. Desde el principio Concha
quiso desembarcar en el programa con los mismos colaboradores que la habían
ayudado en su anterior aventura radiofónica en RNE, Javier Rioyo y Lorenzo
Díaz. Pero no era fácil que la cadena pública los dejara escapar a una cadena
privada que se había erigido en la competencia. Hubo charlas, reuniones y
argumentos opuestos. Al principio el consejero delegado de la cadena, Augusto
Delkáder, no estaba por la labor. Pero Concha García Campoy era muy persuasiva
y al final se salió con la suya. Durante este proceso no estuvo sola, ya que su
marido, Jaime Roig, intervino como abogado. Según él: «La SER quería fichar a
Concha pero no aceptaba que ella impusiera su equipo. Le ponían problemas y
aquello retrasó bastante las negociaciones. Todo se alargaba y no había manera
de firmar. Así que tuve que intervenir para agilizar los trámites en la fase
final».
La Academia de TV ha convocado un Premio que lleva su nombre, un Premio de Periodismo Científico |
Aquella experiencia tortuosa le fue muy útil. A partir de ese momento perfiló
su talento para negociar. Le salió su lado catalán, o mejor su lado ibicenco,
fenicio... en suma, mediterráneo. Según María Escario: «Ella supo manejar bien
los contratos. Siempre acertaba». Pero lo interesante es que no sólo acertaba a
la hora de obtener las mejores condiciones para ella, sino para los demás.
Amigos y colaboradores coinciden en que se dejaba la piel por los suyos, un
rasgo recurrente en su vida. Si alguien caía en el equipo de Concha, no tardaba
en descubrir que iban a garantizarle las mejores condiciones laborales. Dice
Rioyo: «Cuando me propuso fichar por la SER, me preguntó cuánto ganaba. Luego
me prometió el doble y no pude decirle que no». Los testimonios como éste son
tan abundantes que darían para un listín telefónico. Fueron más de veinte años
entrando en los despachos, reclamando mejores sueldos, negociando bajas,
frenando despidos. Lo hizo en la radio, en la televisión, en la pública y en
las privadas. Siempre.
«Cuando me propuso fichar por la SER, me preguntó cuánto ganaba. Luego me prometió el doble y no pude decirle que no» (Javier Rioyo)
En vísperas de su incorporación a la SER, la ibicenca realiza unas
declaraciones donde se muestra muy ilusionada con el proyecto. Reconoce que
está dispuesta a entrar en ese mundo de hombres y luchar por hacerse un espacio
análogo en las ondas. Sus rivales son figuras de peso: Iñaki Gabilondo, Luis
del Olmo y José María García. En relación con ello, Gabilondo recuerda: «Concha
estaba muy esperanzada con el reto. Hablamos. Le dije: “Lo vas a poder hacer,
seguro, porque tienes cualidades mejores que nosotros. El problema es que vamos
a ver si tienes tiempo. Porque para presentar un programa, consolidarte e
imponerte hace falta tiempo. No te desanimes si no llega a la primera». El
aviso del maestro no carece de razón. La radio es un medio de maceración lenta
y hay que tener bastante perseverancia para imponerse a la competencia. No
porque los rivales de García Campoy fueran imbatibles, sino porque el tiempo
suele hacer falta en la radio para todo el mundo.
Aquí te espero
Se ha dicho que la entrada de Concha García Campoy en la SER amplió la oferta
radiofónica de las mañanas. Hasta ese momento la franja estaba copada
preferentemente por espacios deportivos y musicales. Muchos compañeros de
profesión coinciden en destacar este punto, resaltando su papel de pionera.
Pero en este caso la leyenda reclama un pequeño matiz. Hubo algún precedente,
como "En días como este", un experimento radiofónico bastante original y
provocativo donde ya andaba Javier Rioyo, coincidiendo con los tiempos más
delirantes de la movida madrileña. Aunque también hubo otro programa después,
más próximo en espíritu y estructura al que luego haría Concha en 1988. Cuando
ella ficha por la SER, ya existe en antena un magacín de fin de semana.
Hablamos de "Aquí te espero", el espacio que lidera Ricardo Fernández Déu
desde la emisora barcelonesa de RNE. En aquella época Fernández Déu era uno de
los valores más brillantes de la radio pública y fue elegido por el director de
RNE, el periodista Eduardo Sotillos, para el proyecto. El programa llegó a
alcanzar una audiencia bastante notable: unos setecientos mil oyentes. Como
curiosidad añadiré que tuve el placer de ser uno de sus dos guionistas.